Notas | ¡Hola a todos! Aquí reportándome con mi primer fanfic de Boku no hero academia, el primero de dos que tengo planeados, pero que tendrán que esperar un poco más. Tenía planeado esto como un one-shot desde hace mucho tiempo, pero por razones de tiempo y flojera no había podido concretarlo, hasta ahora: Gracias al cumpleaños de Yari –corazón- feliz cumpleaños señorita, espero que te guste.
Como dije, planeaba ser un one shot pero se alargó demasiado y creo que al final se convertirá en un three-shot que espero terminar para finales de Diciembre. Si todo sale bien.
También quiero agradecer a todas las personas que me apoyaron a sacar este fic adelante, Ann, Kathleen, por escucharme y aportar grandiosas ideas. Un beso.
Ahora si notas |Este fanfic tiene una temática que sigue los hechos del canon, pero también es omegaverse. Una corriente omegaverse un poco distinta a la que estamos acostumbrados a ver omega-alfa. Ya se ha visto en varios mangas antes, pero sobre todo tomaré como ej. El omegaverse dentro de Kashikomarimashita Destiny; donde todos los géneros (alfa, beta, omega) pueden concebir. Cada género tiene sus particularidades, por ej. Los alfas solo se casan con alfas cuando buscan mantener un estatus social.
Cosas en las que iré haciendo énfasis durante los capítulos.
Finalmente este fic es un KiriBaku, con pareja secundaria TodoDeku. Ya verán por qué.
Espero que les guste y nos leemos más abajo para las notas. Cualquier duda por favor déjenmela en los rvs y con gusto la atenderé. ¡Un abrazote!
Don't treat me gently
Izuku estaba ahí, sentado en el pequeño banquillo de madera con cojín de plumas de pato. Miraba fijamente las paredes, los biombos que decoraban el salón, un espacio cuadrado que alcanzaba las proporciones de su departamento entero. Se trataba de uno de los muchos salones dentro de la residencia de los Todoroki, éste en específico era un salón poco frecuentado. El olor a limpiador de madera podía sentirse por todo el lugar, aquello solo demostraba que había sido recientemente limpiado. Sin prestar más atención a su entorno cerró los ojos con rudeza, calmar sus respiraciones ahora mismo era el mayor de sus problemas.
Su madre se movía lentamente entre los tapices, con la tela sobre las manos, colocando con destreza, como si hubiera nacido para hacer aquello, el shiramuko que los Todoroki habían depositado en sus manos. Por más que Midoriya quiso negarse, fue imposible ¡Era un shiramuko ancestral! Con tres fondos, un forro de seda y hermosos bordados de grullas y flores que solo la mano de una artesana habría podido confeccionar. La prenda fue heredada directamente de la mano de la madre de Shoto; Izuku tuvo que decir que si en cuanto la mujer lo puso en sus pies con una reverencia.
―A mí no me dio suerte ― explicó con la frente sobre el piso ―, pero estoy segura de que a ti y a Shoto, los hará muy felices.
Los detalles rojos del shiramuko eran minúsculos, casi imperceptibles, por consiguiente le recordaban constantemente que la delicadeza de la prenda era mucho más extravagante de lo que él pudo imaginar que usaría algún día. Porque aunque era un omega jamás imaginó que llegaría este día. De blanco hasta en los zapatos, vestido por su madre, con los nervios de punta, el estómago ansioso y un nudo en los intestinos.
Izuku atinó a bajar la cabeza cuando él wataboshi adornó sus cabellos verdosos. Ese gorro con forma de galleta de la suerte China.
―Ya estás listo ― sonrió su madre con la mano cálida sobre su pálida mejilla ―. Izuku, te ves tan hermoso…
Midoriya besó, con cuidado de no estropear su atuendo, la mano de su madre. La mujer estaba ataviada con el tradicional kimono negro pues las mujeres casadas y viudas únicamente podían vestir de este color en la ceremonia. Ponerle las ropas a su hijo le habían dejado exhausta, una gota de sudor corría por su suave y esponjosa mejilla. Seguramente estaba tan nerviosa como él mismo, pero mucho más excitada. Quizá se debía a que no todos los días, en la actualidad, uno podía presenciar de primera mano algo tan tradicional como el evento que estaba por desarrollarse en las próximas horas.
Pero siendo sincero, él estaba al tanto de que la verdadera felicidad de su madre venía con otra perspectiva, por supuesto su vida como el héroe número uno era un riesgo constante y eterno, tan complicado como absorbente, no había tiempo para estas celebraciones, no cuando el mundo afuera podía entrar en guerra o lo más simple alma podría resbalar por las escaleras. Uraraka, y los demás, fueron estrictos; solo por hoy él no podía pensar en ninguna de sus responsabilidades de héroe ¡Qué barbaridad! Las personas se convierten en héroe para toda la vida, pensó Midoriya, pero por más que insistieron, a ninguno se les permitió tener cerca el traje de héroe o cualquier cosa que pudiera distraerlos del camino del evento. Sus amigos se encargarían de cualquier irregularidad con respecto al crimen.
Por tales razones y unas cuantas más, su madre debía estar rebosante de felicidad; un hijo héroe, una vida de riesgos, sin tiempo para celebraciones de esta índole y a pesar de todo eso aquí estaban.
Cuando Izuku se convirtió en héroe jamás imaginó que tendría la oportunidad de casarse.
