Los personajes no me pertenecen, son de Stephanie Meyer yo solo juego con ellos.
Sipnopsis:
Bella de trece años se escapa de casa, harta de sus maltratos constantes, pero fuera,si quiera se percata que le espera la muerte, si no fuera, porque Alice la acoge, Bella desconfía, pero lo que no sabe, es que su nueva familia, está repleta de vampiros.
Parejas:Edward/Bella.
Comentario:Este fic ha tenido un gran apoyo, así que lo sigo ;)
Prefacio;
Isabella comenzó a gritar a sus padres miles de blasfemias mientras su madre lloraba y su padre tenía aún la mano en alto justo donde la tenía antes de haber golpeado a Isabella quien tenía la mejilla morada con marcas de duras y odiosas manos que tantas veces la lastimaron.
Corrió hacia su habitación, con agilidad, dureza, odio y rabia, odio hacia su padre, quien la golpeaba des de hacía años y rabia hacia su madre, quién no hacía nada al respecto,quien hoy, como cada día, miraba des de una punta del comedor sollozando mientras su rudo marido golpeaba a el fruto de un amor estúpido y adolescente que llegó a manos de dios tan solo por un embarazo no deseado y aquello, su padre no dudaba en repetírselo siempre que podía.
Isabella, hacía tiempo que se había dado cuenta de que los cuentos, las fabulas y la felicidad no existen, son simple producto de la imaginación de alguna persona que aún cree en algo, pero Isabella, no creía en nada, tan solo creía y sabía que los golpes dolían, demasiado como para creer en estupideces.
Cogió la maleta y la comenzó a llenar casi con rabia, más bien con resignación, metía lo indispensable para unos meses, después se trasladaría a alguna parte con algún familiar o amigo de familiares, o tal vez servicios sociales, ya no sabía ni si quiera su destino, tan solo sabía que este era el momento decisivo para trazarlo, para encontrar algo bueno en el mundo, si es que quedaba, esperaba que alguna alma noble le ayudara, si es que existían, la tan realidad para algunos y la fantasía de Isabella.
• • •
Edward, corre hacia el bosque, veo algo.- Gritó Alice, sobresaltada, saltando del sofá, mientras miraba a su hermano, viendo su desttino con tal solo ver su perfil.
-¿Qué ocurre?-Gritó, sobresaltado.
Alice vaciló, pensando en el poco tiempo que tenían antes de que ocurriera lo que vió, el futuro siempre puede cambiar, pensó y cambiará si no se apresuraban.
Cogió de la mano a su hermano y se acluquilló en la ventana más cercana, en frente de un árbol frondoso, miró los ojos de su hermano y pudo sentir como Edward exprimía su mente, para descubrir lo que ocurría. Pero tan solo encontraba una gran barrera que no le dejaba pasar.
-No puedo explicártelo.-Siseó y Edward bufó, rendido.
Los dos cayeron con un sutil impacto en el suelo y comenzaron a correr entre las sendas de los bosques, Edward seguía a pocos pasos a Alice, a pesar de ser más rápida que ella, en este momento, era su hermana quién le guiaba a un futuro incierto.
Él comprendía, que había veces que se debía acallar ante las demandas de la pequeña Alice, pues, ella podía ver el futuro, ella sabía lo que era bueno para todos los Cullen, por eso, la siguió sin rechistar.
Alice se paró en seco, delante de un cruel escena que estremecería a cualquier humano.
Un vampirisera, de labios carmín, con sangre goteando de sus labios contemplaba una casa que ella misma había quemado, las llamas eran de la misma tonalidad que su cabello que caían con fluidez por su espalda y su piel, pálida como la cal, parecía un faro entre toda la oscuridad y aquel rayo de luz, la casa de sus víctimas en llamas.
Las pupilas de Alice se dilataron, no puede ser, pensó, hemos llegado demasiado tarde, aquella era la casa donde debía estar Isabella Swan, el destino Cullen.
