Susan era una niña de siete años a la que le encantaba jugar, sobre todo con su enorme casa de muñecas. Podía pasarse horas y horas con su querida casa de muñecas. Susan no era una niña muy alta, pero tampoco era muy bajita, siempre llevaba el pelo recogido con dos largas y negras trenzas que le hacía su madre, y sobre su cabeza se ponía una diadema blanca. Siempre iba vestida con un vestido no muy largo blanco con un lazo negro en la cintura que ella siempre odiaba. Odiaba a su padre por trabajar demasiado, odiaba a su madre por pasarse con la bebida y las pastillas, odiaba sus dos hermanas mayores porque siempre se metían con ella. Odiaba todo y a todo el mundo, excepto su querida casa de muñecas. Era enorme y preciosa, contaba con cuatro dormitorios, cuatro baños, unas escaleras que bajaban a la plantas principal, una cocina enorme, un salón todavía más grande, etc. Era una casita similar a la suya, donde ella y su familia vivían. Susan ese día se había peleado con su madre porque ella quería tirar su casa de muñecas. Se había ido a llorar a su cuarto y a jugar con aquella casa. Cogió uno de los muñecos, esta era una muñeca de pelo negro como el su madre e iba vestida con un vestido negro. Como esa muñeca le recordaba a su madre hizo que se cayera por las escaleras de la casita y después la partió por la mitad y la dejó tirada al final de las escaleras. Susan escuchó un ruido que venía de la planta principal pero a ella le dio igual. Cogió otra muñeca, esta le recordaba a una de sus hermanas, hizo que cogiera unas tijeras e imitó la forma de correr hasta tirarla en el suelo de la cocina haciendo que se clavara las tijeras. Esta vez cogió a un muñeco e hizo que tuviese un accidente de coche en el patio de su casita haciendo que saliera despedido desde el coche hasta un árbol. Agarró a la otra muñeca y la partió el cuello dejándola en uno de los cuartos. A la última muñeca, su preferida, a la que más adoraba, la ahorcó en un cuarto.

Cuando Susan terminó de jugar dio un paseo por su casa, había demasiado silencio, miró en el cuarto de al lado y se encontró a una de sus hermanas tirada en el suelo con el cuello partido. Susan se asustó por lo que había visto y salió corriendo escaleras abajo y se encontró a su madre partida en dos, Susan no quiso ver más, estaba horrorizada por lo que había hecho. Se dirigió a su habitación corriendo y llorando, cogió un lazo de su vestido, lo ató en la lámpara, se lo puso en el cuello y se ahorcó.