Prologo

Mi nombre es Rin, tengo 24 años aunque estoy a punto de cumplir los 25. Estamos en agosto, hace un frío atroz cosa que es normal en el país en el que vivimos, Inglaterra.

Aquí estoy yo, parada en medio de un jardín preciosamente adornado haciendo de madrina en la boda de mi mejor amiga con un montón de personas alrededor disfrutando de la vista. Ahora mismo estoy a punto de despotricar contra ella hasta que tengan que arrancarme la lengua por lo contaminada que se quedará ante el montón de palabrotas que va a pronunciar. ¿Que cual es el motivo?. Sencillo. Llevo media hora intentando irme de la boda; pero por un motivo que desconozco y un complot por parte de mi mejor amiga que ha puesto a toda la fiesta al corriente de no dejarme ir, mi huída se ha quedado en solo un intento y he terminado parada en medio de la nada entre un montón de histéricas solteras que deseaban coger el ramo de la novia con la esperanza de que las siguientes en casarse fueran ellas.

Por desgracia para mi, ese ramo, literalmente, me ha caído en la cabeza y posteriormente en los brazos.

Todo el mundo se ha quedado en silencio cuando eso ha ocurrido. Como si acabaran de presagiar el mismísimo apocalipsis.

De los 24 años, pronto 25, que tengo en este momento, al menos el 20% de la gente presente me conoce desde que nací. El otro 20% de la primaria, el bachillerato y los posteriores estudios en la universidad. Otro 10% de los campamentos de verano a los que asistimos juntos en su momento. Y el último 50% porque soy la hija del magnate multimillonario dueño de las empresas mas famosas de todo Inglaterra.

Ellos tienen algo en común, y es que para el 100% de la gente hay mas que claras tres cosas sobre Rin Iranay. La Primera: No cree en los para siempre. LaSegunda: No cree en las relaciones estables. La Tercera: No cree en el amor.

Varias de las solteras suspiraron y todo el mundo mantuvo el silencio incluso mas de lo humanamente permitido, hasta que una valiente lo rompió.

- bah, menudo desperdicio. Tirémoslo otra vez - La disputa empezó en dos grupos. Los que estaban de acuerdo y los que no.

- Callaos! Es su ramo, ella decide que hacer con él - Era la voz de Miku, la novia y por ende mi mejor amiga. Ni siquiera terminó la frase cuando se vió interrumpida por su propia sorpresa cuando intentó coger el ramo que le lance.

- Tíralo de nuevo - Añadí sin importancia. Varias de las solteras se entusiasmaron ante la idea, incluso aquellas en desacuerdo que intentaron no mostrarse muy ansiosas.

- Pero Rin... - Ella esperaba que me lo quedara. Siempre sabe lo que voy a hacer, como voy a reaccionar, que voy a decir, aún así, siempre espera otra cosa. Me encogí de hombros, para empezar, no consideraba que un ramo tuviera poder mágico suficiente para hacer que una persona se casase. Y segundo... realmente me trae sin cuidado el número de personas que creen en una costumbre como esa. Ella suspiró, se giró sobre mi misma y lo lanzó otra vez. Yo me limité a asegurarme de no estar en medio esa segunda vez.

Conforme avanzó la noche nos quedamos solamente unos cuantos dentro de la mansión, acomodados medio borrachos en el cómodo salón de la Mansión Hatsune. Era la mansión de la familia de la novia. La susodicha y además su nuevo marido, Kaito Shion, estaban con nosotros tirados en el sofá, puesto que mañana debían ir a trabajar y su luna de miel no sería hasta pasada una semana. El resto de personas estaban apoyadas y recostadas unas sobre otras casi a punto de dormirse pero botella en mano y algo desaliñados. La fiesta había terminado y solo quedábamos nosotros.

- El otro día estaba pensando en una cosa - La voz de Gumi rompió el silencio y todas las miradas se posaron sobre ella. La mía incluída. - Si el cambio de hora de octubre va de las 2.59 a las 2.00 de nuevo, significa que tienes el primer rango de 60 minutos para cometer crímenes sin que nadie te diga nada - Se sentó como si su razonamiento fuera indiscutible. - Porque si te preguntan, ¿donde has estado a las 2.30 de la mañana?. Tu contestas, en mi casa claro está, aunque no hayas estado en tu casa pero es que a las 2.30 que en realidad serían las 3.30 SI estabas en tu casa - Chascó la lengua en una fase de borracha total.