Alice, en un arranque de ira, corrió con sigilo hacia la vampiresa pelirroja y se tiró encima suyo, doblando su cuello con fuerza y furia, hasta el punto de descabezarla sin que ella si quiera se percatara de que estaba muerta, el cuerpo inerte de la vampiresa cayó en la hoguera junto al de sus víctimas y Alice sollozó en silencio.
Edward, impactado por la muerte sin razón que Alice había provocado, miró a su hermana, que parecía delirar en voz alta, mientras cogía sus cabellos con desesperación, Edward la contempló aturdido, pero fue entonces, cuando los ojos de Alice dejaron de tener una tonalidad como la miel fundida y se transformaron en un azul cielo, muy blanquecino y aquella vez, no pudo hacer nada para ocultar su visión a Edward.
Era una niña de unos doce años, de piel pálida, aunque no tanto como los de su especie, se veía asustada, con sus pupilas dilatadas, perdida en el bosque, con el cabello enmarañado y sus ropas rasgadas, pero lo peor de aquella visión, era lo que ocurría en el tercer plano, nada más y nada menos que otro vampiro, posiblemente, ansiando acabar el trabajo de la vampiresa pelirroja, que miraba con ojos escarlata a la pequeña e indefensa chica de ojos chocolates, a la cual Alice llamaba Isabella.
Alice corrió, no era una gran rastreadora, pero la sangre de aquella niña de doce años cantaba demasiado, era una especie de palpito que tenía en las venas, un néctar dulce que todo vampiro ansiaría probar, pero que nadie podría, no desde que aquella niña traspasó la mente de Alice.
Alice vio al vampiro de su visión, era un vampiro moreno, pero con tonalidad pálida propia de un vampiro, sus ojos estaban rojos hasta el dejà vú de sus tiempos carnívoros y sus dientes, dos cuchillas afiladas que sobresalían de sus labios carmín, ansiaban rasgar el cuello, exactamente una arteria, de la pequeña Isabella Swan.
Esta vez fue Edward, quién rápido e impecable, corrió hacia el vampiro.
Isabella no se había percatado de nada de lo que había ocurrido, tan solo intentaba sacar su pierna de aquella rama en la que se había enredado, no era demasiado grácil, más bien torpe y malhumorada, pero era el destino Cullen, pensó Alice, y nadie que no tuviese un corazón puro no podría otorgar tanta atracción a los vampiros, era como un gran foco entre la oscuridad.
Alice tuvo que hacer tripas corazón para no abalanzarse a ella y succionar su sangre, aclaró su garganta e Isabella se sobresaltó, giró la cabeza, mientras la pierna se deshacía de la rama y cayó al suelo, delante de aquella vampiresa de rasgos apacibles y ojos como miel tostada.
Pudo ver a lo lejos a otro chico, uno que estaba inclinado hacia alguien que tan solo mirar hacía que ella se estremeciera, el chico de cabello bronce le dió el último manotazo con unas garras sumamente afiladas , arrancando así su cabeza y entonces, alzó la cabeza y el castaño chocolate de ella impactó con la miel profunda de él.
Isabella, aterrorizada, intentó dar un paso hacia atrás, pero le fue imposible, pues la chica de cabello despuntado ya estaba detrás suyo, con una gran sonrisa y una mano tendida, Bella vaciló en si tomarla, pues aún sentía miedo, aún podía notar su mejilla arder, pero el temor se esfumó en cuanto el otro vampiro apareció enfrente suyo, con rostro inexpresivo, pero calmado y sereno, casi superficial, solo que con un deje amistoso.
La humana cogió la humana de la vampira, y allí empezó todo.
Ya que ha tenido tres visitas y han agregado varios a ff esta historia, hago un mejor prefacio, porque os lo merecéis ;)
Gracias, de veras;
BloodAliceCullen!
