Bequeath

Nota de Autor: La historia se desarrollará en un Universo Alterno, en el que Shadow es un reconocido criminal, en lugar del anti-héroe que es en realidad. No espero que comprendan sus motivos, u orígenes, o cualquier cosa; todo lo explicaré después, y si no en esta historia, lo haré en otra, si es que hay interés. Lo que busco aquí es explorar ciertos aspectos de Shadow; ver su lado más… amable. Con eso dicho, espero que pueda logarlo y mantenerlo "in character" tanto como pueda (aunque, como dije, es un Universo Alterno, así que algo sí se puede cambiar). Los reviews son apreciados, y espero que disfruten la historia.

Todos los personajes pertenecen a SEGA.


Capítulo Uno

Shadow subió las escaleras al decadente complejo departamental, dando zancadas de dos escalones. Sobre él, la luna llena brillaba intensamente, sus blancos rayos reflejándose en las aguas de un puerto cercano; el sonido de las olas chocando contra la orilla siendo acompañado por el ruido de autos derrapando en el pavimento en el centro de la ciudad de Station Square.

La neblina estaba fría y más densa que lo habitual esta noche, y cubría los suburbios y puerto en una gruesa manta de niebla. El helado aire de invierno empujaba el abrigo del erizo hacia atrás mientras él terminaba de trepar las escaleras, nieve fresca crujiendo bajo sus zapatos. Colocando una mano en la puerta, lentamente la abrió hasta la mitad.

Dando un último vistazo tras de él antes de entrar al edificio, dejó sus ojos vagar en el interior. El edificio estaba a oscuras y definitivamente inhabitado, por su apariencia. Lamió sus quebrados labios, abrió la puerta completamente y dio un paso hacia dentro para dar una inspección más detallada, el suelo haciendo un ruido en protesta.

Pálida luz inmediatamente llenó la habitación, iluminando los muebles rotos que estaba repartidos por el cuarto. El lugar olía a humo de cigarrillo, polvo, y moho; claramente no el aroma más agradable, pero eso no lo detuvo.

Aún estaba demasiado oscuro para ver con claridad, así que se adentró más en la sala de estar, dándole poca importancia a los trozos de vidrio rotos que inundaban el piso. Caminó hacia la gran ventana circular que daba con el puerto. Sin pensarlo dos veces, arrancó las pesadas cortinas floreadas, mandando partículas de polvo y nieve por doquier mientras más luz entraba en la habitación.

Dándole la espalda a la ventana, Shadow podía ahora examinar mejor el apartamento.

El sillón a su derecha tenía algunos cojines faltantes, y la tela verde que lo cubría estaba despedazada, como si alguien le hubiera pasado un cuchillo repetidamente. Del otro lado del sofá había una vieja televisión que estaba tirada de lado, su pantalla parcialmente rota en el centro y con grietas estirándose como una telaraña, consiguiendo la apariencia de haber sido golpeada con un bate. Había muchos periódicos y portadas de libros en el crudamente-alfombrado suelo, acompañados de grandes trozos de vidrio de lámparas y floreros rotos. Las paredes se veían viejas y húmedas, polvo habitando cada grieta. Como la cereza del pastel, una fina capa de nieve cubría todos los objetos, probablemente gracias a una ventana rota.

Más allá de la sala se encontraba una pequeña cocina, sus restos bastante parecidos a los de la sala. Los cajones estaban completamente abiertos. El refrigerador había perdido su puerta, y la estufa estaba quemada.

Una mesa redonda descansaba en el centro de la cocina, y estaba rodeada de sillas que no tenían dos o más patas, dejándolas caer en el piso. Platos y vasos rotos de cerámica habían sido arrojados en el lavaplatos.

Shadow se mordió la lengua en desagrado ante el lío ante él, a la vez que le daba la espalda al cuarto y comenzaba a abrirse paso al segundo piso. En la cima de las escaleras, ojeó el pasillo, y alzó las cejas sorprendido cuando se dio cuenta de lo largo que era. Alguien había tirado algunas paredes, significando que podía acceder al segundo piso de los departamentos vecinos sin tener que salir del que estaba.

Espléndido.

