Disclaimer's incluidos.

¡Hola a todo el mundo! ¿Cómo están? Bueno espero que bien, primero que todo, bienvenidos a este nuevo fic. Sé que tengo otro pendiente por ahí, no obstante la idea de este fic me ataco de una manera tan impresionante que tomó todos mis sentidos y lo escribía de él cada día, se me ocurrían cosas para la trama en cualquier lugar que estuviera y como resultado final, salió esto.

De todo corazón, muchísimas gracias a todas esas personas que mostraron su apoyo en el borrador de esta historia, cuando apenas estaba surgiendo un poco la idea y hacerme ver que tampoco estoy tan loca –Kate, Roosse, Ray- Espero desde lo más profundo de mi corazón, que ésta historia les emocione como a mi me emociono escribirla.

Agradecimientos a Ray, por haberse tomado el tiempo de ayudarme a corregir los capítulos y como no, por su constante ánimo a mi persona.

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-Ambrosía-

Capítulo 1. Hipno

"La huella de un sueño no es menos real que la de una pisada."—

George Duby.

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Caminando entre la penumbra. Siguiendo sin prisa aquella hermosa luz que parecía llamarla desde la lejanía, resplandeciendo entre el lugar más oscuro y solitario del mundo. Comenzó a escuchar unas voces desconocidas, una acusación y una sentencia. El sonido y la luz apagándose, provocaron que acelerara su paso. Llegó hasta un lugar desconocido. Donde la melodía de la flauta se escuchaba con las pequeñas ráfagas de viento, la libertad en el aire, la tranquilidad inundando su cuerpo.

Demasiado perfecto para ser real. Lo escuchó, sacándola de su trance. Un gruñido bajo y primitivo, el sonido de unos gritos ahogados.

Miró hacía abajo, aferrándose a la hermosa baranda de madera tañada. Observando a un hombre en medio de una plaza, con el torso desnudo y los cabellos tan negros como la noche cubriendo sus ojos, que hacían un llamado silencioso...su cuerpo, caminando por voluntad propia se fueron acercando con lentitud, conteniendo su respiración ante unos ojos rojos que se teñían lentamente de púrpura la miraban fijamente, murmurando su nombre.

"Sakura"

Escuchó a cada paso, sintió los leves temblores. ¿Por qué no se podía detener? Estirando de manera involuntaria su mano para intentar apartar los cabellos del rostro, se vio arrastrada por otra fuerza lejos del lugar, dejando que una luz blanca la invadiera por completo sintiendo la falta de aire, abrió su boca buscando un poco de oxigeno, antes de caer completamente en una oscuridad abrumadora y despertar.

Sintiendo su frente sudorosa, las ropas de dormir pegándose a su cuerpo. Se paró de la cama, caminando torpemente hasta una de las ventanas, abriendo ésta para dejar que el viento mañanero entrara a la habitación. Observando a lo lejos los colores del amanecer pintando el cielo azul. El sonido de la gente comenzando las labores en su casa, viendo cómo iban y venían con agua y alimentos, la hicieron preguntarse si realmente la gente de su misma posición social, valía la pena.

No había algo realmente diferente, sólo la suerte de nacer dentro del seno de una familia adinerada. La sangre que corría por sus venas tenía el mismo tono rojizo, las ropas que vestían se diferenciaba por el único hecho de tener dinero para comprar algo más bonito.

—Su excelencia, ha despertado temprano —saludó una de sus doncellas, haciendo una reverencia. Sacándola de sus pensamientos—. Le traeré el agua para su baño. Con permiso

Informó saliendo nuevamente del lugar, dejando sobre la mesa en el centro de la habitación un jarrón con flores frescas. Las miró con detenimiento, tratando de percibir su olor particular. Eran rojas, como aquellos ojos en su sueño. Y podría jurar había visto a aquel hombre en algún otro lugar, el simple hecho de mover un poco sus cabellos, era la necesidad de comprobar quién era.

Le estaban tratando de decir algo, lo sabía. Pero ¿Qué? Pensó caminando hasta las flores, estirando su brazo en busca de respuestas. Necesitaba recordar.

—Su excelencia —llamó la doncella, en la puerta. Junto a otro pequeño grupo de ellas que sostenían pesados jarrones con agua caliente para su aseo.

—Adelante —sonrió un poco, caminando hasta su cama para desenredar su cabello rosa de la trenza.

