❝ Primer capítulo: Yes, I am Fine. Thanks ❞
Mérida no era más que una chica común y corriente. Amante de los animes, más que nada esos que eran muy románticos. Le daban falsas esperanzas de la verdadera realidad. Además… ella escondía un terrible secreto, el cual siempre está oculto bajo sus mangas. — ¡Hija, a comer! — La voz de su madre la sacó de sus pensamientos. Observó su tan lastimada muñeca. « Ellos no pueden enterarse de esto, nunca… » Pensé, mientras sacaba de su ropero un buzo negro con las siglas "GAP" en medio del pecho. — ¡Ya voy, Ma! — Avisó, con un fuerte grito. Terminó de colocarse aquél buzo, y bajó las escaleras a paso de tortuga cansada. — Meri, si no te apuras, la comida se va a enfriar — Reprochó Anna, una mujer de cabellos anaranjados casi llegando a ser rojos. — Lo siento, estaba pensando en la tarea de matemáticas, aún tengo dudas con uno de los ejercicios — Mintió.
Su padre ya se encontraba en la mesa, leyendo un diario. « Típico » Se dijo a sí misma, sin dejar de observar a su padre. Matthew era un hombre de negocios bastante reconocido, pero la relación con Anna no era muy buena que digamos, rara vez no se los veía discutir enfrente de su niña. — Pareces gótica con esa ropa, hija, ¿no piensas en lo que pueden llegar a decir de ti? — Matt apartó la vista de las noticias, para darle una rápida mirada a las ropas de su única hija. — No, en verdad, me da igual lo que piensen de mi — Volvió a mentir.
La vida de Mérida eran solo mentiras y más mentiras. Cuando alguien le preguntaba si estaba bien ella contestaba en inglés. "Yes. I'm Fine. Thanks." No eran más que palabras de ayuda, es lo único que necesitaba en momentos como este. Ayuda. Nada más. No pedía más que algo de ayuda. — Hey, ¿niña, me escuchas? — El habla de su padre, la sacó de sus pensamientos. Vaciló un poco más antes de responder con un balbuceo positivo. — ¿Ah sí, entonces, de que hablaba? — Eso la mató, literalmente. — No tengo ni la más pálida idea, tampoco me interesa saber... — Es lo que le respondió. De pronto, se escuchó un ruido seco. Sintió un gran ardor en su mejilla. Su padre, estaba con la mano en alto. — … — Dejó unos segundos de intervalo antes de actuar. — ¿Qué? ¿Por qué…? —Eran las únicas palabras que podía decirle a su querido padre, el cual la miraba de manera enojada con el ceño fruncido. — Te lo mereces por responderme mal, Mérida — La mencionada soltó sus pesado suspiro, levantándose de su silla. — No tengo hambre, gracias a un monstruo como tú — Dicho esto, salió de la cocina para dirigirse a su recamara.
Una vez en su única espacio solitario (es así como ella nombraba su habitación) comenzó a llorar. Lágrimas de dolor recorrían sus mejillas. — Maldito, si tan sólo me entendiera — Susurró. Sus llantos cesaron cuando escuchó unos gritos, una pelea. " — ¡Bastardo, malcriado! ¿Cómo te atreves a pegarle a tu propia hija? — " sabía perfectamente que esa era la voz de su madre, y no estaba muy contenta con lo que pasaba. La voz de su padre no se escuchaba, para nada. « Seguro le tiene miedo a mamá » Al pensar en eso, una sonrisa tétrica se formó en sus labios. Pocas horas más tarde, la fémina se encontraba durmiendo en el suelo de su habitación. Mientras escuchaba la pelea sus parpados se cerraban poco a poco, hasta finalmente caer en el mundo de Morfeo.
El sonido de una puerta abrirse interrumpió el pacífico silencio creado. Un chirrido bastante feo, como de esos que suenan en las películas de terror. Sin embargo, ese horrible ruido no fue lo suficientemente alto como para despertar a la dormilona chica. Una cabeza se asomó por la puerta. — ¿Mérida? — Al no oírse repuesta, una mujer traspasó hacía la habitación encendiendo la luz. Pudo notar enseguida el cabello naranja de Mérida, todo enredado en el suelo. Se encontraba en posición fetal, tratando de resguardarse del frío. Anna soltó una risa tierna, cual niña pequeña, acercándose a su hija. Acuclillándose acercó su mano al rostro de su única hija. — Mérida — La empezó a llamar, sumando también molestarla con los dedos de su mano diestra. — Hija — Seguía con su intento de despertarla. – Tengo algo que darte — Esa mentirilla nunca funcionaba, más que nada por la razón de que Mérida ya no era una niña pequeña. Era toda una adolescente de dieciséis años. — ¿Mamá? — Anna se corrió un poco del espacio privado de su hija, a lo que Mérida se levantó del suelo para sentarse en el borde la cama. — ¿Estás bien? — Preguntó la mujer que rondaba en los treinta y tantos de años. Su acompañante asintió. — Yes, I'm Fine — Respondió como siempre lo hacía, con ese toque de ironía que nunca faltaba ante esa respuesta en inglés. Al ver a su madre sonreír, pensó « Vaya, es tan fácil engañarlos a todos con eso »
Anna salió de la habitación poco después de ver el moretón que le dejó su esposo en la mejilla. Soltó un suspiro pesado, marchándose. — Perdón — Es lo que escuchó Mérida, la cual fijó su vista en la puerta de madera. — Yo debería ser la que se disculpe por haber nacido — Esos pensamientos así de depresivos siempre fueron parte de la adolescente. Había algo que sufría en su instituto Sweet Amoris, un secreto que se llevaría a la tumba toda su vida. Si hablaba, las cosas serían peores de lo que ya son. Se sentía muerta por dentro. — Buenas noches — Saludó al aire, acostándose. Cerró poco a poco los ojos, esperando quedarse dormida dentro de unos minutos. Cosa que nunca pasó, hasta que el reloj de su cómoda mostró que ya era medianoche.
