Una declaración inesperada.

Nuevamente la alegre Rin iniciaba enérgicamente otro día en la escuela, contagiando al instante a sus amigas de aquella alegría característica que poseía la pelinegra. Aquella era una mañana fresca y soleada, prometedora de un día maravilloso para las lindas jovencitas que iban camino a la escuela, parloteando de cosas banales y sin importancia. Las tres eran amigas desde que Rin había ingresado al colegio, pues era dos años menor que Sango y Kagome, mientras que ellas dos ya llevaban varios años de amistad anteriores a esos. A este pequeño grupo de amigas se sumaban dos muchachos un año mayor que ellas, Inuyasha y Miroku, especialmente cercanos a las muchachas mayores y muy sobreprotectores con la menor.

Se encontraron con estos muchachos a mitad de camino, quienes fueron saludados alegremente por Rin, como de costumbre, y luego por las otras dos muchachas. Todos los días era igual. Se saludaban y luego comenzaban a conversar sobre las estupideces que había hecho Miroku el día anterior intentando conquistar a alguna muchacha, luego le seguía una mirada totalmente enfurecida de Sango, una resignada de Kagome, y una risita de Rin.

Unos minutos después les pasó a dejar el hermano mayor de Inuyasha, un muchacho que iba ya en último curso, sumamente guapo y varonil, poseedor del peor de los caracteres, lo que al fin y al cabo, le hacía más irresistible aún. Sin duda alguna ambos hermanos eran guapos, sobre todo por aquel extraño cabello plateado y esos ojos dorados que se cargaban, pero Sesshomaru era simplemente… Sesshomaru. Tenía un toque de grandeza que Inuyasha no. Además era muy misterioso también, al menos a ojos del resto.

Este muchacho que provocaba locura en todas las jóvenes de la escuela desde hacía mucho tiempo era un buen amigo de Rin, y eso era demasiado decir, pues este hombre no es de amigos, mucho menos amigas. Pero Rin era la gran excepción, y todo por un tonto accidente de hace varios años atrás. A causa de eso, él era quien más tiempo llevaba conociendo a la muchacha, aunque esto era un dato muy curioso y desconocido para sus amigos.

Al pasar por el lado del grupo, Rin le sonrió y agitó su mano alegremente, saludo que fue respondido con un asentimiento de cabeza, que provocó que sus lisos cabellos de agitasen un tanto antes de volver a su posición original.

Sesshomaru continuó con su camino, dejándoles rápidamente atrás.

—¡Keh! No sé por qué pierdes tu tiempo saludando a ese imbécil.

En ese momento todos miraron a Inuyasha como si en realidad hubiese sacado a relucir algo de lo que hasta ahora no se habían percatado, y Rin no entendió el porqué de esas miradas.

—Es cierto, Rin, ¿Por qué todos los días le saludas tan alegremente aun cuando él ni te responde?

Esta vez fue Kagome quien cuestionó aquellos que todos se preguntaban internamente. Y es que les causaba bastante extrañeza que la pelinegra le saludase tan alegremente cada mañana a pesar de ni si quiera obtener una buena respuesta.

—Bueno… probablemente olvidé contároslo, pero Sesshomaru y yo somos amigos desde hace tiempo. — Comentó la muchacha, jugueteando nerviosamente con uno de sus mechones de cabellos. Presentía que se vendría algo así como un ataque de preguntas.

La expresión que se apoderó del rostro de todos no tuvo precio, y probablemente jamás volvería a repetirse algo así. Todos parecían simplemente no haber entendido lo que Rin había dicho, o peor aún, como si hubiese dicho algo terrible y sin perdón, porque más que sorpresa, parecía horror lo que se reflejaba en sus rostros.

—Disculpa ¿Tú y quién?

Miroku intentó formular lo más sutil posible aquella pregunta, pero es que eso simplemente no cuadraba, de ninguna forma.

—Sesshomaru, el hermano de Inuyasha, el chico que acabo de saludar. Nos conocemos hace muchos años.

—¡Eso es imposible! Ese imbécil no tiene amigos, mucho menos amigas. Rin, te equivocas de chico, además jamás me ha comentado nada de que te conoce o cosas así.

