Disclaimer: Los personajes pertenecen a SM, la historia es de iambeagle, yo solo me adjudico la traducción, con el debido permiso de la autora.
Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite fanfiction)
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Capítulo 1: Aeropuerto
Antes
—Estás en mi asiento.
Miré hacia arriba para ver que un hombre, con extraño cabello broncíneo, me miraba expectante. Parpadeé, sin molestarme en refutar lo que dijo. Mi falta de reacción hizo que él mirara su boleto de avión, revisando el número de asiento.
—¿Lo estoy? —Me hice la tonta—. Está bien. Puedes tener mi asiento —señalé a mi lado, sonriendo ampliamente mientras le presentaba el asiento de la ventana que estaba cubierto de migajas de pan. Las tiré al suelo, haciéndolo lucir mejor.
—No quiero el asiento de la ventana —dijo, acomodando su equipaje de mano en el compartimento.
Sacudí la mano.
—Considéralo tu día de suerte. Todos quieren el asiento de la ventana.
—Aparentemente no. —Me miró fijamente, esperando que me moviera.
—Sí, la cosa es que… —No terminé, sonriendo con incomodidad. ¿Por qué él estaba haciendo esto tan complicado?
—¡Oiga, señora! —gritó impaciente un hombre calvo—. Si quería un asiento en el pasillo, lo hubiera pedido cuando reservó su vuelo. Muévase.
Entrecerré los ojos hacia el hombre que pensó que era apropiado gritarme en público y le hubiera dicho algo si no hubiera sido interrumpida.
—Oye. Está bien, está bien —le dijo el extraño de cabello broncíneo, luchando por sentarse en el asiento de la ventana.
—Gracias —murmuré una vez que se sentó y se abrochó el cinturón.
—Bueno —se inclinó hacia mí—, la gente estaba esperando por llegar a sus asientos asignados. No quería causar una escena.
Simplemente ignoré su comentario sacando mi libro, indicando que había terminado de hablar. Claramente, él no entendió la señal.
—Ese grosero hombre calvo tenía razón. Debiste haber escogido tu asiento cuando reservaste el vuelo. Hubiera causado menos problemas.
—Bien —bufé y cerré mi libro—. Pero todos siempre me dan el asiento del pasillo. ¿Por qué molestarme en pasar por todo el problema?
—Ah, ya veo. —Se lamió los labios y pensó por un momento, llevando una mano hacia su frente para quitarse el cabello de ahí, causando que se revolviera más—. Así que, ¿estás acostumbrada a salirte con la tuya todo el tiempo?
Fruncí el ceño ante sus palabras, su acusación.
—No. Yo supongo que las personas son muy amigables.
—Seguro, y no lastima a nadie el hecho de que eres joven, linda y tienes toda esta aura inocente.
—Voy a leer ahora —murmuré, alzando mi libro en caso de que no lo hubiera visto en mis manos.
Sus dedos se movieron contra sus muslos antes de que sacara una copia de Sky Mall.
—Disfrútalo.
Veinte minutos después del despegue, el extraño había terminado su estimulante lectura, dejaba con seguridad su revista en el bolsillo del asiento frente a él.
—Soy Edward, por cierto. Solo en caso de que te preguntes el nombre de la persona a la que le robaste el asiento.
—Soy Bella —fue todo lo que dije.
—¿Estás segura de que no quieres el asiento de la ventana, Bella? La vista es asombrosa.
—Eso… eso es por lo que no quiero el asiento de la ventana —dije en voz baja.
—Ah. ¿Acaso el mirar por la ventana hace que se te revuelva el estómago o algo así? ¿Comienzas a sudar y te dan náuseas? —Tragué, incapaz de responder—. Sabes, tienen este maravilloso objeto que puedes bajar sobre la ventana. —Lo cerró. Lo abrió. Cerrado. Abierto—. ¿Lo ves?
