Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen.


.

Capítulo Uno

Adiós

.


Ya era tarde, el sol caía y la noche hacía poco a poco su entrada junto al frío otoñal.

Sentado frente al volante observaba como los últimos rayos de luz se colaban por el parabrisas, iluminando parte de sus ropas negras, distrayéndose de tanto en tanto por el ir y venir de aquel grupo de personas que minutos antes había estado contemplando, saliendo de aquella embriagadora calma que sólo una tarde de sol primaveral podía entregarle.

De un momento para otro desvió la mirada hacia aquel lugar al cual asistido por voluntad propia, perdiéndose durante unos segundos en el paisaje color ocre y la desolación en su estado más puro. Las hojas caían lentamente, cansadas y rendidas, dejando a los arboles desnudos, sólo con sus ramas. El otoño casi acababa, pero la vegetación de ése lugar aún mantenía ese color tan cálido, esa humedad que solo se percibía en esa temporada.

El hombre al fin salió del automóvil, acomodándose el abrigo para cerrar la puerta del piloto y atravesar el verde prado con paso sosegado, deteniéndose de improviso al descubrir que aún había gente en el sitio que deseaba visitar; y entonces alzó la vista al cielo, perdiéndose en las pocas y oscuras nubes, en la brisa fría que lo rodeaba.

— Las nubes…— oyó una suave voz en su cabeza, y sus recuerdos de inmediato se remontaron al pasado, evocando su propia imagen yaciendo en el suelo con una joven rubia a su lado, ambos recostados sobre el césped cubierto de hojas secas— No importa que tan pequeñas o grandes sean… Siempre toman la forma que tú quieres… ¿Crees que uno pueda vivir en las nubes?— le había preguntado ella, cándida.

Hmh…. Yo ya lo hago— le respondió él, sonriente. La chica lo miró, enternecida. Se acercó a él y se recostó sobre su cuerpo, haciéndole esbozar una mueca de disgusto por la incomodidad, pero no la apartó en ningún momento.

— ¿Qué se siente vivir en las nubes?

— Ven conmigo y lo sabrás…— Atrayéndola hacia él, la besó, y en ese instante el recuerdo se disipó en el aire.

Sasuke movió la cabeza con exasperación y desvió la mirada. Pudo sentir como la respiración se le había terminado por unos segundos… Segundos en el que había soñado con ese beso.

Entonces, sus ojos se posaron por primera vez en todos los adornos de flores que reposaban sobre aquel sitio, junto a esas dos relucientes inscripciones de piedra.

Sasuke Uchiha era un hombre que lo tenía todo. Había logrado abrirse camino en la vida por sí mismo, a pesar de haberse quedado completamente solo siendo sólo un niño; sin parientes y con la fortuna familiar perdida. Había logrado forjarse como un exitoso empresario; era dueño de su propia compañía y muy talentoso en los negocios, logrando, a sus escasos veintisiete años, lo que muchos no habían conseguido en toda una vida.

Su atractivo varonil, sus ojos negros como dos profundos pozos, su cabello oscuro y lustroso, su considerable altura y físico envidiable también le habían jugado a favor en su exitosa vida. Adondequiera que iba las personas lo miraban con admiración y envidia, asumiendo, decididamente, que en verdad lo tenía todo. Pero él sabía bien que no era así. Era consciente de que podía tener cualquier cosa, o a cualquier mujer que deseara, después de todo, ellas prácticamente caían rendidas a sus pies. Sin embargo, Sasuke Uchiha, el joven rico, apuesto y exitoso, sólo anhelaba a una; lo había hecho desde siempre. La única persona en el mundo por la que hubiera estado dispuesto a olvidarlo todo, arrojar su vida por la borda, abandonar sus sueños de grandeza sólo para garantizar su felicidad, pero eso ya no era posible. Había amado sólo a una mujer en toda su vida; una mujer que lo había abandonado dos veces, sólo que esta última era la definitiva.

Suspirando, terminó de acortar la distancia que lo separaba que aquella tumba reciente, quedándose de pie junto a ella, e ignorando la que tenía al lado.

