Sin animo de lucro.
La bruja frente a él rechinaba los dientes y maldecía en voz baja, en menos de un día había perdido a su señor, a su marido, su cuñado y probablemente el resto de su familia.
Él pensó que por el dolor al fin Bellatrix se quitaría la vida, era lógico, después de todo nadie podía negar que Voldemort estaba muerto, realmente muerto y nada podía traerlo de vuelta.
En retrospectiva, era lo mejor, no llevaba mucho tiempo espiando para la orden del fénix cuando su señor en un arrebato de inteligencia confundió un libro de cuentos muggle con realidad, sí, Voldemort estaba loco y no era una gran noticia, pero nunca fue estúpido, nadie nunca hubiese caído en ese truco.
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Lord Voldemort, terrible mago oscuro, siniestro hechicero, martirio de muggles, magos hijos de muggles y mestizos, como amo y señor de los mortifagos su tétrica mano alcanzaba hasta los confines más importantes e influyentes de Gran Bretaña, amparado en sus colaboradores, nadie desde Grindelwald había logrado tanta influencia en tan poco tiempo y de seguro nadie en esa situación lo arriesgaría todo por un simple cuento.
Excepto él.
Como resultado Severus estaba atrapado en unas profunda catacumbas bajo un castillo alemán, su señor y gran parte del círculo interno que temía demasiado expresar desacuerdo como para cuestionar sus decisiones terminaron siguiéndole, en pleno invierno a uno de los supuestos destinos que los jerarcas nazis aliados con el anterior señor oscuro habían utilizado para resguardar reliquias.
¿Quién diría que algo con el nombre de "lanza del destino" llamaría la atención del mago oscuro más temible de su época?
En especial uno que odiaba todas las cosas muggles, lo entendía de Grindelwald, después de todo él fue un respetable investigador antes de convertirse en un monstruo, Voldemort en cambio era un misterio, en su opinión, solo apareció un día con las grandes fortunas mágicas de Europa y una miríada de fanáticos sangre pura para servirle, claro, algunos de ellos tendrían que conocer su identidad, pero no se hablaba de esas cosas, Lord Voldemort no lo permitía, ni siquiera permitía que usaran su nombre.
Así que llegan al castillo, bien, está lleno de trampas, si, van a morir algunos, claro, envían a Snape a hacer el trabajo sucio y jugarse el cuello por ser el único mestizo entre todos, obvio.
Y después de horas de recorrer la oscuridad, pasadizos, escaleras, mazmorras y salones de tortura encuentran un atrio con un cofre dorado adornado por querubines, ahora, siendo Severus hijo de un muggle católico muy intolerante podía decirse que en algo entendía de lo que se trataba, la dama de la iglesia que a veces le regalaba ropa también es contaba historias, su madre a veces lo enviaba con ella cuando su padre volvía a casa especialmente molesto.
Severus conocía el objeto, "arca de la alianza", se suponía que también era un arma, algo que podía destruir ejércitos completos o algo por el estilo, un artefacto sin par.
-Mucho más efectiva que una lanza- pensó, su señor, quien por algún motivo supo de qué objeto se trataba sonrió complacido enseñando la larga hilera de dientes afilados que adornaban su boca, envió a Rockwood a buscar el objeto sin darle ninguna indicación.
Ahora, Rockwood era según Severus un mago bastante competente, ambiciosos y hábil, y muy malicioso con una inteligencia que cuando se aplicaba le hacía sobresalir entre sus muchas veces idiotas compañeros.
Pero Rockwood era un sangre pura educado en tradiciones muy alejadas a la cristiana, cuyo conocimiento de reliquias sagradas se limitaba a "estúpidos muggles creen que pueden detener vampiros con cruces" y otro par de frases que denotaban un sospechoso interés por la visión muggle de los vampiros.
Como tal, no tenía idea de en qué se metía.
Severus, cauto como siempre le envió una señal a Lucius quien al instante sujetó al pobre Regulus y lo llevó a la salida, él les seguiría, si la reliquia era falsa su señor le regañaría por cobarde, quizás sufriría del cruciatus por un rato y eso sería todo.
Pero si era verdadera, bueno, eso sería peor que un cruciatus.
Si tan solo su padre no le hubiese inculcado tanto miedo a ciertas cosas ni siquiera consideraría esa posibilidad, pero nuevamente, mucho de lo que su padre le hizo le convirtió en el adulto que era, el amargado, dañado y cruel espía/profesor/maestro de pociones/bastardo en general/persona no muy grata.
