BUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEENAS. Pues bueno, aquí llego con un nuevo fic Cherik. (Al principio no iba a ser para esta pareja, pero en fin, debido a la ausencia de una categoría en FanFiction, se quedó para Erik y Charles.~)
¿El argumento? Básicamente es un Alternative Universe donde Erik, que ha vivido toda su vida en Polonia decide mudarse a Nueva York para empezar una nueva vida y encontrar trabajo como periodista. Charles es el redactor jefe de la revista a la que Erik va a probar suerte y bueno, la historia se desarrollará a partir de ahí.
Disclaimer: Los personajes de X-Men no me pertenecen. Esto es ficción. Cualquier parecido a personajes/historias reales es pura coincidencia. (?)
The Best Is Yet To Come.
¿Su historia? ¿Por dónde empezar?
Nunca había tenido lo que se dice una vida fácil y llena de privilegios, al fin y al cabo, no provenía de una familia adinerada, ni mucho menos de una familia feliz y completa. Es más, había días en los que se despertaba preguntándose si su madre habría abandonado aquella casa de una vez por todas o si su padre habría vuelto sobrio la noche anterior.
No. Definitivamente no eran preguntas que un niño de nueve años debiera plantearse, pues mancharse la ropa o lucir heridas en las rodillas de haberlas golpeado contra el asfalto mientras perseguía a otros niños entre risas deberían estar entre sus principales preocupaciones, pero no era así. Y a pesar de todo ello no podía quejarse demasiado, o al menos no creía haber estado en las condiciones de hacerlo. Había recibido una educación, regalos por algunos de sus cumpleaños e incluso se había podido licenciar en periodismo por una Universidad pública en Polonia (su lugar de nacimiento) con buenos resultados.
Su padre murió cuando él tenía quince años, lo recordaba bien porque aquel día la lluvia chocaba contra el cristal, componiendo una monótona melodía, al igual que lo hacía en aquel momento contra la ventanilla del taxi que lo conducía hacia el aeropuerto. Su madre le contó años más tarde que había sido un accidente de coche, y él, al preguntar si su padre iba ebrio, por toda respuesta obtuvo una sonrisa apagada por parte de su madre.
No había llorado. ¿Para qué? De cualquier forma, nunca había sido un hombre excesivamente sensible, y era reservado, demasiado como para exteriorizar sus emociones. Ahora que lo sopesaba, posiblemente aquel era uno de los motivos por los que nunca se había rodeado de muchos amigos (que no es que le hicieran falta).
Su madre se sentía muy orgullosa de él, sobretodo cuando horas antes se despidió de ella con varias maletas y la promesa de volver de visita alguna que otra vez a lo largo del mes. Por supuesto era una mentira piadosa. Claro que quería a su madre, pero, ¿a quién quería engañar? Viajar desde Nueva York a Varsovia no era lo que podía considerarse barato, sin tener en cuenta todo lo que tendría que organizar para cada viaje... Como mucho, iría de visita dos veces al año (si su sueldo se lo permitía y si con suerte podía empezar una vida más estable allí a donde se dirigía, Nueva York).
Los últimos meses los había pasado cruzando el charco una y otra vez (otro motivo más por el que las visitas a su madre se verían peligrosamente reducidas) para poder arreglarlo todo. Su gran sueño, desde que tenía uso de razón, era el de viajar, conocer mundo. No quería permanecer anclado a Polonia, pues el hecho de hacerlo era un indicio personal de fracaso, de un futuro como el de sus padres. Y era todo cuanto quería evitar.
"Por favor, trata de entenderlo, he estado impaciente por marcharme desde que descubrí que existían carreteras dispuestas a llevarme a cualquier sitio que me propusiera."
Eso era lo que le había dicho a su madre, y contra todo pronóstico, la mujer, con lágrimas asomando de aquellos ojos oscuros se había lanzado a su cuello para envolverle en un abrazo y recordarle lo orgullosa que se sentía de él.
El éxito en Nueva York no estaba ni mucho menos asegurado, pero había conseguido un trabajo en un pequeña revista local sobre cine. No se ajustaba a sus aspiraciones, pero para empezar desde abajo estaba realmente bien, el simple hecho de haber encontrado trabajo lo estaba. El único inconveniente que había encontrado era el que no fuera del todo seguro. ¿Por qué? Bueno, cuando se presentó en aquella redacción solo pudo atenderle una chica rubia, quien al parecer era la fotógrafa de la revista y quien, a pesar de que el redactor jefe no se encontrara presente, supuso que no habría ningún problema en contratarle (al igual que se mostró bastante sorprendida por sus habilidades). Posiblemente debería preocuparle el hecho de que le hubiera contratado sin haberlo consultado con el hombre que dirigía aquella revista, pero una parte de él quería convencerse de que no encontraría ningún problema, algo que posiblemente muchos denominarían como "ego", mientras que él lo calificaría como seguridad en uno mismo.
Cuando bajó de aquel vehículo la lluvia seguía cayendo sobre la ciudad, no se molestó en abrir el paraguas, pues eran pocos pasos los que le separaban del aeropuerto. El conductor le ayudó a llevar las maletas hacia la entrada, las cuales no eran muchas teniendo en cuenta que pensaba marcharse para no volver.
