Capítulo 1: Ayuda.

El Gran Salón ya estaba decorado con sus acostumbrados adornos navideños puestos por Hagrid. Sólo faltaba una semana para que los alumnos estuvieran en completa libertad para volver a sus casas para celebrar las fiestas con sus familias. Por lo que se podía sentir la plena emoción en el aire.

Pero había excepciones, por supuesto. Hermione Granger era una de ellas.

Ésa mañana se encontraba tomando desayuno en la mesa de los Gryffindors. Bueno, "desayuno" es una palabra muy comprometedora. Dejémoslo en que se dedicaba a revolver su tazón con leche y cereales, con la mirada perdida. Sus amigos aún no llegaban, y ella ya hace muchos años que había dejado de esperar milagros. Era una lástima que sus amigos todavía no llegaran porque necesitaba tener la cabeza ocupada, y, para su lástima, no es que se necesitara pensar mucho para comer; por lo que dejó que la melancolía fluyera por sus venas.

Ya estaba su séptimo año. Sólo le quedaban un par de meses para salir de Hogwarts, su primer y único hogar en el mundo mágico. No es que no le agradara la idea de estar con sus padres nuevamente, pero digamos que ellos no tenían mucho tiempo para ella, ya que su vida de dentistas era bastante ocupada. Tampoco quería irse porque Hogwarts había sido el único lugar donde no se sentía extraña por sus raras… habilidades. Es por eso que había tomado la decisión de no marcharse del colegio hasta que fuera estrictamente necesario. Ósea que se amarraría contra un árbol para que no la sacaran ahí durante las próximas y cortas vacaciones que venían; aunque sabía que no serviría de mucho porque con un sólo floreo de la varita podrían desamarrarla, pero la intención cuenta, ¿no?

Además no tenía que preocuparse por el bien estar de sus padres, como había hecho con locura desde el cuarto año. Harry, Ron y ella habían luchado juntos contra Voldemort el año anterior, lo que había causado que volviera la paz al mundo mágico. La voz bastante familiar de una chica la sacó de su ensimismamiento,

- ¡Hola, Hermione!

La aludida alzo la vista para encontrarse con la pelirroja menor de los Weasley, tomada de la mano de nada más ni nada menos que el gran Harry Potter, alias El Niño que Sobrevivió, o con menos dramatismo: su mejor amigo. Ambos le sonreían contentos cuando se sentaron frente a ella. Al parecer Harry no había notado como miraban los chicos a Ginny mientras caminaba hacia ella. Dio gracias a Merlín.

- ¿Ginny, podrías no gritar, por favor? –pidió Hermione algo irritada, ya que la había asustado un poco cuando le gritó.

- Mmm… ¡No! –volvió a gritar, y rió divertida. Su amiga frunció el entrecejo. - ¡Oh, vamos, Herms! ¿Por qué estás tan amargada? –rió otra vez.

- ¿No será que tú estás "muy" animada? –replicó Hermione alzando una ceja.

- Es verdad, Gin. La gente normal no se pone tan contenta un lunes por la mañana. –apuntó Harry, ocultando una sonrisa divertida.

- ¡Ah! ¡¿Ósea que todo el mundo está contra mi porque soy feliz?! –se indignó Ginny, alzando más la voz de lo que normalmente hacía.

Harry y Hermione se miraron unos segundos.

- Sí.

Ginny bufó enfurruñada, cruzándose fuertemente de brazos.

- No sé que es peor, que mi novio sea un idiota o que mi mejor amiga sea una tonta.

- ¿Le dices tonta a la persona que te ayuda a estudiar casi todos los días? -señaló Hermione, ofendida.

- Al parecer, sí. -contestó Harry por ella. - Pero yo soy demasiado lindo para que en verdad me diga idiota, ¿no es cierto, Gin? -preguntó mirándola fijamente, con sus penetrantes ojos verdes.

Su novia intentó ignorarlo por unos segundos, pero le fue realmente imposible, por lo que suspiró:

- De acuerdo, tienes razón. –Harry sonrió con satisfacción y acercó más su boca para darle un beso, aprovechando que Ron aún no llegaba. – Eres muy lindo, pero eso no quita que seas un idiota cuando te lo propones. –añadió sonriéndole burlona.

- ¿Sabes que esto corta el romanticismo? -comentó él mientras se alejaba de ella, algo molesto, y volvía a su desayuno.

- Y me alegro que lo hiciera, no quería perder la poca hambre que me queda. –interrumpió Hermione, sacándole la lengua juguetonamente a ambos.

