El empleador cuyo rostro no se lograba apreciar por la carpeta que sostenía frente a él soltó una risa mientras leía el curriculum de la joven.

- Así que...deseas entrar a trabajar como guardia nocturno. - Drako detecto burla en su tono de voz, eso y una pizca de nerviosismo.

- Afirmativo.

- Mira, no sé por qué debería de contratar a alguien de tu edad. - Su voz se había vuelto más grave y seria.

- Permiso para hablar.

- E-eh...¿concedido?

La joven se levanto en posición de firmes de su silla.

- ¡Considero que la edad no importa si la experiencia es lo que se requiere, Señor!

- Ah...¿y por qué piensas eso?

- ¡En la guerra no se mide a un soldado por condición de edad, sino por las aptitudes físicas de rapidez, fuerza y agilidad; en cuanto a habilidades, se considera estrictamente necesario fortaleces la agilidad mental y el ensamble de armas, Señor! - Volvió a sentarse acabando su explicación.

Thomas sintió sudor frio bajando por su frente. Por primera vez bajo la carpeta. La foto de la niña en el documento no le hacía justicia a lo que tenia frente a él. El cabello albino corto por la nuca, rosando sus hombros con delicadeza, ojos celestes llenos de determinación obediente y una piel tan pálida que apenas se lograba distinguir de su cabello. Portaba una polera negra fajada a unos pantalones pescadores con imprenta botas la levantaban del suelo por 5 cm.

- E-emm...¿Por qué quieres trabajar aquí?

El movimiento automático de posición de firmes volvió a adquirirse en la postura de la chica.

- ¡Por que deseo hacer algo productivo durante las vacaciones que se me fueron asignadas, Señor!- Thomas retrocedió un poco.

- Descansa...Soldado. - Indico, admitiendo que si se sentaba sería lo mismo otra vez en esa entrevista.

La albina opto por la postura de los brazos en la espalda y las piernas abiertas, el sonido de sus botas se escucho hasta la entrada del local.

El contratista se quito la gorra y revolvió su cabello. El departamento de quejas y sugerencias estaba a reventar con la intención de 2 guardias durante el día (por petición de los clientes, claro está), y resultaba mas económico para la empresa pagar a 2 el tiempo completo. El primero ya estaba contratado, pero con respecto a las otras opciones...bueno, no eran muchos los que deseaban quedarse ahí en la noche. Los rumores corren rápido, mas en un lugar tan pequeño como ese.

- Bueno, si no tienes inconvenientes, podría ponerte a prueba...- Suspiro rendido.

- ¡No le fallare, Señor! - Señalo con la mano en la frente, muy erguida.

- A...ja. Como sea, te mostrare las instalaciones. - Thomas abrió la puerta, invitándola a salir primero. Volteo por última vez a la foto del curriculum, era la imagen de una chica de 10 años (la ultima que había podido tomar antes de ser enviada a la guerra). "Drako Ileana" Decía en la línea de nombre. Sargento Segundo de la Fuerza Armada Alemana. 19 años. Un prodigio para su edad. Al restaurante no le interesaba, mientras sobreviviera la semana, luego seria reemplazada. Pero para él...bueno, no es fácil fingir una enorme sonrisa mientras se contrata a "personal desechable" como diría el jefe. Esperaba que sobreviviera.

La primera estancia que le fue presentada fue su oficina de trabajo. El ventilador estaba apagado, habían varios embaces de soda a medio terminar o casi llenos (A Thomas le recorrió un escalofrió por la nuca al imaginar que cada uno pertenecía a algún pobre desgraciado que había caído en las zarpas de...ellos).

- Espero que tu estancia aquí sea de tu agrado.

Ileana se volteo a verlo con la posición de firmes a la cual estaba tan acostumbrada.

- ¡Señor, esto es de mi completo agrado! ¡Estoy muy conforme!

Thomas miro fijamente a la joven. Esos ojos azules no demostraban duda alguna;confiaría en lo que su superior le marcara, en ese caso, él...le comenzó a crear un dolor de cabeza, quizás su conciencia. Oculto su mirada detrás de la visera de su gorra.

- Aquí está la tabla con la cual podrás ver las cámaras de seguridad.

- Entendido.

- Y estos son los ductos de ventilación, cada uno tiene un foco con el cual podrás iluminarlos.

La albina levanto una mano en señal de una pregunta.

- ¿Si?