Tampoco imaginó que sería algún día el heredero de All Might, o que siendo un omega podría convertirse en el héroe número uno, así que en realidad su vida estaba llena hasta el tope de sucesos inesperados que cambiaban radicalmente los planes trazados por su destino original. Sobre todo, jamás imaginó que se terminaría enamorando tanto…
Cuando Izuku era más joven, pues aún lo era, recién ingresado en la U.A nunca imaginó que amaría a Todoroki tanto. Que desearía pasar con él cada día de su vida, cuidarle, protegerle, besarle por las mañanas y darle hijos. O que el padre de Shoto aceptaría, a regañadientes, que los dos se casaran. Izuku aún tenía sus dudas pero creía que se trataba de un pensamiento antiguo ''Si ya vas a hacer las cosas, al menos hazlas decentemente. O no las hagas. ''
Endeavor había apoyado en cada mínimo detalle la boda. En todo. Principalmente porque se desarrollaba en su propia casa, la ceremonia en su templo personal, la recepción en el jardín principal, y también porque ahora Izuku iba a vivir ahí junto con el resto de los Todoroki. No porque no pudieran vivir en otro lugar, sino porque esa era la casa de Shoto, y Shoto era el heredero del recinto. Así que técnicamente las tierras también eran suyas. O lo serían pronto…
―Deku ― sonrió Uraraka asomándose desde la puerta del salón ―, ya es hora.
Se veía preciosa, con su kimono de colores. Todo era tradicional hasta decir basta, los invitados se habían prestado a seguir los códigos de vestimenta originales, lo hicieron sin rechistar. Las chicas emocionadas y solteras habían optado por yukatas de colores, las casadas por los decorosos atuendos negros, pero Midoriya era el primero del grupo en casarse, así que el oscuro color estaba gradualmente lejos de ser el dominante.
Izuku pensó que iba a vomitar el corazón por la garganta si su madre no le tomaba del brazo y le guiaba directamente hasta la puerta. Solo tenía que recorrer un par de pasillos hasta la entrada principal y ahí lo vería, por primera vez en horas. Seguramente estaría tan guapo como siempre, no había otra forma de estar para él, o era terriblemente atractivo o no lo era. Y siempre lo era.
―Sí, ya estoy listo ― suspiró Midoriya dando pasos pequeñitos y suaves hasta la salida.
Todoroki ya estaba en la entrada. Esperando con paciencia. Los invitados le rodeaban como si fuera una estatua, se arremolinaban por todo el pórtico, vestidos con elegantes trajes negros occidentales, mujeres con vestidos de salón y también jóvenes en kimono. Su padre esperaba a su lado, justo a la derecha, rogando impacientemente que tanto su futuro yerno como la madre de este mismo se dignaran a aparecer, llevaban diez segundos de retraso.
―Debiste conseguirte uno más puntual ― bufó Enji Todoroki en voz muy baja, justo al oído de su hijo.
Shoto le ignoró lo mejor que pudo, buscaba focalizar su atención en los adornos del pórtico, con los talismanes de buena suerte escritos con tinta negra, pincel y papel de arroz, los listones blancos con guirnaldas y hortensias que decoraban el paso, cruzando el portal, un poco más allá, se extendía un camino de piedras incrustadas en el pasto, lleno de delicados pétalos de rosa que los llevaría hasta la capilla, seguro el sacerdote ya les esperaba en la puertecilla.
―O al menos uno con caderas más anchas ―rezongó nuevamente, movido por la curiosidad de los gustos de su heredero ―, así al menos los partos no serían un problema.
Todoroki se volvió sobre sus zapatos hasta él, le exasperaba que apenas encontrara la oportunidad no dejara de criticarle por la mejor decisión que había tomado en su vida, siempre era de ese modo, su viejo no se preocupaba en demostrar su inconformidad con respecto de Midoriya, pero al menos había tenido la decencia de pararse a su lado con un traje formal y recibir a los novios para darle las bendiciones, lo había hecho por él mismo, movido por sus propios intereses, por supuesto a Shoto no podía importarle menos si el señor se quedaba o se iba, pero sabía que su madre y su suegra estarían más contentas si las cosas salían tal y como planeaba cada uno. O como las había planeado su propio padre.
De Midoriya no sabía la opinión, pero si su novio le hubiese insinuado que se contentaba con un matrimonio furtivo en Las Vegas, Shoto habría pegado su trasero al avión aunque su progenitor le hubiera rogado que hiciera la boda tradicional y bien hecha, incluso si lo hubiera hecho golpeándose en el rostro con una cadena, una cadena con espinas.
―Papá, Izuku es… ― fulminaba a su padre con la mirada cuando sus pupilas quedaron atrapadas por el cegador encanto de su bello prometido ― perfecto.
Todoroki habría querido enumerar mentalmente todas las cosas que el atuendo resaltaba de Midoriya, o que Midoriya destacaba de la vestimenta, pero nunca habría terminado, cada que lograba enfocarse en uno de los hermosos detalles otra cosa aún más bella que la anterior robaba su atención deliberadamente, al grado de dejarle con la boca medio abierta y una sonrisa colgando ladinamente. Izuku notó la atención de su prometido y respondió el gesto nervioso y sonrojado, sus cabellos se alborotaban por debajo del adorno de su cabeza; verdes, rebeldes, increíbles.
―Shoto-kun ― suspiró su suegra acercando a Izuku hasta su lado, la mano de Midoriya aun descansaba sobre el brazo de su progenitora cuando ella lo entregó.
El alfa tomó la mano que reposaba sobre el kimono negro antes de que su novio pensara siquiera en moverla, convencido remotamente que mientras más pronto le tocara más rápido se irían las ansias de besarle y decirle que lucía precioso en todas las figuras posibles, que no había nadie más bello que él, ningún omega nunca jamás podría verse tan bien en un traje de novio tradicional. Pasó su pulgar por encima de los nudillos de Midoriya, apacible, hasta calmarlo.
No se dijeron una sola palabra.
Solo sonrieron y esperaron.
Los invitados, la madre de Midoriya y su padre, comenzaron a formarse justo detrás de ellos, como si se tratara de una procesión de animas que caminaría por entre las piedras y los pétalos de rosa hasta tomar asiento en sus respectivas sillas dentro del templo.
