Declaratoria: La de siempre... ni los personajes ni las series me pertenecen, los uso sin fines de lucro.
Advertencia: Crossover, Shonen Ai, Yaoi, Lemon... si no esperan algo aburrido, o pervertido mejor no lo lean XD, que seires son? Leer para saber.
1. Nuevo ciclo
-"Huele a sangre"…
La oscuridad era como una masa sofocante que le aplastaba la cordura, arrastraba la poca esperanza debido a la devoradora espera por tener un final inconcluso, sus ojos sumamente abiertos ante la carencia de luz, intentando divisar al menos algo más allá de sombras. Caminó sintiendo como si el corazón le palpitara en las manos, había hecho demasiada actividad física en un solo día.
Tragó saliva cuando nuevamente a sus pies se atravesó algo que le hizo tropezar. Era la quinta vez, no necesitaba agacharse a tocar para reconocer que era un cuerpo humano como las ocasiones anteriores.
-Aquí…
Elevó un poco la cabeza para dirigir el oído hacia aquella voz cada vez más cercana que le llamaba.
Sentía como el líquido que al principio supo llegaba a sus tobillos al mojar sus pies, ahora empapaba su pantalón subiendo hasta sus rodillas. Las ondas del curso que seguía aquel líquido cual corriente ligera de un río, era la que le habían guiado en la oscuridad de esa cueva, donde apenas se filtraban diminutos rayos de luz muy alto, en un lugar donde no podía alcanzarlos ni la posible salida de donde venían, pero le permitía distinguir formas.
-Aquí…
Su corazón palpitó más rápido haciendo que su presión sanguínea se acelerara a mayor ritmo, no sabía si era debido a la incertidumbre, o la energía que de aquel ser se desprendía. No era demoníaca, pero tampoco divina. Un ser nuevo a su perspectiva que no posee energía de maldad ni bondad específicamente.
-"Siempre se teme a lo desconocido"
-Pronto no lo seré para ti
El hombre paró en seco, tensando cada uno de sus músculos
-"Puedes leer mi mente"
-Puedo realizar acciones que tu mente jamás imaginaría.
Su mente entonces no debería traicionarlo, hasta saber si el ofrecimiento de esa voz sería real. Más a estas alturas, estaba sobre advertencia de la voluntad de aquel ser.
Una luz se divisó al fondo, la más blanca que aquel hombre hubiese visto jamás. Cerró los ojos mientras más grande por cercanía se hacía la luz. Exóticamente el exceso de luz le permitía ver menos que la oscuridad. El frío aumentaba como si fueran sus propios pasos que al acercarse pulsaran algún interruptor que lo generase.
A tientas supo que las paredes de la cueva se bifurcaban, tenía que elegir uno de los dos diminutos caminos que se habían reducido al grado de que apenas en pie podría pasar por el orificio, las paredes cual estómago de serpiente que han llegado a su final estaban estrechándose como si desearan aplastar a su presa.
-Aquí…
Dudó un momento. Abrió lentamente los ojos. El camino de luz era tentador, en la representación común de los humanos simbolizaría la esperanza, el salir de la cueva para poder ir hasta su aldea y luchar contra el mal que la aquejaba.
Por primera vez en su vida, la segunda opción le pareció la adecuada: la oscuridad era su única salvación. Para ser más específico aquello que se ocultaba en ella.
Tras un suspiro alargó los pasos, entrando de nuevo a ese tramo oscuro donde había escuchado la voz que hablaba en el idioma de los hombres. Su cuerpo se fue encorvando, el sendero nuevo de la cueva se estrechaba, hasta que tuvo que seguir el camino sobre sus rodillas y manos.
-Por fin… -susurró cuando tocó el borde del estrecho camino.
-No humano, esto es el principio. Baja con confianza.
Deslizando una pierna con cautela, salió del agujero, se encontraba en una gran cámara interna como si hubiera otra cueva dentro de la que acababa de sortear, entrecerró los ojos para intentar detectar alguna forma en la penumbra. El lugar era alto, nada estrecho, pudo saber cuando sus ojos comenzaron a habituarse.
