~oo•O•oo~

Memorias de la escritora:

Hola a todas, muchas gracias por aventurarse a leer está loca historia que surgió en la combinación de relatos de mi vida, chick flicks y el enorme cariño por Candy y Albert.

Espero de todo corazón que les guste, este capítulo empezó como un One Shot pero la historia me cautivó mucho y la continué convirtiéndola en un Minific.

Está ambientada en la época actual con muchos conceptos del momento. Es ligeramente subida de tono ya que el tema es un poco intenso. Este capítulo contiene descripciones detalladas con alto contenido sexual, favor de abstenerse de leer si no es adecuada para usted la lectura. Hay momentos dónde la música juega especial papel en la historia así que les invito a checar el soundtrack de este loco fic. En la historia estará marcado entre paréntesis el nombre de la canción.

Rápidamente les comento el término 'One Night Stand' hace referencia al sexo casual de una noche. Esos encuentros que nadie ha tenido (wink face) pero todos saben cómo son. Así cómo los caballeros no tienen memoria, las damas no tienen pasados.

Jajajajajajaja.

Saludos, nos leemos... xoxo.

Les quiere Alexa...

~oo•O•oo~

~ One Night Stand ~

"...mmm... ¡Oh Dios!... Creo que es hora de abrir los ojos pero las sábanas de seda acarician mi cuerpo cuál pétalos de rosa, el calor de las cobijas de lana apaciguan el frío de la mañana, definitivamente el invierno ya se siente cerca. No quiero salir de la cama y afrontar lo que tal vez fue la noche más loca de mi vida pero ¡Oh, mi Dios, que intensa noche!...". (Coldplay - Viva la vida) Fue el primer pensamiento del día que pasó por mi cabeza; no he abierto los ojos aún pero claramente puedo sentir los rayos fuertes del sol entrando por el ventanal de la habitación, la cual se encuentra en total silencio a diferencia de la noche anterior dónde mis gemidos y suspiros llenaron por completo la recámara.

Abro lentamente los ojos para confirmar a mí misma que efectivamente, me encuentro a lado del hombre más guapo y varonil que he conocido en mi corta vida. Me encuentro en una cama envuelta entre sabanas y cobijas blancas en un lujoso loft industrial en el corazón de la ciudad de Chicago. Trato de moverme pero un brazo fuerte y firme me tiene abrazada de la cintura, puedo sentir su firme pecho en mi espalda. Él se molda a mí cuerpo cómo sí todos los días despertáramos juntos. "...¡Ay Candy, que cosas estás pensando!...". Siento su tranquila y pausada respiración sobre mi cuello, mis terminaciones nerviosas están totalmente exaltadas.

Mi cabello rubio, rizado y alborotado cubre su hermosa cara, al menos eso es lo que recuerdo de él, aun no puedo creer lo que pasó la noche anterior. No me considero ninguna santurrona ni persignada pero nunca había pasado la noche con alguien que conocí en un bar con mis amigas. Definitivamente todo esto es nuevo para mí.

Tengo 23 años, mi nombre es Candy White soy enfermera, recién me acabo de mudar a la ciudad. Me han aceptado para hacer mi especialidad como Asistente en Cirugía Pediátrica en el prestigioso Hospital Infantil Ann Robert H. Lurie en la ciudad de Chicago. "...¡Dios, qué vergüenza!...". Precisamente hoy es mi primer día en la residencia y la jefa de enfermeras nos ordenó asistir puntualmente y con el uniforme completo ya que inauguran la nueva ala de pediatría en el hospital y heme aquí sin poderme mover ni un centímetro. "...¡Tonta, tonta Candy!...". No quisiera despertarlo, simplemente deseo salir de esta habitación, tomar el metro y llegar a casa.

"...Recordatorio mental: ¡No hacerle caso a Annie!...". Por ella es que estoy metida en esta situación, ayer se cumplió dos semanas de que me mudé a la ciudad, Annie es mi roommate, por medio del Internet apliqué por el cuarto extra de su departamento, no es lujoso ni nada extraordinario pero es cómodo y lo suficientemente amplio para la dos, lo mejor es que se encuentra cerca del hospital. Ella es una chica increíble desde el comienzo hicimos buena química así que a mi llegada ya teníamos un creciente amistad.