La interminable paciencia de Rin parecía estar llegando a un límite, algo extraño, pero al parecer le incomodaba un tanto estar hablando de eso.

—Estoy segura de que Sesshomaru sale varias veces de su casa por las tardes y nunca te dice dónde va ¿No es cierto? Por lo general sale conmigo.

—Kagome, creo que Rin está muy mal. —Declaró Inuyasha en un falso susurro al oído de Kagome, la que concordó complemente con la tonta opinión de Inuyasha.

Sesshomaru también era conocido, al menos por ese grupo, como alguien sumamente antipático, incapaz de cualquier contacto con personas, hiriente por sobre todo.

—Vale, si no me creen vayan al centro comercial después de clases.

Y con eso el tema se dio por zanjado, aunque no por mucho tiempo pues durante el receso y mientras los muchachos jugaban con sus amigos, Kagome y Sango quisieron saber más acerca de aquella relación entre Sesshomaru y Rin.

—Vale, voy a contarles todo lo que sé para que no me ataquen ¿Bien? —Ambas muchachas asintieron totalmente expectantes.— Entonces, lo conozco hace… veamos yo tengo 15, así que hace unos cuatro años ya. Lo conocí porque, mh, me perdí en la ciudad, yo ya les dije que no siempre viví aquí, y ese era el primer año que estaba por acá, además era pequeña y no sabía cómo llegar a casa o encontrar a mis padres. Tenía miedo, así que me puse a llorar a un lado de la calle. Fue él quien se acercó a mí y me ayudó, y el único la verdad, me llevó a casa, hizo que dejara de llorar, incluso me hizo reír mucho. Como el camino a mi casa era más largo de lo que esperaba, alcancé a convivir un buen rato con él. Después de eso me lo encontré en un parque que había cerca de casa, él sólo iba pasando, y le obligué a jugase conmigo, eso se repitió varias veces y eso es todo.

Rin suspiró largo y tendido, había omitido varios detalles pero contado los suficientes como para satisfacer la curiosidad de sus crueles amigas, había recordado también varias cosas divertidas que había vivido con el peli plata. Una vez, no sabía cómo, hizo que un perro enorme les saliese persiguiendo y casi mordiera al muchacho.

—Vaya… no somos quien para decir entonces que es imposible, al parecer conoces a Sesshomaru mejor que el mismo Inuyasha. ¿Pero qué harás hoy con él?

—Ah, no seas tan curiosa, Sango, ya lo verás en la tarde. —En ese momento la más joven le guiñó un ojo divertidamente a su amiga, dejándola tanto a ella como a Kagome con más curiosidad aún que antes.

Sonó la campana que indicaba el final del receso y se vieron obligadas a separarse, cada quien por su curso y materia que correspondía. Volverían a reunirse dentro de poco, a la hora del almuerzo.

Aquel soleado día de clases no demoró en terminar, sin embargo, para todos aquellos muchachos pasó sumamente lento, muy probablemente porque estaban totalmente impacientes por ver qué harían Rin y Sesshomaru después de clases. Los cuatro acordaron fingir ir a casa para tomar el camino más largo hacia el centro comercial y poder espiar a los otros dos, mientras que ellos por la costumbre se reunieron fuera del colegio, comenzando a caminar tranquilamente hacia su destino.

—Sesshomaru, ¿Cómo eres como hermano? —Cuestionó de pronto la de ojos chocolate, dirigiendo aquellos grandes ojos llenos de curiosidad hacia el joven, considerablemente más alto que ella. El peli plata frunció ligeramente el entrecejo, ¿A qué vendría esa pregunta tan repentina?

—Eso deberías preguntárselo a Inuyasha.

—Ya sé lo que piensa Inuyasha de eso, al parecer eres el peor de los hermanos. —Comentó entre varias risas tontas que se escaparon de sus labios, a decir verdad, no creía totalmente eso, en el fondo pensaba que se tenían algo de aprecio ellos dos.

—¿Crees que soy tan terrible? — Rin fue testigo una vez más de aquella media sonrisa que le ponía a cualquiera a temblar las rodillas, y un poquito a ella también, pero más que nada, causaba revoloteos por aquí y por allá de sus emociones.

—Mh, no creo que seas taaaan malo.— En un muy mal intento de no elevarle el ego arrastró durante un par de segundos aquella vocal, pero con una expresión tan juguetona como poco creíble.

