Disclaimer: Ninguno de los personajes y paisajes de este fic me pertenecen.
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"Una flor es capaz de ablandar hasta el más duro de los corazones"
El lema de la floristería Yamanaka aquella semana le había llamado la atención. Esas simples palabras escritas en la pizarrita situada en la entrada del pequeño comercio se habían quedado grabadas en su loca cabeza rubia.
Naruto se preguntó si aquello sería aplicable a temes con menos sensibilidad que el Grinch.
Sonrió de medio lado, sería divertido comprobarlo.
-¡Ino! – llamó a su compañera acercándose al mostrador. -¿Qué garantía me das de que lo que está escrito a la entrada es cierto, dattebayo?
La susodicha sonrió divertida.
-Si me equivoco, me comprometo a pagarte todo el ramen que quieras durante una semana.
Si Naruto ya de por sí era fácil de convencer, con esa recompensa se lo había ganado. Aprovechando que se encontraba rodeado de flores de todos los colores, olores y tamaños, visualizó una por una buscando la que sería más adecuada para su querido témpano de hielo. No pudo evitar reír cuando la encontró.
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Como por cosa del destino, y es que evitaremos mencionar el hecho de que lo había estado buscando por más de una hora, Sasuke hizo acto de presencia ante sus ojos.
Bueno, en realidad se encontraba caminando junto con Kakashi por la calle central del mercado de Konoha, pero Naruto prefiere decir que todo fue casualidad divina.
-¡Oe, Sasuke!
Cuando el moreno escucho la voz de su rubio, tardó menos de un segundo en mirar hacia su dirección. Kakashi, simplemente, bajó un segundo su ya conocido libro verde para mirarle y luego siguió a lo suyo. Sasuke no pudo evitar fruncir el ceño, pues no era difícil adivinar que el rubio tramaba algo teniendo escondida esa mano tras su espalda.
En un tris tras, Naruto se presentó delante de él y la sonrisa zorruna que le dedicó no hizo más que confirmar sus sospechas. A su ceño fruncido se le añadió una mirada confundida.
-Toma, una flor para otra flor-ttebayo.
Lo iba a matar. Juró que lo iba a matar en cuando vió como el rubio sacaba de su espalda una enorme rosa roja con sus hojitas, sus espinas y su todo.
En menos de un segundo, a Sasuke le dio tiempo a ponerse tan rojo como un tomate, darle la hostia de su vida a Naruto y a desaparecer en una nube de humo.
Y mientras Naruto trataba de recuperar la compostura, Kakashi reía, en voz bajita, pero reía.
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Un día después
-¡Dobe, ya que vienes a dar por saco a mi casa, haz algo productivo y traeme el pergamino que tengo guardado en el cajón del escritorio!
-¡Voy, mi señor! – obedeció Naruto con una ironía que seguro que mosquearía bastante a Sasuke. No tardó menos de un segundo en encontrar la habitación de este, puesto que desde su regreso a Konoha pasaba más tiempo en su casa que en su propio piso.
Cuando localizó el dichoso escritorio, abrió el maldito cajón y vió el contenido de este, una sonrisa triunfante y un poco (ojo, sólo un poco) enamorada adornó su rostro de forma inevitable.
Aunque dicha sonrisa enseguida se esfumó al pensar lo que aquello suponía.
Había perdido su semana de ramen gratis.
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Un pequeño drabble nocturno que se me ha venido a la cabeza y no he podido evitar plasmar aunque sean las cuatro de la mañana.
Dicho sea de paso y viendo las horas que son, espero que entendáis que se me haya escapado alguna falta de ortografía por ahí jajaja
Espero que os guste, cariñotes.
¡Nos leemos!
Atte. Sepphire.