Como se acostumbraba, Shoto dejó la mano del omega caer conforme comenzaron su marcha, paso a paso de forma lenta hasta ingresar por el pórtico de la casa. Desvistiendo los detalles del jardín, procurado de todas las formas para la recepción y la fiesta. Todoroki admiró las bellas hortensias blancas decorando la puerta de entrada, dirigió una mirada fugaz pero cargada de sensaciones a su novio, que caminaba con la vista fija en el templo a unos metros y movido por impulsos desconocidos cortó una del arreglo para depositarla entre sus manos, que Midoriya había unido sobre su pecho, asemejando la pose de un santo tallado en piedra o mármol.
Izuku tomó la flor, se detuvo abruptamente, correspondió a las mirada intensa de Shoto con una ligera sonrisa. El alfa habría querido besarle ahí mismo, dejar caer los pétalos de flores y olvidar la ceremonia pero si ya había aguantado los últimos años podía soportar unos veinte minutos más antes de que quedaran unidos para siempre; o al menos quería creer que podía soportar la extraña lejanía que aún se condensaba entre ambos. Después de todo ya habían pasado más de dos años desde que comenzaron a salir como pareja…
Hace solo unos pocos años la simple idea de un alfa con un omega implicaba hacer lazo inmediato, un celo y hasta hijos, pero las cosas habían cambiado mucho desde ese entonces, las diferencias entre omegas y alfas eran tan pocas que apenas se podía creer que un omega se enlazara con su pareja inmediatamente. Por supuesto Izuku era el primer omega que se adentraría en su familia construida únicamente por alfas; esa clase de prejuicios aun predominaban, cosa con la que él estaba dispuesta a lidiar, aunque Midoriya no tenía la menor intención en preocuparse por su condición de omega, él solo había conseguido tantos logros como omega que era difícil menospreciarlo en cualquier sentido posible.
Su relación llevaba tanto tiempo sembrándose que era cuestión de meses hasta que por fin decidieran crear el lazo, todo el mundo sabía que ese día llegaría, incluso él mismo desde la primera vez que prestó atención en Midoriya supo que eran destinados, que quizá la medicina había avanzado tanto como para no dejarles sentir de forma certera ese instinto animal, pero supo que estaba unido a él por una fuerza que era mayor a cualquier quirk, a cualquier ley física. Había mujeres que poseían quirks especiales para determinar quiénes eran aquellos que estaban destinados a estar juntos, las adivinas gitanas de la actualidad. Shoto no necesitó de ellas para saber que Midoriya era suyo o lo sería, porque lo de ellos era inevitable.
No había sido fácil, el camino nunca lo era, tener que soportar estar con tu destinado, besarle, abrazarle, hacerlo con protección cuando el celo atacaba y no poder dejar la marca en su cuello porque los dos se negaban a apresurar las cosas y porque Todoroki era demasiado considerado como para exigirle algo a Izuku, algo tan frívolo como: 'Se mío que yo soy tuyo desde ya'. Pero al final había valido la pena, a Shoto le encantaba todo esto que estaba aconteciendo a su alrededor, el por fin casarse con su novio de manera formal, unir sus vidas espiritualmente, en frente de todo el mundo y de los dioses. La ropa, las decoraciones y exigencias de la tradicionalidad de su familia pasaban a un término secundario cuando se enfrentaban a la felicidad que convertirse en el esposo de Midoriya y su alfa por lazo, le generaba.
En la entrada del templo el sacerdote les esperaba justo en el centro de los escalones de madera pulida con una sonrisa a medias y un montón de talismanes para bendecir la entrada, tal como lo dictan las costumbres Todoroki entró codo a codo con su padre y Midoriya, justo detrás suyo de la mano con la madre de este mismo.
La caminata hasta los banquillos para sentarse no era nada comparada con todos estos días luchando uno junto al otro, esperando el momento preciso para entregarse de manera única y formal. Pero también excepcional. Llegaron al umbral; dos años, una carrera de héroes, tres celos, una confrontación familiar y toda la planeación de una boda tradicional japonesa después.
La ceremonia tuvo un desenlace fantástico, en cada momento Midoriya tanto como Todoroki tuvieron el instante perfecto para soltar aquellas palabras que los unirían eternamente. Cada pequeño ritual, desde beber sake hasta unirse con un lazo fue perfecto. Al terminar los novios agradecieron a cada uno de los invitados a las fueras del pequeño templo dentro de la casona y sonrieron con amabilidad. Antiguamente Shoto sería el único dispuesto a hablar, pero Midoriya rompía con cada estigma omega socialmente posible. A las personas les gustaba verlo sonreír una y otra vez, tomar a su esposo de la mano y acercarse a la mesa de los novios.
Un pequeño altar por encima del pasto, con una tarima de duela lustrada y una mesita de mantel blanco. Orquídeas coronando las esquinas y platos con bordes dorados. Había ya un poco de ambiente occidental entre tantas religiosidades.
Incluso Midoriya se tomó unos segundos para cambiar su pesado kimono de novia tradicional y ponerse un traje blanco marfilado que resaltaba su figura masculina y le otorgaba mucha más libertad de movimiento. Todoroki no se quedó atrás, a los pocos minutos apareció con un traje negro ónix y un peinado sofisticado hacía atrás. Se daban pastel en la boca, uno al otro. Un montón de sonrisas genuinas, flashes de cámara y figuras alegres rodeando el espacio semi-rectangular bordeado por pasillos de madera y barandales pintados de rojo. El cielo azul celeste teñía la imagen de una intimidad condensada y feliz. A Bokugou le enloquecía.