Dejé New York apenas terminé la universidad, dejando atrás a mi familia, amigos entrañables y un corazón destrozado, el mío. No perderé mi valioso tiempo recordando ese pasado. Él tomó una decisión, yo salía sobrando y aunque ella se muera, yo no lo esperaré; fin de la historia.

Estas dos últimas semanas me las viví instalándome en el departamento, acostumbrándome al ajetreo de la ciudad, las rutas del bus y del metro, traté de estudiar un poco, en fin, estuve encerrada con pendientes. Así que ayer Annie propuso ir a un bar con unas amigas de ella para celebrar una nueva etapa de mi vida.

Fuimos a un antro llamado The Underground Chicago sobre la calle 56 West. El ambiente era increíble, muy mainstream; la mezcla interracial de gente, el entorno jovial y multicultural, los Dj's independientes, los cambios de luces y los tragos exóticos hicieron que yo me sienta totalmente relajada y desinhibida; en eso empezó la música de un grupo de salsa latina, nosotras bailamos y brincamos cómo locas. Estaba totalmente excitada, por fin estaba disfrutando mi juventud y libertad.

Annie se disculpó por un momento dejándome sola y con la encomienda de pedir más bebidas, la sensación de la noche fue Jalapeño Mezcal Margarita, el calor latino se sentía en el ambiente. Me acerqué a la barra a pedir mis spicy drinks y continuar bailando. A lo lejos vi a Annie platicando con un guapo joven impecablemente vestido con un corte de cabello hipster medio largo en castaño claro, por su mirada supe que mi compañera de fiesta me abandonaba. Decepcionada me senté en las periqueras que se encontraban en la barra y cambié la bebida de ella por un shot de Tequila reposado.

"...¿Andas sola?...". Escuché a mi lado en una voz profunda y masculina. "...WOW... de dónde habrá salido este monumento...". Pensé. Probablemente la euforia de la noche, mi recién libertad e intempestiva juventud, lo increíblemente guapo y el exceso alcohol en mi sangre, me hizo responder en un acto totalmente atrevido y descarado: "...Ya no, estoy contigo...". Lo tomé de la cintura y me reí despreocupadamente.

"...Jajajaja no sólo eres hermosa, también simpática... Hola, soy Al...".

Lo callé, no quería relacionarme con nadie. Fui al bar a divertirme y relajarme, no tenía intenciones de ligar o liarme con nadie. Di vuelta a la página con mi pasado en New York pero eso no significaba que quisiera una relación pronto. No quería compromisos, ni complicar mi estancia en Chicago.

"...¡Hola extraño! Hoy seremos dos desconocidos que se cruzaron en el camino...". Me reí de nuevo y me dirigí hasta dónde se encontraba Annie, ya de nuevo andaba sola. Seguimos bailando, nuestra espalda y hombros tenían una ligera capa aperlada de sudor.

Él se acercó a nosotras con un grupo de galantes jóvenes tal vez en sus entrados veintes. Ahí en la mitad de la pista al son del merengue (Merenglass - La mujer del pelotero) estábamos un grupo de desconocidos divirtiéndose cómo si no hubiera un mañana. Un chico apuesto de lentes de armazón negro estilo geek y cabello corto castaño oscuro, empezó a bailar conmigo con tremenda destreza, me hacía girar y me envolvía en el pegajoso ritmo caribeño.

Di una vuelta mal y estaba a punto de caer de boca cuándo mi extraño nuevo amigo, me toma de la cintura entre sus fuertes brazos. "...A partir de ahora sólo bailarás conmigo...". Me quedé muda por un momento; en cualquier otra situación esa actitud posesiva me hubiera arruinado la noche pero en él se sintió diferente, como un aura protectora.

