Summary: El vampiro Edward Cullen sabe que su destino es reclamar a Bella Swan como suya.

Bella es una Darklighter, mitad demonio, mitad ángel, y ha jurado destruir al hombre que casi la mata. Si tiene éxito, tendrá que asumir su lado demoníaco y transformarse al mal.

La única manera que Edward tiene de salvarla, es acostarse con ella y absorber sus poderes oscuros.

Pero aunque ella se siente tentada después de tener una visión erótica compartida con él, Bella se resiste a sus encantos.

Edward tendrá que utilizar todo su poder de seducción para lograr que Bella se rinda a su destino y... a su deseo. Porque si él falla, ella morirá.

Mordida por el vampiro

Advertencias

Este Libro pertenece a la Bonnie Vanak, solo lo adapto a los personajes de Twilight. Twilight pertenece a S. Meyer, por tanto el nombre de los personajes en esta adaptación también. NADA DE ESTO ME PERTENECE y cambiando el conducto regular, como podrán ver, esta vez es un libro algo un poco más largo a lo que he realizado alguna vez y hace parte de una serie de cinco libros llamada Serie Los Antiguos, no sé si los adaptaré todos… Haré lo que pueda.

(Si alguien más lleva o llevo la adaptación de este libro, le pido encarecidamente que no arme una trifulca y mejor me envíe un correo)

[Si no les gusta, no es mi problema no armen líos, me estreso fácil]

{Contenido adulto, ¡es M de por dios!, si no son lo suficiente maduras como para llevar algo así, no lean, no es de mi interés su madurez mental y no estoy para soportar dramas}

La cuenta de GN, las reglas de GN…

-Sean bienvenidas, espero hayan leído lo anterior-

¡Enjoy it!

- Empieza la historia -

Capítulo 1

Una mano de fuego acarició su trasero desnudo, causándole a ella temblores de anticipación.

Las sombras danzaban alrededor de las doradas llamas, que creaban docenas de velas perfumadas en la habitación. En el cabecero tallado de la cama, el resplandor de las velas iluminaba dos copas llenas de un fino vino francés. Era el escenario de una seducción deliberada.

Las sabanas rojas de satén crujieron, cuando ella se movió. Su seductor, acariciaba su espalda con sus largos y delgados dedos. Bella Swan estaba desnuda e inmóvil, con un brazo estirado por encima de su cabeza. Esa postura empujaba sus pechos hacia arriba.

El vampiro lo notó. Su hermosa boca de labios carnosos se dirigió a una de las cimas.

— Eres tan hermosa. Quiero probarte. — Susurró.

Su mirada, intensa y oscura como la noche, acariciaba su cuerpo desnudo, consiguiendo que su cuerpo vibrara.

Él era poderoso y estaba acostumbrado a mandar. Al igual que todo a su alrededor, él encarnaba la elegancia y el refinamiento. Su largo cabello cobrizo y rizado flotaba suelto, cayendo por debajo de sus anchos hombros. Sus rasgos eran clásicos, con la barbilla salvajemente masculina, en contraste con la plenitud de sus labios. Sus ojos eran fríos, como los copos de nieve que se aferraban a las ventanas.

La fuerza de sus elegantes manos podía romper un cuello como si fuese una rama seca, o acariciar lentamente entre las piernas a una mujer, haciéndola rogar y suplicar por sus caricias.

— Átate a mí, Bella. Une tu alma a la mía. Abandona la oscuridad, o morirás.

Ella se resistió a la mirada solemne de sus hipnotizantes ojos.

Sus ojos tenían el poder de conseguir que obedeciera, convirtiéndola en un títere inconsciente, y perdiendo todo el control. Bella era una Darklighter, mitad demonio, mitad ángel. Ella nunca se dejaría dominar por un hombre... o por un vampiro.

— ¡Nunca! —Susurró ella.

Él lamió su oreja y enseguida, su mano se cerró sobre su cabello, inclinando su cabeza hacia atrás para devastar su boca.

Ella sintió un leve pinchazo de sus colmillos, un delicioso mordisco de placer, cuando su lengua se enredó con la de él. El fuego corría por sus venas mientras lo rodeaba con sus brazos. Su pie se deslizó por la longitud de su pierna, acariciando su oscuro y sedoso vello.

Atrapada en sus brazos, él nunca la liberaría. Era suya para reclamar su cuerpo. Sus pechos se hincharon de deseo, mientras sus pezones imploraban sus caricias.

— Por favor... — Jadeó ella.

Apartándose, él la miró con una intensidad feroz.

— Edward. ¡Di mi nombre, Bella!

— Edward, por favor... Quiero...

— Para que seas libre... — Él deslizó su mano por su cuerpo, hasta llegar a su cadera. — Tengo que liberarte del demonio que hay dentro de ti.

— No. — Su protesta terminó con un gemido, cuando la lengua de Edward jugó suavemente con uno de sus erectos pezones. El placer se derramó a través de Bella mientras se arqueaba hacia su toque, sus manos se enroscaban en su largo cabello.

Bella deseaba entregarle su boca y su cuerpo. Pero Edward era letal y podría despojarla de su último vestigio de fuerza; la oscuridad que la mantenía con vida desde la muerte de sus padres.

