EL GUARDIÁN

Hi there!

Muy buenas a todos! Como podéis ver esta es mi primera historia aquí en fanfiction.

No es una historia como para un premio nobel, pero os animo a que la leáis. Es una historia bastante intrigante, con toques humorísticos e incluso podría resultar en algunas pocas ocasiones filosófica (palabras de gente que ya la ha leído, jejeje. No penséis que me estoy echando flores :P).

Por lo pronto deciros que se que hay mucha gente que le gustan las historias completas, pero no quería meter toda la historia de golpe en la página. Primero quiero ver si responde a las expectativas. No obstante, si os gusta, no os cortéis en pedirme que la suba entera. Dejar muchos reviews y no tardaré en hacerlo ;).

Para aquellos que les gusta la crítica, sólo me queda decir que no tengáis piedad!. Me gusta que me digan sobretodo los fallos y cosas que no gustan respecto a la trama o a la forma de escribir. Pero dejar también comentarios buenos, que siempre animan a escribir más!

Y no me enrollo más. Disfrutad del capítulo!

EL GUARDIÁN.

Un misterioso hombre atravesaba las puertas de la aldea oculta cuando el atardecer se tiñó de un rojo casi imposible. Se trataba de un hombre gordo, bastante alto, cubierto con una túnica y con su rostro escondido detrás de un sombrero. Los guardias de las puertas se alteraron un poco. No les gustaba la gente extraña después de un largo día de trabajo. Los viajeros que ocultaban su rostro y escondían sus pertenencias en enormes túnicas, no les inspiraba nada de confianza pero se había convertido en una moda algo extendida y molesta en esa época.

Las personas de los comercios más cercanos a las puertas y otras que se encontraban por alrededores no pudieron evitar mirar con cierta atención a aquel hombre. Algunos le miraban con media sonrisa pensando en el espectáculo que aquel hombre podría montar para su entretenimiento. Muchos eran los que querían hacerse los interesantes a las puertas de Konoha en los últimos días, y tanto los guardias como la gente de alrededor solían burlarse de ellos. Otros, aunque no muchos, miraban con recelo y cierto cuidado al viajero, temiendo que algo malo pudiese pasar.

-Para no tener la educación de mostrar tu cara antes de entrar en un sitio, debes ser un guerrero de lo más poderoso. Deberías mostrar algo de respeto y educación.

-Soy un emisario de la aldea de la piedra, señor. Mis leyes impiden que os muestre mi rostro.

-¿Tus leyes? ¿Es una broma? - uno de los guardias y varias personas se reían de las palabras de aquel extraño.- Quítese ese sombrero, ¿acaso se cree un samurai? Las gentes de la Piedra no tienen leyes, vuestro gobierno es decadente, dudo que exista una estupidez como esa. Deberías inventar alguna excusa un poco más convincente.

-No es una excusa, es la ley, y no me refiero a leyes de la aldea que vosotros conocéis.- El extraño se quitó el sombrero aunque el capuchón de la túnica seguía ocultando su semblante.- Necesito ver al Hokage Shodaime. Tengo un asunto que tratar con él.- después de esas palabras, más gente se veía algo inquieta con aquel hombre.

-¿Shodaime, leyes? ¿Me vacilas o es que la aldea de la piedra se ha vuelto una ignorante? ¿Quién eres y de dónde vienes estúpido mentiroso? - el guardia con la destreza que como mínimo un Jounin podía tener sacó su kunai a gran velocidad haciéndolo girar alrededor de su mano hasta detenerlo en el cuello del viajero.

-Soy un emisario de la Piedra y necesito urgentemente hablar con Shodaime- dijo sin el más mínimo cambio de tono en su voz, sin el más mínimo ademán de sentirse amenazado.

-Tienes mucha sangre fría para decirme todo esto mientras estas al borde de la muerte. Debería cortarte tu lengua para enseñarte una lección.- El hombre siguió impasible- ¡Necio, Shodaime hace mucho tiempo que murió y todo el mundo sabe que este lugar ahora lo regenta la Dama Hokage, quinto elemento de la hoja, una de los tres legendarios Sannin, nieta del gran Shodaime, la señora Tsunade!- un mormullo de voces comentaba lo que podría pasar si Tsunade hubiese oído que el guardia la había nombrado señora. Sin hacer caso de la gente, el guardia, con un ágil movimiento, cortó la capucha de aquel hombre de manera que nada ocultase su rostro.

