La Princesa y el…

En el Reino de Ohara vivían una gran cantidad de sabios, pensadores y genios de todas las disciplinas. Hombres y mujeres que, una vez completado su aprendizaje aquí, se embarcaban para recorrer todo el Mundo e impartir sus conocimientos al resto de las personas.

Una de esas asombrosas personas era una joven muchacha llamada Nico Robin. Resultaba ser tan inteligente como lo era de hermosa, lo cual, viendo la asombrosa belleza que poseía, dejaba claro que estaban ante una de las mentes más brillantes de todas las que hubieran venido a este Mundo. Pero, a pesar de ello, resultaba ser una muchacha ciertamente desgraciada ya que, a diferencia del resto de sabios del Reino, a ella no se le permitiría abandonarlo para conocer las maravillas que existen, y se ocultan, por todo el Mundo. ¿Y por qué tendría que sufrir esta injusticia?

Porque, Nico Robin, era la princesa del Reino de Ohara.

Era consciente de que tenía que cumplir sus deberes como princesa pero también los quería cumplir como lo que había elegido, por si misma, como su vida: la arqueología.

A pesar de esos deseos, uno de los problemas más acuciantes era el que se refería a su vida personal, privada y futura ya que, como princesa, no se le había permitido el lujo de elegir su propio, y futuro, marido. Lo más seguro que, al no tener su mente solamente centrada en sus deberes reales, como princesa, muchos tenían un gran temor por la posible elección que pudiera tener en este punto.

Por eso el Consejo Real, ya que la princesa Robin era la única heredera tras la muerte de sus padres cuando apenas era una niña pequeña, su padre falleció cuando tenía apenas año y medio, mientras que su madre, la Reina Olvia, lo hizo unos meses más después del octavo cumpleaños de Robin, decidió elegir ellos, a votación según los mejores intereses para el pueblo, bienestar y porvenir del Reino de Ohara, la elección más adecuada, según estos intereses, para el que sería el futuro marido de la princesa Robin y, por consiguiente, futuro Rey de Ohara.

Y el Elegido fue…

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—El más caballeroso, elegante y atractivo príncipe de todos los reinos que trataría a la princesa Robin como si fuera, precisamente, una princesa. Cuidando de cada uno de los detalles y caprichos que pudiera tener, al tiempo que trataría de ofrecerle los mejores platos jamás preparados para tan delicado paladar y cuidar de que siempre disfrutase con cada nueva comida. Así es, el más perfecto de los príncipes y la única elección posible para la princesa Robin: EL PRINCIPE SANJI.

Un silencio siguió aquella interrupción cuando la calma del narrador de la historia fue sobrepasada ante semejante atrevimiento que no hizo si no estropear tan perfecta historia. Además de que poseía un claro error que no se podía dejar pasar por alto tan fácilmente.

—¡¿Qué "Príncipe Sanji"?!— la mirada que le clavó al susodicho dejaba claro que no permitiría interrupciones, ni acciones, que enturbiaran la historia, su historia—. Si ni quiera es un verdadero Príncipe, porque los Príncipes de verdad son tipos muy grandes y altos, con todo su cuerpo cubierto por un espeso, pero sedoso, pelaje marrón con la que se demuestra su hombría y…

—¡¡Eso no es ningún Príncipe!!— volvió a interrumpirle, para molestia del narrador de la historia—. Eso se parece más a la comida de emergencia que al esperado Príncipe Azul por el que ha estado aguardando la Princesa Robin-chwan para que su vida pudiera ser completa y feliz. ¡¿Y tú la quieres juntar con un monstruo como ese?!

—¡¡Te equivocas!! Porque si que es un verdadero príncipe, y no necesita ir vestido por ahí con ridículos trajes y con leotardos como si fuera un payaso— le contraatacó a la imagen idílica con la que le trataba de derrotar mostrando el aspecto de un Príncipe—. Y su prueba es que, como verdadero Príncipe Azul, su nariz también es de color Azul.

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Robin observaba con cierta aprensión como Sanji y Chopper se peleaban en su afán de continuar la historia, iniciada por Chopper, de la manera en que ellos veían que era la correcta. La verdad es que nunca se imaginó que el haber aceptado el que Chopper le contara un cuento, inventado por él, sobre la Princesa Robin, pudiera haber acabado a una batalla campal por, de una manera u otra, la propia Robin. Fuera su atención o compañía.

Una de las puertas laterales de la sala del acuario se abrió para dejar paso a uno de sus nakama que, tras echar una cansada, y molesta, mirada a la pelea en la que estaban enfrascados Chopper y Sanji, se dirigió, para sorpresa de Robin, hacia donde ella se encontraba sentada.

—Oi, Robin. Nami me ha pedido— en verdad, tras una arduo batalla de voluntades, y luego de unas cuantas amenazas nada veladas por parte de la akage, le ordenó que fuera en busca de Robin— que te dijera que fueras al cuarto de Derrota para que la ayudes a comprender uno de los últimos mapas que compró en la isla que dejamos hace dos días.

Aquello sorprendió a Robin que, al conversar con Zoro, la pelea que se estaba dando apenas a unos metros de donde se encontraban, había desaparecido de su interés.

—¿Nami me necesita con un mapa?

—No en su lectura si no porque tiene unas anotaciones en un idioma que ella no comprende para nada— le respondió Zoro.

—Entonces si que es para su lectura, kenshi-san— le hizo ver Robin con aquella, anteriormente, insufrible sonrisa suya, y que ahora a Zoro no le irritaba tanto, salvo en ocasiones como esta en la que ella parecía tener la razón y él había metido la pata.

—Lo que tú digas— zanjó el tema Zoro no queriendo iniciar ninguna discusión con Robin, uno porque no tenía ganas y otro porque Sanji estaba cerca y podría ponerse molesto, y molestar a Zoro, de caer en la provocación de Robin.

Robin se puso en pie y siguió, más bien dirigió, a Zoro hacia la puerta por la que había entrado, ya que, de no haber intervenido, se habría puesto a rodear el mástil mayor en donde estaba colocado el montacargas, conectado con la cocina, en medio de la sala. Zoro solamente le ofreció una fugaz mueca ante la corrección de Robin.

—Arigatou, kenshi-san, por salvarme de un Destino tan cruel— la mirada cómplice le dejó claro a Zoro que lo mejor sería no responderle por su seguridad, algo que quedó claro con las susurrantes palabras que solamente pudo oír Zoro a continuación por parte de Robin—. Eres mi Kenshi Verde y Encantador.

Robin no pudo evitar unas ligeras risas al comprobar un fugaz rubor en las mejillas de Zoro y unos gruñidos acerca de cierta onna y sus sinsentidos.

La Princesa Robin había elegido por si misma y, como siempre, resultó ser la elección que le mostraba su corazón y no lo que indicaban unas reglas escritas hacía tanto tiempo por aquel anticuado encargado del comportamiento y decoro sobre los deberes de la Realeza llamado Eiichiro Oda.

Hoy en día Oda-sensei jamás habría escrito algo semejante y confiaría en la libre elección de cada uno.

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ENDorFIN


Hasta aquí la historia correspondiente a la ilustración que Mistress-sama eligió (http: //i27./wbfhol. jpg) como la primera de su nuevo concurso en http: // www . pirateking . es / foro / ftopic5243–510 . html#p478706

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Nos leemos.^^