Dibujando primaveras

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.

Esta historia participa en el Reto #7: "Desempolvando retos" del Foro "Hogwarts a través de los años".

Reto escogido: Nymphadora Tonks.


I.

Una tormenta de verano se desata afuera de Grimmauld Place, los relámpagos plateados invaden el cielo formando un espectáculo escalofriante. Si bien las tormentas consiguen ponerle los nervios a flor de piel, prefiere ver refulgir la noche antes que la luna llena porque sabe el efecto que éstas tienen sobre Remus.

Una taza de chocolate reposa abandonada en entre sus manos, el halo cálido asciende hasta enroscarse en la punta de su nariz. A menudo, deja que sus párpados caigan y que su imaginación vuele lejos, pensando en la posibilidad de construir un futuro junto a él, libre de la sombra del pasado y de los implacables remordimientos.

«Los colmillos que se hundieron en mi carne, como venganza a mi padre, cambiaron mi existencia para siempre —las palabras parece tintinear nuevamente en sus oídos, calando profundo como la primera vez—. Con cada luna llena me convierto en una bestia que no posee ni una pizca de humanidad, a menos que me ayude con una poción. ¿Qué es lo que puedo ofrecerle a una muchacha prometedora como tú? Un peso que no se merece y huesos viejos.»

Y Tonks aborrece su forma de pensar, una forma de pensar que es tan estricta que no admite la mínima posibilidad de cambio.

Los peldaños de la escalera crujen y, al desviar la mirada, se encuentra con las ojeras delatoras de noches sin sueños y los ojos dorados apagados cual vela consumida.

—¿Sigues despierto? —es una pregunta retórica, pero el sentido común de Tonks no puede evitar eclipsarse cuando su presencia es cercana.

Remus intenta esbozar una sonrisa, pero su intento resulta fallido.

—Admiro que puedas dormir con el caos que se desata afuera. —Ambos miran a través del cristal, divisando las gotas que caen pesadamente y, luego, sus miradas se entrelazan en el mismo punto: los lirios, delicados y floridos, que se encuentran encima de la mesa—. Intuyo, sin miedo a equivocarme, que alguien te corteja.

Por un efímero instante, Tonks detecta un halo de recelo en su voz. Él se niega a sostenerle la mirada, negando con la cabeza de un lado al otro, y mostrándose reticente a saber más.

—Pues las ha traído mi madre, diciendo que Grimmauld Place carece de color —sonríe ampliamente al notar que la expresión vuelve al rostro ajeno. Al parecer, Remus no es tan indiferente como se esfuerza en aparentar, rechazando cortésmente sus avances—. Son bonitas, ¿verdad?

Un silencio se instaura entre ellos, trás el último diálogo. Una idea desfila fugaz por su mente pero, a pesar de la cierta inseguridad que la embarga, la lleva a cabo. Haciendo la taza de café a un lado, se muerde el interior de la mejilla y, sin guardar tapujo alguno, toma el rostro de Remus entre sus manos, firmes pero delicadas, y lo besa.

Lo besa para borrarle las dudas y depositarle certezas, para hacer desaparecer el miedo y fungir la valentía.