El hombre de cabellos cobrizos sabía que ese momento llegaría algún día. Su pequeña hija esperaba pacientemente que le contestara aquella pregunta tan inocente que le había hecho, no había ningún atisbo de reproche en sus facciones, ni signo alguno de que fuese a llorar, sus brillantes ojos azules le veían con curiosidad y él solo se sintió peor, tratando de no mostrarse nervioso ante ella desvió la mirada a profesora que miraba con curiosidad la escena, la señorita giró su cabeza con rapidez al sentirse descubierta.
—¿Dónde está mamá? — insistió una vez más pensando que su papá no le había oído. Honoka le sonrió débilmente a la pequeña para luego hacer total uso de su animada personalidad.
—¡Así que ya quieres saber de mamá! ¿sabes? Ella es una princesa. — dijo susurrando en un tono confidencial. —¡Pero, shh! Es un secreto, que nadie se entere ¿sí?
—¡Sí! — contestó con emoción la pequeña You contagiada con el humor de su padre.
—Y como es un secreto, no puedo contártelo ahora ¿Qué tal si antes de llegar a casa pasamos a un lugar divertido? ¡Elige el que quieras! Después de eso te contaré de mamá
Sabía que tendría que hablarle sobre ella, pero prefería aplazar un poco el momento. Aprovecharía para pensar en qué decirle, no quería que estuviera triste y no se atrevía a mentirle. No quería que le odiara cuando creciera.
—¿Puede venir Chika-chan?
—¡Claro! Pero primero tiene que pedir permiso a Rin-chan.
—¿Papi…? ¿Puedes hablar tú con tía Rin? — preguntó agarrándole de la manga con timidez, puede que tenga una personalidad enérgica pero no se sentía muy segura tratando con adultos.
—¿Debería hacerlo…?
—Por favooor. —
El adulto se carcajeó divertido y esperó que su amiga llegara a buscar a Chika a la escuela.
Después de un divertido día con ambas niñas Honoka se sentía un poco más relajado para lo que venía, pasó a dejar a la pequeña amiga de su niña no sin antes comer un gran helado con chispas de chocolate.
Llegaron a su casa agotados y la niña que no había olvidado su pregunta anterior, le volvió insistir.
Él se sentó con ella en el sofá y para el desconcierto de la menor, comenzó la narración de un cuento. La niña se veía confundida al inicio, pero no le interrumpió por que había captado su interés.
"Había una vez una hermosa princesa, era amable y querida por todos en el reino. Ella estaba profundamente enamorada de su amigo de la infancia, un chico de cabello negro que había conocido un día cuando la modista había ido a tomarle las medidas para el vestido de su sexto cumpleaños, había llevado consigo a uno de sus hijos para que le ayudara a cargar los materiales ya que debido a su embarazo y a la sobreprotección de su esposo no estaba sola en ningún momento.
El niño, rápidamente le tomó cariño a aquella princesa dejando de lado el prejuicio y reticencia que tenía de hablar con ella en un principio.
Ambos crecieron juntos, y como era esperarse de aquella relación tan cercana el ahora muchacho, se había enamorado de ella. Pero debido a su humilde estatus social reprimía sus sentimientos tanto como podía. Como estaba consiente de su atractivo, utilizaba sus encantos para enamorar a jovencitas y de paso tratar de olvidar a aquella que era motivo de todos sus pensamientos.
La princesa deprimida al verlo con una y otra doncella, salió del castillo sin su guardia para distraerse. Caminando por el pueblo le dio hambre y como si lo hubiera pedido, un agradable aroma le envolvió. Ella siguió el agradable olor y llegó a una sencilla tienda. Al entrar fue recibida por un joven panadero.
La alegría contagiosa del chico y el suave pan le hizo sentir calidez. Por un instante olvidó la razón de su pesar y el dolor en su pecho cesó.
Con el pasar de los días siguió yendo a la tienda a comprar allí algún dulce y de paso charlar con su nuevo amigo. La princesa de cabellera gris era muy intuitiva y notó que algo lo tenía preocupado. El panadero de ojos azules le contó que su enamorada estaba comprometida con un doctor y que la boda sería pronto.
La compasiva princesa le consoló y teniendo en cuenta su propio dolor, le ofreció su cariño. El chico poco a poco iba sanando su corazón gracias a la bondad de la joven.
Un día, el pelinegro se enteró de que la princesa se estaba viendo con el panadero, no pudo seguir huyendo de lo que sentía y le confesó su amor.
La joven feliz de ser correspondida olvidó que ya estaba en una relación y aceptó al de cabellos oscuros. Cuando recordó al humilde panadero su corazón se llenó de culpa y fue a hablar con él para acabar con ese amorío.
Cuando le vio ninguna palabra pudo salir de sus labios, él estaba tan emocionado hablándole de sus planes en los que ella estaba incluida que todo el valor que creía tener se evaporó.
Con el pasar del tiempo era más difícil hablarle de lo que estaba pasando. Le contó su situación a su querido pelinegro y como este le amaba no se enfadó. Un día decidieron huir sin decirle nada a nadie…"
—¡Alto! — dijo la niña con el ceño fruncido. — ¿Qué pasa con el panadero? ¿Por qué solo él sufre? ¡Esa princesa es horrible…! Y-yo no… hm
Honoka al ver que su hija comenzaba a hipar la arrulló entre sus brazos. —Cariño, no llores. La princesa no es mala, solo fue honesta consigo misma.
—P-pero ¡No es justo!
—No hubiera sido justo que viviera engañándose a sí misma ni al panadero. Además, ella le dejó un regalo antes de irse. — Le contestó para luego besar su frente. —El mejor que ha recibido nunca.
—¿En serio?
—¡Sí! — el joven padre dijo con alegría intentando animar a su hija. —Es su regalo más preciado.
—¿le dio un barco? — preguntó con ilusión.
—Nop
—¿Podemos ir al mar el fin de semana?
—¡Es una buena idea! Solo si te portas bien.
—¡You-soro! — saltó mientras ponía su manito en la frente. — ¡ah! Papi… ¿qué hay de mamá? —
—Ella es la bondadosa princesa que sanó el corazón de papá. ¡Y le dio el regalo más hermoso de todos! — Honoka tomó a si hija de la cintura y la elevó. Haciendo que You se carcajeara.
—¿Soy yo? — preguntó con una risita.
—¿lo dudas? — You negó con la cabeza para luego abrazar a su papá por el cuello, contenta de que esa bondadosa princesa le haya obsequiado el papá que tenía. Ya no le parecía tan mala y si su papi era feliz no podía ser tan terrible.
Escribir esto en realidad fue muy random. La idea apareció y no pude evitar escribirlo.