- Suena lógico - Concluyó su hermano, que fue el primero en hablar después de que nos pasaramos mas de 10 minutos buscandole una pega a su absurda idea. El resto asentímos como borregos mientras algunos codos se empinaban con los últimos restos de las botellas.

Muchos de los medio borrachos despertaron con el primer reloj que sonó esa mañana. Pasaban las 8 y la mitad llegaba tarde a trabajar, corrían por todas partes, piezas de ropa volaban por los aires, algunas pastillas caían al suelo mientras se repartían para amenguar los daños de la resaca, mientras tanto yo intentaba retomar lo que había dejado cuando mi almohada prácticamente había saltado por los aires el primero.

- Jefa, danos el día libre - Todas las miradas se posaron sobre mi nuca. Negué. Empezaron a maldecir por lo bajo.

- Pues entonces a trabajar tu también - Oí la voz de Miku segundos antes de que empezara a tirar de mi tobillo para sacarme del sofá donde dormía plácidamente. O al menos lo intentaba.

- Ni hablar. Hoy me apetece tomarme el día libre - Si las miradas mataran me habrían fulminado en ese instante.

- Le sale la faceta de Jefa cabrona - Me reí, un poco porque siempre que dicen eso me hace gracia, y otro poco porque aún tenía varias botellas de alcohol en el cuerpo.

- Si oigo a alguien mas quejarse, os pondré un puntito negativo cuando lleguéis tarde - Alcé mi vista del sofá muy seria, y todo el mundo volvió a las prisas sabiendo que no era una coña. - Eso eso, así me gusta. Buenos chicos - Murmuré volviendo a poner mi cara contra el sofá para dormir, sintiendo un nuevo tirón de Miku sabiendo que no saldría de su casa sin mi.

- Es culpa del despertador - Se quejó Kaito bostezando conforme todo el mundo bajaba del coche en el que nos habíamos venido. Una limusina con espacio para mas de 20 personas proporcionada por mí, claro está. - Debería no haber sonado... -

- Eso es una excusa tan... - Gumi me miró señalando al peliazul. - ¿Como es que se supone que este trabaja en tu empresa? - Tras esto miró a Miku - Peor aún, ¿Como es que se supone que terminaste casada con esto? -

- Es que es muy guapo - Contestó Miku mientras ella y su marido entraban en esos ciclos vicioso de besos y de "yo te quiero más".

La mayoría se rió.

Algo que caracteriza a la empresa que me pertenece son las investigaciones científicas de artilugios mécanicos. Creamos todo tipo de tecnología portatil que pueda adecuarse a la vida cotidiana de las personas. Cada uno de los que se encuentran aquí en este instante hace parte de ese proyecto, no solo económicamente sino también intelectualmente e incluso son los jefes del grupo que se les ha asignado. Gakupo y Kaito se encargan de las máquinas de tracción mecanica. Gumi y su gemelo de todo lo relacionado con la nanotegnología, Luka y Meiko de todo lo que tiene que ver con tecnología para el hogar y por último Miku y yo, que diversificamos proyectos hasta convertirlos en un arma de destrucción masiva. Coloquialmente conocido como armamento militar. He de aclarar que ella trabaja mas que yo pero solo porque yo soy la jefa y se me da mejor mandar.

Solo dos de ellos nacieron en Inglaterra, a parte de mi. Miku y Kaito. El resto vienen de distintas partes del mundo y les conocí en campamentos de verano que frecuentábamos cuando aún eramos unos críos. Gumi y Gumo vienen de Estados unidos. Meiko de Japón. Gakupo de Noruega. Luka de Japón.

Conforme fue subiendo el ascensor, cada uno de los presentes fue yéndose hasta que Miku y yo llegamos a nuestra planta tras una larga despedida entre ella y su nuevo marido a los que casi tuvimos que obligar a despegarse. Una vez allí ella salió del ascensor, pero yo no.

- ¿No vienes? - negué mientras bostezaba casi sintiendo lágrimas en mis ojos.