- Me disculpo por mi torpeza, Señor; pero ¿Por qué hay que iluminar los ductos de ventilación?

Thomas tembló un poco. Esa era una pregunta comprometedora.

- N-no he terminado de darte el recorrido, Soldado. - Mordió la parte interna de su mejilla. Estaba consciente de que estaba aprovechándose de su autoridad. En fin, poco o nada le importaba en este momento, sino seria su cuello el que seria atravesado por hablar de más.

- ¡Si, Señor! ¡No se repetirá más, Señor!

El pelinegro asintió levemente; jugar a los "soldaditos" estaba siendo un poco estresante.

- Continuemos. - Volvió a permitirle la salida primero a ella.

Era apenas medio día y el lugar estaba a reventar de familias. Los niños se sentaron enfrente del escenario principal, en exactamente 30 minutos comenzaría el espectáculo de los animatronics, y en definitiva ninguno quería perderse de la atracción principal del lugar. Todos se amontonaban lo mas cerca de lo que la línea roja en el piso marcaba para poder "ver" mejor.

Ileana fue guiada por Thomas hasta esta zona, señalando a los animatronics que permanecían estáticos hasta que el tiempo marcara que bailaran y cantaran.

- El de en medio es Toy Freddy, es el vocalista de la banda. Ya sabes, algo así como el líder. - Thomas sintió una mirada pesada sobre él al señalar al cantante. Aun quieto eres aterrador, cabron. - La de su costado es Toy Chica, la porrista. Anima en las fiestas y todo eso...

A los ojos atentos de Ileana, su jefe parecía cansado de estar ahí, pareciese como si quisiera marcharse lo más pronto posible.

- Por ultimo aquí, el favorito de los niños, Toy Bonnie. El bajista del equipo. ¿Alguna duda?

- Todo claro.

Las respuestas monótonas de la chica le parecían algo preocupantes al ojimiel. Parecía adaptarse con facilidad a cualquier entorno.

La guio hasta Mangle, la cual era desarmada y armada sin piedad por las pequeñas bestias que corrían hacia ella para tocar con sus manos pegajosas los engranajes y acomodarlos a su antojo. Thomas casi sentía lastima por ella...casi. Por puta.

- Esto pasa cuando las reglas no se establecen...- Suspiro con fastidio al meter las manos a los bolsillos y seguir caminando. Como deseaba un cigarro en esos momentos.

- ¿Señor?

- Este pequeño de aquí se encarga de entregarle globos a los niños. - Señalo despreocupadamente con el pulgar al pequeño animatronic que parecía siempre sonreír contento.

"Hi" "Hello" "Hello" "Hi" Eso era lo que el niño se encargaba de decir a cada pequeño que se le acercaba para tomar uno de sus globos.

- Tienes un compañero de trabajo. Estaba por aquí aun, si no me equivoco. Ah, ahí está...- Señalo con una paleta que había recogido de una bolsa de dulces nueva aun por entregarse a los niños los cuales disfrutaban del show.

La Sargento Segundo miro en la dirección que el hombre señalaba. Un intenso color carmín inundo su óptica, y es que el cabello pelirrojo del hombre que estaba frente a ellos era lo primero que se lograba apreciar. Su mirada, de un rojo sangre impresionante, y su piel pálida, resaltaba el negro del tatuaje bajo su ojo derecho (véase la imagen del perfil de este fic). Así, como los peculiares googles anaranjados, decorados con espirales sobre su cabello rojizo.

- ¡Oye, amigo! - Thomas levanto la voz, captando la atención del hombre de traje negro, el cual volteo a mirarlos como si de una estrella de cine se tratase. Thomas hizo un gesto con su mano, como si estuviera disipando una nube de brillos imaginarios antes de continuar. - Yo no me acercaría tanto a la marioneta. Hay una línea roja en el piso para que los niños entiendan eso. Da el ejemplo, Hombre. - Regaño antes de dejar salir un bufido y meterse la paleta de nuevo a la boca.

El hombre torció sus labios, inconforme ante el regaño. Más por el hecho de que aquella marioneta había captado su atención, a causa del peculiar toque tétrico que desprendía… aterradora, a decir verdad.– Peculiares muñecos manejan aquí…- murmuró a pocos pasos de los recién llegados y por supuesto, dando un fugaz vistazo a la chica nueva. - No me digas...¿Nuevo compañero?- una sonrisa burlona se dibujó sobre sus labios, antes de esconder sus manos en los bolsillos de su pantalón.

