Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, sino a Kuru-sama.
Saori Kido, bella, rica e inteligente. Una joven que aparentemente lo tiene todo. Su vida cambiará cuando tenga que cumplir con su responsabilidad de rica heredera: un matrimonio arreglado.
Capítulo 1: El día más felizmente desgraciado de mi vida.
Saori se despertó temprano esa mañana, algo muy inusual en ella. Pero este día era especial. Era el día que había esperado ansiosamente.
Abrió las ventanas de su habitación y respiró el delicioso aroma de la mañana. Una sonrisilla se escapó de sus labios espontáneamente. Saori bien podría ser la jovencita más feliz del mundo, o eso pensaba ella.
En ese momento sonó su teléfono celular y corrió a contestarlo. Se trataba de un mensaje solamente, entonces procedió a leerlo no sin menos ánimo. Como había pensado se trataba de Seiya.
"Buenos días bonita, solo quería recordarte que hoy nos veremos en el Zodiacs café. Disculpa que insista tanto, pero tengo algo importante que decirte. Hasta entonces."
Una sonrisa tonta se formó en el rostro de Saori, tomó el celular y lo apretó contra su pecho. No cabía en sí de felicidad, hoy Seiya se le declararía y le pediría que fuera su novia; ella le contestaría que sí y entonces ambos se besarían como en las películas, incluso imagino la romántica música que sonaría de fondo. Pero eso no sería todo, después de meses juntos siendo la pareja perfecta se darían cuenta de que eran el uno para el otro y se casaría. "Y vivieron felices para siempre" resonó en su mente. Pero a todo esto ¿para qué esperar tanto? Seiya ya era mayor de edad y ella cumpliría los 18 años en dos meses. Tal vez no era necesario pensarlo tanto, ella estaba segura de que amaba a Seiya y él a ella.
Después de releer el mensaje de Seiya casi diez veces se metió al baño tarareando una alegre canción. Empezó a soltar la trenza con la que había sujetado su cabello lila antes de dormir, mientras pensaba en todos los momentos lindos y divertidos que había pasado con Seiya. Como la vez que habían ido a comer helado y Seiya empezó a llenar su banana split con ositos de goma, alegando que era la batalla de los chibi osos por los planetas chocolate, vainilla y menta. También estaba la vez que fueron a patinar con Aioria, Milo, Marín y Shaina; Saori realmente no sabía patinar, así que Milo y Aioria decidieron "enseñarle". La verdad es que lo único que se les ocurrió fue agarrarla uno de cada brazo y arrastrarla para que "patinara", Saori estaba realmente aterrada y lanzaba pequeños grititos cada vez que le parecía que iba a caer, entonces Seiya empezó a patinar detrás del trío y gritando "devuélvanme a la princesa!" y luego "Saori-saaaaaaaan", de manera que los oyó toda la pista de patinaje, y Shaina y Marín terminaron con dolor de estómago de tanto reírse.
Después de estos alegres recuerdos, Saori se desvistió y empezó a ducharse con una sola cosa en su mente: Seiya.
Frente a la mansión Kido se estacionó un lujoso auto color azul oscuro con vidrios negros, poco tiempo después salió de él un apuesto hombre de cabellera azul y traje gris. En su mano derecha traía un generoso paquete de chocolates traído directamente desde Suiza como un regalo especial.
El joven de unos 25 años se dirigió a la puerta y tocó el timbre. Miró su reloj.
-Tal vez vine demasiado temprano- se dijo a sí mismo.
Mitsumasa Kido oyó sonar el timbre por segunda vez.
-¡Tatsumi!- gritó un poco molesto. No sabía dónde se metía cuando lo necesitaban.
-Enseguida voy, señor- El mayordomo apareció de la cocina, con un rostro agrío como el de siempre. Era un hombre calvo servicial con las personas que consideraba "de buena familia" y antipático con quien creía que estaba por debajo de su posición. La única razón por la que Mitsumasa Kido no lo había despedido era porque adoraba a Saori, y también porque hacía bien su trabajo.
Tatsumi abrío la puerta y enseguida entró el hombre del auto oscuro.
-Buenos días- saludó el peliazul.
-Buenos días, no sabía que vendrías tan temprano- le contestó Mitsumasa Kido extendiéndole la mano, ambos se dieron un fuerte apretón.
-Ha sido culpa mía, he estado tan ansioso que no he podido evitarlo- dijo y sonrió.
-No necesitas mentirme, muchacho. Sé cómo te sientes, pero créeme tu padre y yo hemos tomado la mejor decisión que pudimos.
-De eso no tengo la menor duda.