No, en realidad estaba en calma. Había llegado tarde a la ceremonia, por petición propia y consideración a su salud mental. Aun no se había acercado a los novios a darle sus amables palabras de felicitación, sin embargo no entendía cómo podía hacerlo. Poco sabía él de definir sus sentimientos pero alegría no era exactamente lo que sentía, más bien una profunda obstinación, resentida y complicada. Ahí estaba Izuku, esa mierdecilla que le acompañó durante toda su vida, quien le quitó el título de héroe número uno y finalmente se casó con Todoroki. Sonreía a todos y se inclinaba con absoluto entusiasmo, pero Bakugou solo podía tener en mente la abrumadora imagen de un Midoriya adolescente gimiendo bajo sus brazos…
Las cosas ya no eran como antes. Ningún omega se casaba virgen, el blanco solo era un color más. Seguramente Todoroki había estado alguna vez con una chica, sin duda una hermosa alfa. Y ellos habían pasado juntos dos veces, nada sentimental… nada que un par de pastillas anticonceptivas, que Midoriya siempre tomaba, no pudiera arreglar. Así que simplemente verlo ahí, totalmente entregado a un alfa… era bastante shockeante.
Nunca consideró ni remotamente permanecer a su lado, pero aun así le sorprendía.
¿Me pregunto si Todoroki sabrá?
De todas formas desde que entraron a la UA las cosas pintaban a que Shoto e Izuku permanecieran juntos, sin más, ni más. Tenía en su mano una copa de champagne y los brazos sobre el barandal, la vista fija en la pareja y una desquiciante capacidad para ignorarlo todo, incluso al chico que le miraba a solo unas zancadas.
―Así que finalmente ha ocurrido ― suspiró Kirishima entrando en el cuadro donde Bakugou miraba con atención, se recargó a un costado ― tu pareja destinada se ha casado…
―Él no es mi pareja destinada ― aseguró Bakugou molesto ― lo sabría. Pero tampoco es la de Shoto.
―Ni la mía ― señaló como si no fuera obvio ― supongo que eso de las parejas destinadas… ya no existe.
―¿A quién le importa esa mierda sentimental? ― liquidó el resto de la bebida en la copa y la dejó haciendo gala del equilibrio en el barandal.
Le dio la espalda a Kirishima y salió volando del rectángulo festivo por uno de los pasillos largos y abiertos que abría paso a otro de los jardines, a su parecer; mucho más abierto, bonito y fragante. Seguramente el viejo de Shoto no les quiso prestar este jardín, era demasiado hermoso para que la boda de un imbécil como Midoriya lo ensuciara. El agua del pequeño estanque era transparente y abundante, conectaba a un quiosco por medio de un puente a la pequeña isla, rodeado de piedras y árboles de cerezo, completamente vacíos.
Bakugou se casaría en primavera, cuando los cerezos están en flor.
En abril.
―Si te casas en Diciembre el amor será para siempre ― murmuró Kirishima siguiéndole hasta el quiosco.
―Bobadas.
―Yo puedo hacerlo, si quieres ― sugirió Kirishima nuevamente inclinándose a su lado.
Katsuki miraba con intensidad el agua; los peces y los animalejos que trepaban por entre las piedras y las hojas, una comunidad grande de verdor. Intentaba, infructuosamente, ignorar al pelirrojo a su lado, que le seguía como una lapa. Suspiró medio cansado, su mente estaba en otra parte, completamente aislada de lo que acontecía en su verdadero entorno.
―¿Qué cosa? ― tuvo la necesidad de preguntar, para no dejarle con las palabras en la boca y la dignidad medio aplastada.
―Casarme contigo.
―No me da miedo ¿Sabes? ― Aseguró levantando los ojos con prepotencia ― no le tengo miedo a estar solo.
―Ya sé que no te da miedo ― sonrió de lado, acercándose un pasito ― que no le tienes miedo a nada. Eso me gusta de ti.
No bromeaba, porque Kirishima podía ser muy serio cuando se lo proponía, justo como ahora. Rozándole la mejilla con la mano derecha, como si en cualquier instante pudiera moverle la cabeza y plantar un beso en sus labios. Sus ojos soltaban toda la verdad, cada palabra tenía peligro de realidad y un porcentaje alto de ser un hecho. Era tanto así que a Bakugou comenzaba a acelerarsele el punto, por más que buscara mantener un estado de control ante el roce del otro le era imposible. Tan imposible como saber ¿Qué hacía en medio de la boda de Izuku?
―¿Dos alfas? ― preguntó sin dar respuesta a lo anterior
―¿Te parece raro? ― preguntó Kirishima levantando una perfecta ceja rojiza
―Si tuvieras una fortuna no me lo parecería, pero solo somos compañeros de departamento y héroes a tiempo completo ― le recriminó apartando su mano con una fuerza descolocante ― no hay tiempo para matrimonio entre nosotros. Eso déjaselo a los tradicionales, a Izuku y el bastardo mitad―mitad.
―Aun así me voy a casar contigo ― le aseguró el sonriente héroe apartando sus manos del camino del rubio y su presencia también.
―Que te den ― murmuró furibundo, saliendo del quiosco por el puente y dispuesto, con mucho más ánimo que antes a felicitar a Izuku.
―¡Porque estás enamorado de mí! ― gritó Kirishima arrojando una piedrita contra el agua.
Agua que rebotó tan fuerte como el sonido y llegó hasta los alejados oídos de Katsuki, provocando que su rostro se tiñera completamente de rojo, un granate descomunal y guapo. Si había algo que le desquiciaba era que Kirishima sacara las verdades entre ambos, porque sabía justo el momento exacto cuando atacarle, y donde, era culpa suya sin duda. Le había dejado entrar demasiado lejos, de compañeros a amigos y de amigos a lo que fuera que eran ahora. Porque vivían juntos se besaban y de vez en cuando tenían algo un poco más intenso, pero habían llegado hasta ese punto solo porque Katsuki lo había dejado… y tarde o temprano iba a pasar esto. Era inevitable, como respirar.
Las condiciones lo sugerían y los hechos lo evidenciaban. Era una necesidad.