- Sargento Segundo de la Armada Alemana, Drako Ileana. ¡A sus órdenes, Señor! - Saludo con una euforia, que hizo que los niños pequeños corrieran a los regazos de sus madres, y los más grandes la miraran como si de una nueva atracción se tratara.

Nuevamente, su mirada carmín se fijó en la joven, viéndose obligado a golpear su frente con la palma de su mano por tan escandalosa reacción. - Thomas... tienes que estar bromeando...¿Alguien del ejercito? - a pesar de su fastidio, una pequeña sonrisa repleta de sorna decoró sus labios. - ¿Tan mal están las cosas ya, Thomas? -

Negó al dejar escapar una pequeña y corta carcajada.

-Adam Stockbauer..- se presentó con desgana, al suspirar sin mayor remedio y regresar sus manos, a sus propios bolsillos.

El contratista rodo los ojos, ¿por qué de todos los que podrían haber pedido el puesto, tenía que ser esta diva con complejo de "dios griego"?

- No tenemos tiempo de ser exigentes. Sin ofender. - Se dirigió a la albina, la cual no se inmuto de su lugar.

- ¡No hay ofensa, Señor! ¡Demostrare que puedo ser útil para el puesto! - Contesto fuerte y claro.

- Si, si. Como sea, cuento con eso. - Le coloco una mano en el hombro, sintiendo como el dolor de cabeza aumentaba. Nada que una buena cerveza no quite...

Lentamente, las pupilas de la marioneta se fijaron en ellos. El sentido de alerta de ambos hombres se intensifico. No era el mejor lugar para conversar sobre los "nuevos empleados". Ya no se podía hacer nada. Ahora todos conocían a su nuevo juguete/presa.

Thomas se aclaró la garganta.

- Hey, tu. Toda tuya. - Le dio un ligero empujón en la espalda a la Sargento, la cual, gracias a sus pesadas botas casi cae de no ser por el oportuno agarre del pelirrojo sobre sus brazos; cosa que provocó un ligero disgusto en Adam y bien, una que otra exclamación de los niños al señalar a "la pareja abrazándose". - Vaya mocosos...- susurró para sí mismo, al ayudar a la "nueva adquisición" a ponerse de pie nuevamente.

- Y bien… ¿Acaso te han mandado en una misión especial? ¿O sencillamente las cosas van demasiado aburridas en el ejercito?- nuevamente la burla acompaño sus vocablos.

- ¡Me han enviado de vacaciones, Señor! Deseo ser de utilidad en el tiempo que tengo... ¡Un empleo de tiempo completo es una buena manera de ser un elemento útil para el mundo, Señor! - Exclamo mientras levantaba la cabeza para hacer contacto visual con el pelirrojo, el cual parecía tener acento italiano.

De manera inevitable, una gota de sudor frío recorrió su espalda… oficialmente, aquella era la persona más escandalosa e insoportable que había conocido en su vida. – Ya veo…extrañas decisiones tomas los jefes al contratarles…- musitó, al encogerse de hombros.
Sin embargo, la incómoda sensación de la mirada de aquella marioneta sobre su espalda aún permanecía vigente. Resultaba extraño y alarmante a la vez. – Ya que es tu primer día, debo advertirte que nos aguarda una noche bastante interesante… ¿Comprendes? –

- ¡Entendido, Señor! - Exclamo con una sonrisa llena de vida. - ¡No lo decepcionare a usted tampoco!

Suspiró al negar un par de veces masajeando el puente de su nariz. - Sí, sí...ahora...¿Quieres un consejo? Ve a casa y prepárate... será una noche movida...- enseguida, dio media vuelta, para continuar con su pequeña revisión de los animatronics cerca de los niños.

Al pelirrojo le pareció grato el silencio que llego al segundo siguiente de despedir a la chica.

- ¡Entendido, Señor! ¡Regresare para la hora de cerrar! - Ileana saludo en posición de firmes a su compañero antes de marcharse directo a su casa. Si el Italiano le había aconsejado que se preparaba, era una sugerencia que no tomaría a la ligera. Por supuesto que se prepararía.

Adam cubrió sus oídos con sus propias manos, comenzando a perder toda calma y paciencia con la chica nueva. Aquellas exclamaciones, resultaban peor que colocarse junto a una orquesta desafinada. – Bien. Ve a casa. - musitó entre dientes, retirándose finalmente.

