Capitulo 1
Endymion
Demasiado, todo me estaba llevando a niveles extremos de estrés.
Mis padres trataban de ayudarme diciendo que debía acostumbrarme, que en algún momento estas cosas serían nada a comparación a lo que tendría que enfrentar cuando gobernara, cuando fuera Rey de Ilusión. Sabía que tenían razón, debía prepararme para ese momento.
Por cientos de años la Tierra se mantuvo fuera de cualquier tipo de relación con la Luna y cualquier otro planeta. Somos bien conocidos por nuestra arrogancia y bueno, soy un príncipe, el menos indicado para negarlo. Si bien, la Luna nos protegía de cualquier amenaza exterior nosotros éramos los únicos responsables de lo que pasaba en este. Aunque me gustaría pensar que nos protegían por algún tipo de "amor" sabía que no era cierto, era por lógica que debían protegernos de alguna amenaza exterior, ya que, si nos atacaban y conquistaban ¿cuánto tardarían en atacar a los demás planetas?
Hubo un tiempo en que la paz reinaba, pero, cuando cumplí los 18 años, una guerra estalló. Así que mi entrenamiento fue mucho más severo, aunque termine siendo excelente en la espada y combate cuerpo a cuerpo mi padre decidió que el seria quien iría a la guerra, que mi deber era mantener todo al margen junto con mi madre y estar listo en caso de un ataque al reino. Después de que mi padre fuera a la guerra junto con un gran ejército, atacaron el palacio, pero pudimos contra ellos. Después de un mes de batalla ganamos, el costo fueron cientos de muertos incluyendo mi padre.
Mi madre no quería saber sobre gobernar después de la guerra, así fue que el poder paso a mis manos. Fue entonces que a mis 19 años ya era el protector de todas las tierras. Aun así, no permití que se hiciera la ceremonia tradicional en el cambio de poder, no quería otro título ni mucho menos, al contrario, quería que mi madre siempre fuera vista y llamada La Reina de Ilusión, ella ocuparía el sitio que mantuvo al lado de mi padre hasta el último de sus días.
Los meses corrieron más rápido de lo que pensé hasta que un día, la Luna enviaría una mensajera que iniciaría el fin de la vida como la conocía.
— ¿Dónde está Malachite? — pregunte a quien fuera que pudiera darme una respuesta, pero nadie podía responderme. Cada minuto sin encontrarlo aumentaba mi enojo. — Cuando lo necesito no está, pero cuando lo quiero lejos de mí me sigue como...
— ¡Oh vamos! — Neflyte me interrumpió. — Tranquilo príncipe. Malachite está con la Reina y una mensajera de la Luna.
— ¿Qué hace aquí una mensajera de la Luna? — pregunte sorprendido. ¡Había alguien de otro de los planetas y no lo sabía! — Se supone que no vienen a este planeta porque así se decidió hace siglos. ¿Por qué nadie me informo?
— Mi amado príncipe. — respondió Jadeite haciendo una referencia con una sonrisa burlona. — ¿Tiene tiempo de hablar en otro sitio? Aquí existen muchos oídos buscando información... privada.
Lo mire entrecerrando los ojos y sin decir nada pase por su lado empujándolo un poco, Jadeite se tambaleó y Neflyte lo trato de sostener logrando ambos cayeran, pude escuchar la risa de Zoisite mientras me seguía.
Mientras caminaba en dirección a mi habitación no pude evitar sonreír. Mis guardianes, más que simples guerreros eran mis amigos.
— ¿Quieres decir que antes de que mi padre muriera estaba intentando lograr la paz con la Luna? — Zoisite me había puesto al tanto de lo que ocurría. Al parecer uno de los tantos tratados que mi padre dejo pendientes fue el de la paz con la Luna, un tratado que había mantenido en secreto, incluso de mi.
— Si, pero como sabes, cuando inicio la guerra el rey dejo todo de lado todo lo diplomatico y tú fuiste quien tuvo que terminar todos esos asuntos. — respondió Zoisite.
— ¡Exacto! — dije molesto. — ¿Por qué no me dijo nada sobre los acuerdos de paz con la Luna? ¡Yo debería estar en esa junta y mejor, debía estar enterado! — No sabía cómo sentirme, una parte de mi estaba sorprendido por la iniciativa de mi padre, otra parte ofendida por no decírmelo. — Es algo importante.