―¿Cuándo? ― preguntó de repente. Se detuvo con los zapatos lustrados en el pasto y las manos en los bolsillos.
―¿Qué cosa?
―¿Qué? ¿Esperabas que dijera que si con una proposición tan cutre? ― preguntó Katsuki sin darle cara
―Es que yo pensaba que no te gustaba lo ostentoso ― aseguró Kirishima con la mano en la nuca ― pero si gustas puedo armarla en grande… de todas formas ya tenía planeado…
―No, así déjalo ― pidió Katsuki ― idiota.
Siguió caminando, sin la seguridad de haberle dado a entender que aquello era menos que un sí pero mucho más que un no.
Quizás solo estaba esperando que aquel momento llegara; una boda, un punto de quiebre que le dijera: aunque te cueste aceptarlo, ya estás con él. Desde el instituto. Con mamadas, besos franceses, a estas alturas… solo te falta el anillo y otras cosas carnales.
Se había quitado el pesado traje tradicional, en realidad estaba planeado desde un inicio, solo la ceremonia principal sería tempo suficiente para lucirlo enfrente de sus nuevos suegros y gran parte de los invitados. Pero ya bien entrada la noche, cuando la fiesta era cada vez más animada y el alcohol comenzaba a surtir efecto en sus familiares y amigos Izuku tiró toda la elegancia, que no le caracterizaba, por la ventana y se puso encima un traje de seda más cómodo, ligero, elegante e igual de precioso. Su suegro lo miró mal, por dos segundos, Midoriya apartó el rostro avergonzado y se aferró al brazo de Todoroki.
―¿Qué sucede? ― le susurró Shoto cálidamente cerca de su oreja.
―Tu padre me mira mal ― delató Izuku incómodo.
Todoroki inclinó su rostro apenas unos centímetros, no era mucho más alto pero si le sacaba media cabeza a su novio. Recargó su pálida frente contra la suya, le sonrió directamente a la cara, con una felicidad envidiable, a Izuku se le derritió parte de su alma y corazón, revivió mentalmente la ceremonia, los anillos de sus manos y una sonrisa se posó en su cara, inevitable como respirar. Le robó un beso pequeño a la orilla de la boca.
―Está anocheciendo ― avisó Todoroki ― los invitados están por irse. ¿Por qué no vas a la habitación? Yo despediré a los que quedan.
Se removió inquieto, con un abrumador rubor en las mejillas. Era verdad, la fiesta estaba terminando y solo quedan un par de participantes en el patio, no era que su esposo ¡Qué rara le sabía la palabra! Fuera a correrlos, pero delicadamente avisaría que iban a retirarse, luego los más animados: Kaminari y Mineta le obligarían a beber un largo trago de sake, le despedirían como un campeón e insinuarían un millón de veces que ''pasaran buenas noches'' Todoroki, no podría mantenerse inexpresivo; se sonrojaría, sonreiría y dejaría que siguieran con la bebida en las manos hasta que su padre se cansara. Aunque su suegra y su madre solo lo verían de reojo a medida que Shoto se alejara del patio y llegara al lugar donde se acomodarían de ahora en adelante.
Izuku se escabulló del patio intentando infructuosamente pasar desapercibido para los invitados y llegar al cuarto, en el segundo piso del edificio más alejado, rodeado por un precioso jardín central zen. La habitación, que Midoriya conocía porque algunos días antes su ahora cuñada le había mostrado por fuera, con una sonrisa tan amplia como su belleza invernal. Incluso le sonrió cómplice cuando mostró las puertas corredizas y el pequeño edificio un poco apartado.
―Les damos esta ala de la casa, porque queremos que tengan privacidad ― le aseguró ella sonriente ― tiene su propia cocina en el primer piso, un par de cuartos arriba, comedor y tendrán ayudantes de limpieza también, está equipada para recibirlos inmediatamente…
―No hay necesidad de eso ― aseguró nervioso ― con un cuarto en la casa principal…
― ¡No digas tonterías hermanito!
Era efusiva, no como Shoto, le dio una palmada fuerte en el hombro.
―Ustedes serán una nueva familia de ahora en adelante y necesitan un espacio cómodo para eso.
Lo decía con las mejores intenciones, pero cuando Izuku se plantó frente a la puerta corrediza de la habitación quedó deslumbrado ante la belleza exorbitante y lujosa de la pieza. Sin duda no dejaba de poseer el toque oriental que estaba dentro de toda la casa, pero las luces cálidas rodeadas por lámparas de papel rojas, redondas, cuadradas doradas y pequeñas lámparas de palo largo en cada una de las esquinas del cuarto le daban un aire cálido, iluminado, muy distinto. Luego estaba el cómodo piso de tatami, las paredes de papel y bordados en cada centímetro, dragones y arboles sobre la pared principal, en las secundarias bellos biombos con pavorreales tan realistas que parecían a punto de salir a dormir junto al futón.
Un amplio colchón blanco con dos almohadas del mismo color, y dos cojines negros de seda bordados con hilos dorados, también una colcha cálida del mismo color negro con bordados abstractos. Pero sin duda lo más impresionante para Izuku fue el enorme plato dorado colocado sobre la pared como un cuadro, encima del tapiz de sakuras, se iluminaba tímidamente, con una flama cálida que hacía las de calentador en la habitación. No había más muebles, ni grandes ostentosidades, pero tan solo aquella tentadora cama era suficiente para que Midoriya sintiera el calor corporal llenarle, junto a un vaporoso rubor.
Shoto no tardaría en llegar. Pensó Izuku ingresando en la pieza, caminó con cuidado hasta una de las paredes corredizas del cuarto revelándose ante sus ojos el baño continuo, que más que baño tenía la apariencia de un onsen, privado. Con paredes de madera, suelo de ónix, piedras rodeando la hermosa bañera incrustada en el piso, rebosante de agua caliente y lo más impresionante era la vista. Izuku pensaba que dentro del cuarto no había ventanas, pero las había, si uno corría la pared lo suficiente y alejaba el biombo que dividía la cama de la puerta del baño, podía crear una habitación el doble de amplia, con una bañera incluida y un hermoso ventanal abierto con una vista espectacular. Árboles, montañas, ni un ligero índice de civilización. La oscura preciosa luna cubría con luz plateada el cuarto.