Finalmente, la hora de cerrar llegó (20 minutos antes de la hora del terrorífico show, para ser exactos). La calma momentánea del crepúsculo, daba tregua a las inquietudes que surgían con respecto al avanzar de una nueva jornada laboral dentro del local. Cada día, resultaba algo más inquietante… y aquello no era la excepción. Como se había hecho costumbre en aquellas dos noches que tenía de experiencia, el italiano aguardó impaciente fuera del local la llegada de Thomas.

Sin demoras, una motocicleta se estaciono en su puesto habitual. Adam observo con una sonrisa divertida como el pelinegro se acercaba con el casco aun sobre sus hombros. La visera oscura no permitía un intercambio justo de miradas.

- Otro día, otro dólar. - Se intento burlar de la situación del guardia. Aunque jamás lo admitiera, el ojimiel se ponía muy nervioso a esa hora de la noche, sobre todo en ese lugar, y costara lo que le costara admitir, admiraba a Stockbauer por su coraje ante el secreto del restaurante.

Las gotas de lluvia revelaban en los googles ámbar de Adam, al igual que en el casco de Thomas.

Una pequeña risa brotó de sus labios. - Al menos reconoce que me echarás de menos. - A pesar de las constantes batallas aquellos dos días con Thomas, resultaba preocupante pensar en la sencilla posibilidad de no salir jamás de aquel sitio. He incluso, podría decirse en cierto modo, que si se diera el caso, echaría de menos los gestos amargados y comentarios sarcásticos de su jefe.

Thomas se permitió sonreír de manera triste atreves del casco. Una parte dentro de él creía con fuerza que mañana, ese maldito italiano oxigenado le estaría molestando de nuevo, sin embargo, un susurro constante en su interior le obligaba a ver la realidad, la cual tenía una calavera llorando sangre.

Se acerco a él un poco más, colocando pesadamente una mano sobre su hombro.

- Solo...llámame si pasa algo. ¿Entendiste?

- ¿Me estas invitando a llamarte, Thomas? - la sonrisa coqueta sobre sus labios, así como un pequeño guiño acompañaron su cuestión. Sin duda, Thomas sería a quien más extrañaría dentro de aquel infierno...- Sabes que continuaré en una pieza. - Aseguró al bajar su mirada algunos instantes con pesar. Siempre demostraba confianza pero esta siempre se veía totalmente opacada al llegar la hora del posible final.
El hecho de salir vivo, cada día se volvía más y más imaginario .

Las mejillas de pelinegro se calentaron de inmediato, cerró los ojos con fuerza tras el casco y le empujo las llaves en el pecho al pelirrojo.

- Déjate de idioteces, Stockbauer. -Se dio la vuelta, bufando molesto con el guardia. - Solo llámame si te estás muriendo, ¿te queda claro? ¡Si es para alguno de tus rituales extraños yo no quiero saber! - Se subió a su moto, arrancando con fuerza. - Ah, y cuida de la novata, no estoy de humor para demandas mañana. - Acelero, perdiéndose en cuestión de segundos en la profundidad de la carretera y la bruma causada por la lluvia.

La carcajada no demoró en combinarse con un pequeño quejido a causa del empujón.
- ¡Yo también te amo! - exclamó con sarcasmo, en cuanto Thomas se perdió en la carretera.

Una vez se vio solo nuevamente, suspiró para buscar la hora exacta en su reloj de pulsera. - 12:01... novata...- chasqueó su lengua, dispuesto a adentrarse al infierno nuevamente.
Dentro de las posibilidades, existía aquella en la que entendiera, el riesgo inimaginable que resultaba el aceptar tal puesto dentro de la pizzería .

- ¡Señor!

De inmediato, su mirada carmín buscó el origen de tal sonido entre la densa cortina que causaba el clima. Un momento... murmuró dentro de sí. Esa voz...Sus labios se torcieron en una mueca llena de fastidio, a la vez que un gruñido escapo de su garganta... la compañía indeseable había llegado .

La albina se detuvo frente a su nuevo compañero justo antes de que entrara al local.

- ¡Me disculpo por la demora, Señor! - Se posiciono en firmes la Sargento Segundo como disculpa por su comportamiento.