Edward se apartó y capturó su mirada.

— La oscuridad te matará. El demonio que llevas dentro de ti es tu sentencia de muerte. Si lo liberas y matas a la persona que te hizo daño, estarás condenada. Tienes que acoplarte conmigo o tendré que destruirte, y tu alma se quemará en el fuego eterno.

La angustia ensombreció su rostro. Su mirada era de pura posesividad masculina.

Acercando la mano a sus muslos, Edward la acariciaba lentamente, aumentando más la humedad de su cuerpo excitado. Ella gritó por ese inmenso placer.

— Seremos amantes. No puedes luchar contra eso. — Susurró él.

Edward se cernía sobre ella, su gran cuerpo la presionaba en el suave colchón. Su erección empujó contra sus resbaladizos pliegues. Un sollozo escapó de sus labios mientras ella luchaba por conseguir el control que necesitaba, para evitar abrir sus muslos y permitirle reclamar su cuerpo.

— Ven a mí, Bella. Ábrete a la pasión, y te mostraré el increíble placer de una noche que nunca acabará. Serás mía. Mis labios acariciaran tu piel, mi cuerpo reclamará al tuyo. No dejaré que nadie te haga daño nunca más. Pero eso sólo ocurrirá, si te entregas a mí.

Bella gimió de placer mientras su caliente boca rozaba su cuello largo y delgado. Si ella escuchase sus promesas, Edward la dominaría y reclamaría su cuerpo, y ya no sería una Darklighter. Su parte demonio protestó, pero el fuego, el dulce y erótico placer la consumía... lamía su piel desnuda...

Su cuerpo estaba ardiendo.

Pero fue el dolor, como agujas ardientes, el que recorrió su piel desnuda cuando tomó consciencia de la realidad. Atrás quedaba la visión erótica del sensual vampiro excitándola. Su advertencia seguía flotando en el aire como el susurro de un fantasma.

— Átate a mí, Bella. Une tu alma a la mía. Abandona la oscuridad, o morirás.

No había una cama suave debajo de su trasero desnudo. En vez de eso, solo sentía el dolor de la última paliza. Estaba desnuda, encadenada a una columna en un sótano oscuro y húmedo. Bella se pasó la lengua por los labios resecos.

Su garganta seca, quemaba como el desierto. La visión que ella había tenido, era su subconsciente reemplazando la agonía por placer.

Dos días atrás, acababa de salir del campus cuando un hombre de edad avanzada, con sangre corriendo por su frente, le rogó que lo llevara al hospital. La compasión le hizo abrir la puerta del coche. Entonces sintió un pinchazo en el cuello, y luego nada.

Cuando se despertó del efecto de la droga, estaba en este oscuro sótano. Su secuestrador la había golpeado brutalmente, dejándola encadenada a la columna. Y entonces Bella se quedó dormida, soñando con un mundo gris y sensual, que mentalmente había creado para salvar su cordura.

Sabía que nadie la salvaría. Estaba sola.

Una ligera brisa agitó el aire. El brillo de las estrellas y de la luna se derramaba a través de una ventana entreabierta. Bella sacudió sus cadenas, tratando de alcanzarlo. Todavía no había explorado todos sus poderes, ya que tanto el ángel como el demonio que se escondían en su alma, hacía solo diez días que habían aparecido. Tal vez, sólo tal vez...

Las cadenas se doblaron un poco cuando ella se concentró. Sintió que la esperanza la envolvía.

Unos pasos pesados resonaron en la escalera.

— Por favor, no... — Susurró, con la voz ahogada. — Otra vez no.

Una voz estridente hirió sus sensibles tímpanos, como alguien que araña una pizarra con una garra.

— Esta vez no, cariño. Te voy a conceder un indulto. Para toda la eternidad.

La puerta de la otra habitación se abrió y la luz atravesó la oscuridad. Bella cerró los ojos, sintiendo el olor a humo. El terror la paralizó.

Su secuestrador alimentaba con madera un gran horno de hierro, silbando mientras trabajaba.

Aterrorizada, percibió que la música que silbaba era "Disco Inferno".

Las escaleras, ¿Dónde estaban las escaleras? ¡Allí! Tan cerca. Tenía que escapar... podía conseguirlo. Ignorando el fuego del horno, Bella torció la muñeca para librarse de las esposas.

Los pesados pasos se acercaban. — Ya es la hora.

Él soltó las cadenas que cayeron el suelo con un estruendo.

Bella pateó y forcejeó, pero dos días sin comida ni agua la habían debilitado.

— ¿Por qué haces esto? Por favor, no me hagas daño. Por favor, me portaré bien, ¡lo prometo! — Gritó.

— Nunca podrás portarte bien. Tú eres el mal. Y el mal debe ser enviado de vuelta al infierno.

Él abrió la puerta del horno, dejando que las llamas lamieran el aire. El terror la inmovilizaba.

— Bienvenida al infierno, demonio.

Bella gritó.


Holis! Volví mis queridas seguidoras, bienvenidas a las nuevas. Díganme si les gusta para seguir, de lo contrario no lo haré.

Besos,

GN