—Entonces piensas que soy el mejor hermano que podría tenerse.

—Hey, no, además no eres mi hermano no podría saberlo.

—Pero igualmente lo crees.

¡Ding, ding! El ego de Sesshomaru alcanzó un nuevo nivel.

La muchacha infló sus mejillas infantilmente y le empujó apenas con sus manos, a lo que el peliplata respondió revolviéndole muchísimo el suave cabello que poseía la muchacha.

—¡Aaaah! ¡Sesshomaru!

Entre alegatos y risas por parte de Rin y medias sonrisas de Sesshomaru llegaron por fin al centro comercial, donde ya les esperaban los otros cuatro (A saber cómo llegaron antes por el camino más largo), escondidos claro e intentando pasar desapercibidos. La primera imagen que vieron de ellos les dejó perplejos, no sólo porque realmente estaban caminando juntos y manteniendo una conversación, sino porque se veían más que cómodos con la presencia del otro. Hecho que extrañó totalmente a Inuyasha con respecto a su hermano. ¿Desde cuándo él mostraba tanta soltura estando con alguien? Y no sólo era eso, también estaba aquella mueca que tenía en el rostro ¿Era una sonrisa? ¿Qué clase de pacto diabólico había hecho Rin para que sucediese algo como eso?

Inuyasha nunca había estado tan confundido y sorprendido en su vida, nunca. Al parecer su hermanito era una caja de sorpresas y Rin parecía ser la llave con el poder abrirla.

Ingresaron entonces al centro comercial, primero la pareja y después el grupo de amigos. Los primeros se pasearon por varias tiendas, deteniéndose especialmente en la heladería, donde Sesshomaru compró un helado para una alegre Rin que lucía tal como una niña.

Mientras ella comía de su helado caminaron sin ningún rumbo, manteniendo todo el tiempo una conversación bastante fluida y claro, siendo observados por los cuatro muchachos que no sabían ya qué pensar.

Así pasó rápidamente una hora, totalmente divertida para Rin y más que agradable para Sesshomaru, sin embargo, no tardó en arruinarse por completo por la presencia de una muchacha.

Tal y como existe el chico más guapo de todos en las escuela, también estaba la chica más bonita de todas que, claro, estaba tras Sesshomaru. Kikyo era el nombre de esta guapísima chica, que en realidad parecía modelo: Alta, delgada, buen cuerpo, excelentes proporciones y rasgos tan finos como los de una princesa. Al verle la mirada de Rin decayó durante un par de segundos, en comparación, ella no era más que una chica ordinaria.

Kikyo descaradamente se acercó a ellos, sin importar que lo que sea que hiciesen pareciera una cita, sólo llegó y fue a saludar a Sesshomaru como si le conociese de toda la vida. Él respondió con un seco gesto, pretendiendo seguir caminando con Rin, pero antes de decir cualquier cosa la muchacha se excusó, diciendo que debía hacer algo y se fue sin si quiera esperar una respuesta. El peli plata sabía que la pelinegra no le caía nada bien a Rin, lo cual era una extraña excepción, pues todo el mundo le caía bien, de alguna forma.

Ahí terminó la diversión tanto para Rin como para sus amigos, que ahora sí que estaban confundidos con la situación.

Por el lado de Sesshomaru, su día se alargó más de lo que quería por la forzada compañía de su compañera de grado, de quien no pudo liberarse hasta que la dejó en la puerta de su casa. Entendía un poco porqué le desagradaba tanto a Rin.

En cuanto se liberó de la incómoda compañía envió un mensaje de texto a la muchacha.

¿Llegaste bien?

Por su parte hace un buen rato que ella ya estaba en casa, descansando en su habitación con el móvil sobre la panza. Cuando recibió el mensaje leyó y respondió en un par de segundos, como era costumbre ya.

Sip, sana y salva, hace un buen rato. ¿La pasaste bien?

Nuevamente dejó el móvil descansar sobre su panza hasta que la alerta de mensaje volvió a sonar.

Hubiese sido estar mejor con Inuyasha.

Esa respuesta, esa inesperada y absurda respuesta le hizo reír a carcajadas hasta derramar una que otra lágrima, le alegró completamente la tarde que había sido arruinada.

