Escrito para la PrUK Week 2018

Day 2: Youth


Naturalmente ridículo

Todas las historias de amor son

Ridículas

No serían historias de amor si no fuesen

Ridículas.

En definitiva, su vida no podía ser más ridícula. Suspiró el rubio, dando otra calada a su cigarrillo. ¿Cómo demonios había terminado de esa forma? Soltó el humo y observó como se perdía en el aire. Arthur Kirland era ridículo. Él era ridículo.

Peor aun, se había convertido en un escritor de historias de amor ridículas.

Un error. Un simple error lo había metido en todo ese enredo. Había enviado el archivo equivocado a su editor, una historia cliché y cursi que escribió en un momento de ocio en vez de la historia de misterio que debía ser. Su editor se enamoro de ella y decidió publicarla, consiguiendo un éxito que ni siquiera sus demás historias habían tenido. Por supuesto quería más, otra historia como esa. Y algo más de dinero en su cuenta del banco no sonaba mal. Seria fácil.

O eso pensó.

Se giró para ver como su laptop yacía abandonada sobre su escritorio, con la pantalla en blanco y el cursor parpadeando, tal y como estaba desde hace horas. No lograba sacar ninguna palabra, todo le parecía basura.

Dio otra calada al cigarrillo mientras se recargaba contra el balcón.

¿Cómo diablos se suponía que escribiese una historia de amor cuando ni siquiera estaba enamorado? ¿Cómo escribiría sobre romances felices cuando su primer (y único) amor había sido un total fracaso?

Yo también viví una historia de amor,

Como las otras.

Ridículas

La única vez que había estado enamorado había sido lo suficientemente estúpido y joven como para echarlo a perder. No es que fuese un viejo ahora. Pero a sus veintiséis años, no tenía ningún tipo de interés en el amor. Mucho menos después de lo complicado que había sido su primer amor.

Que estúpido.

Que patético

Que enamorado estaba.

Y que imbécil fue por decir adiós.

Pero así debía de ser.

Lo suyo estaba destinado al fracaso desde el principio.

Las historias de amor (si hay amor)

Tienen que ser

Ridículas

¿Y bien? preguntó el chico de cabellos blancos que estaba sentado frente a él, mientras colocaba sus piernas sobre el escritorio —¿A qué debo el honor de ser invitado a su oficina, Mr. Presidente del Consejo Estudiantil?

Deberías saber muy bien porque estás aquí respondió el rubio, utilizando su mano para quitar los pies del otro de encima del escritorio—. Preferiría que no pusieras los zapatos sobre mi escritorio. No quiero que ensucies algún papel importante.

Entonces te refieres a lo de la otra noche dijo el de ojos rubí con una sonrisa ladina.

Shut up! gritó el de ojos esmeraldas con un ligero sonrojo en sus mejillas.

¡Quien hubiera imaginado que nos encontraríamos en aquel concierto! se rió Gilbert —. Nunca pensé que Mr. Perfecto seria un punk en su tiempo libre, pero parece ser que la pasaste bastante bien.

Lo que haga o no en mí tiempo libre no es de tu incumbencia —-dijo el inglés cruzándose de brazos y tratando de calmar el rubor de sus mejillas—. Así que no andes contando cosas raras por ahí.

¿Y que harás si me niego? contraataco con una sonrisa, poniéndose de pie e inclinándose sobre el escritorio—. Dudo mucho que quieras que toda la escuela sepa de tu otra faceta...

¿Qué demonios quieres, Gilbert? escupió Arthur levantándose de su asiento.

A ti...

Sin darle tiempo a reaccionar el albino lo tomó de su corbata, haciendo que sus bocas se encontraran en un beso apasionado. Una vez que se separaron por falta de aire, lo miró con una sonrisa divertida mientras se relamía sus labios.

No estuvo nada mal -le guiño un ojo.

You Idiot... murmuró el inglés totalmente sonrojado con una mano tapando sus labios.

Supongo que es hora de irme se despidió el albino dirigiéndose a la puerta—. Auf wiedersehen, sweetheart

Stupid susurró el británico con una ligera sonrisa.

