Los derechos y los personajes de Axis Powers Hetalia no me pertenecen, son propiedad de Himaruya
Espero que les guste el primer capítulo de mi primer Fic de Hetalia ^^
Ojos pardos, tersos labios, cabellera azabache, diminuto cuerpo, piel morena y suave. Un paraíso tropical que muchos anhelaban y que su dueño negaba a compartir...
Aquella hermosa chica, era Seychelles, posesión británica desde 1814, y que, antes de eso había sido colonia de Francia por casi sesenta años.
Una noche, Arthur; devastado, irrumpió en la habitación de la joven, corrió hasta su cama, se abalanzó sobre ella, la abrazó con fuerza y dijo:
- No quiero que me dejes nunca, no te separes de mi lado como lo hizo Alfred, por favor, prométeme que serás mía para siempre.
- Idiota, lo único que sabes hacer es jugar conmigo, decirme que soy tu territorio y de nadie más, me ruegas que no te abandone pero jamás me lo has pedido a mi, sino a alguien que ya no te pertenece, un país que nunca fue tuyo, un hombre que se hizo más grande y más fuerte que tú, y que por tu orgullo no quieres admitir que amas -respondió soezmente la isleña a las súplicas del inglés-
- Supongo que tú también me dejarás de lado -exclamó el rubio, evitando llorar, y fallando en el intento-
- No, no lo haré, te debo un favor; y, después de todo, tus caricias son más tiernas que las de Francis, aunque en verdad, sé que no son para mí
- ¿Desearías que lo fueran? -preguntó él-
Las palabras de Kirkland habían logrado que sus mejillas se sonrojaran, no era la primera vez que sentía aquel cuerpo tan cerca del suyo; pero, definitivamente era la primera vez que percibía como aquellos hermosos ojos verdes no buscaban al americano con complejo de héroe, sino que la miraban fijamente a ella.
En el fondo, ella quería ser su amiga, hacer realidad sus fantasías, montar junto a él aquel unicornio que los seguía, hablar con las hadas, tomar el té todas las tardes y soportar su asquerosa comida; sólo para hacerlo feliz y verlo sonreír todos los días.
Sueños de amor combatían día a día con sus fogosos deseos de emancipación, mientras las dudas surcaban sus pensamientos, atormentándola constantemente.
¿Ser esclava de quien no la ama o ser libre y quedarse sola de nuevo? ¿Será de nuevo una noche de lujuria y desesperación causada por sentimientos no correspondidos? ¿Por qué no me quiere tanto como yo a él?
Entre tantas preguntas que rondaban por su mente, el lugar se convirtió en la guarida de un silencio ensordecedor, atormentaba más la ausencia de las palabras que el que podría causar el exceso de estas, a él le hería tanto la soledad hasta un punto en que el corazón podría llegarle a sangrar; a ella le dolía el alma por su indecisión, por su carencia de convicción, por ansiar autonomía y al mismo tiempo conformarse con ser esclava de un hombre que la ve como entretenimiento nocturno, como muñeca de trapo y como nada más, por no poder de tragarse su orgullo y decir lo que siente; y, por ser incapaz de ganarle a un hombre que solamente sabía entrometerse y comer hamburguesas, en una simple, pero a la vez tan complicada, guerra de amor.
De la nada, el británico repitió su pregunta:
- ¿Desearías que fueran para ti?
La morena acercó su mano al rostro de Arthur, tocó los labios de este con sus pequeños dedos, y luego acarició sus pómulos, que comenzaron a colorarse.
Aquella tierna expresión de Reino Unido cautivó a Seychelles. Sin duda alguna provocaba besarlo, aunque era tosco, torpe y escandaloso, era demasiado lindo como para no adorarlo.
No quería que ese momento acabara jamás, pero debía sacrificar aquel instante para no perderlo, unos segundos y todo el valor que tenía hicieron falta para acumular suficientes fuerzas para hablar y responder:
- Sí, desearía que fueran para mí, aunque sea una ilusión, aunque no sea después esta noche más que un espejismo.
Acto seguido, Seychelles se atrevió a robarle un beso a su amado, comenzó a desabotonarle la camisa, a apreciar esa tez alba, a palpar cada rincón de ese cuerpo que había deseado tocar por tanto tiempo, a pedirle con cada suspiro que le hiciera el amor.
Aún así, él no quería lo mismo, él no respondía a su boca, él no seguía sus movimientos, él se estaba convirtiendo en el juguete que antes ella fue de él. A pesar de su belleza, de su ternura, de haberle entregado su territorio y su corazón a ese hombre, él jamás la amaría. Ella debía hacer lo correcto y dejarlo ir.
- Lo mejor sería detenernos -dijo ella-
- Ya no hablas ni actúas como una niña, estás creciendo, así como lo hizo...
- ¡Cállate! -lo interrumpió- Si tanto lo amas, búscalo, pero a partir de hoy, no soy tuya...
- Me iré, porque no soy más que un estorbo para tu crecimiento, espero que algún día seas capaz de perdonarme, siento haber vendido una parte de ti a Francis en 1958 y lamento no haber podido amarte; sin embargo, no me olvides, y no dudes en pedirme ayuda cuando estés en problemas...
- Te quiero -le susurró ella al oído-
- Yo... Adiós... -dijo fríamente el inglés, mientras se levantaba de la cama y se marchaba de la habitación; y, de la vista de aquella nación-
Lágrimas de tristeza y felicidad recorrieron el rostro de la pelinegra.
A partir de ese día, volvería a encontrarse con su peor enemiga, y conocería también a su más grande aliada. La libertad…
"El 29 de Junio de 1976 Seychelles dejó de ser una colonia británica y pasó a ser un país independiente, miembro de la Mancomunidad de Naciones "