Todos los que allí se encontraban se quedaron enmudecidos y sorprendidos. La cabeza de aquel hombre resulto ser la cabeza de una escultura de una mujer. La cabeza de un ángel esculpido en piedra. El guardia se quedó de piedra también, al ver semejante cosa. Toco con sus nudillos en la frente de aquella figura para asegurarse que era piedra maciza.

-No veo a qué viene tanta alteración. Se ve que las nuevas no han llegado a mis oídos. Nunca se me ha dicho que Shodaime había perecido. Mis más sinceras condolencias, señor.- habló la escultura con una voz de hombre que salía de sus propios labios. El guardia abrió la túnica asegurándose de que un hombre no estuviera debajo de la escultura, comenzaba a pensar en los estúpidos truquistas de feria. Pero no había ninguna feria en esas fechas. Cuando la abrió, sólo encontró el cuerpo de la escultura. Era una mujer hermosa y delgada de cuello para arriba, pero tenía un cuerpo de mujer demasiado gordo en proporción.

-¿Qué coño es todo esto?- dijo con estupor el guardia.

-¿Le ocurre algo? Se ha puesto algo pálido.

-¿Qué estúpido truco es este?

-¿Truco?- dijo el hombre mirando su cuerpo de el cual nadie apartaba la vista.- Ah, claro. Lo siento. Como le dije no podía mostrar mi cara, ni mi cuerpo. No pretendía ser maleducado.

-¿Qué ocurre aquí?- preguntó Kakashi que acababa de regresar de una misión.

-Pues ni yo me aclaro- contesto el guardia con un gesto de reconocimiento al rango de Kakashi. Esta escultura que habla quiere hablar con Shodaime, quiero decir que con Tsunade. Dice no saber que Shodaime a muerto.

-Mmm, que interesante…- dijo con una sonrisa y se acercó a la persona en cuestión.- Hola, ¿qué hay? ¿Podría decirme para que quiere hablar con la Hokage?

-Soy un emisario de la aldea de la Piedra, el asunto que quiero hablar con el Hokage tanto como mi fisonomía e identidad me esta prohibido de descubrir.

-Está bien. Debería ponerse de nuevo el sombrero pues llamaría demasiado la atención de esta manera. Yo le llevaré hasta la señora Tsunade- nuevos murmullos- me queda de camino- le dijo con una sonrisa.

-Gracias señor- Respondió educadamente aquella escultura con voz masculina.

-¡Qué cosas, una escultura de mujer con una preciosa voz masculina! Debes de ser una caja de sorpresas… supongo que tu nombre tampoco me lo puedes decir.

-Yunaleska, llámeme así.

-Precioso nombre- dijo ampliando aun más esa sonrisa que siempre ocultaba con aquella tela.- venga por aquí, Yunaleska.

De camino a la oficina de Tsunade, Kakashi se encontró con algunos conocidos y cada vez que se paraba a hablar con alguno decía a Yunaleska que siguiese el camino. A los pocos instantes le alcanzaba sonriendo sin decir una palabra. No tardaron mucho en alcanzar el edificio de la Hokage. Kakashi le indicó el camino hasta el despacho de Tsunade y se separó de ella para hablar con Iruka el cual estaba discutiendo con el dichoso Naruto.

La escultura siguió su camino sin importarle que le mirase mal todo el que pasaba por su lado. Cuando llegó a la puerta del despacho de la mujer Hokage se detuvo unos instantes. Toco la puerta tres veces, lentamente, pero con contundencia.

-Pasa- sonó la fuerte voz de Tsunade al otro lado. Con lentitud abrió la puerta y se colocó en una posición de respeto que nunca antes habían visto los ojos de Tsunade. Se quitó el capuchón, agachó la cabeza como saludo y luego se irguió mirando con fuerza a los ojos de la Hokage.

-Así que los rumores de una escultura andante eran ciertos.

-Sí, son ciertos mi señora.

-Por favor, llámeme señorita.

-Perdóneme, al oír que todo el mundo se refería de esa manera a usted pensé que estaría casada.

