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De disparos y Muppets

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Aún recuerdo a esa chica loca con la que me topé aquel día. Todavía cuando la recuerdo, se me escapa una sonrisa llena de nostalgia. Hace tiempo que no la veo, pero algo me dice que algún día me encontraré de nuevo con esa chica desquiciada, en el buen sentido del humor.

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Summer podía presumir de ser la chica más despistada, risueña, inocente, rara, traviesa, ingeniosa y con una alocada (demasiado tal vez) imaginación de niña de cuatro años, a pesar de que ya tenía veintidós años recién cumplidos.

Tenía el rostro pálido, el cabello castaño y medio ondulado; muy largo por cierto, sus orbes eran cafés y una brillante sonrisa acompañada de unos labios medio gruesos y rosas adornaba su rostro en forma de corazón. Era delgada y vestía con su uniforme de la universidad privada que constaba de un vestido color azul marino de tirantes gruesos sobre una blusa blanca larga, calcetas azules y unos relucientes zapatos negros.

Aquella primera vez que la vi caminaba frente a mí, subió las escaleras del hotel donde yo me hospedaba por ese tiempo y en el último escalón se le torció el pie y cayó hacia atrás, sobre mí, yo era lo bastante fuerte para sostenerla así que la atrapé. Ella se enderezó rápidamente y me sonrió.

― Gracias, señor –exclamó con encanto. En ese momento creí que era la típica chica dulce que solo deseaba la paz mundial y que solo sacaba buenas notas en la escuela, una opinión muy, pero mucho muy alejada de la realidad.

Summer se dio la vuelta para seguir su camino el cual era el mismo que el mío. De repente volteó a verme con escepticismo, levantando una ceja, pues creía que la estaba siguiendo, pero finalmente descubrimos que la puerta de su habitación estaba frente a la mía y cada quien entró por su lado.

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Ya era muy de noche cuando de pronto unos disparos se escucharon fuera de mi habitación. Me levanté y abrí la puerta para ver qué había pasado; una cosa no muy inteligente debo admitir.

Mi molesto y extraño vecino nuevo con pistola en mano, estaba en su departamento con la puerta abierta con cuatro hombres tirados en el suelo, totalmente inconscientes y él estaba herido de una mano. ¿Esos sujetos estaban muertos?

― ¿Qué clase de deidad te crees para matarlos? –le reclamé impactada.

James dio un respingo, supongo que no esperaba verme.

― No están muertos –me aseguró.

La alarma del hotel resonó por los pasillos de repente.

― Necesito esconderme –musitó James.

― ¡Ash! ok, entra a mi habitación –dije con fastidio y abrí más la puerta.

―No me refería a eso –agregó de inmediato.

―Pues yo no veo que tengas otra opción –dije con los brazos cruzados y el ceño levemente fruncido.

James enfurruñado entró a mi cuarto de hotel. Cerré la puerta y él observó que yo tenía una vasija llena de helado de vainilla y chocolate con la televisión encendida transmitiendo una película de terror. Yo apagué el televisor de la sala pequeña enseguida.

― ¿Despierta a las tres de la mañana? –preguntó extrañado de mi comportamiento mirando mi reloj digital cercano.

―No tenía otra cosa que hacer –me justifiqué.

― ¿No se te ocurrió dormir? – inquirió con sarcasmo contenido.

―Ni loca. Llevo tres películas de terror seguidas, dormir seria mi última opción. Oye, ¡¿por qué no me miras cuando te hablo?! –me enfadé cuando se volteó a la mitad de lo que yo le estaba diciendo.

― ¿Podrías ponerte algo encima? –se quejó James viendo todo menos a mí. Yo me mire a mí misma, no estaba tan mal, traía una blusa de tirantes de los Muppets y unos calzones.

― ¡Santo cielo! –exclamé dándome cuenta del problema. – ¿No te gustan los Muppets? –declaré aterrada.

― Olvídalo –James rodó los ojos.

Enseguida los guardias del hotel llegaron a mi puerta para registrar el lugar, supongo que alguien se habrá quejado de los disparos que se escucharon hace rato.

― Un momento –les dije –. Estoy… ¡desnuda! –les grité.

―Más vale que lo crean –dijo James para sí mismo, aunque pude escucharlo.

―Cállate –le dije –Escóndete arriba de mi closet, tras los cobertores.

―Registraran allí –me dijo.

―Yo me encargo, tu vete –lo empujé para que se fuera y después me apresure a abrir la puerta.

―Sentimos mo-molestarla –dijo el guardia viéndome anonadado, no sé por qué. ¿Tampoco le gustan los Muppets?

―No le creo nada, pero pase –le dije fastidiada.

Los guardias se metieron a mi habitación y empezaron a revisarla. Cuando noté que se fueron a mi habitación personal, me recosté en la cama agarrándome el estómago y fingiendo una cara de dolor.

―Por favor, rápido… ¡auch! Es que tengo unos cólicos tremendos, ya saben, menstruales – hacia cara de dolor –no sé porque pero mi ciclo ha estado muy raro, se supone que dura cinco días, ¡pero me ha durado veinte! ¡¿Alguno de ustedes sabe por qué?! ¡Auuch!

Los presentes guardias negaron incómodos y sonrojados.

― ¡auch! ¡Duele! –Me revolqué en la cama, pataleé, hice toda una escena dramática digna de un Oscar – ¡Es como si fueras a tener un parto! –grité como último recurso al ver que no se iban.