Caminando por el pasillo, miró brevemente cada habitación que pasaba, buscando cualquier cosa de interés. Jugaba desinteresadamente con su navaja, siempre listo para usar si llegara a necesitarla. Dudaba mucho que alguien viviera ahí, de cualquier manera, pobre o no. La base del edificio estaba cayéndose, y el lugar en general lucía decrépito y usado. Shadow imaginó que seguramente nadie estaría lo suficientemente loco como para quedarse en un lugar así – razón por la que era perfecto para él. Estaba cansado de dormir en ese viejo Sedán café en el que había estado viviendo por los pasados tres meses desde su escape de Prison Island. El asiento trasero tenía resortes salidos que le incomodaban a más no poder, y los asientos del frente no podían reclinarse.

Con eso en mente, Shadow decidió que éste definitivamente era el lugar para acampar, al menos hasta que pudiera encontrar uno mejor. Todos los cuartos que había visto estaban vacío, a excepción de la cama o armario ocasional, indicando que el lugar estaba desocupado, y por lo tanto, a punto de ser ocupado por él.

Mientras se acercaba al final del pasillo, pasando su lengua por los dientes, empezó a planear cómo remodelaría el lugar. Primero, tendría que poner cinta de precaución en la puerta principal, así a nadie se le ocurriría entrar. Y luego tendría que poner unas trampas en la misma puerta, por si algún adolescente decidía ponerse arrogante y entrar de cualquier manera.

Ah sí, también tendría que poner una cerradura en la puerta, viendo que estaba abierta cuando entró. Y necesitaba sellar las puertas de los departamentos adjuntos para que nadie pueda subir al segundo piso desde ellos. Las ventanas deberían ser cubiertas con tablas, igualmente, y presión de agua sería bastante buena, si es que el edificio no la tenía ya. También tendría que decorar, por supuesto. Tenía muchos periódicos y fotos de Sonic the Hedgehog con los cuales adornar las paredes.

Tanto que hacer, y tan poco tiempo, pensó.

Llegando a la última puerta del pasillo, notó que, a diferencia de las demás, esta estaba cerrada, hecho que le pareció extraño. Acercándose a la puerta, pudo distinguir el sonido de pisadas desde el interior de la habitación. Pausó su respiración y frunció el ceño, escuchando atentamente. Estaba seguro que no había imaginado ese ruido.

Aún frunciendo, tentativamente tomó un paso hacia delante. Justo cuando iba a poner la mano en la perilla de la puerta, escuchó una pequeña y emocionada voz.

"¿Mamá?"

¿Qué cara-?

Abrió la puerta fuertemente, haciéndola rebotar contra la pared. Una erizo estaba de pie ahí dentro, con una sonrisa en su cara, y los ojos brillando con lo que Shadow asumía era esperanza.

Tan rápido como había llegado, sin embargo, su sonrisa se desvaneció, notando que la persona frente a ella obviamente no era quien ella esperaba.

Shadow la miraba con interés desde el marco de la puerta. Se veía de tres o cuatro años de edad; su pequeño y delgado cuerpo envuelto en un vestido rojo con tenis cubriendo sus pies. Sus púas eran rosas y cortas, y una mochila violeta cubierta de mugre caía sobre sus hombros.

La niña estaba temblando, ya sea por el frío o porque estaba aterrada a más no poder, él no podía decidir cuál. Una fría brisa entró por la ventana abierta, y la nieve empezó a caer mientras los dos se miraban el uno al otro. El cuarto estaba pálido y silencioso.

Los más grandes y brillantes ojos verdes de Shadow haya visto en su vida lo miraban con una expresión que sólo podía ser definida como confusión, y se atrevió a dar un paso hacia ella. La niña, en consecuencia, dio un paso hacia atrás a la vez que él cerraba la puerta y se adentraba más al cuarto.

"Hola, pequeñita." Enfatizó la 't' en exasperación, agachándose frente a la niña, colocando sus manos en sus rodillas. "¿Cómo te llamas?" preguntó en la voz más placentera que podía. No quería asustarla todavía.

El erizo suspiró, no tolerando la falta de respuesta por parte de la chica. "¿Así que…?" animó, sus ojos nunca dejando su cara.

La chica en cuestión se mordió el labio. "Amy," contestó tímidamente, so voz suave y tan increíblemente dulce para los oídos de Shadow. No había escuchado una voz así hablarle directamente a él en tanto tiempo. Sonaba tan… inocente. Sonrió.

Ella lo estaba ojeando con precaución, su cabeza inclinada hacia un lado mientras lo veía, insegura de qué pensar sobre el hombre frente a ella.

"Amy…" repitió Shadow, probando la palabra. Pasó su lengua en la esquina de su boca y se acercó más a ella. "Que bonito nombre." Le sonrió y vio como la pequeña niña agachaba la cabeza y se sonrojaba, la luz de la luna iluminando lo colorado de sus mejillas.