-¡¿Qué?! Esos estúpidos… Bueno ya me encargaré de eso- Los nudillos de Tsunade sonaron fuertemente al restallarlos.

-Veo que no tiene buenas pulgas.- comentó la escultura.

-Si haces el favor, guárdate tus comentarios si no quieres sentirlo en tus carnes. Y ahora dime. ¿quién eres y qué quieres?

-Soy el Guardián.

-¿El guardián?- estalló en carcajadas- ¿y que narices me quieres decir con eso?

-Vengo de la aldea de la Piedra. y soy el Guardián.

Tsunade sacó del cajón de su mesa una botella de sake y una taza. El silencio hizo presencia en la habitación. La Hokage se sirvió un vaso tras otro entre los cuales miraba a la cara angelical de la escultura que se encontraba frente a ella sin hacer el menor gesto. Cuando posó su vaso por quinta vez se detuvo a mirarla de nuevo, esta vez con gesto de seriedad y concentración.

-No sé quien diablos eres y no tengo tiempo que perder averiguándolo. Tenemos mucho trabajo que hacer y muy poco tiempo. Así que… dime que has venido ha hacer y veremos que es lo que hago contigo.

-Ya veo. Mucho trabajo…. se ve que Shodaime no te ha contado nada- el semblante de Tsunade mostró una seriedad mayor ante sus palabras. Hacia mucho tiempo que no escuchaba ese nombre- Entonces no se preocupe mi señora, no molestaré más a su villa por el momento. Pero si cambia de opinión, partiré mañana hacia el Templo del Fuego. Quizá la clarividencia podrá otorgarme un nuevo camino.

-Lo siento, pero… ¿qué es lo que Shodaime olvidó decirme?

-Si no lo sabe, es por qué Shodaime se lo confió a otra persona. Tengo que encontrar a esa persona.

-…- la escultura volvió a hacer una reverencia y le dio la espalda. Caminó hacia la puerta y luego se volvió de nuevo hacia ella que seguía con la misma expresión.

-Por cierto, ¿podría aconsejarme un buen lugar en la villa para hospedarme?- inquirió sonriendo. Ella le indicó su taberna favorita. Dónde tenía amigos que podrían vigilarle.

Le había dejado profundamente intrigada. "Esta noche me pasaré por allí. Hace mucho que no visito a mi amigo Shinta. (Shinta es el dueño de la taberna y el hostal junto con su hermano). Tengo que volver a hablar con esa… cosa. ¿Qué es lo que me ocultaste…. abuelo?"

Yunaleska salió del edificio dónde se encontró de nuevo con Kakashi.

-¿Ha habido suerte?- dijo Kakashi acercándose amistosamente.

-¿Suerte?, no.

-¿Y qué vas a hacer?

-No voy a decírtelo.- dijo Yunaleska secamente.

-Está bien, está bien…. Entonces, supongo que nos veremos en otra ocasión.

-Puede ser.- volvió a responder de manera incómoda.

-Veo que no te agrada mucho hablar conmigo- dijo él sonriendo con los ojos- Así que, no te molestaré más. Hasta otra, Yunaleska.

-Adiós, Kakashi.

Yunaleska notaba ese ojo en su nuca mientras se alejaba de él. Ese ojo…. el Sharingan. Mucho le habían hablado de aquel ojo. De su poder. Algo realmente extraño tuvo que ocurrir para que ese hombre tuviese un único ojo de línea sucesoria. No le inspiraba confianza. Muchas cosas extrañas habían sucedido al margen de las profundidades. "El mundo es diferente a como me lo han mostrado y enseñado".

De camino a la Taberna se encontró con una floristería. Le encantaban las flores. Le encantaba el contraste de la energía y el movimiento de las flores frente a la serenidad e inmutabilidad de las rocas en su país. Se detuvo a observar las flores. Uno de sus deseos era embellecer su hogar con la gracilidad de las flores.

-Perdone, ¿puedo ayudarle? - Era una chica rubia. Bastante guapa. Con una sonrisa radiante. ¿No le importaría mi aspecto petrificado?

-Um, pues sí, ¿podrías decirme que es eso?