―Estoy seguro que no hay nada aquí, ¡vámonos! –dijo uno de los guardias saliendo disparado de mi cuarto y sus compañeros lo siguieron.

James salió de su escondite. –Buena actuación –me felicitó.

―Gracias –sonreí levantándome de la cama. –Si no quieres que te atrapen no podrás salir esta noche de mi cuarto.

― ¿Estás hablando en forma seductora? –entrecerró los ojos y me sonrió con sorna.

― ¡Claro que no! –le dije y James caminó fuera de mi habitación. – ¡Espera! ¿No quieres dormir aquí conmigo? Mi cama es muy amplia –James tiró una risita burlona. – ¡No, no es que tenga miedo! ¡Yo veo ese tipo de películas todo el tiempo! –y él se rió más fuerte. Este tipo… ¡cómo me molesta!

― Querida… -dejo un espacio para que le dijera mi nombre.

― Summer, y no soy tu "Querida".

― De acuerdo, mi estimada Summer, te prometo que todas esas películas de terror que has visto, no son reales, nena –musitó tocándome la cabeza con su enorme mano, como si yo fuera una pequeña niña.

― No necesito que me lo digas –gruñí y me quité su mano de un manotazo.

― Tengo que irme, de verdad gracias por esconderme, te debo una –exclamó acercándose a la puerta. –Ah, y Summer, no invites a cualquier extraño a tu habitación y menos para quedarse a dormir.

Después de eso, cruzó la puerta y no lo vi más. No sé si al final lo atraparon los policías o si logró escapar o si de verdad mató a esos sujetos, solo sé que se fue y ahora yo estoy asustada.

Por favor… ¡que Samara Morgan no sea real!

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Caminaba por las calles de Londres. Hacía un frío glacial y por eso mismo llevaba una reconfortante gabardina negra. La banqueta por donde transitaba estaba mojada, había llovido hace poco. Acababa de volver de Rusia y de pasar un trago amargo por la traición de Vesper. Tenía que descansar un tiempo y M me lo concedió.

Llevaba cerca de dos semanas aquí sin hacer nada más que hacer cosas aburridas como visitar museos o ir al teatro. Mi rutina era perezosa pero me gustaba un poco. De pronto, la vi a lo lejos, Summer estaba frente a un puesto de flores con una niña en brazos de al menos un año. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que la vi? Vaya, la vida continúa siempre y no le importa quién batalla para superar el pasado, ni la vida ni el tiempo perdonan. Es increíble ver a esa loca con una hija. Ella volteó y me ha visto, así que no queda más remedio que ir a su encuentro.

Ella camina hacia mí y yo hacia ella. Todo esto me parece tan irreal.

Al tenerla enfrente no puedo evitar sonreír ampliamente, aun no puedo imaginármela de madre.

― ¿Casada o unión libre? –le pregunté mientras ella sonreía al verme. Tal vez no era la mejor frase para saludar a alguien que no has visto en por lo menos dos años y que aparte te salvó el trasero una vez.

― Ninguna de las dos –contestó sorprendiéndome.

Una leve preocupación sobrevino en mí. ¿Acaso el muy bastardo no le había respondido como hombre?

— ¿Dónde está tu novio o esposo? –inquirí.

— No tengo novio ni esposo.

― Es tu hija, ¿no? –señalé a la pequeña parecida a ella.

― No –rió –Es mi hermana, se llama Vivian.

― Oh –finalmente sentí cómo el alma me regresaba al cuerpo. Pudo haberlo declarado desde un principio, ¡esa chica!

― Te vez bien –opinó Summer. Sonreí. Iba a decirle lo mismo cuando la pequeña extendió sus bracitos hacia mí – ¿Quieres cargarla?

― No soy bueno con los niños –pero antes de que me diera cuenta, la niña ya estaba en mis brazos. Summer me dijo como sostenerla. Me sentí raro e imaginé que junto a Summer y la pequeña éramos una familia. Era una linda escena en mi cabeza. Pero aquello no pasaría de ser una simple fantasía. Un hombre como yo jamás podría tener una familia. La pequeñita regresó con Summer y mi sonrisa desapareció poco a poco al saber que la fantasía había terminado.

― ¿Y tú que has hecho? ¿Ya te has casado? –me preguntó y yo negué con la cabeza –¡Pues ya te estás quedando, anciano! –sonrió y yo lo hice también.

― No creo que haya una chica para mí –confesé.

― He visto a una chica para ti –me dijo.

― ¿En dónde?

― Hace un rato estaba viendo las flores, vive a tres manzanas de aquí.

Me quedé sin habla. Se refería a ella misma.

― Oh, entonces dile que iré a verla pronto.

― Yo le paso tu recado –me prometió con un asentimiento de cabeza y siguió su camino.

Di la media vuelta con la intención de regresar al hotel, caminé un par de pasos pero finalmente regresé a donde había visto a Summer. La observé a lo lejos y corrí para alcanzarla. Ella volteó a verme y me sonrió, al igual que Vivian.

―Tengo que ver que Vivian llegue con bien a su casa, después de todo, te tiene a ti como hermana.

― Oye -me reclamó sonriendo ―Entonces vamos.

Por alguna razón, siento que después de este día, no podré dejarla ir tan fácilmente como lo hice hace tiempo.


Al parecer es el primer fanfic de James Bond en español, me muero de los nervios no solo por eso, sino porque ésta historia es de las más raras que he escrito. Tenía esta idea hace mucho y antes de que quedara en el olvido la he publicado.

¡De antemano gracias por leer!