¡Hola!

Nueva historia, mismos personajes.

Esta historia es totalmente un MinaxYaten, aunque tiene algunos tintes de Seiya[minovio]KouxSerenaTsukino, asi que espero que los que gustan de esta parejita (igual que yo) la disfruten y los que no... ¡también!

Ojalá les agrade y me dejen esos reviews que tanto me gusta leer :D

En fin, ¡aqui voy!

MsKou

*.*.*

Erase una vez... ella.

Summary: Relatado desde la perspectiva de Yaten. En su primer día de clases del segundo grado, Yaten Kou conoce a Minako Aino, una chica de nuevo ingreso. Él, siendo un joven engreído y resentido por el rechazo de su ex novia, no muestra interés por la nueva compañera, al contrario parece caerle realmente mal. Sin embargo y muy a su pesar, se verá obligado a tener que lidiar con ella.

Disclaimer: Sailor Moon © Naoko Takeuchi


En el mundo existen personas.

Personas buenas y personas malas.

Personas alegres y personas tristes.

Personas divertidas y personas aburridas.

Personas sinceras y personas falsas.

Personas cálidas y personas frías.

Personas como ella y personas como yo…

Y habrá siempre una persona que te cambie la vida.

Que marque el antes y el después, para bien o para mal.

Que te haga sentir el cielo aunque estés en el puro infierno.

Que te haga reír aun en la más profunda de las tristezas.

Que te haga sentir que lo tienes todo aunque en realidad no tengas nada.

Y para mí,

esa persona es y será siempre

ella.

*.*.*

Cuando la alarma comenzó a sonar yo ya estaba despierto. De hecho, había pasado toda la maldita noche despierto, sentado en la esquina de mi colchón sin poder dormir. Me estiré para alcanzar mi móvil y apagar el escándalo. Bostecé y tallé mi rostro cansado, resignado a levantarme de una buena vez.

¡PUM!

– ¡Buenos días, joven Yaten! – exclamó eufóricamente la chica al abrir de par en par la puerta de mi habitación. – ¡Es hora de despertar! – gritó histéricamente y entró sin siquiera voltear a verme.

La seguí con la mirada y la observé revolver ganchos en mi clóset. Era una de las nuevas mucamas. Odiaba con todo mi ser que mamá cambiara el personal de la casa. La nueva siempre resultaba ser más ruidosa, más metiche, más tonta o más fea. Aunque esta no estaba tan mal. Era joven y estaba bastante mona y a través de ese corto y ceñido uniforme se veía que tenía lo suyo. El único detalle era que actuaba como si se acabara de atascar una plancha entera de Red Bull™ y una caja de Aspirinas™. Siempre que entraba a despertarme hacía tal escándalo que era imposible no levantarme, además de que parecía no conocer el significado de la palabra "cállate".

Ella sacó del closet un gancho con una larga funda negra y después caminó hasta mi cama para dejarlo a mi lado.

– ¡Hoy es su primer día de clases, no querrá llegar tarde! – ¿Y esta quien se cree para suponer lo que quiero o no?

Me puse de pie y jalé la sábana blanca enredando alrededor de mi cintura. La muchacha que finalmente me miró, abrió los ojos sorprendida. Seguro que nunca había visto a un hombre tan guapo semidesnudo y tan cerca de ella. Sonreí de lado al notar su bochorno.

– ¿Qué tanto me ves? ¿Te gusto? – susurré coqueto y me acerqué dos pasos a ella agachándome un poco para quedar cerca de su cara.

– Yo-yo, no-no…–

– Yoyonono… ¿eres tartamuda o solo idiota? – Me erguí y caminé hacia el baño arrastrando la sabana tras de mí. – No te sorprendas muchacha, ¿no te dijeron que el joven de esta casa suele dormir desnudo? Tal vez te sirva de lección para tocar la puerta antes de entrar y hacer tu escándalo–

Entré al baño sin voltear atrás, pero estoy seguro de que ella se quedó helada. Sonreí.

Retiré la sábana y la eché al piso. Yo jamás dormiría desnudo, no logro encontrarlo cómodo. Si esa noche lo hice fue porque la estúpida calefacción estuvo demasiado fuerte y no aguanté el calor. Pero supongo que es divertido bromear a las mucamas nuevas. Además merecía algo de diversión después de la terrible noche en vela.

Me miré al espejo. Me veía espantoso. Tenía el cabello todo revuelto y unas ojeras tan marcadas que bien podía pasar por Edward Manos de Tijera. Tomé un baño y me vestí con el uniforme esperando no verme tan mal. El uniforme era un elegante traje en tono gris oscuro con el escudo del instituto en dorado y corbata según el nivel. En mi caso, roja.

Cuando estuve listo bajé al comedor.