No pudo ser tan malo estar con la chica más bonita del colegio.

Un par de minutos esperó antes de recibir otra respuesta y además despedida del mayor.

Insisto. Inuyasha es mejor opción. Nos vemos mañana.

No podía negar lo muchísimo que le alegraba que esa haya sido la respuesta de Sesshomaru, después de todo, no quería ver a su mejor amigo con la peor de las muchachas, no, claro que no. Aun así sentía que no podía creer totalmente en aquella respuesta, a saber por qué, pero eligió quedarse con aquella parte que tanto le había alegrado.

Y así, feliz y con una sonrisa en los labios se sumergió en el mundo de los sueños hasta que el incesante sonido emitido por el despertador cumplió su único objetivo: Despertarla, arrancarla de aquel bellísimo sueño en el que paseaba con Sesshomaru en un maravillo prado y en su compañía un dragón de dos cabezas y algo más que al despertar fue olvidado por Rin.

Rin se despertó con una imagen extraña de Sesshomaru. Él vestía ropas raras, y una armadura que le quedaba maravillosamente, además su cabello era larguísimo, muy bello, daban ganas de hacer toda clase de peinados con él. Un bostezó le hizo soltar una lagrimilla y estirar su brazos por sobre su cabeza. Era hora de iniciar un nuevo día.

Con una energía y un ánimo que nadie sabía de dónde lo sacaba, salió de la cama y se fue directo a la ducha. Mientras que el agua tibia le despertaba pensaba en cómo sería ese día. La verdad es que esperaba que sea un buen día, y esperaba poder pasar un rato con Sesshomaru, aunque sabiendo cómo eran las cosas, en el colegio eso sería imposible. Pasó varios minutos más en la ducha, hasta que decidió salir y comenzar a arreglarse para poder encontrar a sus amigos en el camino. Secó con paciencia su cabello y lo peinó, dejando de hacerlo una vez que estuvo conforme con el resultado. Luego se vistió y acomodó el uniforme, y una vez que estuvo lista, bajó a desayunar, siendo recibida por el cálido y maternal saludo de su madre.

Veinte minutos desayunando y otros cinco retirando las cosas de la mesa, y estuvo totalmente lista para marcharse, así que se despidió de su madre una vez que estuvo en la entrada y luego salió, con el bolso escolar en la mano.

Caminó un par de metros tarareando una canción que cesó sólo cuando su mirada captó a aquel muchacho peli plata mayor que ella, de pie y mirando distraídamente, según Rin, hacia otra dirección. Una amplia sonrisa se formó en los labios de la muchacha y aceleró un tanto sus pasos para acercarse a él.

—¡Sesho… maru… —Sin embargo, el intento de saludo terminó apagándose al ver que en realidad, no miraba distraídamente hacia otro lado, sino que estaba mirando a una guapísima pelinegra unos cuantos centímetros más baja que él. Como es natural, la sonrisa se esfumó en un segundo y apartó la mirada, aminorando el paso, la verdad no tenía ya apuro en llegar donde ellos estaba, en realidad ni si quiera se le apetecía, pero era justamente el lugar por el que debía pasar para llegar a la escuela. Suspiró, pensando a toda velocidad para fingir no haberlos visto, no quería saludarlos, no a ambos juntos.

Si Sesshomaru fuese un amigo más considerado, no se iría a parar a unos pocos metros de su casa a hacer quién sabe qué con su novia.

De pronto se le ocurrió la maravillosa idea de sacar el móvil y fingir ir ensimismada en el aparato, así quizá lograra escurrirse del peliplata. Sin embargo, no alcanzó a caminar más que un par de metros antes de que la grave voz interrumpiera el femenino hablar de Kikyo al pronunciar su nombre.

—Rin, espera.

No era una petición, era una orden. Y Rin lo sabía.

—¿Eh? Oh, buenos días Sesshomaru, no te había visto, lo siento. ¿Qué tal estás? ¿Mh? Buenos días…

Cuando Rin estaba nerviosa, se ponía, quizás, un poco muy habladora, rasgo que Sesshomaru conocía y reconocía en menos de un segundo.

—Te voy a acompañar a la escuela.