-Ah, eso es un narciso. Recién importados de la villa de la Hierba. Son algo caros pero son incomparables. Un arma se seducción…

-Narciso…- interrumpió él como pensando en voz alta.

-¿Quiere uno? ¿o quiere que le haga un ramo? Le haré un descuento, ese disfraz parece totalmente de verdad. Está verdaderamente logrado- dijo sonriendo.

-¿Disfraz? Vamos hija no seas tonta. Es esa escultura de la que todo el mundo habla. Vives en tu propio mundo. Es normal que hasta Sakura te haya superado.

-¡¿Pero que dices mamá?! ¡Puedo vencer a esa cuando me venga en gana!

-Sí, Ino. Todos nos lo creemos.- dijo la madre con sarcasmo. Ino cruzó los brazos en un gesto brusco, puso mala cara y se marchó con gesto de superioridad. Qué diferente parecía de hacía un momento.

-Si quiere algo dígalo y sino lárguese. No nos gusta la gente que oculta su rostro.

-Si me lo dice así no quiero nada, gracias. Sólo decirle que tiene una hija estupenda.- la mujer se quedó con el ceño fruncido. No le había gustado nada esa fijación hacia su hija. ¿Podría ese hombre intentar hacerle algo? Tenía que hablar con su marido. Era demasiado extraño aquel forastero y le inspiraba temor el que se hubiera fijado en su hija.- Adiós.- se despidió él sin más, dejándola inmersa en sus pensamientos.

Cuando atravesaba uno de los puentes se encontró de nuevo con aquella chica: Ino. Ahora llevaba el pelo recogido, un abrigo largo blanco y un sombrero del mismo color.

-He tenido que cambiarme para escaparme de casa. Creo que temen que seas una especie de asesino, o que trates de hacerme algo.- dijo mientras dejaba de mirar el río, se daba la vuelta y levantaba su sombrero para mirarle a los ojos. - ¿Ese es tu plan… Yunaleska?- la escultura no mostró el mínimo gesto de sorpresa al oír su nombre, aunque en realidad le había sorprendido.

-Sin duda. Eres muy guapa. Deslumbras toda vestida de blanco al atardecer.

-No se me da bien ir de incógnito, ¿verdad?

-Aunque… si yo fuese un asesino, no me acercaría a mi víctima vestida de esa manera. Llamaría mucho la atención.- dijo Yunaleska que miraba cada detalle de Ino. Sus gestos, su mirada…. Ella de alguna manera notaba que la estaba analizando.

-Vamos entendiéndonos.- interrumpió sus pensamientos ella.- Los narcisos son blancos, ¿no es cierto?.- Esa última frase dejó aún más anonadada a la escultura. "Qué extraña forma de hablar" pensó Yunaleska. Le parecía verdaderamente chocante e interesante.- ¿A dónde te diriges, qué es lo que has venido ha hacer aquí?

-Me dirijo a la taberna de Shinta.- dijo dando por zanjada la conversación al recordar lo que tenía que hacer.

-No está muy lejos, te acompañaré.- Dijo Ino. Aún le quedaban cosas que preguntar y que decir.

-Eres verdaderamente rara. Ya ha anochecido y deberías hacer caso a tus padres e irte a tu casa. ¿Y si ocurre algo mientras regresas?

-Me arriesgaré.- abrió un poco el abrigo y le enseñó la bandana que demostraba que era una ninja de la Hoja.

-Vamos, eres demasiado joven para ser una ninja.

-Estas dudando de mi valía como ninja je, je. No te culpo. Aunque no deberías dejarte engañar por las apariencias.

-No es por tu apariencia. Es porque se necesita mucho tiempo para llegar a ser ninja y pasar por muchos exámenes.

-¿Pero qué estas diciendo? ¿Acaso tus padres te encerraron toda tu vida por tu apariencia?.- dijo ella con un tono burlón, pero bromista.- En la academia puedes conseguir una bandana con menos años de los que te imaginas. Puede ser que confundas ninja con jounin. Si es así aún no soy un jounin. Soy una gennin. Es el rango más bajo con el que empieza un ninja.

-¿Jounins, gennins? Se ve que nada de lo que me enseñaron se asemeja a la realidad.