- Eres un amor, Hermione. ¿Lo sabías? –sonrió Ginny, secamente.

- Sí, Malfoy se molesta en recordármelo todos los días, gracias. –asintió la castaña, haciendo que los dos chicos sonrieran divertidos. Les agradaba saber que Hermione no tomara todos los insultos como algo tan negativo en la vida. Ella tenía un don para ignorar sus ofensas. - ¿Dónde está Ron? –inquirió luego de unos segundos. Intentó que su voz no sonara muy interesada ante ese hecho, pero falló estrepitosamente al ver como Ginny le dirigía una sonrisa cómplice a Harry, y luego reía.

- ¿Lo extrañas mucho, Hermy? –preguntó ella con voz melosa.

- ¡Oh, por favor! –bufó la recién nombrada, sonrojándose levemente. – Sabes a que me refiero.

- Esperar a que Ron se despierte temprano es como esperar un maremoto en el desierto. –se limitó a contestar Harry.

- Es verdad, pero quizás si tú fueras y lo despertaras con un besito todas las mañanas, ya estaría aquí, ¿no crees? –sugirió Ginny sonriendo de forma picarona, y haciendo que Harry riera por lo bajo.

- No, gracias, para eso estás tú, Gin. –repuso Hermione mordazmente, sonriendo triunfal.

- Golpe bajo, Granger –murmuró Ginny al verse agotada de respuestas.

- Lo sé, ahora ¿quieres comportarte como una persona adulta?

- Lo intentaré. ¿Dónde estuviste anoche? –inquirió Ginny viéndola con cara de jugadora de póquer, aunque no tenía idea de que era eso. – Te estuve buscando.

- Estaba en la biblioteca. -contestó Hermione, evasivamente.

- ¡Ja, imposible! ¡Te fui a buscar ahí y no estabas! –replicó Ginny alzando una ceja.

- Me fui temprano. –aclaró de forma no muy convincente.

- Hermione…

- Bueno, está bien. –suspiró Hermione. – Sí, estuve en la biblioteca, pero luego me fui a las cocinas para darles una brevísima charla a los elfos domésticos. –finalizó poniendo cara de inocente.

Harry y Ginny intercambiaron una rápida mirada en la que se podía entender claramente el mensaje "Te lo dije".

- ¿Conseguiste algo? –preguntó Harry después de soltar un suspiro, viéndola como si fuera un caso perdido.

Su amiga se sonrojo levemente y apartó la vista de él.

- Bueno, si te refieres a conseguir que me echaran de una patada, entonces sí…

Sus amigos estallaron en carcajadas, lo que hizo que Hermione frunciera el ceño y se encogiera más y más en su asiento. Tuvieron que pasar unos segundos antes de Harry y Ginny pudieran dejar de reír. En ese momento, Ginny se estaba limpiando una lágrima que caía de su mejilla cuando dijo:

- En serio, Herms. ¿No te cansas de luchar por causas perdidas? -la recién nombrada la fulminó con la mirada. - ¡Oh, vamos! Ayer necesitaba decirte algo urgente, y tú perdiendo el tiempo.

- Quizás tengas razón, pero la verdad es que cuando yo llegué a la Sala Común, no te vi muy entusiasmada en encontrarme. -sonrió con satisfacción Hermione.

La pelirroja y Harry se sonrojaron fuertemente, al mismo tiempo en que una voz les gritaba desde lejos:

- ¡No me esperaron!

Harry y Ginny se tensaron en sus asientos, rogando por que el pelirrojo no hubiera escuchado lo último, aunque claramente no habría entendido nada; mientras que Ron tomaba asiento junto a Hermione. Traía el ceño fruncido.

- Me encanta verte tan alegre, Ron. –comentó Hermione poniendo los ojos en blanco.

- Tú también te pondrías así si tu mejor amigo te abandonara por tu hermana. –bufó Ron cruzándose de brazos.

- Puede ser, pero, lamentablemente, no tengo una. –le sonrió Hermione.

- Además, Ron, no es mi culpa que te demores tanto. –le recordó Harry, molesto. – Si pusieras un poco más de tu parte, tal vez, sólo tal vez… consideraría acompañarte.

- Con amigos como tú no necesito enemigos. –gruñó Ron por lo bajo. – Ya veo como la loca de mi hermana te lavo el cerebro...

- ¡Te escuche, Ron! -se enojó Ginny, que por el momento había estado muy tranquila.

- Qué bueno, pensé que tendría que gritártelo para que entrara en esa cabecita hueca que tú tienes.