— Lo hizo por eso mismo, ¿no crees? — pregunto Neflyte sin dejar de ver por la ventana. Desde que entró el se colocó ahi sin decir nada, permitiendo que Zoisite me pusiera al corriente de lo que ocurria.— Era algo sumamente importante para dejarlo en manos de alguien que realmente no sabría como llevar algo de esa magnitud. — Dio media vuelta y me miro a los ojos, sonrió, ¡el cínico sonrió! — Tranquilo Endymion, no quería ofender tu ego, pero piénsalo. La Tierra lleva siglos como un planeta independiente, iniciar una unión es tarea de alguien que realmente tiene experiencia en manejar estas situaciones. Aparte, tenías mucho que lidiar cuando el rey murió.
Neflyte tenía razón, eso no podía discutirlo. Por unos momentos todos guardamos silencio. Tenía claro que la persona más indicada para seguir con ese tratado era mi madre sin duda alguna, ¿pero porque Malachite estaba en esa junta y no yo? Y como si el cielo hubiera escuchado mi queja, la puerta se abrió dejando ver a un Malachite con un semblante muy extraño.
— ¡Apareció el medio albino! — dijo Neflyte burlándose. Malachite odia que le dijera eso, estaba seguro que se lanzaría a golpearlo o le lanzaría algún tipo de ataque de energía, pero sorprendentemente no fue así, Malachite paso en total silencio, cerró la puerta, se recargo en ella, cerró los ojos y dejo escapar un suspiro.
Los demás volteamos a vernos, Malachite jamás actuaba así, algo había pasado, algo importante.
— ¿Que ocurre Malachite? — el seguía ahí sin moverse. Estaba desesperado y ansioso, necesitaba respuestas y el ahí tan tranquilo me causaba demasiada ansiedad extra. — ¡Habla!
— Es hermosa. — dijo abriendo los ojos. — La mensajera de la Luna, es... la mujer más hermosa que han visto y verán mis ojos. — Los demás volteamos a vernos confundidos. — Endymion, ve con la reina, necesita hablar contigo. — dijo sin despegar la vista en algún punto invisible.
— ¿Por qué no dijiste eso antes? — pregunte moleste y salí en busca de mi madre. — Sabe que estoy ansioso, lo sabe y aun así se pone a decir esas estupideces de "la mensajera de la Luna". — dije haciendo muecas como un niño. — Que ridículo.
— Oh vamos hijo mío, el solo quedo cautivado. — escuche la voz de mi madre a mis espaldas, rápidamente me acerque a ella y la abrace. — La mensajera realmente es muy bella.
— Madre. — dije mirándola a la cara.
— Ya hijo, basta. — dijo alejándose de mi mientras palmeaba mi pecho. — Imagino que estas molesto por lo de la reunión, pero no hay tiempo para explicaciones largas. Imagino tu malestar. — me miro a los ojos y alzo una ceja, su mirada me lo dejo claro. "No preguntes, por tu bien." — Tengo todo bajo control, no te preocupes. Los acuerdos de paz siguen, es todo lo que debes saber. — termino de decir para continuar su camino por el pasillo, antes de desaparecer volteo con una sonrisa, esa a la que mi padre tantas veces me dijo que debía temerle. — Lo olvidaba, mañana por la mañana vendrá la Reina Serenity y su hija. Desayunaran con nosotros, espero que estés listo y vestido decentemente. No quiero vergüenzas con la realeza de la Luna, por favor. — diciendo esto último con demasiado énfasis. — Tu guardia también asistirá, ya le di las ordenes a Malachite. Así que ve y asegúrate que todo esté listo para mañana hijo mío, estoy cansada y mañana será un gran día.
Me quede ahí parado sin saber que decir, eran pocas las palabras que utilizo mi madre para tanta informacion. ¿Mañana desayunaremos con quiénes? ¿Desde cuándo invitamos a desayunar a quienes hemos creído un tipo de enemigo?
Estaba teniendo una pésima noche, tenía horas dando vueltas en la cama. Mi madre se fue dejándome todo a mí, alegando que era mi deber como "Rey de Ilusión".
Entre el menú del desayuno, decoración del comedor, hasta la del jardín, ¡Por Dios! del jardín, si, son hermosos y todo, pero hace mucho que no tenía tiempo para detenerme y apreciar un jardín, ¿cómo me pedía encargarme de eso?
Estaba agotado y ni así podía dormir.
— Mañana vienen la Reina y la Princesa de la Luna, enfócate Endymion, es por el bien de tu pueblo, tu madre te lo pidió y tu pad... — mi padre... — el inicio todo esto, debes hacerlo bien. Por él.