Declaró el muchacho, ignorando completamente la mirada de enojo y decepción que se reflejaba en los oscuros ojos de Kikyo. Poco le importaba, a decir verdad.

—No es necesario, además estás ocupado, en todo caso un poco más adelante voy a reunirme con Sango y Kagome.

Y como si las dos muchachas fueran invocadas por la palabra de Rin, aparecieron una calle más allá, conversando bastante interesadas entre ellas, lo más probable, pensó Rin, es que fuesen a buscarla a su casa, después de todo ayer no hablaron nada acerca de la salida de Rin. Para la menor de todos allí, fue la luz al final del túnel, el salvavidas en el mar, sus rescatistas.

—Oh, mira allí vienen, nos vemos más tarde Sesshomaru, hasta luego.

Y antes de que el muchacho alcanzara a decir cualquier cosa, salió corriendo en dirección a sus amigas, con el móvil en la mano. Ambas muchachas la observaban con un gesto de sorpresa ante la prisa que mostró Rin para acercarse a ellas.

—Ah, es que Sesshomaru estaba hablado con Kikyo y no quería seguir interrumpiendo.

Entonces tanto Sango como Kagome se encogieron de hombros y emprendieron camino hacia la escuela.

—Ya veo, por cierto, Rin, desde ayer quería preguntarte, y ahora más aún, ¿Te cae mal esa muchacha?

La audacia de Kagome jamás dejaba de sorprender a Rin, o quizás simplemente la de ojos chocolates era demasiado obvia con sus emociones.

—Mh… un poco…

—¿Ehh? Eso es sumamente raro en ti, todo el mundo te agrada. ¿Acaso ella te hizo algo?

Y la humilde preocupación de sango siempre le sería igual de familiar.

—Bueno… no es precisamente eso, es complicado creo…

—Ah, sí, a Kikyo le gusta Sesshomaru ¿No? Al parecer todos piensan que hacen la mejor pareja de todos. — Y ante la atónita mirada de sus amigas, agregó.— Es que todos lo comentan.

Bueno, Kagome siempre estaba enterada de absolutamente todo lo que sucedía en el colegio, todas las parejas, los rompimientos, y demás cosas, como aquel comentario del cual Rin ya estaba enterada.

La mirada de la más baja pareció apagarse un tanto, su sonrisa nuevamente se esfumó, se vio notablemente más triste. Claro que ella ya sabía eso, sabía que hacían una bonita pareja, lo supo desde comenzaron a correr esos rumores en la escuela, lo confirmó ayer, y hoy nuevamente, pero una parte de ella deseaba intensamente que no fuese así.

—Rin… de casualidad… ¿te gusta Sesshomaru?

Y ahora enrojeció hasta la punta de las orejas, se moría de vergüenza, quería esconderse, desaparecer en ese mismo instante. Quería negar aquella verdad evidente, pero sabía de sobra que era algo que ya no podía seguir ocultado.

—Bueno…

—¡¿Te gusta Sesshomaru?!

La discreción que caracterizaba a Kagome se hizo presente, a la mitad del camino, justo cuando Inuyasha y Miroku asomaban un par de metros más allá. Si es que era posible, la joven muchacha enrojeció más aún. Casi podía jurar que ellos también lo habían escuchado. Es más, esa mueca de horror en el rostro de Inuyasha, y la perfecta "o" que se formaba en los labios de Miroku era más que prueba suficiente para confirmar su sospecha.

—Rin ¿Te gusta el imbécil de Sesshomaru?

La menuda joven ya estaba hiperventilando cuando Inuyasha se acercó con aquella interrogante.

—¿A quién le dices imbécil?— Cuestionó con voz grave Sesshomaru, a espaldas de Rin.

Podía jurar que se le había parado el corazón cuando escuchó esa voz y quiso matar a Inuyasha, de verdad quiso matarlo, si incluso se lo gritó, un agudo: "¡Te voy a matar!" con el rostro colorado, sin embargo, en su vano intento de asesinato, se atravesó Sesshomaru, deteniendo el impulso que había tomado para aventarse a Inuyasha, tomándola desde el cuello de la camiseta el uniforme. La pelinegra no daba para más, se congeló ahí mismo.