-Estoy de vuelta a aceptar tu ofrecimiento-mencionó con voz segura el humano.
-Solo habrá una oportunidad de salvar a tu pueblo. Si fallas significará que perecerán por tu inutilidad.
-Será solo mi vida a cambio de millones, un precio insignificante.
-No, en realidad se trata de la salvación de tu pueblo, la vida de él y tu muerte
Apretó los puños, refrenando sus sentimientos para no reflejar en su mente la contrariedad de sus emociones. Aceptara o no, su decisión simbolizaba el destino de un pueblo entero, y quizás del mundo como lo conocía.
-Estoy de acuerdo. Muéstrame la técnica.
-La sabes ya
El hombre miró sus manos, como si fuese un fuego azul que en ellas se encendía, pero que no quemaba, en su mente se dibujaban símbolos, frases y poses específicas de sellos que se elaboraban con las manos; tan solo con su gran voluntad el ser había mandado a la mente del joven hombre la información necesaria que a cualquier humano común le tomaría años enteros comprender y aplicar, mas gracias a la intervención del ente el hombre en la cueva la tendría como algo natural y sencillo.
Los puntos de chakra en su cuerpo se encendieron en una luz tan pura y blanca como la que había visto inicialmente, una oleada de energía se extendió desde sus pies hasta la cabeza rubia, agitando cada órgano de su cuerpo. Con el despliegue de su luz personal la cueva se iluminó casi por completo.
-Por fin nos conocemos
-No humano, desde antes de que nacieras yo ya te conocía.
Lo miró detenidamente, aquel ser con la figura de algo parecido a un lobo blanco gigantesco, tal vez diez veces el tamaño del hombre adulto frente a él era sin duda un ser extraordinario digno de admirarse. A la altura de los tobillos parecían crecer unas extensiones de hielo de unos armazones rojos, como estalactitas inversas y filosas, sus patas tenían largas garras azul marino. Algunos otros picos gélidos más pequeños a lo largo de su columna, hasta media espalda, otros pocos colgando del cuello como si fuese pelo que se hubiera congelado; y las más llamativas eran un par de crestas endurecidas de hielo que estaban en la base de su espalda, donde iniciaban las patas delanteras, como si fueran alas cortadas que fueron congeladas.
Sus ojos estaban bordeados de pelo que semejaba un antifaz casi tan rojo como sus pupilas, rodeadas de blanco refulgían en una luz intensa; desde el centro de sus ojos se extendía por su frente hasta el nacimiento de las orejas una coraza parecida al oro, con una joya azul en el centro que obviamente era parte del animal y no un mineral de la tierra; la apariencia temible y a la vez magnifica de su rostro era rematada por una línea de pelo azul que surcaba desde la base de los ojos hasta la húmeda nariz oscura.
Hizo una inclinación de cabeza, al hombre le pareció digno de la majestuosidad de un gobernante del mundo espiritual.
-Es verdad que es nuestra responsabilidad el daño que está haciendo al ser nuestro igual-le dijo con su terrible voz profunda- Sin embargo me temo que la prohibición de tocar a nuestros iguales y la carencia de permiso del padre celestial para eliminarle provocan que tenga que dejarte esta responsabilidad a ti. Sin embargo nosotros no podemos dar conocimientos pertenecientes al mundo espiritual, a los humanos de forma gratuita.
-Sin duda… te daré mi alma, y dejaré de vivir en este mundo para siempre. Estoy profundamente agradecido.
El ser con la forma física de lobo gigantesco asintió con la cabeza. El hombre rubio se inclinó posando su rodilla en el suelo haciendo una reverencia.