Sus manos se posaron en mi cintura, yo rodeé mis brazos sobre su cuello. Estábamos frente a frente, moviendo las caderas al ritmo de la música de salsa romántica (Luis Enrique - Yo no sé mañana). Desde que empezamos a bailar juntos, sus manos no paraban de acariciarme. Al estar tan apretujados en la pista entre tanta gente que había, en más de una ocasión sentí su cálido cuerpo y un creciente abultamiento en su entrepierna. Cada vez eran más continuos los toqueteos entre los dos, yo lo estaba disfrutando mucho y a él parecía gustarle también esa sensación porque ninguno de los dos nos inmutábamos. Pegué mi cuerpo a él sin dejar espacio entre nosotros, posó una de sus manos en mis caderas dando un fuerte látigo hacia un costado y se aventuró a besar mi cuello para luego llegar hasta mis prominentes y carnosos labios. Le seguí el juego y continuamos bailando, besándonos y restregándonos nuestros cuerpos sin parar.

El ritmo de la música había cambiado, escuché entre los tambores y el timbal una melodía familiar, 'Voy a reír, voy a bailar… Vivir mi vida la la la lá… Voy a reír, voy a gozar… Vivir mi vida la la la lá…' (Marc Anthony - Vivir mi vida). Inmediatamente volteé a ver a Annie, cruzamos miradas cómplices; éramos jóvenes e independientes con una vida por delante, con mil y un errores por cometer, con amores y amistades por conocer. "…Esta noche efectivamente es mía...". Me dije dispuesta aventurarme a lo desconocido.

Llevaba un vestido negro con escote cruzado en V, ceñido a mí hasta altura de la cintura de la cual salía una falda corta de gasa, que en cada giro que hacía flotaba en el aire. Regresé mi mirada a mi extraño nuevo amigo, él traía un look urbano; pantalón de mezclilla desgastado con una playera de cuello redondo gris y con chaqueta negra informal. Me recibió con una sonrisa que movió mi interior completamente, yo cada vez estaba más dispuesta arrimándome más a su escultural cuerpo. Brincamos y bailamos al ritmo de la melodía, ya estaba fuera de mí; se atrevió a introducir sus manos por el interior de mi falda acariciándome las piernas y acercándome a su erección, gemí ligeramente con su contacto. Como había tanta gente bailando, medio borracha y a lo suyo, nadie se percató de la escena.

"…¿Confías en mí?...". Me dijo mirándome fijamente a los ojos, asentí con la cabeza y deposité un pequeño beso en sus labios. "…Espera un momento, no tardo pequeña...". Vi cómo se acercaba a sus acompañantes, les comentaba algo y regresó a mí lado. "…Vamos...".

Recorrimos las calles de Chicago en su Mercedes-Benz C300 Coupe del año. La expectativa de lo desconocido me empezó a abrumar pero como si él lo supiera, tomó mi mano tranquilizándome, llevándola a sus labios depositando un tierno beso. "…No te preocupes princesa...". Mi corazón se detuvo, algo en mí sabía que esta noche sería especial. Sacándome de mis pensamientos me dice: "…No tenemos que hacer nada que tú no quieras. Podemos pasar la noche hablando de nuestros planes a futuro…".

Una pequeña risa salió del fondo de mí ser. "… Jajajaja, no espero un compromiso…".

"…Tal vez pero no sabes lo que nos depara el mañana…".

"…Por favor, no te equivoques, no hay un mañana para nosotros…".

"…Créeme cuando te digo que sí lo habrá, hay algo en ti que no quiero dejar ir…".

"…¿Algo en mí? Jajajaja no me hagas reír, los dos sabemos que soy la conquista de la noche...".

"…Ahí estás en un error, tú me has conquistado. He caído totalmente en tus encantos y tus misteriosos ojos verdes. No acostumbro a hacer esto…".

"…Yo tampoco, esto es nuevo para mí…".

"…Entonces, dejémonos llevar pequeña. Escribamos nuestra historia…".

Iba a articular una mordaz respuesta pero ya habíamos llegado a una torre ultra moderna de lofts. Entró al estacionamiento subterráneo dejando su Benz a un costado del vestíbulo de entrada. Rápidamente bajó del auto, caminó hacia mi puerta y muy decididamente tomó mi mano, llevándome directo al elevador. Este abrió las puertas al interior del hall que era preámbulo al lujoso departamento.