Las vio verter el agua en una gran bañera de madera tallada, observando el vapor subiendo hasta mezclarse completamente con el aire. Caminó sin prisa hasta el biombo, donde la doncella principal le ayudó con sus ropas y después se sumergió, sintiendo sus músculos relajarse ante la sensación. Tomando una pequeña pastilla de jabón, se aseó debidamente su cuerpo, mientras otras dos chicas le ayudaban a lavar su largo cabello rosa y con algunas hojas de té, se cepilló los dientes.

Al terminar, salió de la bañera. Secando su cuerpo con una pequeña toalla, inspeccionó el kimono de aquel día.

—Me pueden traer algo más sencillo, por favor.

—Pero, su excelencia…

—No haré nada realmente, hoy. Y éste es demasiado ostentoso—explicó a la joven. Mientras ésta ordenaba a otra, ir por un kimono blanco con adorno de flores rosa y la chaqueta roja.

Se vistió con calma, comió unos panecillos al vapor y té. Quedándose en su habitación sola, después de que todas sus doncellas se marcharan. Sacó con cuidado, el pequeño cuaderno que escondía debajo de su cama.

Sacando un pequeño trozo de papel, se dispuso a leerlo nuevamente. La última carta que había recibido de él, hacia aproximadamente un mes.

"Sakura,

Por fin puedo escribirte después de algunas semanas. Y debo decir, tal vez sea una de las últimas que recibas.

Durante estos largos meses de trabajo, creo que por fin está comenzando a dar frutos nuestros esfuerzos, no obstante, es realmente peligroso todo lo que se acerca a nosotros. Te agradezco tu cooperación constante ante esta misión, pero debo pedirte que te retires. Lo menciono, porque entre mis viajes he comenzado a escuchar rumores acerca de ti, no estoy seguro de sí mi participación es conocida. Pero al ser la hija de un feudal, corres más peligro que yo.

Mencionan que si tus palabras comienzan a tomar más fuerza, deberán tomar medidas extremas. Me preocupa. No deseo que algo te suceda, cuando realmente no hay necesidad de ello.

Por otro lado, he escuchado algunos rumores acerca de la muerte de su majestad. El emperador no murió naturalmente. Dicen que fue asesinado, nadie sabe cómo pero algunos pueblos dicen que es un acto de brujería, un pacto con los demonios. El poder que tiene el hombre que ha usurpado el trono, está ligado al dolor y el sufrimiento de la gente.

Es alguien totalmente peligroso y ante este hecho, dicen que tampoco se compadece de las mujeres. Por más jóvenes y hermosas que sean. Por ese mismo hecho te repito, retírate.

Naruto"

Terminó de leer, sintiendo una extraña sensación de preocupación invadiendo su cuerpo como siempre. Hace mucho que no recibía noticias suyas y a pesar de mencionar que sería una de las pocas cartas que le llegarían, era demasiado extraño que después de tantas semanas, no se hiciera presente ni una. Y en el peor de los casos, si hubiera sido asesinado alguien correría la noticia para infundir el miedo.

Dando un largo suspiro, guardó con cuidado nuevamente el cuaderno y se dispuso a salir de su habitación. Necesitaba respuestas, necesitaba hacer que la gente se diera cuenta de quién era en realidad aquel sujeto, no podría ser hijo del cielo, no cuando en lugar de cuidar a los ciudadanos los estaba matando de la manera más cruel y dolorosa, no cuando lo único que le importaba eran sus deseos egoístas.

Caminando tratando de pasar desapercibida hasta la puerta principal. Todos deberían estar ocupados en ese momento y seguramente volvería antes de la cena, así que nadie notaría realmente su ausencia.

—¿A dónde vas, Sakura? —escuchó la voz de su padre, detrás de ella mientras empujaba la puerta.

—A caminar, padre. ¿No te parece que hace un día esplendido, para dar un paseo? —Cuestionó sonriente, dando otro pequeño empujón.

—No deberías seguir haciéndolo, Sakura —dio una pausa, mirando por unos segundos el cielo—. Ya nada es igual, a pesar de lo que se aparenta. Él no tendrá piedad…

—No pueden arrestarme, padre. Soy inocente, puedo expresar mis ideas de manera libre porque no hay un veredicto imperial que diga lo contrario. Además sólo realizó especulacio…

—¡Sakura! Los rumores se están haciendo más fuertes, ellos vendrán a ver qué sucede e implantarán orden.