-¡Es sangre…!- se levantó sobresaltado. No era un río de agua como se imaginó, y el lugar en donde estaban era una especie de lago de donde el río comenzaba. El Lobo estaba posado sobre una delgada capa flotante de hielo sobre la sangre, con su inmaculada piel blanca sin mancharse, rodeando el sur de su cuerpo con la afelpada cola larga, su cuerpo envuelto ahora de una suave capa de energía de chakra que era la fuente de luz de la cueva.
-Este es el lugar donde él trae sus trofeos.
El hombre apretó los puños apartando la vista de la pila de cadáveres humanos resguardados tras el lobo-Lo haré… juró que lo haré…-Se dio vuelta para devolver por el camino que había llegado.
Unos días antes esa misma voz lo había estado llamando en los breves lapsos en que podía dormir, cuando no estaba defendiendo su aldea; había estado solo en el umbral de la cueva sin atreverse a entrar, ni hacer la invocación que el lobo le había solicitado en sueños para que abriese la brecha entre el mundo espiritual y el de los humanos y él pudiese salir para darle el remedio a sus males.
Se dejó caer de rodillas una vez que salió. Miró al cielo con la respiración agitada. El poder provisional que le habían otorgado con el fin de que aplicara la técnica era demasiado para su cuerpo. Sonrió mirando la luna brillante a pesar del cielo oscurecido por nubes grisáceas. Sería la última vez que la viera, como fue el último atardecer el que observó ese día que entró por fin a firmar su destino final, bajo el juramento de dar su vida a cambio de millares.
-Que los dioses me perdonen…y él pueda algún día comprenderme…
Tras el lobo majestuoso apareció otra figura, con su filoso pico removió la piel que recubría el estómago de uno de los cadáveres, extrayendo tranquilamente el intestino de lo que antes fue un humano yacido en batalla
-Y dime Wolfborg… ¿Estas seguro de lo que estas haciendo?
-¿Estas seguro de que es correcto dudar de mi, Falborg?
Un halcón blanco que a los humanos se antojaría gigantesco, con un chakra tan misterioso como el de su congénere bien oculto.
-Aún puedo sentirlo fuera de la cueva... el macho humano que llamaste es…-susurró con su voz profunda el halcón
-Yondaime
OoOoOoOoOo
Iruka se preguntó seriamente si en cada generación sucedería lo mismo, incluso sonrió cuando dejó caer de nalgas al bulto de cuerdas, o lo que estaba enrollado en él, al suelo del aula de clases.
-¡Esto es un atropello! No deberías atreverte a tratar así al futuro Hokage-gritó el niño pataleando aún de la rabieta.
Iruka soportó la carcajada moviendo negativamente la cabeza, fingió el rostro serio.
-Siéntate ya en tu lugar estúpido¿Cómo puedes decir que serás el próximo Hokage si tienes las peores notas de la clase?
El muchacho de cabellera azulada se puso en pie de un salto, aun atado del torso con las gruesas cuerdas, omitiendo las carcajadas y burlas de sus compañeros.
-Esos son detalles menores… ¡además soy un excelente ninja! No hay quien me venza en la forma de utilizar mis técnicas-dijo prepotente
-Eso es verdad
-¿Por qué entonces no me das buenas notas, Iruka-sensei?
-Porque de nada te sirve ser buen ninja si siempre te escapas de clases, no haces tarea, no haces práctica de equipo ni exámenes ¡Además hiciste graffiti en el edificio principal del Hokage! … ¡siéntate Takao!- palmeó la nuca del muchacho que prepotente le daba la espalda, dando un traspié se fue de boca hacia la primer banca.
Seguramente hubiera replicado, pero guardó prudente silencio cuando al levantar la cabeza se encontró con una furiosa mirada amatista, casi rojiza.
-Largo- ordenó secamente un muchacho de cabello en dos tonos, tan pálida piel que le daba un tinte tétrico.
-Ya voy señor amargado… ¡como si me gustara estar a tu lado!