Negó un par de veces al masajear el puente de su nariz. ¿Porque? ¿Porque tenía que aparecer? -Demoraste demasiado..- reclamó.
Aun así, al ver la agitada respiración de la joven y varias hebras albinas pegándose al rostro blanquecino de la misma, emitió un tenue gruñido, al quitarse su chaqueta negra y colocarla sobre la cabeza de la militar. - No puede secarte, pero al menos servirá de algo. - susurró al señalar la entrada al local. - Andando... tenemos toda una noche por delante.

La joven Sargento entro detrás de su tutor. Él se encargaría de guiarla durante esta noche para adaptarse al trabajo en Freddy's fazbear's pizza.

Durante los siguientes pasos, el pelirrojo le dijo que tuviera mucha cautela al pasar.

- Escucha con atención... - susurró al mirar a la recién llegada por encima de su hombro. - Tendremos que llegar a la oficina lo más rápido posible ¿Entiendes? y con el mayor silencio posible. - en efecto.. si algo tenía que corregir, era esa manera tan escandalosa de la joven al responder. - ¿Ha quedado claro? No quiero que te separes de mi.

Ileana asintió en completo silencio. Algo parecía poner nervioso a su compañero de trabajo. Se sentía como en las misiones de reconocimiento de zona. Después le preguntaría al Italiano por qué tanta cautela.

Pasaron por una serie de pasadizos que, al parecer de la ojiazul, evitaban a toda costa las habitaciones principales, en donde los animatronics hacían su función.

Stockbauer asomo su rostro por una de las puertas. No había señal de alguno de ellos.

Al asegurarse de que en los pasillos restantes estaban vacios, nuevamente posó su mirada rojiza sobre la menor. - Escucha... a partir de ahora, tendremos que correr para llegar a la oficina ¿Entendido?- susurró nuevamente, sin poder evitar sentir aquel vacío en el estomago a causa de los nervios. - A mi señal, corremos por el pasillo y doblamos hacia la izquierda... más adelante, estará nuestro objetivo. - con dificultad, pasó un trago de su propia saliva. Aquello nunca era demasiado fácil y mucho menos, con una novata a cuestas.

Tomó el brazo de la militar, para iniciar la carrera. - ¡Ya! - exclamó con voz ahogada, al iniciar a correr.

Pronto, los pasos apresurados de alguien más en el pasillo comenzó a corretearles.

Drako se permitió un segundo para ver lo que causaba tanto alboroto. No creyendo lo que un destello de la linterna de Adam había liberado. Un zorro. Persiguiéndoles.

Ileana tomo velocidad, tanta, que ahora era ella la que jalaba al pelirrojo para que se apresurara. Deslizo su mano por uno de sus bolsillos, apuntando con rapidez hacia la cabeza del animal. El sonido ensordecedor de un disparo se escucho por todos los pasillos de la pizzería seguido de un chillido infernal.

A pesar de eso, ninguno de los 2 humanos se detuvieron a hacer preguntas. Tan pronto llegaron a la zona de vigilancia, Adam cerró la puerta trasera, ya era bastante malo de por si estar expuestos por una ventana gigantesca (¡¿a quién cojones se le ocurría eso?!) y 2 servicios de ventilación.

Sus orbes no dieron crédito alguno a la situación. Él siendo "rescatado" por decirlo de alguna manera. ¿Acaso no debería ser al revés?
Sin embargo, todo ello pasó a segundo plano una vez se encontraron en la zona de mediana seguridad.
- ¿Lo ves? Eso es exactamente a lo que me refería..- murmuró entre jadeos a causa de la emocionante carrera contra reloj, al intentar recuperar el aliento.
- S-Señor...¿Que era esa cosa? - Jadeo un poco la joven, los efectos de la adrenalina no desaparecían ni aun en el soldado más experimentado.

Posó sus manos sobre sus propias caderas, al suspirar con cansancio. - Eso, mi estimada... es el querido pirata Foxy. Un animatronic fuera de servicio. - confesó, mirándole con mayor curiosidad y en cierto modo, temor. - ¿Qué rayos haces con un arma? - cuestionó incrédulo. Aquella hazaña no la hubiera imaginado en toda su vida .

La ojiazul se acerco a la mesa, comenzando a sacar de entre su ropa varias armas: 2 pistolas, 6 cartuchos de municiones de 12 cada uno, 2 cuchillos de montaña, una linterna para agua, y por si fuera poco, una granada de corto alcance.

