Este momento ocurre en el tomo 9 de Shaman King. Yoh vuelve de noche a casa y se mete en la casa sin despedirse de Anna(puesto que al día siguiente se van a América )
-Sólo por esta noche, ¿puedo dormir contigo?-había preguntado Anna.
Había admitido que se sentiría triste sin él, había dicho que era fuerte y le admiraba... y se había atrevido a pedirle aquello. Anna comenzó a irse tristemente, cuando oyó la voz de Yoh, suave pero determinada y firme:
-Sí.
Anna se dio la vuelta lentamente. Se metió en la habitación de su prometido y sus pies descalzos se movieron con sigilo por el suelo. No podía ver el semblante de Yoh, que se ocultaba bajo las sábanas y se había hecho a un lado para hacerle hueco a Anna en el futón. Anna se deslizó entre las sábanas y se acurrucó, muy confusa.
Llegó a la confusión de que lo hacía por pena. La rabia que le dio ese sentimiento la hizo llorar, pero se mordió los labios para acallar sus lamentos. A pesar de eso, un sollozo se le escapó, junto a un estremecimiento. Yoh la miró por encima del hombro.
-¿Annita? ¿Estás bien?
Anna tardó un poco en contestar para que su voz sonara serena y no llorosa.
-Sí, tengo un poco de frío, pero...
Yoh tiró de su hombro y la obligó a mirarlo a la cara. Tenía en el rostro un rictus de preocupación.
Sin decirle una palabra, rodeó la cintura de la rubia con los brazos, la apretó contra su pecho y apoyó la frente sobre la de Anna. Se quedaron un rato así, hasta que Yoh susurró, tratando de mantener el momento:
-¿Mejor... así?
Anna se estremeció.
-S-sí.
-¿Entonces por qué tiemblas y tartamudeas como Tamao?-preguntó el joven chaman sonriendo. Anna no respondió. Abrió los ojos y lo miró.
Y no pudo apartar la mirada.
Yoh y ella se quedaron absortos en la mirada del otro. Luego, lentamente, Yoh hundió la cara en el cuello de Anna y se quedó así, respirando con suavidad, y notando los estremecimientos de la Itako al notar su respiración pausada y cálida de su chico en el cuello.
Y así se quedaron dormidos.