Me tomó con una mano mi cintura y con la otra tomó mi cuello, me besó tierna e intensamente. Susurrando sobre mis labios: "…Te he traído porque me encantaría hacerte algo que va a dejarte sin aliento…". (LP - Night like this) Con aquellas palabras, ya me había dejado sin aliento, sin respiración, sin consciencia ni pudor; se lo había robado todo. En ese instante, todo mi cuerpo se estremeció de pies a cabeza, busqué la mirada celeste del dueño de mi noche y cuando la hallé, sus manos habían ido a posarse sobre mi estrecha cintura.

Me elevó del suelo para besarme con locura, instintivamente rodeé su cintura con mis piernas, me sostuvo de mis nalgas por debajo de mi vestido. Estaba completamente hipnotizada por aquel extraño al que hacía apenas unas horas conocía. Caminó unos pasos hasta llegar a un hermoso sofá beige, donde se sentó dejándome a horcadas sobre él. Alcé los brazos y en un abrir y cerrar de ojos mi vestido volaba por la sala directamente al suelo. Sentí su profunda mirada directamente sobre mis pechos cubiertos tan solo por un ligero brassiere de Victoria's Secret de encaje negro, que estoy segura le provocó una intensa punzada en la punta de su miembro.

Acarició y besó con locura la piel que sobresalía de las cuencas de mi brassiere. Dejó un pequeño camino de besos a lo largo del valle de mis senos hasta llegar a mi cuello, donde mordisqueó la clavícula de mi hombro. Sus manos estaban fijas acariciando mis nalgas apenas cubiertas por mis panties estilo cachetero de encaje negro. Los gemidos y ruidos empezaban a llenar el departamento, mis manos tenían vida propia acariciando su firme espalda y revolviendo su espesa cabellera.

Sus labios eran tan dulces que empecé a derretirme poco a poco. Tenía la firme intención de meterle la lengua hasta el fondo, para escudriñar cada rincón y saborearlo entero. La temperatura corporal de ambos se elevó de inmediato, ninguno de los dos podíamos contenernos por mucho tiempo más. Se incorporó colocando sus manos en mi trasero y me incitó a rodear su cadera con mis piernas. El ambiente había empezado a calentarse. Fuimos hasta la habitación donde tiernamente me depositó en una amplia y cómoda cama. Deslicé mi mano por debajo de la camiseta y le arañé suavemente la espalda, excitándole tanto que gruñó fuertemente.

Pasó su boca abierta por mi cuello, casi como si me estuviese lamiendo, casi como si me estuviese besando pero sin llegar a hacerlo. Contuve la respiración, ladeé la cabeza ofreciéndole mi garganta, una señal de completa rendición. Se colocó entre mis piernas, apretando con fuerza su miembro contra mi intimidad para que pudiera comprobar lo excitado que estaba, lo caliente que le había puesto una simple desconocida.

Me acarició uno de mis senos y rozó mi pezón por encima del encaje. Más tarde me besó el hombro y siguió acariciándome desde mis mejillas hasta la cintura. Cuando me di cuenta, mis pechos habían sido liberados. El brassiere volaba hacia la otra punta de la habitación. Debió sentir un intenso dolor entre sus piernas al oír un fuerte gemido que me había provocado al pellizcarme la punta de mis pezones, ya que cogió mi muñeca y la llevó hasta sus pantalones, poniendo mi mano sobre su fuerte erección. Y como lo iba sospechando desde el bar, se vio confirmado al instante, tenía un miembro de considerable tamaño y estaba duro como una roca. Sobrepasaba todas mis expectativas, lo deseaba como jamás había deseado antes.

Aflojé el cinturón tratando de liberar a tan esperado visitante, desabroché el botón del pantalón y suavemente deslicé el cierre del mismo. Metí mi mano por debajo del bóxer para arañar con fuerza sus firmes nalgas. Él sin dejarme seguir mi camino, deslizó sus dedos por debajo de mis panties empezado a rozar con ternura mi punto mágico de placer.