- Mi compañero y tutor me pidió que tomara todo lo que fuera necesario. Por eso me tarde tanto en llegar. Además...- Se levanto con total libertad la blusa que tenia colocada - La arena comprimida es más pesada cuando se moja. - Comento volviendo a bajar su ropa. - Ahora me pregunto si fue buena idea venir ligero...considerando que hay un civil aquí...¡Señor! - Llamó al pelirrojo.

Adam nuevamente sintió una gota de sudor frío recorrer su espalda, al igual que un escalofrío a causa de tantas armas encima del escritorio..- ¿Aja...?- contestó aún en su trance incrédulo. Y querías que yo la cuidara, Thomas.. pensó para sus adentros, al negar en repetidas ocasiones. - ¡Qué! - exclamó al arrugar el entrecejo y disponerse a dar cuerda a aquella caja musical al salir de su impacto.

- ¡Permiso para aplicar orden de amparo! - Respondió con decisión.

-¿Orden de qué? - cuestionó arqueando ambas cejas confundido al dejar nuevamente en su lugar la caja musical. -Sí, sí... hazlo, permiso concedido o lo que sea...- bufó con fastidio al hacer un ademán con su diestra restándole importancia, para enseguida, cruzar sus brazos frente a su pecho en espera de lo que fuera, que tendría que hacer la "señorita militar" Revisando de reojo las cámaras.

De inmediato, la chica comenzó a dividir provisiones, colocando frente a él una pistola, 2 pares de recargas y un cuchillo de montaña.

- Esto le ayudara a mantenerlos lejos de usted. Pero por si eso no fuese suficiente...- Se quito la chaqueta del Italiano, la blusa y por lo pronto comenzando a desabrocharse el saco antibalas. Recordaba la mandíbula de ese zorro y su garfio, era poco probable que tuvieran armas, pero cualquier objeto corto punzante era una amenaza contra el civil que tenia a un lado. - Le hago entrega del saco antibalas. Es mi deber, por la ley de amparo, mantenerle a salvo. - Comenzó a colocarle dicha prenda al pelirrojo sobre su camiseta.

Arqueó una de sus cejas, en cuanto comenzó a despojarse de aquellas prendas. Incluso, por un momento, verdaderamente le consideró una pequeña niña suicida. - Oye, oye oye... ¿Estás demente? Tu eres el novato aquí no yo...¡ Y deja de llamarme señor, por los dioses! - exclamo a punto del colapso mental.

¿Quien había dicho que sobrevivir una noche en el infierno con una novata era sencillo?

- No he trabajado tanto tiempo aquí… dos días, para ser exactos y por ahora, no tengo demasiada información al respecto. Solo que, que la luz de esta lámpara puede ahuyentarlos un rato y esta caja musical, nos garantiza el continuar viviendo poco más. -Adam se apresuro a recargar la canción. Pronto tomo asiento en aquella silla detrás del escritorio, cruzando las piernas en una postura cómoda.

La joven analizo todo con cuidado. No poseía el conocimiento suficiente; y al parecer su tutor solo se encargaba de ver las grabaciones.

- Señor, si ese es el caso; me permito señalar que me ha otorgado el permiso de defenderlo. El cual iba a tomar por la fuerza si fuese necesario...

Un suave "Hi" y varias risas se escucharon por los pasillos. Adam buscaba desesperadamente por las cámaras, con la mano temblorosa ilumino el ducto de ventilación izquierdo.

"Hello"

De inmediato, la lámpara dejo de funcionar como debería.

Aquel saludo, terminó por destrozar sus nervios. De inmediato, corrió al extremo contrario de la habitación en busca de su máscara vacía de Freddy, que serviría para despistarlo. - ¡V- viene uno! - tartamudeó en un estado bastante alterado. Y por supuesto, colocando detrás de sí, a la joven militar.

- Si sobrevivimos... recuérdame patear a Thomas por no darte otra máscara...- susurró intentando ocultar a su compañera, evitando cualquier movimiento propio hasta que el peligro terminara .

2:00 am

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¿Qué tal chicos? Gracias por leer nuestro primer capítulo y bueno, yo soy Adam y por supuesto estaré a cargo de nuestro Divo con complejo de dios griego Adam Stockbauer. ¡Gracias por leer!

Por mi parte, Yo soy Misha, pueden llamarme Mii-chan si quieren :) Mi compañero y yo estamos a cargo de este fic, somos un par de locos, pero bueno. Trataremos de darle a esta historia un poco de todo. El suspenso es un género que me encanta, y temo decir que el gore se me da bien.

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