Pero al final, solo las personas que nunca vivieron

Una historia de amor

Son ridículas.

Vete dijo el inglés sin voltear a verlo.

Arthur... intentó hablar el albino.

Lárgategritó tratando de contener las lágrimas.

Si eso es lo que quieres esta bien respondió Gilbert con voz dolida mientras se dirigía a la salida—. Ich liebe dich, Arthur... No lo olvides le dijo antes de salir—. Adiós.

Por unos segundos escuchó los pasos alejándose, hasta que todo que todo quedo en silencio. Golpeó la pared con su puño, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Así es como debían ser las cosas.

Quien volviera al tiempo en que

Sin darme cuenta

Viví una historia de amor

Ridícula.

—Arthur —dijo una voz que reconocería en cualquier lado.

Volteo a ver de dónde provenía, topándose con un par de iris carmesí que se encontraban en el balcón contiguo a su departamento.

—Gilbert...—susurró sin poderlo creer.

Sin duda había cambiado desde la última vez que se habían visto, era mas alto ahora y sus facciones eran más maduras, pero su sonrisa seguía siendo la misma. Esa sonrisa que nunca pudo olvidar.

—Me alegra verte de nuevo —continuó el albino—. Pensé que jamás te volvería a ver...

—Yo tampoco... —reconoció el rubio—. Lo siento… tengo algunas cosas que hacer... —se despidió sin girar a verlo.

Entro rápidamente a su departamento, encerrándose en el.

Tenia que ser una maldita broma

Su primer amor.

Su único amor

La última persona que esperaba ver

Ahora era su vecino

Sin duda su vida no podía ser más ridícula

La verdad es que hoy

Las cosas que recuerdo

De esa historia de amor

Son

Ridículas.

Tenia tres días, tres malditos días sin poder dormir, ni salir de su departamento. Todo por culpa del Idiota de Gilbert.

No dejaba de pensar en el

No lograba sacarlo de su cabeza

No dejaba de recordar todo lo que habían pasado.

No lograba sacarlo de su corazón

Era tan patético.

Ni siquiera podía escribir.

Su editor no dejaba de llamarlo para preguntarle por su historia. Tenía que hacer algo pronto o terminaría volviéndose loco.

Solo tenia un opción debía salir de ahí lo mas pronto posible. Tal vez quedarse a trabajar en un café durante el día o irse a algún hotel. Eso era lo mejor.

Agarro sus cosas y salió de su departamento lo mas rápido que pudo. Corrió hasta el ascensor, presionando el botón con fuerza, no sabia en que momento podía aparecer el albino. Hasta ahora había tenido suerte de no encontrarlo.

O eso creía.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron se topo de frente con un par de ojos rubí que lo miraban amenazantes.

Lo siguiente que vio fue cono era arrastrado hacia el departamento del otro y metido a la fuerza en el.

—¿Por qué demonios me evitas, Arthur? —le reclamó el albino—. No pensé que fueras tan cobarde…

—¿Porque diablos tenias que aparecer así? —le gritó el inglés molesto—. ¿Por que no pudiste dejarme en paz?

—Porque te amo —dijo tomándolo de los hombros y acercando sus rostros—. Siempre lo hice —agregó rozando sus labios.

—Eres un Idiota por quererme todos estos años, ¿lo sabias? —dijo el rubio con una pequeña sonrisa.

—Lo sé

—Creo que yo también soy un poco idiota.

(Todas las palabras esdrújulas

Al igual que los sentimientos esdrújulos

Por naturaleza son

Ridículos)

—¿Que escribes, liebe? —preguntó Gilbert acomodándose en la cama que ambos compartían mientras observaba al inglés tecleando en su computadora.

—Escribo una historia —dijo el inglés sonriendo—. Una historia de amor ridícula.


Notas:

Las partes en cursivas son recuerdos de Arthur

Los fragmentos en negritas son una versión parafraseada de un poema de Fernando Pessoa, el cual habla sobre las cartas de amor, no pude evitar pensar que lo mismo podría aplicarse a las historias de amor.

Las palabras en negritas, son naturalmente, palabras esdrújulas.