Las risas acompañan las tristezas. Las sonrisas las complementan las lagrimas. Los recuerdos, solo son recuerdos.

-¿Que harias si encontraras a alguien que te acompañe toda tu vida?.-.

Es la cuestion que mas cuestionan aquellos quienes pueden tenerlo cerca, aquellos quienes pueden tenerlo lejos, o aquellos que lo reemplazan, pero, ¿y que si el que lo tiene cerca, es invisible?, ¿que si los que lo tienen lejos, no existe?, o que tal si los que lo reemplazan, ¿nunca lo tuvieron?.

Una busqueda insaciable. La busqueda que muchos realizan y no terminan. La busqueda en la que muchos ganan o pierden algo. La busqueda donde al creer que ganaste, la realidad es que encontraste todo, exepto lo que buscabas, donde creer que perdiste, en realidad no encontraste nada.

-¿Por que la vida es cruel?, ¿Por que castiga de esa manera?, ¿Estare haciendo lo correcto?, ¿Quiza?, ¿Por que?, ¿Sera…?.

La vida misma nos llena de sorpresas, nos llena con decisiones que definen la direccion de donde sea que estemos yendo, nos llena de personas que pueden que sean señales indicandonos el camino correcto, haciendose aparecer con luces brillantes para que las notes, o puede que sean piedras que te hagan tropezar durante el recorrido.

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Los cielos estrellados son señal de que el mismo este despierto, pero esa misma noche, el sonido de una voz nueva iba a resonar en la isla Berk, ¿Por que?, el mismo jefe de la aldea, Hipo, estaba teniendo a su primogenito.

El caminaba de un lado a otro mientras escuchaba los gritos desesperados de su esposa Astrid, quien estaba detras de la puerta teniendo el parto. El sabia que un parto era algo serio que hasta podria provocar la muerte de la madre o del bebe, o ambos. Juntaba sus manos, entrelazando sus dedos, el hubiera seguido caminando sin rumbo, pero la curandera salio de la habitacion indicandole que ya podia pasar.

Sin pensarlo, entro a la habitacion con pasos lentos, el rechinido de la puerta y su protesis era el unico sonido que habia en si. Su mirada de poso en la rubia quien estaba postrada en la cama, con el cabello y cara lleno de sudor, pero mas le sorprendio ver a un bebe rosado envuelto en sabanas en sus brazos. Se quedo quieto observando la escena desde lo lejos.

-Niña.- Astrid hablo con su voz ligeramente ronca. –Es una niña.- Poso en dedo en la barbilla de la bebita quien estaba calmada dormitando.

Hipo se acerco sin expresion en su cara, sus pasos eran mas normales, menos temerosos. Ya estaba a un lado de la cama y puso sus ojos verdes en la bebe, en ese momento este formo una sonrisa ligera mientras ponia su mano en la cabeza de la niña, provocando que despertara y mirara a su padre con esos ojos verdes, iguales a los de el.

-Hola linda.- Susurro Hipo mientras aun la acariciaba. -¿Sabes quien soy?.- Pregunto Hipo mientras se acercaba mas a la bebe quien lo miraba con curiosidad. –Soy tu padre.-.

La bebe tomo el dedo del hombre que se le acercaba, lo que hizo sonreir a los padres quienes observaban a la bebe con gusto.

-Tomala.- Astrid llevo el bulto en sabanas para entregarselo delicadamente a Hipo que tenia los brazos ya preparados para sostener a este pequeño humano.

-Es tan pequeña.- Susurro Hipo derramando una lagrima con la voz un poco quebrada. -¿Cual sera su nombre?.- Pregunto.

-Pense en Eyra.- Astrid dijo con voz leve.

-¿Eyra?.- Miro a la bebe confundido por el nombre.

-Por la Diosa de la salud.-Lo miro formando una sonrisa. –Ella es saludable. Es lo mas importante.- Susurro mientras el acercaba a su hija a su madre.

El sonrio a su esposa. –Eyra.- Miro a su hija con una sonrisa. –Eyra sera.- Asintio.

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La nueva integrantes de la familia trajo felicidad tanto como a la aldea como a su familia. Aunque hubiera noches en que tenian que levantarse para saciar las necesidades de la niña, todo valia la pena, pues sus labios a veces formaban una sonrisa.

Aunque, no todo era fresas con chocolate encima. En ese tiempo estaban teniendo problemas con algunas tierras, pero la que mas le preocupaban era la de los escoceces. Ultimamente, los vikingos habian estado atacando esas tierras y saqueandolas, y aunque Berk no era una tierra donde los vikingos acostumbraban ir a saquear otras tierras, los escoceces generalizaron en atacar sus tierras como fueron atacadas las suyas.

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Los planes para atacar a los vikingos estaban terminados, liderado por la joven princesa Merida. Ella ya venia venir este caos, aunque ella ahora como mujer habia madurado fisicamente y mentalmente, aun temia por liderar a todo un reino, que pronto, tal vez estaria a su cargo o lo mas posible, al de sus hermanos, quienes ya habian crecido durante estos años y se tomaban mas serio su papel.

Ella estaba esperando mientras solo recargaba sus manos en la mesa, con muchos pensamientos cruzando en su cabeza, hasta que el sonido de las alarmas se hizo presente sacandola de su estado.