Se retiró abrumado por la belleza de la vista, pero para mantenerse seguro de no demostrar que estuvo husmeando, dejó todo como lo encontró y camino mesurado hasta la otra pared corrediza; al otro lado un cuarto igual de grande que el principal estaba rodeado en cada centímetro de pared por voluptuosos armarios occidentales, de madera de caoba negra y alfombra gris, lleno de sus pertenencias.
―Creo que podré meter mis posters aquí ― murmuró inseguro tanteando el que parecía ser su lado, rodeando el sillón del centro de la habitación.
Una pared del cuarto, que era la misma que se deslizaba, era un espejo completo, al otro lado un tocador en el fondo, con lámparas chinas y un hermoso espejo dorado parecía a punto de saltar y hablarle. ¿Quién es el héroe más afortunado? Los Todoroki habían obtenido una gran fortuna…
Sujetaba una loción de azahar en la mano cuando una brillante mancha se reflejó en el espejo, deslumbrándole. Levantó sus ojos curiosos y se topó con un gancho colgado sobre un par de ganchitos en el espejo. Se trataba de un largo y vaporoso kimono blanco. Conforme se aceró su rostro comenzó a surcarse con una mueca incomoda y un rubor desgastante. Nunca en su vida pensó usar un kimono de bodas y ahora tendría que ponerse uno de lencería… podía no hacerlo.
Llevó su mano curiosa hasta la tela, rozándola con cuidado, sin duda era transparente, con bordado de flores y un cinto en la cintura, muy elaborado, con piedras relucientes y preciosas, mangas amplias, cuello alto. Era muy hermoso. Su piel tan blanca apenas se trasluciría por los pedazos de tela, que eran varias capas… supo de inmediato que había sido enviado a hacer justo para él, justo para hoy y a su medida. Antes de que pudiera inferir quien se dispuso a colocarlo encima de su traje, pero la vista era ridícula, debía de estar desnudo.
Nervioso optó por sacarse la ropa y doblarla meticulosamente dos veces, un poco para perder el tiempo, hasta dejarla sobre el sillón. Luego, tan ansioso como antes envió varias miradas disimuladas al espejo, para cerciorarse de que su cuerpo desnudo estuviera tan perfecto como se suponía que debía estarlo. La ropa interior, perfecta, las pecas de su espalda inevitables, su cabello desastroso. Mientras más se miraba más ansioso por ponerse el kimono estaba, o cualquier método para quitarle la aparente desnudez.
Nunca había sido tan pudoroso de sí mismo, pero su imagen ahora mismo le agobiaba. La situación ejercía bastante presión. Quería peinarse, lavarse los dientes, desaparecer.
La tela era tan ligera que aún se sentía como si no trajera nada encima. Atusado se sentó frente al espejo, inseguro de que seguía llevo su mano hasta el cepillo de madera con cerdas de algodón, lo paso por sus cabellos, asustado. Se mordió los labios hasta que se pusieron rojos y se pellizcó las mejillas, el rubor apareció de inmediato, ni siquiera tenía que buscarlo. Se miró la mano, el anillo de bodas aun brillaba, intacto, reluciente, descolocante. Su corazón temblaba.
―¿Izuku?
La voz le hizo pegar un brinco, se levantó del banquillo asustado, inseguro, jadeante. Despacio se movió hasta la puerta de la habitación, su estómago se retorció en el interior de sus entrañas, dio el siguiente paso, más por miedo a que Shoto se le adelantara y salió del cuarto envuelto en un vaho rosa, humeante, inseguro y nervioso. Con las pupilas fijas en las de Todoroki. Al otro lado de la cama.
Pasmado.
―Midor… Midoriya
―¡Estoy intentando! ― soltó Izuku como una bomba de aire que brotaba de su boca.
Todoroki le miró tan confundido como excitado.
―¿Qué cosa? ― preguntó entremetido
―Respirar ― reveló Izuku con sus ojos cubiertos por una fina capa de lágrimas nerviosas
Todoroki lo miró enternecido, ladeó su cabeza encrispado y llevó su mano derecha hasta el nudo de su corbata, jalando de él para deshacerlo tan rápido como lo había hecho. Sin decir palabra, lo retiró de su cuello, esperando cuidadosamente que Izuku le observara bien mientras se quitaba el saco y lo colocaba cerca del suelo, al lado de la cama, y luego desabotonaba los botones de su camisa, sin saber muy bien cuando parar, pues su cerebro ya comenzaba a soltar pensamientos eróticos, una imaginación muy activa, tanto como morderse los labios.
― ¿No tienes frio? ― le preguntó desde el lado contrario de la cama, deshaciéndose de su cinturón.
Era una pregunta seria. Estaban en invierno.
―No.
La respiración de Izuku había dejado de ser irregular, ahora era profunda, calmada, conveniente. E interesada por los movimientos suaves y sensatos de Shoto, que le hipnotizaban, siguiendo de cerca el movimiento de sus pálidos dedos y sus grandes palmas. A medio vestir, peinado, juguetón, despacio. Se puso de rodillas.
Todoroki le siguió, cada uno en un lado de la cama, mirándose fijamente, los ojos café chocolate enfrentados a los románticos ojos de Shoto, que le relajaban y eclipsaban con violencia y enardecido deseo.
Sabían lo que seguía, estaban con las rodillas en el piso, la mirada fija y un dogeza aproximándose. Primero Izuku, pegó su frente contra el piso, con las manos juntas por encima de su cabeza, el kimono cubriendo la desnudez de su cuerpo. Entregándose. Todoroki le siguió, como alfa un keirei, era suficiente, aceptando.