Mitsumasa asintió con complacencia y agregó –Siéntate, me temo que Saori no bajará de su habitación por lo menos dentro de una hora.
Al salir del baño Saori escogió un lindo vestido rosa pálido de su armario, se puso una pulsera de diminutas perlas que su abuelo le había regalado su cumpleaños pasado y se calzó una sandalias beige estilo romanas que iban bien con su vestido corto y vaporoso. Se colocó frente al espejo y em
-Saori, soy yo, ¿estás pezó a cepillarse el cabello. Segundos después oyó que tocaban la puerta de su cuarto. dormida?- era su abuelo.
-Si lo estuviera no te contestaría- le dijo bromista y saltó de su asiento a abrirle a su abuelo.
Cuando Mitsumasa la vi no pudo evitar sonreír, Saori se veía radiante, y cada día que pasaba le hacía recordar más a su madre Sasha, era idéntica a ella, pero tenía los ojos azules de su padre, Asphros. Era una pena que ellos no pudieran haberla visto crecer.
Saori lo abrazó, sacándolo de sus pensamientos.
-Saori, tengo algo importante que decirte- empezó Mitsumasa- ha venido el hijo de un gran amigo y colega mío para arreglar algunos asuntos- esto último lo dijo dubitativo.
Saori no emitió palabra y dejó que su abuelo continuara.
-¿Recuerdas la vez que te hablé de las responsabilidades que tenemos como dueños de la fundación Kido?- preguntó de manera suave.
-Claro que lo recuerdo abuelo- respondió Saori serena- pero creo que no te termino de comprender, ¿sucede algo malo?
-No te preocupes princesa, no es nada malo.-dijo sonriendo- Solo quería recordarte que dentro de poco cumplirás la mayoría de edad, y como heredera de la fundación aumentarán tus responsabilidades.
-Abuelo no te preocupes, te prometo que me esforzaré por la fundación y tomaré las mejores decisiones.- le contestó Saori con seguridad.
-Me alegra saber eso- acto seguido Mitsumasa besó la frente de su nieta.- Bueno, nuestro invitado espera, le diré que bajarás enseguida.
-De acuerdo, bajaré en 5 minutos.
Y los cinco minutos se convirtieron en un cuarto de hora. Mitsumasa se desvivió pidiéndole disculpas a su joven acompañante, mientras éste último solo reía diciendo que eso no importaba, ya conocía esa parte de las mujeres.
Cuando Saori bajó de su habitación su aroma inundó la sala. El peliazul anotó este detalle en su mente.
-Por fin llegas, Saori- dijo Mitsumasa con un leve tono de reproche en su voz. El peliazul se había levantado de su asiento, como todo un caballero. –Te presento a Saga Géminis, es hijo de un buen amigo mío, ha venido a hablar de negocios, pero antes desayunaremos.
-Es un placer conocerle, Saga –dijo Saori con una hermosa sonrisa en su rostro, después de todo hoy sería uno de los días más felices de su vida y nada ni nadie cambiaría eso.
-El placer es todo mío- No supo porque pero su tono de voz fue insípido y su rostro parco, pero Saori no pareció notarlo.
Se dirigieron al comedor, donde empezaron a tomar el desayuno. Platicaron de cosa triviales e incluso rieron de una broma de parte de Mitsumasa Kido, Saori recalcó el placer que le proporcionó conocer a Saga, y Saga solo seguía la corriente.
Pero al final de cuentas lo que pensaban nadie lo decía. Mitsumasa pensaba en cómo darle la noticia a su nieta, Saga pensaba en donde se encontraría su hermano gemelo Kanon y Saori pensaba en si se pondría sandalias o tacones en su boda con Seiya.
Finalizando el desayuno, el abuelo de Saori estaba dispuesto a soltar la bomba que tenía preparada para ella. Tatsumi se dirigía a la mesa con una fina bandeja en la que traía unos suculentos postres.
-Ha llegado la hora de hablar de negocios- empezó diciendo Mitsumasa- Saori el padre de Saga y yo hemos buscado soluciones para el inminente fracaso de nuestras fundaciones…-Saori se había levantado para ayudarle a Tatsumi a servir los postres. -… y la solución indiscutible a la que hemos llegado…- Saori tomó dos platos con sendas porciones de tarta de chocolate con frutos rojos-… es que Saga y tú se unan en matrimonio.
En la mansión Kido se escuchó como dos finos platos de porcelana caían al suelo y se rompían en mil pedazos, al igual que el corazón de Saori.
Continuará...
Bueno espero que les haya gustado n.n
Si tienen alguna pregunta, sugerencia, opinión me encantaría saberlo.
Sayonara!
Y tú, ¿has sentido el poder del cosmos?