Tan rápido como lo pensé, caí en un sueño profundo.
— Joven... — Escuchaba una voz a lo lejos.
— ¿Quién era?
— Joven, es hora.
— ¿Hora? ¿De qué? ¿Desayunar? No, podía desayunar más tarde. Me desvele dejando todo en orden para... ¡La Reina y la Princesa! — grite mientras me sentaba de golpe con los ojos muy abiertos, a mi lado se encontraba una de las mujeres de servicio mirándome preocupada.
Seguro era tarde, muy tarde. Mire la luz por mi ventaba y si, efectivamente, la luz entraba por ella en todo su esplendor. Sin pensarlo dos veces me levante buscando mi ropa, no tenía tiempo para que la mujer buscara todo con suma delicadeza. Mi madre me iba a colgar de los brazos sin piedad, sin importarle los invitados.
Escuche un grito agudo tras de mí y voltee rápidamente, la mujer se encontraba tapándose los ojos y dándose la vuelta. No entendí lo que pasaba hasta que lo recordé. ¡Había dormido desnudo!
Sin tiempo para disculparme me puse la ropa, aunque estaba totalmente desordenada ya la traía puesta, podría ir acomodándola en el camino.
— Ya puedes abrir los ojos. — dije antes de salir corriendo. Fue cuando caí en cuenta de lo que le hice pasar a la pobre mujer así que regresé rápidamente para disculparme. — Perdón por lo de hace rato, es que... tu entiendes. ¡Lo siento! — le grite mientras ahora sí, salía disparado hacia el comedor.
Como pude parte de mi ropa dentro del pantalón, movía los dedos dentro de mis botas porque por alguna razón los sentía incomodos, pero no tenía tiempo para averiguar el porqué. Baje las escaleras a toda velocidad y justo cuando toque el piso sentí un duro golpe en mi costado, ya que aún no tenía mi pie totalmente apoyado en el suelo, me hizo caer agarrando por reflejo lo más cercano a mí.
Cerré los ojos esperando el golpe seco en el piso. Sentí el frio del suelo entrando por mi espalda, cuando abrí los ojos dispuesto a gritar por hacerme caer justo en ese momento en que tenía prisa me topé con el rostro más hermoso que había visto.
— ¡Lo siento! — escuche decir a la joven que estaba sobre mi pecho. — Me perdí y no sabía dónde estaba el comedor.
Siguió hablando, no tenía idea de que decía, solo podía ver su boca moverse y su rostro lleno de culpa. Estaba hipnotizado por su belleza que hasta que escuche el grito de mi madre.
— ¡Endymion! — busque a mi madre con la mirada rápidamente. — ¡¿Que ocurre aquí?! — no supe que decir, abrí y cerré la boca sin saber que decir. — ¡Suéltala!
Fue cuando caí en cuenta que la tenía tomada por el brazo, me había agarrado de ella cuando sentí que iba a caer y por eso que ella había caído sobre mí. Volteé a verla rápidamente, ella me miraba apenada y ruborizada. La solté y ella se puso de pie inmediatamente, colocándose al lado de la mujer que acompañaba a mi madre.
— ¿Serena? — escuche a la mujer al lado de mi madre. — ¿Qué ocurrió? tardaste demasiado, íbamos a buscarte.
— Lo siento madre. — dijo mientras acomodaba y sacudía su vestido. — Me perdí, no supe encontrar el comedor así que comencé a caminar buscando a quien preguntar cuando... — alzo la mirada rápidamente mirándome y sonrojándose de nuevo.
— No era como lo tenía pensado, pero... — mi madre suspiro y volteo a verme de arriba abajo, sabía que había notado que acababa de despertar. Me dirigió una mirada asesina, la cual suavizo antes de voltear hacia las invitadas. — Reina Serenity, Princesa Serena, les presento a mi hijo, el Príncipe Endymion.
Le hice una reverencia a la Reina, le pedí su mano a lo cual ella extendió la suya y se la bese rápidamente, después voltee a ver a la princesa a su lado.
— Encantado. — alce la mano pidiéndole la suya, sin dejar de vernos a los ojos ella me dio su mano y la bese. Todo fue instantáneo. Cuando tomé su mano, cuando sentí con mis labios la suavidad de su piel, una corriente eléctrica paso por todo mi cuerpo y mi corazón se aceleró, cuando solté su mano ella estaba totalmente roja mientras yo no podía despegar mis ojos de ella.
.
Espero les guste esta nueva historia que comencé. También espero poder actualizar pronto.
Un abrazo.