-Bueno muchachos…-suspiró Iruka serenándose, mientras veía como amablemente otro de sus alumnos favoritos, un muchacho de cabellera negra atada en una larga coleta, llevando a un cachorro de puma en la cabeza, desataba a su compañero una vez que se sentó- "Rei siempre es tan amable…espero que Takao aprenda un poco ya que se están haciendo buenos amigos" quiero que les quede claro que aún les falta mucho por aprender y…
-¿Iruka Sensei?- se escuchó tras la puerta, la voz grave era acompañada por suaves golpes de llamado, tras el consentimiento de Iruka, un hombre algo exótico entro. La mayoría aguantó la carcajada, incluso el muchacho del cabello en dos tonalidades, cuya atención era raramente robada por el mundo exterior sonrió de medio lado.
-Buenas tardes Lee-sensei - Iruka tragó saliva, mirando hacia un punto al azar para no verlo de frente.
-Veo que esta venerable aula de clases goza de la primavera de la vida en todo su esplendor- Lee sonrió enormemente, extendiendo su mano hacia los alumnos elevó el pulgar, sonrió haciendo un efecto de que sus dientes brillaran. Sendas gotas de sudor aparecieron en la nuca de todos los presentes.
-Como que a ti ya te agarro el invierno Lee-sensei-- sonrió ladino un alumno de cabello grisáceo, y aguzada mirada verde. De golpe la sonrisa de Lee desapareció, encorvó su cuerpo con un aura oscura de tristeza
-Nunca me habían dicho viejo- se irguió nuevamente con sonrisa radiante, las manos en las caderas, señaló al muchacho- ¡Mucho menos de una manera tan perspicaz, no esperaba menos del hijo del rival de mi maestro!
Sintió claramente un tic en la ceja, Boris apretó los labios para no soltar un comentario aún más mordaz cuando Iruka le clavó como advertencia la mirada.
-Dejando de lado la rivalidad con Boris solo por ser un Hatake, Lee yo desearía…
-¿Ese es el nombre del hijo de Kakashi?- Miró con intensidad a Boris, sobresaltado miró hacia otro lado, Lee ya sabía el nombre, pero le encantaba repetir lo mismo- ¡Nombre mas ocurrente no podía existir!, sin duda, digno de la primavera de…
-Perdón por la interrupción- humildemente Iruka se apretujo las manos vislumbrando otro discurso motivacional que vendría en pocos minutos. Lee tenía la mala costumbre de olvidar a veces por mucho tiempo a qué iba, al ver a los más jóvenes en la calle o las clases paraba para hablar con ellos- ¿Puedo saber la razón de tu amable presencia Lee-sensei?
Con el tiempo Lee se convirtió en un hombre enorme, le sacaba a Iruka casi tres cabezas de estatura, su masa muscular le duplicaba y aún así su aspecto no podía lucir respetable, seguía conservando su corte de cabello infantil, las cejas pobladas y las enormes pestañas. Ni siquiera había que hablar del entallado traje verde. Era casi una copia exacta de Gai, a excepción de que Lee era mucho más rápido a pesar de que tenía más músculos, era aún muy respetuoso y se dirigía de la forma más correcta que podía a las personas, conservando cierta inocencia de su juventud.
-Lamento haberle distraído de sus ocupaciones, es solo que ver a los jóvenes de Konoha me motiva-- se inclino para pedir disculpas, Iruka asintió con la cabeza-- Con esto culmino mi misión de escolta, y si me firma al calce de la página--entregó un pergamino-- podré ir a dejar al Hokage-sama el informe
Interesado Iruka leyó cada palabra del pergamino, al grado que leía su gesto pasó intriga a uno de sorpresa total
-Pero… ¿a estas alturas¡Estamos a menos de tres meses de terminar el curso!
-Lo se, pero son órdenes directas del Hokage
Iruka se rascó tras la cabeza, mirando atentamente el salón de clases.
-Bueno pues… ya veré que puedo hacer¿viene contigo?
Lee asintió tomando un gesto muy serio, casi tanto como el de Iruka.
