Advertencia: Spoiler del pasado de Raven (... en serio, ¿qué traigo con los pasados ôo?)
Palabras: 203.
Beta: Alega Dathe.
Disfruten la lectura.
Destino
Es tu destino.
Esa frase la escuchaba siempre, desde el primer instante de su nacimiento. Lo entendía bien, podía sentir mejor que nadie el mal que estaba dentro de su cuerpo. Y, aún así, se sentía vacía.
Tenemos que terminar con ese monstruo.
Ella también quería que lo mataran. Que le dieran la vida que se merecía, sin esos rituales que gastaban tanto su espíritu, sin esas cadenas que lastimaban su cuerpo, sin esas miradas de odio que terminaban derrumbándola.
Simplemente era una niña, muy pequeña para entender completamente la maldad que existía dentro de ella y lo que ésta significaba para su mundo. Ella soportaba todo, sin llorar, sin gritar, sin expresar ninguna muestra de dolor. No podía mostrarse débil ante aquellos que experimentaban con su cuerpo, con tal de encontrar una cura. Pero, aún así, en la oscuridad de su celda, se permitía llorar.
No había modo de que se deshiciera de eso, lo sentía. Ella había tenido un gran espíritu de lucha, pero éste desapareció cuando ella, Arella, su madre, le dijo que era imposible salvarla. Su destino estaba decidido desde hacía siglos y sólo le quedaba aceptarlo.
Esa había sido la única vez que Raven lloró frente a alguien.
Fin de la historia.
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