En Berk era diferente. Hipo habia mandado a sus mejores guerreros para combatir con esa gente, pero lo mas doloroso, fue tener que enviar a Astrid con ellos, el queria ir en su lugar, pero tambien debia dejar a algunas personas fuertes al mando de la aldea por si los atacaban, aparte, alguien tenia que cuidar de Eyra, y como su padre, el la protegeria.

-Astrid.- Hipo tomo el hombro de la rubia haciendo que ella lo mirara de frente. –Ten cuidado.- El la abrazo con un poco de distancia ya que este tenia a la bebe en brazos.

Ella derramo unas pocas lagrimas pero sonrio al ver el rostro de su esposo. Esta tomo a Eyra quien la miraba fijamente. Astrid le dio una sonrisa a la bebe pero esta no hacia nada. –¿Puedes sonreir para mi?.- Pregunto Astrid con entusiasmo a la bebe.

La criatura con sus diminutos labios empezo a formar una sonrisa en su rostro.

-Te amo Eyra.- La madre abrazo a su hija, la cual correspondio al abrazo.

Hipo volvio a tomar a su hija y asintio a Astrid para que se fuera, la cual le respondio con el mismo gesto, y solo ambos pudieron verse a lo lejos.

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Las tierras verdes eran invadidas por los vikingos en grandes cantidades. Merida quien iba enfrente luchaba con todas sus fuerzas rezando que no la mataran, pero, esta era protegida por un guerrero llamado Batair, un hombre alto, con lindos ojos marrones, cabello rubio ligeramente largo pero no demasiado, era apuesto. El no habia llamado su atencion pero el era muy insistente, ella acepto estar con el ya que era el o los tipos de los clanes. Ella estaba feliz de saber que alguien luchaba con ella y para ella.

Batair, como el mismo significado de su nombre, luchaba fuertemente, como un fuerte guerrero. El estaba de frente con una mujer rubia quien al parecer, era la mas fuerte de todos los guerreros vikingos, pero el fue mas rapido y pudo atravesar su espada en su estomago sin ninguna delicadeza.

La rubia abrio sus ojos abiertamente mientras sentia el dolor en su vientre, ella se dejo caer al piso de espaldas mientras moria lentamente. Muchos vikingos se dieron cuenta de esto y tomaron el cuerpo de Astrid para salir huyendo, lo que hizo feliz a los escoceces, quienes ya habian perdido a muchos hombres en este sangriento acto.

-¡Vamonos! ¡Vamonos!.- Gritaron los vikingos mientras trataban de revivir a Astrid.

Los escoceces cantaron victoria mientras lanzaban sus espadas al aire. Merida se acerco a Batair al ver como habia derrotado a la mujer quien ya casi lo mataba. Ella tomo su cara y beso su mejilla para recostar su cabeza en el pecho del hombre, quien correspondio tomandola de la cintura y acercarla mas a el.

En cambio, en Berk era el mismo desastre, solo que Hipo oculto a Chimuelo y a Eyra en un lugar seguro para que el pudiera luchar sin pensar en su seguridad. Habian mas escoceces muertos que su misma gente, lo que era bueno, pero era tanta sangre aun asi para el. Los vikingos vencieron y algunos escoceces huyeron, sabra Odin como, pero lo hicieron.

Estaban felices e Hipo estaba mas relajado, suspiraba levemente hasta que algunos dragones llegaron rapidamente a la isla. Hipo estaba emocionado por saber como les habia ido hasta que aparto a toda la gente quien miraba aterrorizada a los recien llegados. El no se habia percatado aun que pasaba, hasta que la miro.

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El funeral era deprimente. Para la familia Haddock, y la tribu, Astrid era una perdida considerable.

Estoico apoyo mucho a su hijo durante la despedida de Astrid y su entierro. El sostenia a su hija en brazos con ojos perdidos en dolor, mientras que su padre y madre lo tomaban de los hombros para abrazarlo. Estoico entendia por lo que pasaba Hipo, el tambien sintio lo mismo cuando penso haber perdido a Valka, solo que lo de su hijo era una realidad.

Las gotas de lluvia empezaron a caer del cielo y todos se dirigian a sus casas con la cabeza gacha en señal de respeto. El, solo se habia quedado ahi parado mientras aun estaba perdido en sus pensamientos.

-Hijo.- Estoico puso sus enormes manos sobre los hombros de sus hijos. –Se ha ido.- Agacho su cabeza y se retiro dandole espacio a su hijo.

Hipo no respondio, en realidad se quedo callado, pero salio de su trance ya que su hija empezo a llorar, el agito levemente a su hija para calmarla, pero no funcionaba por lo cual puso su cabecita en su hombro para abrazarla delicadamente.

-Shh, aun estoy aqui.- Susurro a la niña quien magicamente se calmaba.

El queria recostarse en su cama y dormir unas horas, pero era imposible. El estaba sentado en la mesa de su cocina mientras pensamientos como estos pasaban por su cabeza: ¿Por que la deje ir?, ¿Por que no le dije que se quedara?, ¿Como voy a criar a Eyra solo?, ¡¿POR QUE?!, ¡¿POR QUE?!.

Solo asi llego a la conclusion de que pese que Astrid se habia ido, y sus recuerdos permanecian en su mente y corazon, el recuerdo de ella era mas grande, ya que lo habia dejado a su cuidado, lo que lo dejaria marcado para siempre.