Se detuvo mi respiración, mi corazón comenzó a latir alocadamente mientras él trazaba círculos en el vórtice de mi sexo, justo donde más lo necesitaba; parecía que me conociera de siempre. Deslizó mis panties por mis piernas y curvó sus dedos alrededor de mis tobillos para separarme las extremidades. Se inclinó sobre mí, lamió mi intimidad de una forma lenta y cariñosa, como si dispusiera de todo el día. Cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, apartó su lengua y retiró sus dedos de mi interior, provocándome un escalofrío que recorrió por todo mi cuerpo.

Lo vi erguirse en la cama dejando a la vista un torso espectacular, bronceado y fibroso, simplemente perfecto. Me moría por acariciar cada parte de aquel monumento; luego se deshizo de sus pantalones y poco más tarde de su bóxer, revelando una erección monumental que me provocó un nudo en la garganta.

Volvió a agacharse, colocándose sobre mí. Estaba totalmente desinhibida, relajé mis rodillas permitiendo que él separara más mis muslos, bajó su cabeza y lo cubrí de besos. Me entregué por completo, perdiéndome en un mar de deseo que segundo a segundo se acrecentaba. Traté de volver en sí y de concentrarme, entonces me tragué el deseo y le busqué con la mano. En cuanto encontré su miembro, lo rodeé con mi mano. Él apretó los dientes, tensó los hombros y cerró los puños con fuerza. Empecé a deslizar mi mano de arriba abajo; sonreí viendo sus expresiones. Su miembro latía con fuerza entre mis manos, aumenté los movimientos de fricción contra su piel.

Me apartó las manos y se colocó un preservativo; segundos después, su miembro rozaba los pliegues de mi sexo. "…¡Oh, Dios! Voy a hacerlo. Voy a tener sexo con un desconocido…". Me dije apenas logrando tener un poco de cordura. Su firme y viril miembro había empezado a deslizarse en mi interior con lentitud y sumo cuidado, fue tan agradable y placentero. Aquel desconocido era tan caballeroso, tan cuidadoso conmigo que me derretía con solo sentir sus besos en mis mejillas. Con este simple recuerdo ya tendría suficiente para vivir, el problema era que solo hacía un par de horas que nos conocimos y aquello debía terminar tal y como había comenzado.

Mis uñas se clavaron en su espalda cuando este se hundió profundamente en mi interior. Me arqueé hacia él mientras su miembro empezaba a deslizarse con fiereza entre mis paredes vaginales. Él buscó mi boca al momento, como queriendo respirar de mí. Antes de quedar totalmente abrasada por su beso, consiguió de mí un grito placentero. "…¡Oh mi Dios!...". Me sujeté a sus bíceps, clavándole mis uñas hasta el fondo, sentí su temblor sobre mi cuerpo.

Se movió con más rapidez, rozando todas las terminaciones nerviosas de mi sexo, intentando devastarme. No quería ni pude evitar arquear mis caderas una y otra vez hacía él, quería dárselo todo. Tenía mis brazos rodeando su cuello, se mordió el labio en una de sus fuertes embestidas para contener un grito gutural. Luego respiró temblorosamente. Cada duro centímetro de él en mi interior se amoldaba de manera tortuosa, pero lo quería, lo quería allí e iba a aceptarlo durante toda la noche si eso era lo que él quería.

Pronto cambió el ritmo de sus embestidas, volviéndolas, si se podían, aún más veloces. Mi cuerpo se revolvió bajo él, como si quisiera escapar, pero sin querer hacerlo. Lo que se acercaba era fuerte, lo más fuerte que jamás había sentido en mi vida y todo se lo estaba entregando a un desconocido que había conseguido volverme loca en minutos.

Noté un intenso palpitar en mi interior, nuestros latidos se convirtieron en un completo terremoto. Grité una y otra vez, sin poder contenerme, entre gemidos, jadeos y momentos en los que creía que iba a ahogarme. Él llegó al clímax acompañándome, se tensó más y me abrazó rodeándome con su cuerpo, dejando de moverse por un momento pero manteniéndose en mi interior. Salió de mi interior a duras penas, pues no quería hacerlo, pero necesitaba dejarme respirar unos momentos para que volviese a recuperar la conciencia.