Y sintió el dolor apoderarse de su ser.

Aunque con el pasar de los años había aprendido a simular que la había olvidado, sabía que aquel amor seguía vivo, escondido en los más recóndito de su ser, pero seguía allí, quemándolo por dentro, asfixiándolo.

—Debo pensar en mi futuro… No puedo seguir viviendo de promesas, ni de sueños…— musitó, bajando la mirada— Esa no es la vida que deseo…— Fue lo último que dijo antes de dar media vuelta y dejarlo solo. Pero él la detuvo, y la miró con ojos vidriosos.

— ¿Es esto lo que en verdad quieres?— le preguntó, a punto de quebrarse. Tenía la esperanza de que un "no" saliera de esos labios.

—Tengo un plan para vivir…Y tú no estás en él…— declaró ella, firme a su decisión— No de esta forma, Sasuke.

Y ella se había alejado para nunca volver.

Saliendo de sus recuerdos, crispó un puño con ira. Ya no quedaba nada, ya ni siquiera ella le pertenecía, la había perdido hacía mucho. Si tan sólo lo hubiera elegido a él… Si tan sólo hubiera seguido sus sentimientos… Nada de eso estaría pensando…Tal vez, hubiera sido feliz con él… Tal vez, no habría muerto.

Absorto, se deshizo de aquellos pensamientos y contempló una última vez el nombre de aquella mujer que ya jamás volvería a sonreírle, sacando una rosa para posarla sobre la tierra recién removida.

No lloraría, no gritaría ni sufriría por ella. Ya no más.

Ya todo había terminado.

—Adiós— murmuró a la nada. Se dio la vuelta para regresar sobre sus pasos, cerrando aquel capítulo de su vida definitivamente— Es todo...

— ¿Sasuke Uchiha?

Alzó la mirada y se detuvo, más como acto reflejo que por otra cosa. Un hombre moreno, de mediana estatura e incipiente barba lo detuvo con una mano sobre su hombre. Sasuke se giró hacia él con la duda plasmada en su rostro indiferente, y el hombre arrojó el cigarrillo que fumaba para extinguirlo con un pie.

—Soy Asuma Sarutobi. Yo fui quien lo llamó— dijo él, extendiendo su mano, la cual Sasuke contempló, pero no estrechó, haciendo que Asuma la retrajera— Lamento su…

— ¿Qué quieres?— lo interrumpió, grosero. El hombre frunció el ceño.

—Soy… Bueno, era el abogado de la familia, e íntimo amigo de Inoichi.

— ¿Y eso me importa porque…?— continuó, impacientándose por tener que permanecer más tiempo del deseado en aquel cementerio. El otro hombre sólo ignoró el mordaz comentario con un ligero asentimiento.

—Verá, necesito hablar con usted sobre algo que la señora Yamanaka dejó en…— Asuma siguió hablando, pero Sasuke ya no lo escuchaba. Sus ojos habían sido capturados por dos orbes del color del cielo, que lo miraban, llorosas, junto a las tumbas que recientemente había visitado. El cabello rubio se mecía lentamente con la brisa, y el pálido rostro mostraba indicios de haber llorado hasta el cansancio.

Como obnubilado Sasuke contempló a aquella persona; cada rasgo, cada detalle…, y algo dio un vuelco en su interior.

Era imposible, pero… era ella…

Estás viva…— murmuró en voz baja, pasando del hombre que tenía en frente para acercarse a quien fuera su primer y único amor. Sin embargo, a sólo unos pasos se detuvo, saliendo de aquella ensoñación.

No. No era ella. Contemplándola más de cerca pudo darse cuenta de que se trataba de sólo una niña, una pequeña que lloraba desconsoladamente sobre las tumbas de aquellas dos personas.

Sí, era ella, pero no a la vez no lo era. ¿Acaso estaba alucinando?

