Descarga de responsabilidad: Nakamura sensei, sin duda, tiene el poder de hacernos morir de desesperación. Pero esta historia es mía.
PRODIGIOSA LME
En LME solo trabajan prodigios. Es lo que se dice por ahí, susurrado en los corrillos o entre bambalinas, cosa por lo demás absolutamente cierta.
Tómese el caso de Kotonami Kanae. Experta en lectura rápida, es capaz de leerse y memorizar un libreto hojeándolo una sola vez, como si se estuviera abanicando con él. Pero no, la señorita lo que hace es leer y no refrescarse.
Luego tenemos a la familia Uesugi. Padre, madre, hijo, abuelo… Del primero al último, todos bien dotados con más de un talento, la actuación, el bushido, la esgrima, las viejas costumbres…
Yashiro Yukihito, mánager insigne, es bien conocido por su poder de petrificar a fans locas y lunáticas, amén de sus poderes de destrucción de cualquier cosa que lleve un chip. Y no se piense que es porque se arma de un buen martillo o de zapatos de suela dura. No… Tan solo con el tacto de sus manos desnudas. ¡Frrzzz! Ciertamente, si la CIA o el Mossad supieran de tales habilidades intentarían reclutarlo a su servicio…
La estrella de la compañía, Tsuruga Ren, magnífico actor, guapo como nadie, políglota, y que rechaza ser doblado en las escenas de acción porque él se basta solo (¡Es un dios!), escandalizó a propios y extraños cuando se hizo público que posee cierto grado de memoria eidética. Resulta que Tsuruga-san es capaz de repetir cosas solo con haberlas visto una vez. Y el gato al que pisaban mientras Katsuki tocaba el piano para Mizuki jamás fue tan dulce y tierno… Un portento este hombre, sin duda. Y el Rey de Una Sola Toma, del Nunca Llega Tarde, el Co-star killer, y el sueño de toda mujer y de parte de la población masculina también. Obvio…
Finalmente, la joven Mogami Kyoko, puro ejemplo de inhumana (¿o sobrehumana?) voluntariedad y constancia. Y bien puede decirse de alguien que entró en la industria por las razones equivocadas, y que se hizo un nombre solo a fuerza de trabajo y tesón. Pero es que resulta que la muchacha es lo que se llama una quick learner, es decir, alguien que aprende muy rápido. Extremadamente rápido. Se cuenta que en uno de sus arrebatos nerviosos (otra dulce excentricidad de la actriz) llevaba tres días envuelta en una nube de desesperación musitando que no sería capaz de lograr la escena del beso. Pues bien, a la hora de grabar dicha escena mostró un control absoluto que redujo a pulpa embelesada a su compañero actor: técnica, ejecución, respiración, posición de los rostros, de las manos, emisión de sonidos sugerentes…
Una sola toma. Absoluta perfección.
Que Tsuruga Ren, su ilustre senpai, le diera una clase avanzada sería la única explicación a tanta maestría lingual…
