La hermosa ciudad de Nueva York se mostraba frente a sus ojos. Una chica de melena negra se encontraba en el balcón de su habitación observando el atardecer, detrás de los edificios grandes se ocultaba el sol y la oscuridad poco a poco iba acomodándose en el cielo. Las pequeñas casas, departamentos, edificios, todo, comenzaba a iluminarse con las luces que sus dueños iban encendiendo o las que se encendían automáticamente.

Si, Nueva York, después de la caída de Voldemort (5 meses después) y haber encontrado a sus padres en Australia con la ayuda de sus amigos y de revertir el hechizo con el cual les modificó la memoria, ella y su familia decidió mudarse a Nueva York.

Una pequeña brisa recorrió su cuerpo y jugó un poco con los rizos de su ahora negra melena. Hermione se estremeció y se abrazó a si misma, estaba comenzando a hacer frió, el invierno estaba cerca.

Entró a su habitación y cerró las portezuelas, bajó hacia la cocina con la intención de ayudar a su madre con la cena, esa noche sus amigos irían a visitarla. Estaba tan contenta después de un año sin verlos por fin se encontrarían de nuevo, claro que durante ese año siguieron en contacto, con Ron y Ginny por medio de carta, mientras que con Harry por medio del teléfono y el Chat.

Harry le había comentado que una vez acabada la guerra regresaría con los Dursley, hasta cumplir los diecinueve años. Estos habían estado al tanto de todo durante el transcurso de la guerra gracias a los aurores que se encargaban de protegerlos.
Cuando Harry volvió con ellos se veían algo… arrepentidos. Dudley ya no lo molestaba, hasta habían llegado a tener unas cuantas conversaciones por decirse, decentes.

Sus tíos ya no le exigían nada, pero evitaban cruzar palabra con el y cuando esto llegaba a suceder, evadían su mirada, había ganado unos cuantos privilegios, como era el poder usar el teléfono, mirar la televisión el tiempo que quisiera y hasta le habían comprado un computador con todo e Internet.

La última llamada que Hermione tuvo con Harry este le había dado su correo electrónico. Ambos se desvelaban hablando el uno con el otro, compartiendo gustos musicales similares, recordando el pasado y contándose el presente.

Estaba poniendo la mesa, llevaba los audífonos puestos y su iPod reposaba dentro del bolsillo delantero de sus jeans, mientras la canción de Never let this go de Paramore, una de sus bandas favoritas, terminaba.

-…así que no creo que sea recomendable que ese chico se acerque al televisor- Hermione se quitó los audifonos al momento en el que su madre comenzaba a hablar de nuevo.

-Disculpa mamá no te escuche, ¿Qué decías?- se estiró en la alacena para alcanzar un par de bazos.

-Por el amor de Dios Hermione, cuándo será el día en el que te dignes en dejar ese aparato en paz, por si no te has dado cuenta, a las personas les molesta estar hablando cuando creen que las están escuchando, uno de estos días tomare ese endemoniado aparato y lo tirare por el caño del escusado, haber si así puedes prestarme atención.- La señora Granger tenía el ceño fruncido, y agrego unas cuantas zanahorias recién cortadas a la sopa. (N/A que curioso, a mi me pasa lo mismo con mi mama xD)

-No creo mamá, si haces eso podría taparse el escusado, y quien sabe, puede que sea tu día de mala suerte y a papá le pegue dolor de estomago, entrar al baño y ya sabrás tu que pasara, no creo que al plomero le agrade eso- terminó de poner la mesa para las 10 personas que esa noche se presentarían, y tomó asiento en una de las sillas.

-Ni me lo digas, bueno te decía, que no creo que sea recomendable que ese chico, amm… Ron, si el, se acerque al televisor, no olvides lo que paso la ultima vez- Hermione soltó una carcajada al recordar como después de rescatar a sus padres, Ron encendió el televisor de la casa de sus padres en Australia por curiosidad, en ese entonces una película de ciencia ficción con marcianos hacía su aparición en la pantalla y 3 marcianos pegados a la pantalla gritaban espantando a todos los ciudadanos de la ciudad a la que le toco la invasión. Ron había gritado tanto que los vecinos salían de sus casas para ver que sucedía, y comenzó a lanzarle hechizos al televisor dejándolo completamente irreparable.