Ambos hombres se despidieron con un apretón de manos.
-Señor Lehnsherr, que tenga un buen viaje.
- ¿¡Que has hecho qué!?
- Haz del favor de tranquilizarte, no es para tanto.
Un hombre de estatura media tirando a baja escrutaba con la mirada a la joven rubia que se encontraba frente a él. Por suerte, aquella mañana de domingo solo se encontraban ellos dos en la redacción.
- ¿Que no es para tanto? - Se pasó la mano por el rostro de piel nívea, resoplando.- Creí que había quedado claro el puesto que cada uno ocupaba aquí, Raven.
- Y así es, pero vamos, el pobre hombre venía desde Polonia, y deberías haber visto su curriculum, hubiera sido una pena desaprovecharlo, y no creo que estuviera dispuesto a hacer más viajes. Parecía un poco perdido, ¿sabes?
- No se trata solo de eso, deberías haber hablado antes conmigo. Por el amor de Dios, Raven, ¿y si tiene que volverse a Polonia? ¿Y si no hace bien su trabajo?
- Charles... Sabes perfectamente que necesitamos más personal.
- Y que no disponemos de tantos ingresos ni subscripciones como para permitirnos el ir contratando a gente.
- ¿No lo ves? Puede que necesitemos darle un aire nuevo a la revista, puede que nos venga bien una cara nueva.
Charles Xavier dio un sorbo al café, ya frío, que había traído consigo al entrar en la redacción. Ladeó la cabeza, fijando sus ojos azules en el gran ventanal que ocupaba prácticamente toda la pared que se encontraba a su derecha.
Desde éste podía divisarse gran parte de Nueva York y cómo el sol, en lo alto del cielo, se reflejaba en los numerosos rascacielos tan característicos de aquella ciudad. La redacción se situaba en lo alto de un edificio que compartía con otras viviendas, era un lugar modesto comparado con los que disponían grandes periódicos o revistas mucho más influyentes. Algo que no debía extrañarle, pues la revista que él dirigía abarcaba el entretenimiento del cine. ¿Qué podía esperar de algo así? ¿Unos beneficios que le permitieran bañarse en dinero? Por favor.
El otoño no tardaría en llegar.
Subió las mangas de su camisa celeste hasta el codo, sopesando todo lo que aquella mujer acababa de decirle.
Si era sincero consigo mismo, debía admitir que el último año la revista había pasado por malos momentos. Algunos habían abandonado ante la perspectiva de trabajos mejores, y otros simplemente habían sido demasiado incompetentes como para permancer allí. La plantilla había acabado reducida a cinco personas. Raven, que se encargaba de la imagen, Moira, manteniéndose ocupada con la sección de crítica, Alex, que bueno, la investigación era lo suyo, un chico cuyo nombre nunca recordaba (que para aclarar, era el chico de los recados, por así decirlo) y él mismo, redactor jefe.
Puede que la revista no produjera los ingresos esperados, o que todos desearían, pero al menos los que trabajaban allí lo hacían porque querían (al menos eso era lo que le gustaba creer). Eso era una de las cosas que había aprendido de su madre, debe gustarte lo que haces o aprender a quererlo. No sabía muy bien cuál de ellos era su caso, pero disfrutaba allí. Menos cuando Raven hacía de las suyas. Entonces todo se convertía en un gran problema, en una gran montaña de problemas.
- ¿De Polonia dices? - La joven rubia, que se encontraba absorta con algunos recortes de periódicos, alzó la cabeza, asintiendo. Ya estaba acostumbrada a aquellos momentos de reflexión de Charles. Lo hacía muy a menudo. De pronto dejaba de hablar, se encerraba en aquel desorden de pensamientos durante varios minutos y luego, como si nada, retomaba la conversación.
Un suspiro agotado abandonó los labios masculinos.
- ¿Cuándo llega?
- La semana que viene. - Sus cejas marrones se alzaron con incredulidad.
- ¿Cómo que la semana que viene? Debería incorporarse cuanto antes. Ya lo sabes.
- Charles, pareces un viejo gruñón. Deja de preocuparte tanto y trata de relajarte. Hemos estado parte del verano trabajando con menos personal. No vamos a arruinarnos por una semana más.
- De nuevo, querida Raven, ese no es el problema. Protocolos. Normas. ¿Te suenan esas palabras? Es más, ni siquiera le conozco y ya tengo la impresión de que no tardaré en echarlo de aquí.
- Dale una oportunidad, ¿quieres? Dentro de unos meses me lo agradecerás.
- No estoy tan seguro de eso.
Raven entornó los ojos, acercándose a él para luego pasar un brazo por los hombros de Charles.
- ¿Qué te parece si te invito a comer? Al fin y al cabo, dentro de unos meses serás tú quien me invite a mí a comer.
- ¿Y eso por qué?
- Tengo la impresión de que el nuevo -y es que no recordaba su nombre.- te sorprenderá.
Y vaya si lo hizo.
Y hasta aquí. Al fin y al cabo, es el prólogo.
Las actualizaciones y extensión del fin dependerá de la reacción de los lectores. Muchas gracias por leer.~
¿REVIEW?
