Era de noche, las llamas de la fogata, crepitaban. Los acompañantes de Sesshomaru dormían, hasta que luego de unas horas. Rin se despertó, notando que su señor estaba despierto.

—¿No puede dormir? —le preguntó acercándose hacia él.

—No quiero dormir.

—¿Por qué? —él no respondió.

—¿Quiere que le cuente un secreto? —preguntó Rin cuando el silencio se apareció sobre ellos.

Sin preámbulos, le dio permiso y ella, acercó los labios —que oculto con la palma de su mano— al oído de Sesshomaru_sama y le dijo su secreto: "Eres mi favorito"

Arqueó su ceja y la miró a sus ojos fijamente.

—¿Favorito de qué? —preguntó en voz alta.

—Oh, bueno —tartamudeó. No sabía bien cómo explicarlo. Era él, su favorito, pero era mucho mas que eso...—Todo.

—¿A qué te refieres?

—Es, solo que... —poniéndose nerviosa, vio sus bellos ojos y se notaba que esperaba una contestación— Mi favorito par de ojos son los de usted... son como ver un amanecer —inició regalándole una sonrisa dulce—También mi favorito nombre es el de usted—añadió—¡Sesshomaru_sama! —articuló—No quiero nunca dejar de pronunciarlo.

El susodicho no podía apartar la mirada de Rin, mientras seguía hablando con efusividad, entretanto mantenía sus mejillas rosadas.

—Y mi favorito sonido, es tu voz, ¡Me encanta escucharla!—espetó—Me gusta mucho que diga mi nombre.

El viento de esa noche, meció ligeramente los cabellos largos y hermosos de su señor. Rin también los ama.

—También, mi favorito cabello que siempre deseo que me ceda el permiso de tocar y peinar es el de usted—confesó—Parece tan suave y posee un color tan lindo.

El demonio la oía con mucha atención.

—Y mi favorito hogar es cualquiera lugar donde usted estés —terminó—A eso me refiero, Sesshomaru_sama eres mi favorito.

Los ojos marrones de la criatura brillaban y el demonio cohibido por lo dicho tan sinceramente, le hizo tragar saliva, abrumado, sintiendo como el líquido bajaba bruscamente por su garganta.

—Ya es tarde—se limitó a contestar, sin saber qué otra cosa decir en su presencia—Sera mejor que te vuelvas a dormir.

Ella asintió y se acostó, feliz de poder haberle dicho su secreto, de decirle lo tan apreciado que su señor era para ella. Al poco tiempo su respiración apaciguo y el demonio supo que se encontraba dormida.

Se acercó a ella y se arrodilló a su lado.

—Tú también eres mi favorito—susurró cuando estaba seguro que ella se durmió, tocando cariñosamente sus cabellos.