Como odiaba recordar esa vida...
Rockwood había ya soltado los bordes de la tapa dorada mientras su señor daba un discurso sobre como la victoria estaba cerca cuando él se aprestaba a su gran salida.
Para su fortuna, mala fortuna, Bellatrix Lestrange se topó justo en su camino, era todo lo que necesitaba para tener un día perfecto.
Generalmente la demente bruja habría sido la primera al lado del señor oscuro danzando al son de sus palabras, pero el exceso de telarañas, polvo y cadáveres momificados en las paredes logró detenerla por un rato, ¿Quién diría que alguien que consideraba divertido eviscerar personas tuviese escrúpulos frente a algunas alimañas ocultas en la oscuridad?
-¿Qué estás haciendo aquí Snape?- le pregunto con las manos en las caderas y los ojos entrecerrados.
Severus demasiado cansado como para caer en la rutina de insultos y agresión no letal no le dio importancia, tenía que salir de allí.
-Pregunté que estás haciendo aquí, Snape- le repitió mientras lo empujaba.
Apretó los dientes convirtiendo su boca en una fina línea, -Lestrange, tengo mejores cosas que hacer y si no te quitas…-
-¡Quieres robarme mi lugar no es así mestizo!- le gritó de lleno.
-No tengo tiempo para tus ridículas e infantiles quejas bruja- siseó a la histérica mujer.
Él esperaría el estallido de ira, pero lejos, detrás de la pesada puerta que cerraba la cámara de piedra.
En vez de eso Bellatrix hizo un puchero y Severus se cuestionaba por centésima vez en el día porque siempre le tocaba quedarse atrapado con gente completamente loca, Dumbledore, el señor oscuro, Bellatrix, todos se suponía eran personas brillantes, aterradoramente brillantes y todos perdían la razón al más mínimo impulso, quizás había un vínculo siniestro entre los caramelos de limón y las maldiciones imperdonables o sencillamente el universo lo odiaba y le enviaba a esos personajes como recordatorio de que nunca viviría entre personas normales.
Ella continuaba con su puchero, -no me robaras mi lugar Snape, yo soy su favorita, no tú-
Severus suspiró cansado, diría cualquier cosa para irse de allí, -claro Bella, tu eres su favorita, ahora que establecimos eso muévete, ¿quieres?-
Bellatrix levantó el mentón y sonrió orgullosa, -ya era hora que reconocieras a tus superiores Snape, ¿ves cómo las cosas…?-
La cámara entera se removió mientras Rockwood gritaba -¡lo logre!- y una luz blanca y etérea, parecida a la de un patronus surgió del arca.
El señor oscuro fue el primero en gritar y Severus corrió, o al menos eso intentó pero terminó chocando con Bellatrix arrastrándola al suelo, los gritos aumentaron y la luz, como neblina se extendió, Bellatrix a duras penas se puso de pie para socorrer a su señor, él también se puso de pie, pero para huir, ya estaba cerca de la puerta cuando algo o alguien lo golpeo en la nuca dejándolo inconsciente.
Al despertar la cámara estaba cerrada y un peso le oprimía la espalda, rodó con dificultad, todo estaba en tinieblas.
Con su varita iluminó la cámara y vio que en el altar seguía el arca, esta vez rodeada de una luz dorada y con su tapa puesta, el arca flotando a pocos centímetros del altar como poseída por una fuerza superior a la magia o una magia completamente desconocida mientras desprendía un aroma en extremo dulce.
La música de una trompeta lejana apago el arca que dejaba de brillar.
A su alrededor un montón de capas negras cubrían los huesos de sus compañeros, y la de su señor en particular estaba en extremo dañada, apenas sobresalía un cráneo carcomido.
-Por Salazar, en verdad era el arca- dijo en voz alta, sin poder creer la destrucción ante sus ojos.
-Mmm… mi cabeza- se quejó alguien, él había pensado al principio que un cadáver lo había noqueado, pero no, las cosas no podían resultar tan fáciles, Bellatrix apenas se incorporaba mientras sostenía su cabeza entre sus manos.
Parecía una niña perdida en búsqueda de un adulto, Severus casi sintió pena, casi, la Bellatrix que había conocido hace años atrás, en su primera introducción a la orden del señor oscuro era una mujer sensual, vivaz, inteligente y por sobretodo encantadora, incluso con su evidente falta de tacto.