El timbre de la casa sonó y Hermione salió disparada hacia la puerta con una enorme sonrisa. En una abrir y cerrar de ojos 5 cabezas rojas se amontonaron alrededor de la
ex-castaña llenándola de abrazos y besos en la mejilla. Ron, Ginny, Molly, Arthur y Georg Weasley hacían su aparición, después llegó el turno de Luna y Harry quienes fueron los más calmados.

Después de hacer las presentaciones de sus padres con Luna, Georg y los padres de Ron, y de hablar del nuevo look de Hermione, todos se dirigieron al comedor-cocina para cenar. Las risas podían escucharse por toda la casa, los recuerdos iban y venían. La alegría que sentían todos le daba un toque luminoso al hogar Granger.

- Y dígame señor Weasley, ¿Cómo lograron dar con la casa?- Hermione terminó de servir el postre que consistía en un plato de helado de chocolate y vainilla, su favorito.

-Ah, bueno, pues no fue difícil, Harry decidió ir a nuestro hogar, la joven Luna ya estaba ahí así que fue más fácil de lo que el pensó, simplemente, usamos un traslador que nos dejo a unas cuantas calles solitarias de aquí.- El señor Weasley lucia demasiado emocionado, y como no, con tantas cosas muggles a su alrededor…

La conversación y el tiempo avanzaban, hasta que el tema de conversación llegó al pasado, Voldemort, las muertes pero sobre todo, los mortifagos jóvenes.

-El ministerio ha decidió cuidar de los mas jóvenes, los cuales perdieron a sus familiares, ya que varios de ellos fueron obligados por sus padres o por el mismísimo Voldemort- Hablaba Arthur teniendo a todos concentrados en sus palabras.

-¿Pero cuál será el método que usaran? Obviamente no los pueden tener encerrados en el ministerio, ya que todavía hay mortifagos sueltos que desean vengarse de los que declararon contra ellos, como es el caso de Nott, Zabbini (sáquenme de dudas, ¿Así se escribe?)Parkinson y Malfoy, claro que estos tienen la riqueza suficiente para mantenerse solos pero eso no los ayudara en caso de protección- Todos apoyaron el punta de vista de Hermione.

-Pues, verán, el ministerio decidió enviar a todos, no solo a esos cuatro, con compañeros del colegio Hogwarts, brindarles protección, mucha protección, y mantenerlos ahí hasta que logren capturar a todos estos, ya que como saben son un gran numero de prófugos-

Hermione quedó desconcertada, ¿tener un mortifagos en su hogar? Que mal para los que ya fueron seleccionados para cuidar de uno. Fijó la vista en cada uno de sus amigos, todos tenían la mirada gacha, revolviendo lo que les sobro del helado. Sus padres estaban ansiosos por mas noticias, pero… algo le olía mal, muy, muy mal

- Algunos de nosotros fuimos seleccionados Hermione, a mi me tocó recibir a Parkinson- Luna que estaba sentada a su lado tomó su mano, como diciendo que lo sentía - A los Weasley les tocó Zabbini, Harry corrió con la suerte de no cuidar de ninguno.

¡OH, por Dios! Su corazón comenzó a palpitar tan rápido que sintió que se saldría de su pecho, la respiración se le corto y sus padres la miraron preocupados, esos comentarios de Luna, solo significaban una cosa.

- ¿A mi me tocó alguno? - Vio como cada uno de ellos asentía a excepción de sus padres, cerró los ojos y la voz apenas logro salir. -¿Quién?- apretó la mano de Luna entre la suya luchando por no desvanecerse.

-Malfoy-

Solo recuerdo que pensé, ¡¡QUE ME PARTA UN RAYO!!.