Se tumbó a mi lado, casi devastado y ladeó la cabeza para mirarme con esos intensos ojos azules. Me observó completamente embelesado; me llevé una mano a mi pecho, miraba al techo con los labios separados y respirando con agitación. Poco a poco mi respiración se normalizó, él seguía observando cada centímetro de mí, podía sentir su mirada, volteé hacia él y con una sonrisa en el rostro me toma de la cintura para acercarme a su ahora relajado cuerpo. Noté su respiración pausada y tranquila, me dio una paz indescriptible que hizo que poco a poco cerrara los ojos, cayendo en un profundo sueño.

Salgo de la cama lentamente, dejando una almohada en mi ausencia. Pongo mis panties de encaje que se encontraban en el piso de madera, busco mi brassiere. "...Dónde habrá caído tan delicada pieza de lencería...". Pienso mientras camino en silencio por la habitación y ahí estaba, al otro lado de la cama. Lo tomo, lo pongo en mí y me dirijo al cuarto de baño, me lavo la cara, hago gárgaras con enjuague bucal y me recojo el pelo en un moño mal logrado. "...¿Ahora dónde quedó mi vestido?...". Voy a la sala de estar y lo veo acostado en el sofá, lo añado a mi cuerpo y busco mi bolso. "...¡Demonios!... dejé mis pumps en la habitación...". Regresé sigilosamente y en total silencio por mis zapatos, agaché mi cuerpo por debajo de la cama pero solo encontré uno. "...¡Con un carajo! ¿Ahora dónde está el otro?...".

Alzo la mirada y lo vi ahí durmiendo de lado, casi en la misma posición como lo había dejado, las cobijas mal acomodadas dejaban al descubierto su musculosa espalda, fácilmente puedo observar su trasero firme y aterciopelado. Suspiré, tengo que admitirlo he perdido valiosos minutos de mi huida observándolo.

Me concentro de nuevo en la búsqueda de mi pump perdido, me volteo hacia el walking closet para ver si no cayó por allá. En eso siento su firme mano sujetándome de espalda por la cintura, me acerca a él y puedo sentir su hermoso cuerpo desnudo. "...¿Buscabas esto pequeña?...". Me dijo en un susurro justo sobre mi oreja mostrándome el zapato perdido que lo tenía en su mano. Siento una corriente eléctrica que atraviesa todo mi cuerpo al contacto de su cálido aliento sobre mi cuello y antes de perderme en un mar de placer, agarro mis cosas y con prisa salgo de la habitación. Se me hace tarde para ir al hospital, debo salir de ese loft con la mayor dignidad posible y lo más rápido que se pueda.

Ya atravesaba el living cuando él sale como una especie de Dios Griego, usando simplemente un bóxer negro de licra, dejando poco a la imaginación. "...¿No te quedas a desayunar? ¡Hago unos 'omelettes du fromage' espectaculares!...". Me dijo en un perfecto francés. "...Vaya, ¿Quién es este increíble hombre?...". Pienso por una fracción de segundo.

No puedo apartar la mirada al monumental hombre que tengo de frente, es justo como lo recuerdo. Un joven entrado en sus treintas; alto, bastante alto, le calculo como 1.95 m; con un cuerpo atlético y firme, su espalda ancha y bien torneadas piernas; su cabellera ondulada y rubia en un corte urbano ligeramente largo; una cara extremadamente varonil y segura de sí misma, enmarcada con una barba de leñador perfectamente cuidada. "...Oh, oh. Ay Candy… ¡Huye! Creo que se dio cuenta que lo estás observando...". Pienso completamente sonrojada, cuál adolescente en secundaria. Ya justo a la altura de la puerta de salida.

"...No, gracias. Ya me tengo que ir, se me hace tarde y tengo cosas por hacer...". Respondo aceleradamente, tomando el pomo de la puerta para seguir con mi camino.