-Pero… ¿de dónde vienes? Es imposible que no sepas todas estas cosas. La gente de la aldea de la Piedra conocen todo esto.

-Digamos que no procedo exactamente de allí.-dijo Yunaleska.- Hemos llegado. Mejor que vuelvas a tu casa.- Se despidió secamente.

-Está bien, ya me marcho, pero quería pedirte algo. ¿Mañana desayunarías conmigo?

-¿A que viene tanto interés? ¿qué es lo que pasa contigo?

-Sólo me gustaría hablar contigo otra vez.- Ino seguía dándole vueltas a todas las cosas que le quería decir en su cabeza. No quería perder aquella oportunidad. Pero aún no estaba completamente convencida….

-No entiendo tus razones pero lo haré. De todas maneras, será un desayuno breve. Mañana tengo que marcharme.

-Está bien. A primera hora aquí mismo estaré. No faltes.- sonrió, se quedó un rato pensativa mirándole y luego se marchó.

"Qué extraño" pensó. Sentía que aquello no era una mera coincidencia. Y por el comportamiento de ella, daba a entender que ella también lo sabía. Ella sabía algo, o jugaba un papel en todo aquel asunto. Ahora que se había enterado de que Shodaime había muerto y todo se hacía más complicado, tenía que poner los cinco sentidos y no dejar pasar cualquier detalle. No creía que ella fuera la persona que buscaba pero, ¿cómo sabía el nombre que le había dicho a Kakashi?. Estaba seguro de que ella no le había espiado, sino se hubiese dado cuenta. ¿O no?.

Entró en la Taberna y todos se giraron para mirarle. De repente Tsunade apareció detrás de Yunaleska.

-¡Chicos, no os asustéis, está conmigo!.- Gritó Tsunade al entrar.

-Hola de nuevo, señora.- dijo Yunaleska recordando justo después de decirlo que no le gustaba. No pudo evitar reírse para sus adentros.

-Veo que tienes un jodido sentido del humor, pedrusco.- Dijo Tsunade con un toque de mal humor. La cara de Yunaleska sonrió.

-Hombre, Tsunade. Cuanto tiempo que no te dejas caer por aquí. ¿Como va todo?.- Dijo el camarero. Debía de ser Shinta.

-Ser Hokage es un verdadero pelmazo. Menos mal que esta Shizune por ahí. Sino mandaría todo a freír vientos.

-Ya veo.

-¿Bueno y a ti como te va la taberna?, ¿seguís haciendo sesiones de juego?

-Por supuesto.- dijo él con una amplia sonrisa.- Todo va perfectamente. No es como en época turística, pero nos va bien.

-Dale saludos a tu hermano. Y…. Shinta, hoy ponme esa bebida.

-Muy bien, señor…ita.- Tsunade ni siquiera hizo caso de su ademán de decir señora. Ya se había dado la vuelta y se dirigía a una mesa algo apartada del bullicio.

-Siéntate, mm….- le invitó.

-Yunaleska- dijo la escultura al darse cuenta de que le inquiría por su nombre.

-Eso es. Yunaleska. Lo siento ando algo liada y no recuerdo bien nuevos nombres.

-Yo diría que se debe más a las grandes cantidades de alcohol que ingiere.- Tsunade se levanto apartando con un fuerte golpe el banco en el que estaba sentada y golpeando contundentemente la mesa.

-¡¿Acaso tengo un papel en la frente que dice júzgame?!

-Toma Tsunade, no te alteres. Tienes demasiado estrés acumulado.- le dijo Shinta mientras le servía una jarra con un vaso.

-Bah, lárgate- le dijo ella empujándole.

-Cada día tiene más malas pulgas- dijo Shinta volviendo a la barra para que todos lo oyeran.

-¡Te he oído!.- dijo Tsunade después de sentarse y apurar el primer vaso.- Bueno a lo que iba. Sé que no tengo tiempo para todo esto, pero necesito saber que es lo que Shodaime me ocultó. Recuerdo ciertos momentos de misterio con mi abuelo, y creo que todo esto podría descubrir el por qué de todos ellos. Así que, he cambiado de idea con respecto a dejarte marchar sin más. ¿Podría contarme al menos de que va el asunto?

