Volpina estaba cansada de intentar escapar. Ya no recordaba ni el tiempo que llevaba encerrada en aquel oscuro abismo. Lo único que sabía es que habían sido años, muchos años. La mayor parte del tiempo había estado dormida. Los escasos momentos en los que estaba despierta y consciente eran una tortura. El conjuro le impedía moverse, sentir, ver. Intentaba gritar para pedir ayuda, pero era incapaz siquiera de abrir la boca. Luego intentaba usar su poder para romper el hechizo, pero no era lo suficientemente fuerte. Al final sus fuerzas menguaban y caía en el sueño esperando volver a despertar para intentarlo de nuevo. Pero ya estaba demasiado agotada, probablemente esta sería la última vez que despertara. Su magia la había mantenido viva durante todos estos años, y probablemente podría mantenerla muchos más, pero era su parte humana la que ya no podía soportar aquel sufrimiento. Aunque lo cierto es que Volpina no era totalmente humana. A diferencia de otros a los que se les habían concedido los increíbles poderes de un Miraculous, Volpina no necesitaba de ningún Miraculous físico para manifestar su poder. Había nacido con él. Un bebé demonio como la llamaron en su momento, poseído por el espíritu de un zorro endemoniado como demostraban sus orejas y su cola. Aunque ella intentó hacer todo lo posible en su vida para ayudar a los demás, pocos fueron los que la denominaron heroína en comparación con los que la seguían llamando demonio. Sus poderes ilusorios solo servían para aumentar más la desconfianza de los que la rodeaban. Y al final, acabó encerrada en aquel abismo, traicionada por aquellos en los que más confiaba. Así que, ¿para qué intentar escapar? era muy tarde tanto para la venganza como para intentar recuperar lo que había perdido. Ya no importaba nada. Notó como el sueño llegaba y se empezó a entregar a él. Sentía como se perdía poco a poco, la oscuridad la envolvía, como siempre la había envuelto en estos momentos, pero más profunda y vacía, y fue consciente de que, aunque era lo que quería, si decidía dejarse llevar ya no habría vuelta atrás. Así que tomó su decisión y se dejó llevar. Pero justo en ese momento, oyó un ruido lejano. Parecía que algo se había roto. Y también le llegó un olor, algo que hacía mucho tiempo que no olía y no podía recordar bien lo que era. ¿Podría ser... queso?.