Cuidadosamente se aproximaron aún de rodillas al interior de la cama, frente a frente.
Respiración agitada y vista fija.
Shoto levantó su mano hasta la mejilla de Midoriya, caliente y sonrojada, rozó la parte con su pulgar, delineando su rostro, la fuerza de su mandíbula y la forma de corazón de sus labios rojos, el inferior más voluptuoso. No se detuvo ahí, aunque Izuku le suplicaba con la mirada que parara, con su cuello levantado dejó libre el camino para las manos juguetonas de Todoroki, que cubrieron con toda su amplitud el cuello. Las venas del pecho, las clavículas preciosas de Shoto.
―Siempre he querido que seas mío.
Midoriya soltó el aire de su boca, colapsando ante el toque de sus dedos. Que buscaban más contacto con su piel, por encima de la ropa, hundió sus dedos en la cintura de Izuku, en su cadera, despacio, en la parte del moño. Deshaciéndolo con una maestría hasta que la tela cayó por sus piernas y dejó el kimono abierto por la mitad.
―Seré gentil ― aseguró Shoto saboreando por medio de sus ojos la cantidad de piel que se revelaba frente a sus ojos.
Midoriya quería decirle que lo sabía, que habían esperado tanto tiempo para este punto que sabía que con él sería simplemente un placer tan enorme que parecería perder consigo mismo el conocimiento de las cosas, pero no pudo proferir un solo sonido, las manos maestras de Todoroki depositaban suaves caricias en su piel, cada centímetro estaba siendo descubierto por sus dedos, cuidado por sus palmas, erizándole los vellos de las piernas, de sus brazos. De cada parte de su cuerpo.
Cansado, dejó caer la tela del kimono por su espalda, revelándose completamente desnudo. Todoroki tragó saliva, acalorado, intentando llamar al control corporal y mental que creía poseer, pero voluntariamente Midoriya hundió sus manos nerviosas en el cabello y su lengua buscó desesperada el contacto con sus labios, sus bocas se tocaron dos veces antes de que el pelinegro repartiera besos desesperados por todo su rostro, envuelto en corrientes de deseo desenfrenadas.
―Ya. Hazme tuyo ― suplicó extasiado, esperando que Shoto le recostara contra las almohadas y le tocara ahí, justamente donde deseaba ser tocado.
Le abriera las piernas.
Así lo hizo, con un gruñido animal, le tomó de la cintura y con una fuerza amable dejó a Izuku contra las almohadas, con sus cabellos revoltosos sobre toda la superficie blanca, y el kimono abandonado en un lugar entre sus piernas, sus manos desnudas bajaron por su cuerpo, acentuándose en su vientre, su ombligo, traspasando la dermis y estrujando de excitación el cumulo de nervios en su interior, matando a las mariposas románticas y depositando aves rapaces en celo dentro de su interior.
Encadenado a su cuello, Izuku se negaba a soltar su boca, le mordía los labios como loa había hecho muchas veces antes, tentado a dejarse tomar mucho antes de la boda, pero expectante ante la incitante pasión que Shoto demostraba, como un tigre sediento que se quitaba la ropa y la dejaba botada a medida que sus manos le permitían acariciar un poco más del cuerpo delicioso de su omega.
―Quiero morderte ― confesó Todoroki lamiéndole el cuello.
―Hazlo ― suplicó Izuku estirándose de un lado, abriendo paso a los dientes blancos y carnívoros del alfa.
Desnudos, sus piernas se enredador una con la otra. Izuku llevó sus dedos hasta el interior de la boca de Shoto, acariciándole los dientes con las yemas de los dedos, sujetándole los colmillos y paseándose por la lengua, sonrojado, abrumado, abrió las piernas cuando Todoroki soltó sus dedos y llevó su fuerte mandíbula al espacio entre su cuello y su hombro, como animal salvaje, clavó sus dientes uno por uno en su blanda piel.
Izuku soltó un gemido fuerte y derramó las lágrimas que había guardado toda su vida para el momento en el que le marcaran como omega de un alfa, pero también instintivamente puso sus rodillas sobre las caderas de Shoto, exponiendo su entrada lubricada ante el contacto a la pelvis de su alfa que comenzaba a rozar desesperada la sección de su vientre, tan ardiente. Esplendorosa y con un calor abominable.
Sabía que a partir de este momento Todoroki desearía ir lento, meterla con cuidado, besarle en la marca un millón de veces y no le desagradaba la idea, pero su instinto posesivo le suplicaba que la hundiera en su interior lo más pronto y fuerte posible, que le llenara por completo hasta que sus entrañas no alcanzaran a recibir una gota más del nudo precioso de su alfa. Embarazándolo, probablemente. Si no se cuidaba. Y era un tema que; en cuanto su miembro profanara su interior, debían tocar.
Midoriya ya sabía que decir.
Shoto no preguntó, llevó sus manos hasta la parte de atrás de sus rodillas levantándolas por encima, hasta sus hombros, reposando graciosas como su flexibilidad, abiertas, sudorosas. La punta de su miembro se insertó en el interior del omega y los jadeos por parte de ambos se volvieron auténticos gemidos extasiados.
No hubo dolor. No había dolor en las parejas destinadas, el placer del roce se activó en cuanto los puntos erógenos se encontraron, lento, suave, pero ferviente vaivén que comenzó como un palo duro en el interior de un estrecho canal. Conectaron ritmos, moviendo las caderas frenéticamente. Izuku bajó las piernas de sus hombros y las enredo en su cintura. Mientras Shoto enterraba sus manos en las caderas de Izuku, desesperado. Errante.
