El novelista y la inspiración.

Tenía tantas ganas de escribir algo, cualquier cosa. Simplemente tenía millones de ideas en su cabeza, pero no sabía cómo expresarlas; Era imposible hacer que su mano trasmitiera todo lo que quiera expresar.

El joven muchacho sostenía con firmeza el lápiz sobre la hoja, sin así desearlo, dejo un punto debajo de la mina. No tenía idea de cómo empezar la narración, ¿O sería mejor un dialogo?, tal vez solamente debía contar como estaba el clima del lugar donde empezaría todo, ¿o mejor lo que había pasado antes?

—No lo sé— Chasqueo la lengua frustrado — ¿Puede ser más difícil?

Se recostó sobre el escritorio mirando a hoja en blanco. Su inspiración se había esfumado de nuevo, tardo demasiado en hacerle caso. Cerró los ojos y suspiro, habría que esperar que volviera a venir de nuevo. ¿Cuanto tomaría?

— ¿Y si sales un momento? — Abrió los ojos, se encontró con unos ojos celestes que lo observaban. Su madre, con una sonrisa, era testigo de ese cuerpo desgastado y carcomido por la frustración e ira. —Deberías ir a ver a tus amigos… o experimentar un poco, ya sabes, tal vez tengas una idea.

— ¿Salir? —Se sentó erguido — ¿Te refieres a salir? ¿A fuera? —Arqueo una ceja ante la interrogante, dirigió su mirada a la ventana, la persiana evitaba que el sol se introdujera por completo— ¿Cómo me ayudaría salir a afuera, con mi novela?

—Te ayudara a tener experiencias —Intento convencerse a su hijo.

—No lo creo.

—Podrás escribir sobre ellas.

El la miro por unos segundos— Mis novelas no tratan de salir a afuera.

Su hijo podría ponerse insoportable en momento de nula inspiración. Cruzo sus brazos y se dirigió a la puerta del estudio, se había dado por vencido, o tal vez, no quería pelear con su hijo a estas alturas de la vida. — ¿Novelas? Yo no veo ninguna letra en esos papeles.

Cerro la puerta despacio, mientras la mirada de su hijo no se despegaba de ella ni de sus acciones.

—Tienes razón, —Exclamó— Debería empezar por el título.

Se volvió a recostar mirando la hoja. Tomo un lápiz de punta más gruesa, negro, escribió la primera letra.

—Una…ah... emm… ¿Una 'U'? —Pregunto al aire— No, muy cicle… ¿Una 'N'? ¿'E'?

Cerro sus ojos con pesadez, incluso juro haberse dormido. Al pasar de las horas, abrió sus ojos otra vez, noto horrorizado como –Probablemente- millones de letras estaban escritas en un total del trescientas vientres hojas de manuscrito. Su novela estaba hecha.

Miro las lapiceras con las que se había escrito— Increíble. La inspiración puede ser una perra desgraciada— Y formo una sonrisa— Es imposible no amarla.

A su lado, una carta en papel verde, con un sello de lápiz labial negro.

"Me iré, pero volveré. Señor autor."

¿Para qué se mentiría ahora? Era su amante celosa, que nadie podía ver o tocar, pero todos la sentían. Tal vez a al mismo tiempo, o quizás, nunca más que una sola vez.

Fin


No sé, tal vez me sienta identificada con Trunks. O tal vez ustedes lo hagan, en mas, puede que nadie se haya sentido jamás así. ¿Quizás?