Esa mañana…
La mesa puesta. El mantel al que yo le hice el dobladillo. Las flores que tú trajiste del mercado, apenas ayer por la mañana. El pequeño jarrón que vimos en un bazar y tú compraste para mi.
-"¡es una ganga!" - dijiste.
Una nota, cuatro líneas y dinero, mucho dinero… todo el alquiler, mas un mes de mi sueldo. Pero nunca el suficiente para compensar tu ausencia. ¿Crees que sólo eso me dejaste?
Te has equivocado Albert… me dejaste un enorme hueco, un hueco en nuestra casa, un hueco en mis oídos que ya no escuchan tu voz, un hueco en mis ojos que ya no te ven… un hueco en mis labios porque ya no tengo por quien sonreír.
… Y te has llevado mucho más, Albert… te has llevado la razón de todo esto… la razón de esta casa y estos muebles, la razón de este trabajo… y la razón de esta vida que llevábamos juntos de maravilla.
Leo la nota hasta memorizarla… por si hay en ella alguna clave, negándome a aceptar lo inevitable: Que te fuiste. Que recuperaste la memoria… los vecinos… ¡Y eso qué diablos importa!
Recojo tu nota y los billetes que se han esparcido por el suelo…. Y no puedo hacer más que llorar…
Sabía que algún día ibas a irte, que la ciudad no era tu mundo, que una casa era para ti igual que una jaula… que la compañía estorba a quien siempre se ha valido por si mismo…
Pero… ¿Por qué, Albert? ¿Por qué? ¿Acaso te gusta angustiarme de este modo? ¡Eres un idiota! ¿Por qué siempre te vas cuando menos me lo espero? ¿Por qué te fuiste ahora que todo iba tan bien?
¿No te gustaba nuestra casa? ¿No éramos ya una familia? ¿No íbamos a compartir penas y alegrías? Pudimos habernos mudado, Albert…
Yo adoraba verte entrar por esa puerta, que me despertaras por la mañana,… que me ayudaras a poner la mesa… que fueras amigo de mis amigos… que me leyeras el diario en voz alta mientras yo preparaba el café. Me quedaba nefasto, lo sé, y aún así te lo tomabas, siempre con una sonrisa…
Y ahora me rio entre lágrimas como tonta. Hoy tocaba hacer la compra juntos ¿verdad?… te tocaba lavar los platos, y a mí hacer las camas,... ¿No dijiste que hoy me ibas a enseñar a hacer guiso con carne?
Salgo corriendo a buscarte…
¿A dónde? No sé, no tengo la menor idea… pregunto por la calle: rubio, ojos azules. Nadie me da ninguna pista. Que les diga algo más…
¿Qué más quieren que les diga? ¿Qué sonríes como un ángel?, ¿que me mirabas como nunca lo ha hecho nadie?… ¿que me conoces mejor que yo a mí misma?… ¿qué un abrazo tuyo me cambiaba el día?
¿Qué se me ha detenido la vida? ¿Qué no tengo a nadie más que a ti? ¿Qué siempre has sido mi única constante? No importa las palabras que use, jamás podrán imaginarte si no te han visto nunca.
Corro a una esquina y… ¡me parece verte!… no, no eres tú, ni siquiera se te parece… son mis ojos y mi mente que ansían verte… que te imaginan en cada rubio alto que pasa… Sé que no eres tú, y aún así me vuelvo con disimulo para verlo bien de cerca… te irías de nuevo si supieras con quienes te he confundido…
Albert… ¿acaso has vuelto a Lakewood? … un mensaje en una botella…
"si quieres decirme algo pon un mensaje en una botella…" – me dijiste…
Albert…. No quiero ponerte un mensaje… quiero ponerte mi corazón para que lo sanes… como sólo tú sabes hacerlo…
Sé que no te vas para siempre… sé que esto no es definitivo… sé que volveré a encontrarte, a verte, a abrazarte… pero mientras tanto… ¿qué hago, Albert?
Esta noche voy a dormir en tu cama, tal vez me ponga tu pijama… quizá sueñe contigo… quiero tenerte cerca aunque sea en esa forma…
Pero… ¿por que te fuiste, Albert?
No…, no te reprocho que te hayas ido… lo que no entiendo es… ¿por qué no me llevaste contigo…?
Je,je,je, lo hice.
CFRío.