Quería reír ante su timidez. ¿Qué no sabía quién era? Él era Shadow, un despiadado asesino psicópata, y ella se estaba sonrojando porque le había dicho un cumplido. Obviamente no miraba las noticias.

Amy alzó la cabeza para hacer contacto visual de nuevo. Lo miró interesadamente, como si fuera un rompecabezas que ella no podía resolver. Intercambiaron miradas por muchos segundos, sin pestañear, cuando, de repente, la niña habló, susurrando como si le estuviera contando un oscuro secreto.

"¿Por qué te ves tan raro?" murmuró ella, asustada de que la pregunta lo pudiera ofender, pero incapaz de contener su curiosidad.

Shadow ahogó una risa, genuinamente entretenido por la pregunta. Dejó que sus ojos vagaran por el techo antes de regresar su atención a ella.

"¿Por qué… no verse raro?" preguntó él, completamente serio.

Amy lo pensó por un momento. "No lo sé," respondió quedamente, esperando que él explicara las cosas.

Pero, en lugar de contestar, él sólo la observó, entrecerrando los ojos. "¿Dónde está tu mamá?" cuestionó, su tono sin emoción alguna. La niña obviamente había estado esperando a su madre cuando él llegó. ¿Regresaría pronto?

Amy se encogió de hombros, uno de los tirantes de su mochila cayendo por su hombro. "No sé," dijo tristemente, dejando caer la mirada a sus pies. "Me dijo que esperara aquí hasta que regresara." Su voz no era más que un susurro cuando habló, y empuñó una mano para tallar uno de sus ojos. Lucía como si no hubiera dormido en días.

"¿Cuánto tiempo llevas aquí?" siguió interrogando el mayor.

La chica contó con sus dedos. "Dos días," dijo luego de un momento de profunda consideración.

Shadow procesó la información mientras la veía con interés. La niña claramente no se había dado cuenta aún, pero él suponía que su madre la había abandonado. ¿Quién deja a un niño completamente solo en un complejo departamental en medio del invierno?

Mordiendo el interior de su boca, los ojos de Shadow recorrieron la habitación, tomando nota de la cama individual, y las cajas de cartón apiladas del lado contrario.

Volvió a ver a Amy. "¿Quién es ese?" Señaló con su mano –cubierta de guantes blancos- al muñeco de peluche que tenía ella en sus manos.

Instintivamente, Amy apretó su agarre en el brazo del peluche. "Oh… este es Copo de Nieve, pero le gusta que le llamen Copito," dijo ella, lentamente encontrando su voz. "Mi… mi papá me lo dio para Navidad antes de que se fuera." Miró al oso con adoración, como si fuera un tipo de ángel.

Observando la seriedad en la cara de la niña, Shadow sintió la necesidad de rodar los ojos, pero se contuvo y, en su lugar, apretó los labios y la vio acariciar la cabeza del oso.

"No te preocupes," comenzó ella, "Copito ama hacer nuevos amigos," ofreció amablemente, pero a también cuidadosamente, como si estuviera eligiendo sus palabras con gran precaución para no ofenderlo. Era inteligente.

Shadow no podía evitar notar que Amy no parecía tenerle miedo. Claro, parecía algo nerviosa y quizá estaba un poco asustada, pero eso era natural en los niños. Honestamente, se sentía intrigado por la forma en la que ella lo miraba. Le sostenía la mirada más tiempo que la mayoría de los adultos, y aún así era lo suficientemente tímida como para bajar la vista cuando se sentía avergonzada.

Mientras Shadow la analizaba, notó que los ojos de Amy habían vagado a su mano derecha –la mano con la que estaba sujetando su navaja. La niña lo observaba intensamente, comparándolo con un león listo para atacar en cualquier momento. Dio un paso hacia atrás.

Él bajó la mirada a su mano y contempló el cuchillo, viendo como la luz de la luna se reflejaba en el objeto y lo hacía brillar.

Por un momento, sólo lo miró. ¿La iba a matar? Él nunca había matado a alguien de su edad antes, al menos no deliberadamente. ¿Por qué se estaba preguntando eso en primer lugar? Había matado a cientos de personas diariamente sin pensarlo dos veces. Era como una segunda naturaleza para él el matar a todo el que le molestara o se pusiera en su camino. ¿Qué diferencia hacía la edad?