– ¡Joven Yaten, se ve muy bien en su uniforme de segundo! –

Mucamas emocionadas como cada vez que se me ocurría medio arreglarme. Que simples.

– Gracias señoritas – Dije galante y me senté a la mesa. Mamá ya estaba ahí. Nos quedamos solos.

– ¿Qué te he dicho sobre hablar así con el servicio? Sabes que me molesta –

– Vamos madre, solo estoy jugando –

Mamá me miró severa. – Me molesta y lo sabes… sin embargo, lo que ellas han dicho es verdad: te ves muy bien Yaten –

– Gracias mamá –

Ella curvó sus perfectamente delineados labios carmesí. – Ahora desayuna. No tienes tanto tiempo –

Sin importar qué tan dura mamá aparentara ser, yo sabía que siendo su único hijo podía hacerla a mi manera y me aprovechaba de eso. Bastaba una palabra, una mirada, un puchero para obtener lo que quisiera de ella. Ella era buena aunque también podía ser una maldita. Después de todo en este mundo hay que saberse defender y, bueno, nadie se metía con ella.

– Sra. Rei, la llama su esposo –

La molestia se dibujó en la cara de mi madre. – Ahora lo atiendo –

– ¿Papá no está aquí? Pensé que llegaba ayer –

– Pues ya ves que no –

Mamá se levantó y desapareció tras la enorme puerta de cedro que daba a la sala. Mi papá era el colmo. Nunca estaba en casa. Su vida eran oficinas, viajes, negocios, mujeres. Era el clásico hombre que cree tenerlo todo, incluso la razón por sobre todas las cosas; que con dinero se compra hasta la entrada al cielo. Por mucho tiempo no me importó; yo era feliz mientras él me diera dinero y no se metiera conmigo. Pero ahora estaba empeñado en manejar mi vida "por el camino correcto", lo que para él significaba asegurar que yo estudiara y fuera capaz de manejar su compañía cuando fuera grande. Y su primer paso había sido entrar a esta escuela de juniors.

Si algo le debía reconocer a mi madre era el tener que lidiar con Kunzite Kou, misión nada fácil.

Pero bueno, el hombre me daba casa, coches, lujos y un apellido temible. No me podía quejar.

Mi madre comenzó a subir la voz y pude darme cuenta de que ya estaba peleando con él de nuevo. Sin terminar mi desayuno me puse de pie y tomé mi maletín. Tomé mi coche y me fui.

Llegué a la escuela. Estaba igual que cuando salí de vacaciones solo que ahora ya era de segundo grado. Con el horario en mi mano, comencé a buscar el salón en el que me tocaba. Caminando entre los pasillos comencé a sentir las miradas fijas y los murmullos clavándose en mi nuca. Lo esperaba, pero era incómodo.

Salón 205

Entré y el salón ya estaba medio lleno. Más murmullos y miradas. Con la vista busqué un lugar en donde sentarme.

Justo en el centro del salón estaba Seiya, mi primo, agitando como loco su brazo y señalando un lugar a su lado y rodeado de su club de fans; un grupo de chiquillas que solían observarlo durante todas las clases. Que miedo ¿no?

No quise verme grosero… bueno en realidad no me importaba, pasé de largo la oferta de Seiya y fui a sentarme hasta el fondo del lado derecho, el rincón de los nerds. Seiya me miró extrañado pero me dejó ser. Agaché mi cabeza y respiré profundo.

–…al parecer fue en la fiesta de fin de curso, la que fue en la playa–

ella ya llevaba un nuevo galán. Estaba guapísimo –

–…dicen que él aun le sigue rogando. Pobrecito…–

¡Mierda!

Coloqué mis manos sobre mi cabeza y la presioné.

– ¡Buenos días, muchachos! –

Excelente. El profesor llegó justo a tiempo para distraer mi atención. El tipo era un ridículo que nos hizo hacer una dinámica de presentaciones. Pérdida de tiempo puesto que ya todos nos conocemos, pero bueno, entre menos hagamos mejor.

Fui uno de los primeros, por lo que en cuanto mi turno pasó me desinteresé por completo de lo que los demás decían y maté el tiempo inclinado sobre el escritorio de madera clara, intentando dormir. De repente, alguien llamó a la puerta del salón. Yo levanté la cabeza y todos dirigimos la mirada hacia ella y el profesor la abrió. Silencio absoluto.

– Buenos días profesor, lamento el retraso, ¿puedo pasar? –

– Sólo por ser el primer día pero que no se repita ¿de acuerdo? –

La chica asintió y entró al salón bajo las críticas miradas de todos los que en él estábamos. Por un momento, me sentí identificado.

Ella era una chica rubia, de ojos azules y piel blanca y un poco pálida. Lucía mona en el uniforme, tenía buenas piernas. Terminó sentándose a un lado de Seiya, en el lugar en el que yo estaría sentado de no haber huido al rincón.