- Tengo una entrevista con el aspirante. Para cubrir el puesto de Shiraki - Ella hizo una mueca.

- Deberías dejar el puesto libre. Volvera de todos modos - Sostuvo la puerta del ascensor cuando esta intentó cerrarse.

- Es que eso es lo que quiero evitar - Sonreí maliciosamente. Ella sonrío de vuelta de un modo muy diferente.

- Solo te ha dicho que te quería en medio de la cafetería a la hora de comer. Y luego se ha muerto de verguenza cuando le has dicho que no en frente de todo el mundo - Una risita salió de mis labios que terminó contagiándola a ella.

- Por eso. Con él fuera le ahorro la vergüenza - puse mi mano sobre la mueñca de Miku obligándola a soltar la puerta, antes de guiñarle el ojo segundos antes de que se cerrara del todo y el ascensor se disparara hacia la última planta de aquel enorme edificio. Mi despacho.

El día no duró mucho. La mitad estaba tan cansada que lo único que consiguieron en sus respectivos laboratorios fue estallarlos. Y la otra mitad se quedó dormida nada mas su pandero tocó una de las sillas de sus respectivos despachos. Rin entre los segundos.

A medio día la jefa determinó que sí podía tomarse todo el mundo el día libre, así que ella, su mejor amiga y su marido volvían en coche a casa. La segunda con la marca en la cara, del relieve del libro sobre el que se había quedado horas dormida. El tercero lleno de escombros tras explotar su propio laboratorio, ambos uno junto al otro abrazados entre sí. La primera con las arrugas que se te quedan en la mejilla cuando pasas mucho tiempo durmiendo.

- ¿Me estás diciendo que no entrevistaste a nadie? - Negué. En realidad no sabía si morirme de la verguenza podría ser una de las cosas que sentía en ese momento.

- Llegué a mi despacho y no recuerdo nada mas. Hasta la tercera o cuarta explosion - suspiré adoptando negando para mi misma como si estuviera decepcionada pero fuese algo que me esperaba de todos modos - No tengo constancia de que alguien viniera a verme y tampoco me han robado nada. A lo mejor se arrepintió - Eso era lo único que se me pasaba por la cabeza.

- ¿Como se llamaba? - Rebusqué sus datos entre los bolsillos de mi ropa terminando por rendirme porque cualquier gesto simple que hiciese para moverme, gastaba mas energía de la normal. - Algo así como... Len... Len Kagamine sí - Kaito se encogió de hombros. Su mujer por el contrario frunció el entrecejo llevándose una mano al mentón.

- Ese nombre me suena de algo - Opté por el mismo gesto de Kaito.

Nada mas pisar mi casa caí sobre la cama y dormí hasta que el teléfono sonó, sonó, sonó, e incluso siguió sonando en el momento en el que lo lancé contra la puerta con la esperanza de que se callara con el golpe. Suspiré abriendo los ojos mirándo el aparato con total resentimiento, haciendo malabares para estirar mi mano y cogerlo, viéndome al final obligada a ir hasta allí a pie a por él.

- Estás despedido quien quiera que seas - Solté como saludo con una voz muy tosca. Miku al otro lado contestó ignorando mis palabras deliveradamente.

- ¡Ya se quien es Len Kagamine, abreme la maldita puerta! - Miré la pantalla del teléfono para corroborar el nombre de la persona que me hablaba cuando añadido a su grito entusiasta escuché la voz de Kaito soltando un "Hola Rin" entre apenado y adormilado. Bostecé de nuevo antes de contestar, moviendome en cámara lenta hacia la puerta de mi habitación viendo el eterno camino que había en mi mansión desde ese lugar hasta la puerta. - RIN! -

- Ya va... - Colgué avanzando un par de pasos en el pasillo hasta dar con uno de los intercomunicadores de la casa. - Angelo? - La voz de mi mayodomo sonó al otro lado. - Puedes abrirle a Miku por favor? - Así me ahorraba la molestia de bajar yo misma. Ahora que lo pienso... que hora es?

Al mirar el reloj del movil me encontré con la sorpresa de que eran apenas las 10 de la noche.