Con la calma que caracterizaba al mayor de los hermanos comenzó a caminar, casi arrastrando a Rin en una dirección totalmente diferente a la de la escuela. Dejó a los amigos de su hermano completamente pasmados, sin saber si era prudente dejar ir a la muchacha con él.

Pero bah, que ellos resolvieran sus cosas.

Así, alegremente las dos chicas en compañía de los dos muchachos se fueron caminando tranquilamente hacia la escuela, sin comentar más lo recién sucedido, aunque cada uno pensándolo silenciosamente.

Sesshomaru sabía exactamente hacia dónde se dirigía, pero a pesar de ello, ignoraba totalmente las preguntas hechas por la menor, negándose totalmente a dar cualquier indicio sobre su destino.

Luego de unos minutos la joven dejó de preguntar lo mismo, comenzó a caminar tras el peli plata en silencio y con la mirada perdida en el suelo, aún permanecía ligeramente colorada, y muy nerviosa. ¿Qué le iba a decir Sesshomaru? ¿Tal vez la rechazaría sin si quiera haber tenido la oportunidad de declararse ella misma? ¿Le dejaría en claro que ahora estaba saliendo con kikyo?

¡Ahh! ¡Quería salir corriendo!

Se detuvieron en una calle común, cerca de la casa de Sesshomaru ¿Por qué? Ni ella ni él lo sabían. Él sólo la llevó hasta allí sin tener totalmente claro el motivo de por qué justamente allí.

—¿Y bien?

Tan jodidamente directo tenía que ser el condenado. ¿No podía darle un poco de vueltas al asunto?

—¿Y bien…? Ah, vale. —Suspiró ¿Qué ganaba con intentar alargar aquella conversación si igualmente iban a tener que hablar de ello?— No tengo mucho que agregar, en verdad, el idiota de tu hermano dijo exactamente lo que quizás podría haberte dicho, y ya…

—¿Y qué es exactamente lo que podrías haberme dicho?

Oh, este hombre era IMPOSIBLE.

De la vergüenza, Rin estaba pasando al enojo y la frustración. Sesshomaru sabía que no quería decirlo y aun así la quería obligar a hacerlo.

—¿Para qué quieres saberlo?

Exacto ¿Para qué?, si de todas formas Sesshomaru ya estaba saliendo con aquella bella muchacha.

—¡Sesshomaru! Estaba buscándote, olvidé darte algo.

La de ojos chocolate no supo si suspirar de alivio porque acababa de aparecer una oportunidad para escaparse, o molestarse de ver aparecer ahí a la causa de sus inseguridades.

Por su parte, Sesshomaru, casi gruñó al escuchar aquella voz tan desgraciadamente familiar.

Sin que nadie se lo esperase, Kikyo besó la mejilla de Sesshomaru, tomándolo completamente por sorpresa, y ni qué decir de Rin, la pobre estaba intentando procesar qué acababa de ver exactamente, pero su cerebro parecía haber abandonado su cavidad craneana, tal vez decidió tomarse las merecidas vacaciones que no había tenido jamás.

Para cuando el condenado órgano hizo acto de presencia, sólo atinó a disculparse en voz tan baja que prácticamente no se escuchó, pero los protagonistas de aquella escenita romántica sí fueron capaces de adivinar lo que había dicho, por el movimiento de sus labios. Acto seguido salió corriendo sin esperar, escuchar, ni ver nada de lo que tuviesen que hacer o decir.

Esa, definitivamente no era la mejor forma de empezar el día.

-º-º-

¡Gracias por leer!

Espero les haya gustado, a mí me gustó escribirlo.
Pido una disculpa por poner a Kikyo como la mala, pero la verdad es que en todos los años que he visto inuyasha, todas las veces que lo he visto, no logro que esa tipa me agrade, simplemente la detesto, así que será la clásica villana en mis fics.
Ya sé que no tomé el característico hablar en tercera persona de Rin, pero es algo que no me agradaba para el ambiente y el tiempo en el que se desarrolla, tal vez el "chan" y "kun" hubiese sido aceptable para nombrar a chicas y chicos respectivamente, pero opté por mantenerlo tan neutro como me era posible.

Espero que me sigan leyendo, gracias nuevamente por leer y a quienes se tomen el tiempo de dejar un lindo rvw.