Besaba múltiples veces la marca y con cada beso la intensidad de sus entrañas se liberaba, sus labios sangraban, sus ojos en blanco gimiendo, sintiendo la espalda fuerte y marcada de su alfa, clavándole las uñas sin importarle ni un poco cuantas marcas dejaría o si serían permanentes. Pero la piel se abría bajo sus uñas.
El sudor entre ambos cuerpos dejaba un rastro caliente, un montón de besos con sabor a sangre se esparcieron por sus bocas amoratas. Cambiaron de posición, sin dejar de besarse. Nuevamente Izuku se sentó sobre sus piernas, obteniendo el control sobre el ritmo de sus penetraciones, dejándose llevar por completo, Izuku lamió sus labios cuando dejó salir gemidos deliberados, fuertes y excitados.
Era ruidoso.
Todoroki besó su pecho múltiples veces, susurrando cosas errantes y desesperadas, buscando a ciegas los dedos de sus manos, la forma de sus pies, sus tobillos suaves, pero no pudo entender ninguna de las frases, solo la forma en que los dedos de Shoto se incrustaron en la carne de su trasero y forzaban las embestidas a un ritmo acelerado, cerca del borde.
―Izuku ― gruñó Shoto, al eludido se le erizó la piel cuando le escuchó gimotear su nombre ― me vendré…
―Ah, sí, sí.
Aquellas exasperadas suplicas eran las palabras preferidas que brotaban de la boca del pelinegro, para más sus labios no daban, los nervios de su piel se estremecían con cada nueva estocada, Todoroki tenía fuerza en las caderas, ejerciendo presión sobre las envestidas, jugando con sus pezones, besándole las mejillas.
―Lléname ― suplicó Izuku dejándose caer contra la almohada.
Antes de que Todoroki continuara el ajetreado movimiento, le miró con fijeza desbordante. Una pausa en el acto sexual y sus miradas se encontraron por completo, nuevamente, envueltos en una bruma calurosa y excitada.
― ¿Qué…? ― se preguntó el omega con la mano cubriéndose parte del pecho, descolocado
―No puedo venirme en tu interior ― le explicó calmadamente
― ¿Por qué no? ― preguntó Izuku, aunque sabía la respuesta.
―Porque te puedes embarazar y no creo que sea lo mejor…
Aquella filosófica propuesta no tendría que darse en este momento, era su noche de bodas. Hacer el amor despreocupadamente debería ser la única prioridad, pero Izuku sabía que conseguir aquello sería imposible, sobre todo mientras más cerca se encontraran de los orgasmos compartidos. Exhausto miró al techo. Aun con el miembro de su esposo en el interior de sus entrañas, muy profundo, como un inquilino absurdo. Rodeado por su calor interno.
―Me quiero embarazar ― confesó Izuku seriamente
―No puedes, eres un héroe… estás siendo irracional. ― continuó Todoroki sin inmutarse
―Mírame ― suplicó Izuku tomándole de las mejillas ― ve a All Might, ni siquiera pudo pararse en la fiesta, el momento para tener un hijo es ahora. De otra manera, en el futuro, me será imposible ¿Entiendes?
―No, tú serás distinto ― le aseguró Shoto sin soltarse de su firma agarre
―No lo seré ― negó Izuku acercándolo a su rostro entre las almohadas ― si nos casamos ahora, jóvenes, es porque sabemos que hay algo más poderoso dentro de mí que al final de unos años me va a terminar por matar… por eso debo tenerlo ahora, el héroe número uno puede irse por nueve meses y después me concentraré por completo en ser un héroe. Lo juro. Dame tu nudo y yo te daré un hijo… que será invariablemente el heredero de los Todoroki.
―No necesitamos ningún heredero.
―Solo, por favor… ― pidió Izuku incorporándose un poco, las cobijas echas lío sobre su cuerpo, recargó el mentón en el hombro de Todoroki
Y aunque la intensidad sexual había bajado notablemente tras el breve intercambio en la conversación, el miembro de Todoroki seguía preso en su interior, dispuesto a soltar un nudo prontamente. Todoroki hizo una mueca desganada, al final de cuentas no podía decirle que no a Izuku, y sus argumentos eran tan validos como cualquiera de los suyos, suspiró calmado, depositó ligeros besos en sus sienes, también en su frente, su cabello y en el interior de sus orejas. Dejó un camino de chupetones en su cuello, recargó su espalda contra el futón y comenzó a mover sus caderas de nuevo, la reacción de ambos fue inmediata, la excitación de sus entrepiernas creció gradualmente, Izuku levantó sus piernas por encima de las de Todoroki y dejó que le sujetara de las manos por encima de su vientre, rozando repentinamente su erección. A cuatro manos.
El nudo era, sin duda doloroso, lento, el orgasmo rápido, errante, exhaustivo. Los gemidos elevados, los gritos y las suplicas graves, el vaivén lento, constante, amenazando con llegar a la culminación más pronto. Pero el beso de sus bocas no se rompió ni un segundo cuando Izuku se retorció bajo el toque suave de las manos de su alfa, dejándolo venirse en su interior, apresándole las caderas con las rodillas, los pies aferrados a la cobija y las manos a su propia erección, forzando el ritmo de su propio placer. La lengua de Shoto, rencorosa, no le daba tregua ni le dejaba respirar, crecía en su interior tanto como su miembro.
Trasladado al paraíso por su orgasmo la sensación de llenes en la parte baja de su estómago se extendió por unos segundos. Todoroki abrumado jadeaba su nombre contra sus labios, se venía en su interior.
La primera de muchas veces en esa misma noche.
Creo que no hay mucho más que agregar a este capítulo, salvo que las palabras en cursiva refieren a un tipo de referencia japonesa muy interesante que se hace en la primera noche de una pareja recién casada.(También en otros momentos)
En el próximo cap habrá más KiriBaku.
Perdón por los errores, hice todo lo del final sin que nadie me lo revisara. (Me ato las agujetas yo solita)
¡Nos leemos pronto!