-¿Algún prisionero de guerra?... ¿o la suegra de alguno? Porque si son chismes de lavadero les recuerdo que esta es una academia Ninja- interrumpió Boris para ocultar con su típico cinismo la desesperación de la incertidumbre, como premio recibió la tiza de Iruka en la frente.
En largos pasos Lee cruzó la distancia hasta la puerta, abriéndola se hizo a un lado.
-Puedes pasar-sonrió amablemente- bienvenido, este será tu salón de clases.
Dio un paso dejando sus pies al borde que marcaba la entrada de la puerta, miró a Iruka. El maestro tragó saliva, nervioso ante la mirada azul que parecía atravesarlo. Un frío poco común en la aldea del país de fuego se hizo presente por un instante. Los alumnos lo tomaron como el escalofrío causado por el aura pesada del muchacho en la entrada. Los adultos sabían que era por la cantidad anormalmente excesiva de chakra para alguien de su edad que el muchacho controlaba para parecer lo más común posible.
-Adelante- Iruka recompuso una amable sonrisa para el muchacho pelirrojo, que en otro paso más cruzó el marco de la puerta para ingresar al salón. Se quedó erguido calladamente, mirando fijamente hacia Iruka.
Era imposible que no llamara la atención, tan serio como apuesto, la mirada casi escalofriante de un azul glaciar. Su cabello pelirrojo perfectamente peinado contrastaba totalmente con la capa gris y desgastada que le cubría el cuerpo desde los hombros, dejando solo libre apenas los pies. Traia a su espalda una tinaja. Llevaba el signo de la aldea de la Arena.
El maestro se sobresaltó ligeramente, mirando hacia todos lados como para buscar la respuesta de algo que se le había olvidado, se dio una palmada en la frente, firmando en su escritorio el pergamino, una vez entregado Lee se retiró tras un breve discurso sobre la fuerza de la juventud y el respeto a los profesores.
Sin mediar palabra el muchacho se colocó en pie con los brazos cruzados frente a las bancas, dejando la vista fija al frente como si viera sin mirar.
-Muchachos…- Iruka se colocó al lado del joven, posando una mano en su hombro, retirada al instante con la sola mirada del pelirrojo- este es Sabaku no Yuriy- se aclaró la garganta- con motivo de la alianza de Konoha con la Arena, se ha instaurado un sistema de intercambio estudiantil. Quizás se habrán enterado que hace poco uno de sus compañeros del salón 3-B se ha mudado a la arena para pasar su último grado y…
-¿Entonces porque no se va a ese salón?- gritó Takao cruzándose de brazos con rabieta
-Nunca pensé decir esto, pero estoy de acuerdo con el idiota- concordó Boris seguido de un sinfín de asentimientos- aquí ya no cabe ni una de sus pestañas
Yuriy entrecerró los ojos, mirando consecutivamente a Takao y Boris. El primero se puso tan pálido que sus compañeros al lado temieron que perdería el sentido, Boris por el contrario, supo ocultar su nerviosismo con una sonrisa burlona.
-¡Basta ya! Esta es una orden de Naru… ¡del Hokage!, así que obedeceremos.
-¿Y sólo porque El lo ordena, debemos arriesgar los secretos de nuestra aldea?- dijo con su voz profunda el muchacho de cabello en dos tonos, para fortuna de un ya sudoroso Boris, el pelirrojo desvió la mirada hasta él.
-Si Kai… es decir, no malinterpretes las cosas. También uno de nuestros mejores estudiantes viajó hasta la Arena, recuerda por favor que muchos hicieron la prueba- Kai gruñó, el la había hecho y por una décima de puntuación de diferencia en la calificación el descendiente de los Hyuuga había sido el seleccionado- quienes la culminen tiene prohibido decir los secretos que aprenda en la otra aldea, esto es únicamente con el fin de acrecentar los lazos de…
-Menos discurso y más acción… ¿No ibas a enseñarnos una técnica nueva?