Las presentaciones siguieron, no presté mucha atención sino hasta que fue el turno de la rubia. La verdad era que a todos los conocía, pero ella era totalmente nueva y era raro que alguien entrara en segundo año. Y a falta de algo más interesante que hacer…

– Mi nombre es Mina Aino y vengo de América. Me da mucho gusto estar aquí con ustedes y espero que podamos ser amigos…– declaró ella con una enorme sonrisa en su rostro.

¡Por Dios, que cursi!

Y no fui el único que lo pensó. Más de uno contuvo la risa en el salón.

Una americana… ¡qué aburrido! Seguramente bajo esa carita mustia se esconde la fiera salvaje que todas las americanas que he conocido suelen traer, tipo "Wild on". Que mal gusto.

Sin embargo a Seiya pareció caerle muy bien. Tres segundos después de conocerla ellos ya estaban riendo e intercambiando números de celular. Seiya, siempre tan ordinario.

El estruendo del timbre indicó el termino de la clase y salí del salón para encontrarme a Seiya esperándome recargado en el marco de la puerta.

– Esa mujer sí que te dañó ¿eh? ¡Ahora hasta te juntas con los nerds! – Bromeó él.

– Basta Seiya. Bien sabes por qué lo hice, todos siguen hablando de lo mismo. Me tienen harto –

– ¡Y eso que no has escuchado lo que se dice cuando tú no estás! – Gritó acompañado de una risa burlona. – Pero bueno Yaten, son los gajes de ser popular. Además Kakyuu fue bastante espectacular para botarte…–

Seiya estúpido.

Le lancé mi peor mirada y comencé a caminar hacia el siguiente salón.

– ¡Hey, espérame! – Gritó a mis espaldas. – Y, ¿no la has visto? –

– No – dije a secas sin detenerme.

– ¿Y la piensas buscar? –

Me detuve y lo miré molesto como estaba. – Claro que sí Seiya ¿Crees que voy a perderla así como así? Si hay alguien en esta escuela que pudiera ser perfecta para mi, esa es ella. Solo ella, nadie más –

Él levantó las manos a media altura en señal de paz. – Ok, ok… yo solo preguntaba –

Seguimos caminando hacia el salón.

– ¿Y qué te pareció la nueva, eh? Esta mona ¿no crees? – Dijo codeándome con complicidad.

– Ja, pues a mí no se me hizo nada especial. Una extranjera facilona más –

– Pues a mí me pareció simpática. Y es educada…–

– ¡Seiya, Seiya, Seiya! No tienes que fingir conmigo. Sé que sólo te la quieres tirar. Adelante, es tu problema –

– ¡Tú que sabes, enano! Tal vez ella podría ser una buena amiga… – Dijo él, bajando cada vez más la voz.

– ¡Ah, claro! Olvidé que tu eres súper amiguero, tienes… hm… ¿Cuántas? ¡Cero amigas! –

– ¡Cállate, idiota! –

– Acéptalo Seiya. Tú eres un chulito que o se acuesta con ellas o nada. Creo que las únicas con las que no te metes son esas de tu club de fans y nada mas de verlas me imagino el porqué –

–…–

– Y claro que tampoco te metes, ni por error, ni aunque quisieras con la tontita de Serena Tsuk... –

– ¡Cállate! Eres un idiota Yaten – exclamó. Dio media vuelta y regresó por dónde veníamos.

Seiya se había enojado.

¡Bah! Yo no había dicho más que la verdad. No sé qué día ese Seiya va a entender que Serena Tsukino NUNCA será suya. No sé quién es más estúpido, si él por estar intentando día y noche conquistar a una tipa que ya tiene novio o ella por no darse cuenta. Además, la tal Serena no es "tan" bonita ni mucho menos lista; de hecho es bastante tonta y llorona. Y Seiya, bueno, él es un buen partido, podría tener a cualquier chica. ¡Ah, pero él se empeña con esa! Bueno, muy su problema.

Seiya era de esos que se contentan solos, así que no perdí tiempo pensando en eso. Seguí caminando hacia el salón solo. Y entonces volví a sentir el escudriño de todas las personas hablando de mi.

Aceleré el paso y llegué por fin hasta el salón. Aun estaba vacío. Perfecto.

Decidí sentarme donde siempre lo he hecho, junto a Seiya, en medio del salón. Yo soy Yaten Kou, no iba a dejarme intimidar por las habladurías de un montón de estúpidos. Además, cuando Kakyuu y yo regresemos, haré que se traguen sus palabras. "Pobrecito", pobrecitas mis…

La puerta se abrió.

Era la chica rubia, Mina.

Me miró fijo con esos enormes ojos azules. La miré.

Fue la primera vez que nuestras miradas se cruzaron.

Inmediatamente ella me sonrió.