O quizás esa era su apreciación, la cual claro, podía estar errada.
-Pero ya entonces era una asesina- tenía que recordarse y su compasión desaparecía al instante.
No, lo que alteraba a Severus era el no comprender, no saber exactamente que convirtió a Bellatrix Lestrange, irritante pero tolerable en Bellatrix Lestrange, demencia absoluta.
Decían que la maldición cruciatus aplicada por demasiado tiempo o la legeremancia sin el cuidado debido tenían ese efecto, pero él había sufrido de ambos y estaba bien.
Al menos tan bien como alguien en su posición podía estar.
-¿Qué me ves sucio mestizo?- le espetaba la bruja.
-¿Para qué me molesto?- ahí iba toda su compasión mal dirigida, desperdiciada nuevamente en brujas insensatas, hechiceros altaneros y ancianos metiches.
Por otra parte las cosas habían resultado… adecuadas, ahora tan solo tenía que salir de allí, contactar a la orden, entregar al resto de los mortifagos y cómplices que evadieron la misión y evadir una sentencia segura en Azkaban.
-Snape, ¿Qué demonios paso aquí?, ¿Dónde está el resto?, ¿Dónde está mi señor?-
Severus, sintiéndose ligeramente vindicativo apuntó a la capa destrozada, -¿eso es lo que buscabas Bella?, ninguno sobrevivió, ni siquiera el señor oscuro-
Se arrepintió de su respuesta un segundo más tarde, cuando la bruja le dio un fuerte puntapié en sus partes nobles y corrió a llorar sobre los restos de Voldemort.
Se puso de pie y maldijo por lo bajo, pero al menos Bellatrix era miserable y eso compensaba el dolor.
En cuanto alcanzó las puertas se dio cuenta de que nuevamente sobreestimó su suerte, las dichosas puertas estaban cerradas, firmemente cerradas, así que probó hechizo tras hechizo, desde lo más sencillo hasta lo más complejo, magia negra pura, lo que tuviese a su disposición para salir.
Pero las puertas no se abrían y el llanto de la mujer Lestrange ya lo superaba.
-¿Podrías callarte Bella?, me desconcentras para buscar una salida-
Ella aun no hablaba, tan solo sujetaba los restos calcinados y sollozaba en silencio, ahogando el grito que de seguro quería soltar, -¿acaso no te importa Snape?, él era la única persona que…-
-¿La única persona que?, Bella, tendrás que ser más específica- le respondió, tratando de controlar su irritación y fallando
La bruja se dio media vuelta, su rostro que solía debatirse entre una sonrisa insana y una furia asesina estaba completamente apagado, muerto, era aterrador incluso para ella y ella de por si era aterradora.
-Era la única persona a la que le importaba Severus, el único, ahora no tengo a nadie- le respondió la bruja antes de abrazar sus rodillas y ocultar su rostro, -¿Qué va a pasar conmigo ahora?-
Él se apoyó contra la puerta masajeando sus cienes, -malditas sean las brujas Black- pensó, recordando como las tres hermanas podían conseguir de uno u otro modo la simpatía de cualquiera, cuando Narcisa quería algo le bastaba una sonrisa o un puchero, Andrómeda con quien apenas trató en un par de ocasiones solo necesitaba conversar con alguien para convencerle, su marido, "Teddy" como le gustaba que le llamasen era la única persona que huía a esa regla.
Y Bellatrix te maldecía al punto de la locura, si, ese era su encanto.
-Entonces llorar y hacerte sentir culpable, por una muerte totalmente justificable y beneficiosa al mundo mágico es su nuevo cruciatus, ¿no Snape?- la idea casi lo hace sonreír, casi, estaba atrapado con una bruja demente, las únicas personas que aún le brindaban su amistad estaban probablemente muertas, aunque si Lucius hacia honor a su familia, era posible que hubiese huido a tiempo salvándose a sí mismo y a Regulus para luego cobrarle el favor.
-¿Qué vamos a hacer Snape?- le preguntó la viuda Lestrange.
Bufó con desinterés para luego continuar su examen de la puerta, -¿tú qué crees Bella?, buscar una salida-
Ella lo espiaba aun oculta tras sus rodillas, su pelo largo caía en varias ondas de un negro profundo que se perdía en las sombras de la recamara.