"...¡Ohhh vamos, quédate! Prometo portarme bien, llevarte sana y salva a tu departamento...". Me dijo con una amplia sonrisa en su rostro y mirándome completamente embelesado con esos ojos cristalinos azul cielo.

"...¡Damn it!... Pero que rayos piensa ese hombre...". Trato de articular mi speech de salida, algo simple y digno que cierre este episodio.

"...Enserio, muchas gracias pero debo irme... Ha sido una increíble noche... no acostumbro hacer esto... adiós...".

"...Para mí también ha sido una noche muy especial, por favor quédate...".

"...No lo creo gracias, mis horarios son complicados y esto sólo fue de una noche...".

"...Al menos dime tu nombre por favor... deja que te llame para ir a cenar, no puedo dejarte ir...".

"...Quedamos que sin nombres, sin pasados ni futuros... adiós me tengo que ir...". Abro la puerta y corro al hall lo más rápido que pueda, no le doy tiempo que reaccione. A lo lejos escucho: "...¡Pequeña espera!..." pero ya el ascensor cerró las puertas.

Camino un par de cuadras y tomo un taxi para llegar más rápido al departamento, tengo apenas dos horas para presentarme al hospital. (P!nk - Walk of Shame) "...Ay mujer, sí hicieran una historia de la noche de ayer se llamaría: 'Reckless, perdiendo la razón'... y es que sí, efectivamente perdí totalmente el raciocinio ayer...". Pienso dejando atrás esa fabulosa torre de lofts dejando atrás esa espectacular noche. Veo pasar edificios y calles, cada vez estoy más cerca de casa.

Llego al departamento son casi las 7AM, Annie debe estar profundamente dormida al menos eso espero, ya que no tengo ánimo de contar ni media palabra de lo sucedido, ella solita puede muy bien imaginarse toda mi aventura de ayer, ya que me vio salir con él del antro. Entro al departamento, todo está en silencio. "...Excelente, Annie sigue dormida...".

Me ducho rápido, salgo de baño envuelta en mi toalla rumbo a mi cuarto y sale Annie en su pijama infantil de Snoppy con una sonrisa pícara como diciéndome: "...¡Te he cachado Candy!...". Gracias a Dios no preguntó nada y regresó a dormir. Ya en mi habitación me visto lo más rápido que puedo, me quedan exactamente treinta minutos para llegar al trabajo.

Ya voy de salida, volteo al espejo que está en el vestíbulo de entrada y veo una cara claramente demacrada por la noche anterior. "...Mis ojeras son de lo peor, ¡Maldición! ¿Con esta cara de espanto me vio? ¿Y aun así quería que me quede a desayunar?...". Me detengo y corro a mi tocador a ponerme un poco de maquillaje, algo sencillo, sólo para ocultar los estragos de ayer. "...¡Bien Candy, ya te ves cómo una persona decente!...". Me miro de nuevo al espejo creo haber visto algo. "...¡Brillante Candy, tienes tremendo hickey en el cuello! Por favor Dios, haz que logre sobrevivir este día...". Me pongo una bufanda ligera color carmín, luce muy bien con mi uniforme, es una ventaja estar en pleno otoño a nadie le parecerá raro.

El walk of shame lo realizo yendo al hospital, solo camino unas cuantas calles para llegar a mi destino; sí, así de cerca está el departamento. Tengo entrecerrados los ojos porque no soporto ni la menor radiación lumínica; la cabeza me da un poco de vueltas y tengo revuelto el estómago; a mi mente van llegando los flashbacks de él acariciando mi cuerpo, de cómo mi interior temblaba unido a él, de sus intensos besos que me dejaron sin aire y del completo blackout después de la apasionada entrega.

He llegado diez minutos tarde pero entre el ajetreo del evento nadie notó mi falta. Estoy en la sala de enfermeras esperando que inicie la inauguración; platico escasamente con mis compañeras, la verdad es que me siento un poco mal, la resaca física y moral no es para mí. "…Prometo no volverlo a hacer…". Pienso mientras tomo una taza de café bien cargado.