- ¡Mira! - Alcé mi vista hacia Miku que por cierto venía en pijama con una bata cubriéndola, y muy por detrás aún a medias escaleras Kaito que venía con una ropa similar, pero a punto de caerse al suelo y quedarse allí dormido tal cual. Mi mansión y la de Miku estaban bastante cerca. Había que cruzar unos 400 metros de jardín suyo, otros tantos míos y habríamos pasado de la esquina mas cercana de su casa, a la esquina mas cercana de la mía.

Antes de que pudiera evitarlo me estampó contra la cara un album de fotografías.

- ¡Quita eso! que así no veo un pimiento - Me quejé. Lo retiró suficiente como para poder ver. Era una fotografía de grupo donde estábamos ella y yo por entonces con el aspecto de críos de 15 años, rodeados por un montón de adolescentes de mas o menos la misma edad - ¿Ese no es nuestro campamento de verano? - Ella asintió señalando un rubio en específico.

- Este es Len Kagamine - Mi vista se posó sobre ese rubio incluso cuando la expectación de Miku era tan evidente; casi como si con tan simple gesto esperase que tuviera a mano el secreto del mundo entero. - ¿No lo recuerdas? - Preguntó pasados varios minutos en los que me pareció indiferente. Negué. - ¿Estás segura? - Dudé. ¿Debía reconocerle? - arg ¡Rin! ¡joder!. Len Kagamine. La única persona por la que has saltado al precicio - Mi corazón se detuvo un momento, cosa que procuré que no se notara, que Kaito no noto gracias al cielo pero que Miku vio facilmente. - Ahora lo recuerdas - Comentó con su odiosa voz de sabelotodo. Agarré su album de fotografías para golpearla con él.

- ¡Que no! ¡Y ahora lárgate de mi casa porque tengo que dormir! - Me giré sobre mi misma y entré a mi habitación cerrando de un portazo y dejándome caer al suelo con la espalda contra la puerta y el album entre los brazos. Cerré los ojos un instante respirando como si me doliese hacerlo y abriendo el album nuevamente para ver la foto despegada del resto que me había mostrado mi amiga antes. Pasé los dedos por encima de esta y sentí de nuevo el dolor que en su momento sus recuerdos me provocaron. Recuerdos que tiré en su momento al a basura junto a todas las fotografías de ese verano. Era un dolor insufrible, un dolor inaguantable, un dolor de esos que crees haber olvidado pero cuando menos te lo esperas regresa.

- Rin... - Me congelé. La voz de miku sonaba al otro lado. - Rin... no nades sola en recuerdos que te hacen daño - Insistió. Mi única reacción fue abrazarme al album infantilmente, cerrar los ojos y dejar que esa vieja herida del pecho saliera del lugar en el cual la había encerrado, en el fondo de mi corazón, pero que ahora estaba totalmente desvocada nadando por ahí y lastimando las cicatrices del pasado que me recordaban lo que sentí por un idiota 10 años atrás.


Espero que me hayáis echado de menos *_* Os tengo muchas noticias! y cada una mejor que la anterior.

Primero que nada, gracias por leerme siempre, para los que me conocen hoy, y para los que se han enganchado a mis historias anteriores.

Segundo, esta historia se me ocurrió hace semanas, pero no lo había subido dada la culpabilidad de mi atoramiento monumental (y MUY monumental) en Aviones de Papel y ¿Que nos ha pasado?; sin embargo, la primera noticia buena de esta noche es que esta historia está TERMINADA. Eso quiere decir que tengo todos los capitulos escritos. En total no se cuantos son... pero ahora mismo sé que mas de 15 XD. Tenemos Rin y Len para rato.

Segunda noticia buena del día para mis lectoras asiduas. Fans de aviones de papel, ¡la historia continua!. Estaba un poco atorada porque no sabía como seguirla pero aunque no la he escrito (me he dedicado a acabar esta ¬¬U soy una mala persona) ya se exactamente por donde va y tan pronto como termine de arreglar unos detalles tendréis la continuación.

Fans de ¿Que nos ha pasado? es para mi un honor deciros que está casi terminada. Pronto sabréis de mi por esos lares *_*

Os mando un beso enorme desde por aquí tan lejoos! Y no sabéis lo que echaba de menos todo esto.

Besitos gemelosos *_* que son mas bonitos. ¡Hasta pronto!