-Mátame- le susurró.
Severus quiso fingir no haberla escuchado, pero en el silencio sus palabras retumbaron en las paredes.
Se puso frente a ella y le apunto con su varita, será fácil, un par de palabras y acabaría, una de las brujas más peligrosas y detestables del mundo mágico terminaría como sus compañeros.
Su mano tembló, ¿A quién quería engañar?, una cosa era querer su final, incluso obtenerlo en batalla, pero honestamente lo de las ejecuciones no se le daba, las llevaba evadiendo desde su iniciación y no planeaba empezarlas en ningún momento.
-No- dijo en voz alta provocando que la bruja tornara sus ojos hacia él.
-¿Cómo que no Snape?, te pedí algo sencillo, incluso un inútil como tu es capaz de usar la maldición asesina-
Negó con la cabeza, -no te matare Black, te necesito con vida para salir de aquí- le dijo con indiferencia a la vez que inventaba un motivo para justificar su debilidad.
Ella volvió a agachar la cabeza ocultándose tras sus rizos, -no quiero vivir sin mi señor-
Severus por su parte hizo una mueca de disgusto, -ya veo- le dijo impregnando sus palabras con veneno, -no eres más que una patética bruja como las otras, Black, no sé qué pudo ver el señor oscuro en ti si te falta la voluntad de sobrevivir-
Ella le sonrió con tristeza y antes de que pudiese alejarse alcanzo la mano que sostenía su varita, -buen intento Snape, pero esa clase de discurso barato no funciona conmigo, hazlo-
Apretó los dientes, bien, si tanto quería morir era su problema, él no lo haría, no, no cargaría con otra muerte solo porque ella fuese demasiado débil para vivir.
Una voz quebrada atravesó el vacío, un sonido gutural, una de las paredes de la recamara cedió dando paso a un largo túnel, Severus apunto su varita olvidando a la suplicante bruja a sus pies y vio como de las entrañas de ese túnel surgían erguidos y armados un grupo de cadáveres reanimados.
-Inferis, tienen inferis custodiando esto-
Severus retrocedió tropezando con los huesos en el piso y apunto su varita.
Bellatrix aún no se movía.
-Black- la llamó.
-Es Lestrange imbécil, no cambie de apellido solo porque el idiota de mi marido fue lo suficientemente estúpido como para morir-
-Lestrange, maldita sea, ¿de verdad quieres terminar así?-
La postura de la bruja era tensa, demasiado tensa, -no me queda nada Severus, nada, ¿realmente importa cómo termine mi vida?-
Severus sacudió la cabeza a la vez que mandaba a volar a uno de los cadáveres con un hechizo, -¿Qué te hizo ser tan débil Bella?- gruñó el aterrado pocionista.
-No soy débil- respondió la bruja, mostrando al fin una emoción distinta a su apática aceptación de la muerte.
-Lo eres, aún recuerdo la primera vez que te vi, no dejabas que nada te dañase, nadie podía contigo, nadie, y ahora mírate, eres patética-
-¿Patética?- dijo la bruja sin creer que el mestizo se atreviese a insultarla.
Levantó su varita y enseñando los dientes destrozo uno a uno a los cadáveres animados.
Severus estaba sorprendido, Voldemort sabía elegir seguidores, acaudalados aristócratas y guerreros letales, mentes brillantes pero fáciles de corromper, ávidas de poder y dispuestas a pagar el precio, Lestrage, o Black si es que decidía volver a su anterior apellido era bastante proficiente, no tendría problemas para usarla y huir.
Eso hasta que la vio acercarse a él, haciéndolo retroceder contra una de las esquinas del cuarto.
Bellatrix sonrió al haberle acorralado, -¿Quién es patético ahora, Snape?- le dijo casi canturreando y limpiando furiosamente los últimos restos de lágrimas en sus ojos.
Fue entonces que Bellatrix buscó una antorcha, cansada de la débil luz del lumus para un espacio tan amplio, en cuanto la encontró tiro de ella.
Y el piso bajo los dos desapareció.
Terminaron abrazándose mientras caían a su seguro final, o al menos, eso era lo que creían.
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Escribí esto hace tanto tiempo que ni recordaba que lo tenía, placer culpable a un lado, igual me divierte, ni idea de si alguien más lo vaya a leer en esta particular sección de crossovers que hasta ahora creo sigue despoblada.