-¡Boris¿Cuántas veces tengo que… -El tic de Iruka era demasiado evidente, Kai sonrió
-Si no tiene solución que el pelirrojo se vaya ¿para que nos das un amplio discurso, sensei?- interrumpido irreverente Kai
-Si Iruka-sensei, ya acábala con el mal rollo, de todas formas va a estar aquí-- ni siquiera el codazo de Rei había frenado la lengua de Takao--solo tengo una duda ¿es mudo o solo idiota para no hablar?
-¡Takao!... ¡Ya cállense todos!-Iruka estaba sumamente apenado por lo sucedido, suspiró profundo pensando en el mejor castigo para sus alumnos regulares, miró al muchacho pelirrojo -Perdónalos por favor… no quiero que tengas una primer mala impresión de nuestra aldea.
-Tarde- la corta y precisa contestación del Yuriy descolocó a Iruka.
-Vaya… eres… muy sincero
-Devastadoramente franco—corrigió el pelirrojo con el que al parecer era un eterno gesto neutro. No se sabía si estaba bromeando, o lo decía con absoluta seriedad.
El pelirrojo tomó una silla vacía en la esquina del aula, preguntando con su gesto serio implícitamente dónde colocarla. Iruka sonrió como si fuera un adolescente planeando una fechoría.
-Boris ¿Qué te dijo Kakashi-sensei sobre el compañerismo?
Abrió mucho sus ojos verdes, sintiendo demasiado intenso el palpitar de su corazón. Si su padre se enteraba de su comportamiento le iría mal toda la semana con suerte, de lo contrario soportaría a Kakashi todo el mes. El peor castigo que solía dar, además de un entrenamiento en exceso duro del que terminaba arrastrándose para regresar a casa o al hospital según fuera el caso, sumaba frialdad del silencio y un ambiente tan denso que se podría cortar con cierra eléctrica.
Gruñendo corrió su silla. La primera fila era la única que únicamente tenía dos alumnos al contrario de las demás que tenían entre tres y cuatro. La razón era básica, Boris y Kai eran los que estaban sentados en ella.
Quizás eran dos de los más prometedores ninjas siendo genios de nacimiento, pero Boris solía distraerse torturando o burlándose de sus compañeros tendiendo a bajar fácilmente sus calificaciones; Kai al contrario, a pesar de ser el muchacho más popular con las niñas y su casi perfección en la realización de los ejercicios solicitados, se ensimismaba y no había fuerza humana que lo hiciera salir de su mutismo, a excepción de un muy ocupado Hokage que era al único al que solía escuchar. Como medida Iruka había decidido tenerlos lo más cerca posible para observarlos.
-Bien…retomemos la clase-Iruka se giró al pizarrón comenzando a hacer anotaciones
Boris había quedado entre un muy molesto Kai y un frío Yuriy.
-Voy a hacerte la vida muy difícil Rojo- susurró Boris
Yuriy no contesto, al contrario ignoró a Boris, se inclinó ligeramente para observar a Kai, que al instante le sostuvo la mirada retador.
-Ahora comprendo Kai, es por eso que no cabía nadie más.
-Deja de jugar y ve al punto
-El lugar disponible en esta fila era ocupado por tu ego- se irguió nuevamente mirando al frente aún serio, a pesar de las obvias palabras socarronas.
Kai apretó los puños, Boris se carcajeo, recibiendo un golpe en la cabeza cortesía del borrador del pizarrón como castigo de Iruka.
-"Quizás no sea tan malo que el pelirrojo haya llegado"- Miró a Kai mientras se sobaba la frente, desde que iniciaron la academia había tomado una rivalidad unidireccional hacia el muchacho de ojos amatista-"Al menos me ayudara a joderle el día al apestoso Uzumaki"
-¿Alguien quiere recordarnos lo que es el manejo del chakra?- la sonrisa de Iruka se borró, suspiró cansinamente percatándose que nadie le ponía atención, todas las miradas estaban clavadas en la fila donde se había sentado el nuevo.
Continúa… Bue Zhena XD lo prometido es deuda, y se esta comenzando a saldar