¿Pero qué iba a hacer con ella si no la mataba? Ciertamente no podía quedarse allí. Eso era un hecho. No tenía ni el tiempo ni el deseo de tener que cuidar y alimentar una pequeña niña sin casa. Tenía edificios que explotar, cuerpos que mutilar, crímenes que planear, y erizos azules que matar; no podía encargarse de una mocosa.

Shadow cerró su arma en un solo movimiento, haciendo saltar a Amy, y lo guardó en el bolsillo de su abrigo; la atención de la niña regresando inmediatamente a su cara.

Tragó pesadamente. "¿Sabes… sabes cuándo va a regresar mi mamá?" Sus ojos estaban llenos de esperanza. "Me prometió que regresaría pronto," añadió suavemente, más para si misma que para él.

Él suspiró dramáticamente. "No creo que mamá vaya a, uh, regresar… por un rato."

La expresión esperanzada de Amy desapareció y sus delgados hombros cayeron, Copito colgando de su mano. "Oh." Sus cejas estaban unidas en confusión, no entendiendo la situación del todo. Shadow vio como pestañeaba velozmente y trataba de suprimir pucheros. Parecía que iba a empezar a llorar.

Ah, maldita sea, pensó el erizo desesperado. Temiendo que ella fuera a explotar en lágrimas o gritos o hacer algún tipo de berrinche, rápidamente levantó su cara con una mano, buscando sus ojos.

"Ey," murmuró velozmente, "¿tienes hambre?"

Amy alzó la cabeza ante la pregunta, sus ojos adquiriendo cierto brillo en lo que, él asumía, era sorpresa.

Aha.

Shadow asintió con la cabeza y se lamió la comisura de los labios mientras se ponía de pie, sus rodillas tronando en el proceso. "Vamos." Indicó a la niña que lo siguiera, dándole la espalda y abriendo la puerta.

Cuando no escuchó movimiento alguno tras él, frunció el ceño, volviendo a darle la cara a Amy, sólo para descubrir que ella no se había movido ni un centímetro. Le dio una mirada confusa, causando que ella se encogiera de hombros.

"Mamá dijo que yo… que yo tenía que quedarme aquí." Observó a Shadow y se estremeció, como si esperara que él empezara a gritarle.

En su lugar, sólo rodó los ojos. "Me imagino que sabes," comenzó, abriendo la puerta más ampliamente y alzando las cejar a la vez que revisaba el pasillo vacío, "que si no comes, te morirás de hambre." La miró fijamente a los ojos. "Y no queremos eso, ¿verdad, preciosa?"

La niña frunció y miró a Copito, esperando una respuesta de su parte. Lentamente regresó su atención al erizo negro, quien aún seguí bajo el marco de la puerta. "Copito tiene un poco de hambre," ella ofreció, llevando al peluche a su pecho y estrujándolo fuertemente.

El erizo hizo un ademán con la cabeza para que lo siguiera otra vez. Recorrió nuevamente el extenso pasillo, escuchando las pequeñas pisadas de Amy a sus espaldas, sus cortas piernas incapaces de imitar sus largos pasos. Una vez que él había llegado al final de la escalera, volteó a verla, y se dio cuenta de que ella a penas había empezado a bajar los escalones.

Sus manos estaban firmemente sobre el barandal de madera y estaba tomando un paso a la vez, cuidadosa de no caer. Continuó este proceso por la mitad de su recorrido por las escaleras. En el séptimo escalón, notó a Shadow observándola, ligeramente entretenido.

Confundiendo esa expresión por impaciencia, Amy rápidamente se sentó y se deslizó por cada escalón, ambas piernas frente a ella. Una vez que llegó al último escalón, Shadow se dispuso a ir hacia la cocina. Sin embargo se detuvo inmediatamente, cuando ella hizo un ruido en un intento de llamar su atención.

Ella seguía parada en el último escalón, sus ojos fijos en el piso.

Oh.

Largos trozos de vidrio roto estaba regados por el suelo, y Amy obviamente tenía miedo de pisarlos, aún con sus zapatos puestos.

Él no podía creer que estuviera a punto de hacer esto. Suspirado exasperadamente, caminó de regreso a ella y la levantó por debajo de sus brazos, sosteniéndola lejos frente a él con los brazos estirados, e incómodamente la cargó a través del cuarto y hacia la cocina.

La puso en el piso en cuanto entraron y luego procedió a moverse por la cocina, ruidosamente abriendo las despensas y cajones, en busca de cualquier tipo de comida. No podía creer que le hubiera ofrecido comida cuando ni siquiera tenía para si mismo. Por lo menos no estaba llorando, de otra manera hubiera tenido que deshacerse de ella de una forma-no-muy-divertida. Bueno, no divertida para ella, al menos.