— ¿Señor Uchiha?— Sasuke parpadeó, regresando a la realidad, notando la comprensiva mirada de Asuma sobre él. No obstante, decidió ignorarlo, centrándose en descubrir si esa niña era real o sólo producto de su mente—. Es idéntica a su madre— acotó, mirando hacia el mismo lado.

— ¿Su madre?— preguntó en un hilo de voz, mucho más impactado de lo que hubiera querido. Sí era real.

—Sí. Fuku e Inoichi Yamanaka eran sus padres…— Sasuke reaccionó con rapidez al oír eso, pero Sarutobi no le dio tiempo de replicar— Fue fruto de un embarazo adolescente— Aclaró— Fuku se casó con Inoichi cuando tenía sólo quince años…

Sólo quince años… Aquello resonó en su mente por un buen rato. Finalmente, sólo respondió con un leve cabeceo.

—Su nombre es Ino— continuó Asuma— Cumplirá doce en septiembre.

Asintió una vez más, demasiado impactado como para decir algo, sólo contemplando a la niña que en ese preciso momento volvió a alzar la vista hacia él, sosteniéndole la mirada. Y, muy a su pesar, Sasuke se estremeció, como hacia mucho no ocurría, frente a esos expresivos ojos como el mar.

Ella lo observaba como si estuviera acusándolo; como si preguntara en silencio: ¿quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué dejaste una rosa en la tumba de mi madre? Esos profundos ojos parecían penetrar en lo más profundo de su alma; querer devorarlo, descubrir sus más oscuros secretos. Y la recordó a ella. A sus ojos que lograban desarmarlo de la misma manera. Los mismos ojos que lo habían cautivado desde la primera vez, siendo sólo un niño; los que conocían cada parte de él, cada latido de su ser.

Era como verse reflejado en un espejo, veinte años atrás. Como si el tiempo ni hubiera pasado, como si Fuku jamás se hubiera ido.

—Uchiha-san— una vez más, regresó abruptamente a la realidad. Asuma había llamado su nombre de nuevo, carraspeando para hacerse notar junto a él— Sé que esto es difícil para usted, pero, ¿podría concederme un minuto de su tiempo?

Sasuke no dijo nada. Volvió a llevar la mirada hacia Ino, encontrándola abrazando a una mujer de cabello oscuro y mirada carmín.

— ¿Para qué?— volvió a hablar, usando su mejor tono indiferente.

Asuma Sarutobi carraspeó una vez más.

—Hay algo muy delicado que debo decirle. Por eso lo llamé.

El joven Uchiha lo miró de reojo.

—Bien. Te escucho.

—Aquí no— se apresuró a decir el otro, lanzándole una fugaz mirada a la niña y a la mujer— A unas calles de aquí hay una cafetería, ¿le importaría esperarme allá?

Sasuke bufó, desordenándose el cabello negro con impaciencia.

—Bien. Pero no tengo demasiado tiempo. Debo regresar esta misma noche a Tokyo, así que…

—Es realmente importante que hable con usted— lo cortó Asuma, en tono urgente— Le prometo no tardar demasiado.

Él asintió con desdeñosa condescendencia, mirando por última vez a la niña que seguía llorando junto a los sepulcros de sus padres antes de caminar hasta su auto, ya sin mirar atrás.

Todo estaba resuelto al fin. Fuku se había ido, y nunca volvería. Hablaría con ése hombre y luego regresaría a Tokyo, a su vida de siempre, olvidándose que alguna vez había amado y sido correspondido. Guardaría aquellos sentimiento donde nunca nadie los hallaría y se olvidaría de todo.

Porque ése había sido el adiós definitivo.

O al menos era eso lo que él creía...

.


.

Continuará...

.


N del A:

Bien, nuevo fic. Ya sé que muchos dirán: "tío, que mejor actualiza lo que ya tienes publicado" pero realmente no puedo escribir si tengo tantas otras cosas perturbando mi mente.

Gracias por leer, y, sólo para quienes les interese, en breve también subiré una historia sobre Katekyo Hitman Reborn!, la cual no constará de más de tres capítulos.

Como sea, gracias a Llanca.

Saludos.

H.S.