Summary: Molly y Sherlock. Café y calabazas.
Disclaimer: nada me pertenece, ni saco nada escribiendo esto.
OoOoO
La escuchó suspirar, como auto-infundiéndose ánimo o valor para decir algo.
-Oye, estaba pensando que a lo mejor, luego, cuando termines...
Alzó la vista hasta encontrarse con sus ojos, por las vueltas que le estaba dando al asunto. Molly no solía dar rodeos para decir las cosas.
Le pilló por sorpresa ver que había algo que no cuadraba allí, algo que antes no estaba. Su cerebro volvió a trabajar a la velocidad de la luz para hacerse con el cambio, repasando cada detalle de absolutamente todo, pero no tuvo que esforzarse mucho antes de darse cuenta de lo que era.
-Antes no llevabas los labios pintados-mencionó con el tono más impersonal que pudo.
-Me he... retocado un poco-musitó incómoda.
Él la observó muy fijamente.
Le gustaba Molly: no podía ser otra cosa. Habían terminado entrando en juego los… sentimientos de los que tanto había oído hablar, pero que seguía sin entender.
Era eso o que estaba perdiendo su capacidad objetiva, que claramente no la había perdido porque podía reconocer que la señorita Hooper tenía los labios pequeños. Y la nariz chata y respingona. Y que había vuelto a engordar dos kilos. Y que se había cortado las puntas y sus mejillas tenían un color más sano. Y que le quedaba muy bien aquel pintalabios, que ahora los hacía verse más llenos.
-Perdona-volvió a suavizar la mirada, después de unos milisegundos de reflexión para volver al tema-, ¿decías?
-Que si te apetecería tomar un café.
Oh, así que era eso. Ahí estaba, mordiéndose el labio inferior, con adorable nerviosismo.
No podía permitir aquello; necesitaba a Molly en su vida (como patologista en St Barts y como constante) y no sabría cómo tratarla con sentimientos de por medio. Pero al menos se la había dejado relativamente fácil con la ambigüedad del ofrecimiento.
-Dos terrones, café solo. Estaré arriba –respondió dándose la vuelta, para dejarla plantada en medio de la sala de autopsias. Sintió algo parecido a la culpa hacerse un hueco desde la garganta hasta el estómago.
-...vale-la escuchó asentir con resignación, desde detrás de la puerta.
Tragó en grueso, dirigiéndose hacia el laboratorio. Debía dejar de pensar en labios. En labios vivos y rojos, que no iban a sonreír cuando le entregara a cambio de aquel triste café calabazas de nuevo.
OoOoO
N/A: 380 palabras clavadas. Cuando vi la escena me quedé con ganas, de más, de hacer algo con ellos dos. Da gusto ver actuar a Louise y a Benedict juntos.
Es mi pequeño homenaje al personaje más BAMF de la serie, desde el punto de vista de Sherlock. Solo Molly Hooper es capaz de invitar a salir de forma tan adorable a un sociópata después de verlo golpear con un látigo el cadáver de alguien a quien conoció en vida.
Espero que guste.