—De acuerdo, pero… —Me mordí la parte interna de la mejilla—. Cuando la cortina está cerrada, me siento claustrofóbica —admití—. Y cuando está abierta, yo solo… —Me encogí de hombros.
—Oh. Mierda. Lo siento. —Miró la ventana, alzando la mano dudosamente para cerrar la cortina.
—Si estoy en el asiento del pasillo, la cortina puede quedarse abierta. Está bien. Solo soy extraña. Ignórame.
—¿Siempre eres así cuando viajas? —preguntó, llevándose una goma de mascar a la boca y ofreciéndome una, la que decliné.
—¿Siempre soy como qué? —Me miró y mascó la goma, sin molestarse en responder—. No soy una persona que se pone nerviosa al volar —dije con convicción, juntando las manos sobre el regazo.
—Nunca dije que lo fueras —rio, sacudiendo la cabeza—. Te veo más como una persona que se asusta demasiado al volar.
Abrí la boca para hablar, luego la cerré de nuevo. Él me miró con diversión mientras luchaba por detenerme de hablar.
—Bien. ¿Sabes qué? Bien. —Crucé lo brazos—. Lamento estar asustada de que el avión vaya a estrellarse y yo no sepa cómo hacer que el borde de mi asiento se convierta en un salvavidas —dije, un poco histérica—. Y, ¿todo ese asunto de asegurar tu mascarilla de oxígeno primero antes de ayudar a los demás? Um, sí. No necesito que me lo recuerden. Definitivamente me voy a asegurar que yo tenga oxígeno antes de ayudar a alguien más.
—¿Incluso a mí? —bufó—. Dejé mi asiento por ti. Lo mínimo que puedes hacer es ayudarme a asegurar la mascarilla de oxígeno en mi rostro —dijo animadamente. Tenía la sensación de que se burlaba de mí—. Es fácil, por cierto.
—¿Qué es fácil? —pregunté, viéndolo con curiosidad, tomando un muy necesitado respiro.
—Convertir el borde de tu asiento en un salvavidas —explicó, levantando su pierna para que descansara sobre su muslo.
—Oh.
—Manejo extremadamente bien las situaciones bajo presión. De hecho, tú pareces lo suficientemente agradable. Probablemente te ayudaría a hacerlo —añadió, luciendo complacido consigo mismo—. Siempre y cuando tú me ayudes con la mascarilla de oxígeno. Esto es responsabilidad compartida, Bella.
—¿Lo es? —pregunté, concentrándome en la rectitud de su mandíbula.
—Sí. Ser compañeros de asiento es un asunto muy serio.
—Gracias por hacérmelo saber —dije tontamente, dejando de mirarlo para poder regresar a mi libro.
—No hay problema. Incluso compartiré mis nueces contigo, si quieres. —Sus labios se curvaron y yo ahogué una estrangulada risa—. Ah. Ella se ríe.
—Solo cuando algo es inapropiadamente gracioso.
Asintió.
—No sé por qué estés volando a Nueva York o qué es lo que tienes planeado, pero creo que es seguro decir que me debes una cena, o por lo menos unos tragos.
—Supongo que me dirás por qué te debo una cena —evadí con lentitud.
—Porque cedí mi asiento por ti, por eso.
—Pero ya te estoy pagando al prometer ayudarte con tu mascarilla de oxígeno.
—Eso es cierto —dijo, mirándome con curiosidad—. Entonces yo te compraré la cena —ofreció.
—Bien —accedí después de un momento—. Seguro.
Él sonrió ampliamente, recargándose en su asiento.
—Bien.
Hola a todas, bienvenidas a una nueva traducción para cerrar el año con broche de oro :P
Es corta, con final feliz y un poco de drama; los días de actualización serán los normales: lunes, miércoles y viernes.
Espero que me acompañen con esta nueva historia y espero ansiosa sus reviews con sus primeras impresiones de esta historia :D
¡Nos leemos pronto!