- ¡Basta, no voy a bajar a tu nivel! –se hartó su hermana alzando el mentón de forma altanera. Se levantó de un salto y miró a su amiga de forma algo suplicante. – Hermione, necesito hablar contigo.

- ¿Puede ser después, Ginny? Se me va a hacer tarde para mi clase de Aritmancia. –contestó la chica con una sonrisa culpable.

- No, es urgente. ¡Por favor, por favor, por favor! –Ginny la miró suplicante.

Hermione se mordió el labio unos segundos, mirándola dudosa. Ginny acostumbrada a decir un simple "bueno…" y dejaban la conversación para otro momento, pero lo cierto es que no le hubiera insistido si es que fuera algo urgente, o quizás "relativamente" urgente en el caso de su amigo, porque ella acostumbraba a exagerar un poquitito las cosas.

- De acuerdo, pero que sea rápido. –suspiró. Tomó su mochila y se levantó, pero la pelirroja tendría que dar la vuelta para estar a su lado.

Harry y Ron se miraron confundidos.

- No entiendo, ¿por qué no hablan aquí? –preguntó Harry.

- Porque es cosa de chicas, tontito. –contestó Ginny con voz alegre, contenta de que Hermione hubiera aceptado, y le dio un rápido beso en los labios. Se fue antes de que Ron pudiera decir algo.

El pelirrojo se quedó asqueado, aparentemente sin palabras, y Hermione se rió de su expresión.

- Nos vemos en Transformaciones, chicos. –se despidió y avanzó a lo largo de la mesa para encontrarse con Ginny.

Antes de haberse alejado lo suficiente, había escuchado un "¿Sabes lo rotundamente asqueroso que fue eso para mi…?", y Hermione sonrió para sus adentros. Ron era tan inmaduro.

Las chicas habían encontrado una sala vacía, que por petición y alivio de Hermione, se encontraba cerca de la sala de Aritmancia. Ginny tomó asiento sobre el escritorio y Hermione se sentó en una butaca frente a ella. La castaña la miró expectante y con algo de impaciencia, mientras que la pelirroja se removía incómoda en su asiento.

- Ginny…

- ¿Qué?

- ¿Qué era lo que querías decirme? –inquirió, intentando no perder la paciencia.

- ¿Quería decirte algo? –la castaña la fulminó con la mirada, por lo que Ginny suspiró, algo triste. - Si te lo digo te enojarás.

- No puede ser tan malo… –la alentó Hermione con una sonrisa amable.

- Oh, sí que puede… –murmuró Ginny poniendo los ojos en blanco.

- ¿Sirve de algo si te digo que intentaré no enojarme? –sugirió Hermione, aunque no prometió nada.

Ginny también reparó en eso, es por eso que suspiró:

- No… de todos modos te vas a enojar, pero da igual. Necesito tu ayuda. -los ojos cafés de Ginny de pronto se volvieron profundos y desesperados, miraban a Hermione con mucha ansia, y la chica se preocupó.

- ¿Qué sucede, Gin? –inquirió algo asustada.

La pelirroja cerró los ojos fuertemente, y no contestó a su pregunta; aún no estaba lista mentalmente para pedirle lo que quería, o más bien, necesitaba.

- ¿Qué sucede, Gin? –repitió Hermione más preocupada.

La aludida siguió sin contestar y permaneció con los ojos cerrados.

- ¿GINEVRA WEASLEY, QUÉ DIABLOS SUCEDE?

Ginny no abrió los ojos, pero de su boca salió un suspiro, al mismo tiempo en que decía:

- Necesito que cambiemos de cuerpo… esta noche.


Mmm... Bueno, creo que a estas alturas ya deben saber de que se trata el fic. Es como el típico fic de cambios de cuerpo, pero siempre me topo con algunos que son sobre cambios de sexo, y aún no se muy bien si llegaría a pasar eso en esta historia.

No, la hisoria se enfoca más bien en los cambios que sufriran las vidas de las chicas. Ya saben, Ginny con novio y Hermione al borde del comienzo de su vida amorosa con cierto pelirrojo, aunque quizás no se haya notado mucho en el capítulo.

Prómeto ir mejorando a cada capítulo, porque como ven, éste es mi primer fic. Y este capítulo no es muy bueno que digamos, básicamente confirma lo obvio, pero el próximo capítulo avanzara más rápido.

En fin, espero que les guste (aunque sea un poquito) la historia y dejen uno que otro reviews.

Saludos, Connie.