Ya empieza el evento, el Dr. Lawrence M. Kaufman es el jefe del departamento de Cirugía Pediátrica, toma la palabra primeramente agradeciendo al personal que diligentemente atiende a cientos de niños anualmente, también hace mención de las nuevas instalaciones y servicios que se ofrecerán al público en general, por último hace referencia a los benefactores que hicieron posible las mejoras al hospital.

Y en ese momento, mi corazón se acelera cuál toro de lidia desbocado en la fiesta de San Fermín; ahí está él, enfundado en un traje ejecutivo de chaqueta corte italiano de dos botones color azul plumbago en combinación de pantalón recto. "...¡Carajo!... ¿De los 2.7 millones de habitantes que hay en la ciudad de Chicago... precisamente tenía que pasar la noche con el accionista mayoritario del hospital?... ¡Menuda suerte Candy!...".

Regreso de mis pensamientos para escuchar las últimas frases del Dr. Kaufman. "...Demos un fuerte y caluroso aplauso al Señor William Albert Andrew, que gracias a su enorme colaboración podemos atender a pacientes de escasos recursos que...". Dejo de escuchar, debo salir de ahí y encerrarme en el baño hasta que todo esto termine. Trato de moverme pero estoy casi al frente, cualquier intento se notará mucho. "...Piensa Candy, piensa...".

Negro, todo está en un profundo y oscuro vacío. Abro los ojos lentamente por segunda vez en las pocas horas que lleva mí mañana. Estoy acostada en el suelo, él con ternura sostiene mi cabeza y su brazo firme soporta mi espalda. "...Más profundo no puede ser este pozo en el que he caído...". Pienso tratando de levantarme de dónde estoy.

"...No has desayunado, ¿Verdad pequeña?...". Me dijo con una seductora voz grave, una linda sonrisa en el rostro y guiñando su bello ojo izquierdo agrega: "...No acepto un NO por respuesta, ¡Vamos!...".

Me ayuda a levantarme del suelo, trato de pronunciar palabra pero nada sale de boca, mi voz se apagó como mi mente hace unos momentos.

"...Gracias...". Finalmente sale de mí ser en un ligero silbido. "...No te sientas comprometido por lo de anoche, enserio muchas gracias pero ya va empezar mi turno en el hospital...". Susurro cerca de su oído para no levantar sospechas, ya demasiadas miradas tenía encima.

"...¿Comprometido? Te equivocas, no me siento comprometido a nada, simplemente..."

No dejo que termine su frase. "...No necesito escuchar promesas que ambos sabemos que no se van a cumplir...". Pienso acomodando bien mi uniforme y mi cabello. "...Quedamos que sin nombres, sin pasados ni futuros...".

"...Quedaste mi hermosa dama...". Me contesta firmemente tomándome de la mano sin permitirme irme de ahí. (Carla Bruni - Quelqu'Un M'a Dit)

Abro la boca para contestar pero no deja que diga nada más; ahí de pie, agarra mi cintura, me eleva hasta su fuerte pecho y frente a todos me besa como sí el mundo se acabara en ese instante. Parece que solo estamos nosotros dos en lo alto de una colina, bajo la sombra de un frondoso árbol y el verde campo a nuestro alrededor nos envuelve en una atmósfera mágica. Las sensaciones ahora percibo no son solo de deseo, son de amor. "...Pero que estupideces piensas Candy...". Me digo a mi misma, abro los ojos y trato de alejarlo un poco de mi cuerpo, recuperar la cordura y la dignidad robada en ese instante.

"...Shhh... Calla pequeña... No necesito saber tu nombre aún para saber que pasaré todas mis mañanas desayunando contigo...".

Continuará...

~oo•O•oo~

Espero les haya gustado y siéntanse libres de opinar, comentar o compartir sus experiencias. Les leeré con mucho cariño y saber que les gustó es la mejor paga.

Muchas gracias a todas las chicas que amablemente dejan comentarios, a todas las que leen en silencio, las que le dieron favoritos y seguir historia.

¡ . . . GRACIAS . . . !