Seis horas después, ese mismo despertador que mostró lo tarde que era para dormirse, fue el que la obligó a levantarse. Maldiciendo en un murmuro, se levantó, chocándose con todo lo que estaba en su camino por llevar los ojos cerrados. No le molestaba golpearse, después de todo estaba acostumbrada a sentir dolor físico, ya sea por culpa de unos agresores o por culpa propia. Al primer lugar a donde fue es el baño. Se miró en el espejo. Su rostro aún tenía el moretón de anoche, también se sumaban algunas ojeras por dormir poco y un pequeño corte que se hizo ella misma. — Soy horrible —Mojó su rostro, para después maquillarlo. Algo de base, un rubor en sus mejillas, y ya. Listo. Su rostro estaba como nuevo. A excepción de aquella herida que se notaba bastante. — Mierda — Llevó sus dedos a la herida, rozándolos con los mismo. — Auch… es poco profunda, pero duele —.
Unos golpes en la puerta del baño le dieron a entender: Ya se estaba haciendo tarde. Salió rapidísimo del baño hacía su habitación para ponerse algo "decente" y así ir a Sweet Amoris. La ropa que llevaba puesta en estos momentos era una blusa blanca con un "Fuck you" en negro, un jean oscuro ajustado y unas botas estilo militar también negras. Como abrigo tenía su sudadera negra con las siglas "GAP" en el medio del pecho. Tomó su mochila, la cual descansaba al lado de su cama, y salió del cuarto. — ¡Mamá, ya me voy! — Cuando dijo eso, se fue de la casa, sin siquiera desayunar algo. Ya iban más de doce horas que no comía, y su cuerpo se estaba debilitando.
Al llegar a Sweet Amoris pudo ver a Castiel hablando con ese grupo de brujas, conocidas como Amber y Amigas. Li y Charlotte, no eran más que unas chicas extrañas que se pusieron con Amber solo para sentirse protegidas, y no ser ellas las que sufrirían todos los días. Mérida lo sabía bastante bien, porque hace unos años era amiga de las nombradas. Para cuando quiso cambiar de idea e irse, ya era demasiad tarde. Estaba a metros de la entrada, lo que hizo que tanto Castiel como Amber notaran su presencia y se acercaran a "saludarla". — Espero que hayas traído lo que te pedimos ayer, es la última vez que te nos escapas — ¡Mierda, se le había olvidado el dinero de Castiel y Amber! La única manera en que no recibiera golpes de parte de ambos era "pagando" por su protección. — Esto… — Trató de pensar en alguna excusa válida. – ¡Mérida, buenas, buenas! — Esa voz… Alexy, por Dios, la salvó de todo. Los agresores nunca le gustaba pegarle a ella cuando alguien se le acercaba. ¿Por qué? Por reputación, más que nada si eran conocidos de Nathaniel el delegado y hermano mayor de Amber. — Te salvó la campana – Le susurró Castiel en el oído a la fémina de cabellos naranjas. Alexy no sabía nada sobre lo que sucedía con Amber y Castiel. — ¿Me perdí de algo? — Preguntó él. — No — Respondió ella, escondiendo todo detrás de una falsa sonrisa. — ¿Cómo estás? — Esa típica pregunta, que ya la estaba odiando — I am Fine. Thanks — La respuesta era la misma de siempre. — Ven, tenemos que irnos a clase rápido o Farrés no llamará la atención — Al escuchar esto, Mérida asintió, tomando la mano de Alexy. Lo que hizo que el joven tuviera un pequeño rubor en las mejillas. — ¿Qué sucede? Pareces un tomate — Su compañera era siempre de exagerar todo. — N-nada — Le respondió.
Hola. owo/
Wiiii!~ Mi primer Fanfic en FF. *Emoción plz* Espero que les guste. w Pueden dejar sus comentarios para saber si les gusta, o dar a Favs. Gracias. uvu
Créditos: Todos los personajes usados aquí le pertenecen a ChinoMiko.