-No tengo inconveniente en contarle parte de la historia si promete que no saldrá de aquí.- Tsunade bebió otro vaso y asintió volviendo a poner aquella cara de concentración. Entonces la escultura aclaró la voz y se dispuso a contárselo.- Shodaime era miembro de una organización de Shinobis que se encargaban de proteger ciertos poderes ocultos.

-Suponía que fuese algo así.- interrumpió ella.- Le oí decir algo sobre ello una vez cuando mi hermano encontró uno de sus pergaminos con técnicas prohibidas. Estaba hablando con un hombre que yo no conocía de nada.

-Shodaime fue el elegido para ocultar cierto objeto que es exactamente lo que busco.

-Y entonces, ¿por qué decías buscar una persona?- volvió a interrumpir.

-Porque la persona que posee ese objeto debe llevarlo siempre encima. No se la razón, pero no es algo que puedes enterrar y esconder para olvidarte de ello.

-¿Y qué es ese objeto?

-No lo sé con certeza. Yo sólo soy el Guardián.

-Entonces, ¿no se supone que tendrías que guardarlo?

-Yo lo que guardo es otra cosa. Ese objeto no tiene que ver con mi cargo.

-¿Y entonces que haces tú aquí si no tiene nada que ver contigo?

-Lo que yo guardaba a sido robado.

-Menudo un guardián.- Comentó ella con un bufido y echándose hacia atrás en el asiento.

-Usted no tiene problemas en juzgar, ¿verdad?

-¿Y para qué es?.- prosiguió Tsunade haciendo caso omiso de lo que acaba de decir Yunaleska.

-¿El qué?- preguntó la escultura que no entendía a que se refería.

-Lo que guarda y ese objeto del que hablas.- dijo ella.

-No puedo decírselo. Al menos no todavía.

-Y, ¿Cuál es tu papel en todo esto?

-Avisar al portador y recuperar lo robado.- respondió la escultura.

-Me gustaría ayudarle, pero no puedo trabajar entre incógnitas. Puede ser arriesgado meterme en este asunto. Hay ciertas tensiones entre villas y aún seguimos con el tema de Akatsuki. No puedo prescindir de nadie. Aunque puedo ofrecerle material o algo de dinero para su misión a cambio de que me mantenga informada.

-Le estoy muy agradecido, pero por el momento no lo necesito. Y cuando pueda le informaré de lo que pueda.

-Está bien. Si necesita algo no dude en pedírmelo. Por cierto, ¿Yunaleska no es tu verdadero nombre verdad?

-No.

-Una última pregunta. ¿Por qué ocultas tu cuerpo?

-Ah, eso. No oculto mi cuerpo. Sólo es una especie de tratamiento.

-¿Quiere decir que esa cara de pantorta es un tratamiento de belleza?- dijo ella con tono socarrón.

-No. Es para las heridas.

-No entiendo nada. Pero me parece ridículo. Si quiere le puedo buscar un médico.

-No gracias. Hoy es el último día que estaré con esta pinta.

-Entonces, me alegro por usted pues personalmente no me gustaría andar con esa pinta por ahí. Bueno, Yunaleska, entonces hasta que nos volvamos a ver.

-Adiós Tsunade.

-¡Shinta añade lo de hoy a mi cuenta y también lo que tome esta cosa! ¡Y prepárale una buena habitación a mi cuenta también!. ¡Hasta otra!

Shinta, después de que Tsunade saliese por la puerta, dejó sus que haceres para atender a la extraña estatua.

-Bueno, antes de que le enseñe cual es su habitación, ¿quiere que le preparemos algo para cenar?

-No, gracias. Las piedras no se alimentan- le dijo la voz masculina con tono bromista.

-Está bien. Entonces sígame. Su habitación está por aquí. Aunque espere, ¿no le apetece participar en la partida de esta noche?. Si tiene dinero para apostar, claro. Hoy se juega a los dados chinos.- Algunos de los presentes le miraron con cara de pocos amigos.

-No se preocupe- contestó la estatua.- A sus amigos no les hace mucha gracia la idea. Además, no me sobra el dinero y mis dotes en el juego son fatales.

-Cómo quiera.

Le guió hasta la habitación y le dijo que no dudase en avisar si necesitaba algo. Se despidió con educación y desapareció tras la puerta.