Mientras buscaba por los armarios, despreocupadamente tirando algunas de las puertas, se preguntó cuando fue la última vez que la chica comió. Se veía delgada, como si no hubiera tenido una comida completo desde que nació, sus mejillas estaban sumidas, y sus brazos y piernas prácticamente eran tan delgadas como las patas de una silla plegable.

El interior de los armarios era completamente oscuro, y Shadow tenía que meter sus manos para buscar, las yemas de sus dedos sintiendo únicamente la madera.

Amy estaba en la entrada, sin moverse, mientras veía al erizo mayor con atención, su mochila aún colgando de sus hombros y Copito pegado contra su pecho.

Mordiéndose el labio, lentamente se adentró en la cocina. Rodeando la mesa circular en el centro de la habitación, batalló para tomar una de las sillas que yacían a su lado. Afortunadamente para ella, la silla que había elegido tenía sus cuatro patas intactas. La puso de pie, y posteriormente levantó otra silla en lo que Shadow seguía buscando en los cajones. Cuidadosamente colocó a Copito en la primera silla, y, luego, con mucha dificultad, finalmente trepó en la segunda, sentándose en frente de la mesa.

Aha. Shadow sacó una caja de cereal polvoriento del fondo de un armario, y por fin volvió a ver a la pequeña.

Estaba sentada frente a la mesa, sus manos sobre su regazo, y su oso de peluche tirado checamente en el asiento a su lado, mirando a Shadow con ojos cansados.

No estaba seguro si quería reírse hasta morir ante lo absurdo de la situación, o si quería comenzar a lanzar cuchillos.

¿Podrían repetirle por qué estaba haciendo esto?

La chica ojeaba con interés la caja que tenía Shadow entre sus manos. "Toma," refunfuñó, situando la caja en la mesa.

Amy la miró por un minuto, su mirada sobre la cara sonriente del sol, antes de tomar la caja y llevarla a su regazo, metiendo su mano en el interior. Sacando un puñado de hojuelas y pasas, se dispuso a comerlas vorazmente, algunas cayendo de su boca y aterrizando de regreso en la caja.

Shadow la estudiaba mientras ella masticaba y tragaba contenta, moviendo sus piernas al frente y atrás, siendo que no estaban ni cerca de tocar el suelo. Abrió la boca para hablar, pero fue repentinamente distraído por el sonido de sirenas de policía. Frunciendo, dejó la cocina y fue a la sala de estar, moviéndose hasta una ventana que veía hacia la calle.

Acababa de llegar a la ventana cuando un carro de policía pasó frente el apartamento, las sirenas rojas y azules destellando y rugiendo, las letras "G.U.N." vagamente visibles en un lado del automóvil.

Hmm.

Contempló si la policía estaba persiguiendo a Sonic, pero rápidamente rechazó la idea. Aún si Sonic era buscado por la ley, la policía –y el gobierno- tenía peores personas que atrapar. Y siendo que Sonic estaba, técnicamente, "ayudando" a la ciudad, no era la amenaza más grande de Station Square en ese momento. Claro, destruía propiedad pública cada vez que iba en una de sus "aventuras", y eso obviamente molestaba al gobierno, pero fuera de eso, el erizo azul era indefenso. De naturaleza suave, sin las agallas para matar, después de todo, razón por la cual Shadow, y todos los demás criminales, seguían vivos.

Se preguntó qué estaría haciendo el niñato de ojos verdes en ese momento. ¿Estaría por ahí, salvando a la ciudad, luchando contra el crimen, y siendo un héroe? ¿O estaba en casa, durmiendo profundamente? ¿Sonic tenía casa? ¿Tenía familia? ¿Acaso tenía una novia, o una esposa, que yacía en su cama cada noche, ansiosamente esperando su regreso, mientras él limpiaba las calles de Station Square?

¿Sonic tendría… hijos?

Shadow sonrió de manera burlona, imaginando a un niño corriendo con zapatos rojos demasiado grandes para él, fingiendo pelear contra un villano. Que paisaje sería ese.

Y hablando de niños…

¿Qué iba a hacer con Amy? No podía tenerla ahí con él. No la quería ahí. Viendo que no la iba a matar –era una buena niña, inocente, y sin haber sido expuesta o corrupta por los problemas del mundo. Pensaba que ella era una de las pocas personas de la ciudad –del mundo- que en verdad merecían vivir.