—Un orden que ellos mismos han destruido, sólo habrá más caos lo sé —aseguró mirando hacia la puerta—. Siempre tenemos miedo, la gente tiene miedo a los cambios a luchar por lo que en verdad es justo por personas cobardes que sólo utilizan la muerte para seguir sometiéndonos. No moriré, no se atreverán a matarme porque siendo la hija de un feudal harán que surjan más rumores. Además de ello, la proclamación de seguridad para todas las generaciones de esta familia después de que salvaras a su majestad en la guerra.

—Sakura…

—Lo lamento, padre, se hace tarde —dijo, tomando las telas de su kimono y salir corriendo. Poco digno para ser la hija de un feudal, pero era la rebelde. La otra cara de la moneda que a muy pocos les gustaba.

Atravesó una pequeña parte del pueblo, sintiendo todos los ojos de los transeúntes sobre ella. Después de tanto tiempo y aún no se terminaban de acostumbrar. Corrió sin mirar a nada ni a nadie, sintiendo el viento golpear su rostro y los largos cabellos moverse con él, llegó hasta el comienzo del bosque, mirando a ambos lados sin notar ningún intruso se adentró de él.

Escuchando los sonidos de la naturaleza llenando todos sus sentidos, el agua correr a unos metros desde su posición. Los animales libres. Realizó el tramo sin prisa, regulando su respiración después de una larga carrera hasta llegar al río. Abriéndose paso entre las grandes rocas, llegó a un costado viendo algunos peces en el agua cristalina que reflejaba su rostro y las nubes en el cielo azul.

Una pequeña porción de lo que seguramente sería la tierra sagrada.

Recogiendo un poco las mangas de su kimono, metió la mano en el agua, buscando aquella pequeña cueva donde debería estar escondido un tubo de bambú en el que insertaban las pequeñas cartas para que el otro conociera sus avances.

"Aquí esta", pensó con alegría sacando el objeto del agua. Lo abrió con cuidado, encontrándolo vacío nuevamente.

Dando un largo suspiro de decepción, lo dejó nuevamente en su lugar. Y se dispuso a caminar un poco más lejos de la entrada, por el borde del río después de todo aún era un poco temprano para regresar y saltarse las lecciones, por un día no era tan malo después de todo.

Intentando fundirse con la naturaleza, tratando de alejar todos aquellos malos pensamientos. Observó el sol ocultándose lentamente en los árboles y no en lo más alto, ésa era la señal para volver a casa. Tampoco quería dar más problemas por su rebeldía.

Caminó sin prisa por todo el pueblo, mirando las bonitas artesanías que tenían algunos mercaderes. Mientras éstos le miraban sorprendidos, sus ropas a pesar de ser las más sencillas aún podían distinguir un poco su posición, odiaba eso, tal vez debía mandar a comprar algo menos llamativo.

Y antes de llegar a su hogar, observó como un gran grupo de gente se encontraba en las puertas de su casa. Se abrió paso entre la multitud hasta el frente, viendo el símbolo del emperador en sus caballos, y banderas la hicieron ponerse alerta. Observando a una de sus pobres doncellas en el suelo con el rostro lleno de temor ante el hombre delante de ella.

Era alto, con los cabellos rojizos al igual que sus ojos. Un porte altivo junto a la arrogancia en cada uno de sus movimientos, rodeado de guardias que atacarían frente a cualquier movimiento en falso que hicieran para atacar a su señor.

—¿Quién es usted? —preguntó con el ceño fruncido, levantando a la a mujer del suelo haciéndole frente. Sintiendo una mano furiosa tomar su brazo con fuerza mientras trataba de liberarse del grosero agarre de aquel prepotente sujeto.

—¿Cómo osas hablarme de esa manera? —murmuró, apretando más el agarre—. ¿Acaso no reconoce el emblema imperial?

—¿Qué emperador? El mío murió hace un tiempo, y aquel que se atreve a nombrarse a sí mismo emperador pero no se preocupa por su pueblo, nunca será reconocido por mi como el hijo del cielo —susurró, sin dejar de moverse.

—Eres la hija del feudal, ¿No es verdad? —rió soltando bruscamente su brazo haciéndola tambalear. Dando una pequeña reverencia la miró nuevamente con burla en sus ojos—Es un placer conocer a mi prometida.

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Continuará.


Bueno hasta aquí, ha llegado el primer capítulo. Espero que les haya gustado y este pedazo de locura mía haya llamado lo suficiente su atención para que me compañen en este viaje. Estoy ansiosa de conocer sus opiones al respecto.

El titulo, signfica: Sueño.

Muchas gracias por tomarse el tiempo de haber leído.

Besos, cuídense.

Zhang.