…Y, además, era tan parecida a María

Forzando a su antigua amiga fuera de su mente, decidió que dejaría a Amy en la guardería más cercana. Lo que pase después de eso será problema de ellos. Al menos así ella estará segura –y fuera de sus manos.

Funcionaría a la perfección. Mañana a primera hora la echaría de su vida y Shadow podría volver a enfocarse en temas más importantes, como arreglar su nuevo refugio y planear su siguiente ataque contra la ciudad.

El erizo se sintió un poco más relajado ahora que ya no tenía cosas tan triviales de las qué preocuparse, y volvió a su cadena de pensamientos regular.

Su plan sería grande, de eso estaba seguro. Sería más grande y elaborado que todos sus antiguos ataques combinados. Pondría ese patético intento de ciudad a sus pies…

Afuera, la nieve continuaba cayendo. Un chao chillaba en la distancia, el ruido sacando a Shadow de sus pensamientos después de haber estado mirando fijamente a la ventana.

Finalmente volteó a ver a Amy, sólo para encontrar que tenía la cabeza sobre la mesa, usando sus brazos como almohadas improvisadas, y durmiendo tranquilamente. Acercándosele, notó que 'Copito' tenía una pila de pasas frente a él. No pudo evitar la media sonrisa que se pudo en su rostro. O a Amy no le gustaban las pasas, o en realidad creía que su oso las comería.

Shadow quitó la caja de cereal de sus piernas y la puso en la mesa. Levantó a la niña en sus brazos sin dificultad alguna, siendo que su cuerpo era 'más ligero que una pluma', presionándola contra su pecho mientras ella naturalmente recargaba la cabeza en su hombro. Bueno, eso fue… inesperado. Se dio la vuelta para salir de la cocina cuando recordó al oso. Con un suspiro, tomó al animal por la oreja y lo arrastró por la sala para llegar a las escaleras.

Subiendo las escaleras, Shadow pensó en como no había… tenido a nadie en sus brazos nunca, no así, o por lo menos no lo podía recordar. La simple acción hacía surgir la sensación más extraña en su interior. Y lo hacía sentir incómodo, lo cual era una sensación poco común y desconocida para él.

Se sentía… desconectado, fuera de si, y desubicado, como si no debería estar haciendo esto. Y, de cierta forma, no debía. ¿Cuándo fue la última vez que hizo un acto de generosidad por alguien que no fuera él mismo? No había mostrado rastro de compasión por nadie en años, no de esta manera. ¿Quizá sólo le estaba dando demasiada importancia?

Pero aún así, sostener a la pequeña le daba una sensación peculiar, pero echó esos pensamientos en cuando llegó al cuarto donde la había encontrado. Mientras entraba, empezó a remover la mochila de Amy de sus hombros sin despertarla, dejando el objeto caer sobre el suelo. Se inclinó sobre la cama y colocó a la niña sobre la cama boca-arriba, tirando su oso a su lado. Se estremeció un poco, dándose vuelta para quedar cara a cara con el peluche.

La observó por un momento, la luz de la luna entrando por la ventana abierta, sus pálidos rayos creando una sombra sobre el rostro de Amy. Sus mejillas carecían color y estaban cubiertas de mugre. Su boca estaba entrecerrada, su respiración era silenciosa y lenta, sus gruesas pestañas acariciando su cara.

Sacudió la cabeza de lado a lado y se enderezó, cerrando la ventana para que no más nieve entrara a la habitación. Saliendo de ahí, cerró la puerta tras él con un suave click.

"Loco, demente, desquiciado…" murmuró para si mismo, pensando lo ridículo que era la situación.

Dando solo unos cuantos pasos por el pasillo, descubrió otro cuarto que tenía un colchón individual, a sólo cuatro puertas de donde dormía Amy. Estiró los brazos por delante y gruñó, escuchando sus huesos tronar a la vez que entraba al cuarto. Sus músculos se sentían extremadamente tensos, y se sentía espléndido poder estirarse.

Se quitó los zapatos sin cuidado, y se tiró sobre el manchado colchón, recostado sobre su espalda y mirando el techo. Removió sus guantes y los guardó en su abrigo, descansando sus manos en su abdomen.

El olor a humedad y polvo impregnaban al colchón, pero a él no le importaba. Ciertamente era mejor que dormir en un auto.

Después de muchos minutos –su mente todavía corriendo como siempre, y sus pensamientos vagando en frenesí- Shadow eventualmente cayó en un placentero sueño lleno de explosiones, disparos, y el color azul.