Capítulo 1
Despertar
Los siguientes minutos pasaron como si fueran horas, o incluso semanas, meses y hasta años. Ni siquiera se dio cuenta de que el tiempo volvía a correr, y se sintió como si fuera una eternidad. Sin embargo poco rato después Twilight parpadeó, al tiempo que su cabeza se iba asentando poco a poco, asimilando todo lo que había ocurrido, hasta que finalmente reaccionó como si hubiera despertado de un largo trance. Levantó la cabeza, viendo las llamas crepitar, y susurró.
-Spike…
Su propia voz sonó lejana y distante, como si las hubiera pronunciado en un lugar y un tiempo completamente distintos, pero luego golpeó en sus oídos, ayudándola a situarse un poco más hasta que finalmente terminó de despertar, musitando de seguido.
-Spike… ¡Spike! ¡Spike! ¡Oh, dulce Celestia! ¿¡Qué he hecho?! ¡Spike, Spike!
La unicornio se acercó hasta el pequeño dragón, el cual seguía tendido en el suelo, completamente inconsciente, asiéndolo con su magia y comprobando su estado. Salvo un leve golpe en la cabeza no tenía nada más, pero para entonces Twilight comenzaba a sentirse fatal consigo misma, puesto que había sido ella la causante de esa situación. Cargó con él en su grupa y lo llevó hasta su cesta, arropándolo de seguido y sintiéndose cada vez más y más angustiada.
-Oh, por todos los ponis ¿cómo he podido hacer algo así? ¿Cómo he sido capaz?-musitaba desde lo más hondo de su ser y dando vueltas por su habitación.
Ella nunca se había considerado una poni violenta ni mucho menos, es más, desde siempre había rechazado la violencia en todas y cada una de sus formas, siendo más de palabra y hechos que de cascos. Y, sin embargo, había agredido casi sin pensar a alguien como Spike, al que consideraba un hermano, casi su hijo pequeño. La culpa, el dolor y la vergüenza comenzaron a atenazar a la unicornio, la cual apenas pudo soportarlo como tal. Pensó entonces en qué pensaría Spike cuando despertara; muy seguramente recordaría lo ocurrido, se lo echaría en cara, recalcando lo mala poni que era, puesto que la había llegado a agredir. Probablemente los hechos acabarían llegando a oídos de la princesa Celestia, la cual con toda seguridad la quitaría a Spike para protegerle de alguien como ella, degradándola además como su estudiante personal y metiéndola en la cárcel por haber agredido a un pequeño bebé dragón. ¿Cómo había sido posible tal cosa? ¿En qué clase de poni se había convertido?
-No… no, no puedo… no debo… no, por favor, no, no, no…-musitó Twilight, con los ojos anegados en lágrimas.
No podía dejar que algo así la hundiera, no quería perder todo lo que había conseguido, ni a Spike, ni a sus amigas ni el amor y la confianza de la princesa. Entonces, buscando una salida desesperada, algo brotó en su mente, recordando en aquel momento un hechizo que, bien aplicado, bloqueaba los recuerdos del que lo recibía. Como salida desesperada funcionaría, y en esos angustiosos momentos no podía pensar en otra cosa, por lo que decidió enseguida y se acercó a Spike.
-Lo siento… lo siento, Spike, lo siento…-susurró Twilight, haciendo brillar su cuerno y acercándolo a la cabeza del dragón.
Usando su magia buscó los recuerdos del golpe y los bloqueó para que Spike no pudiera acceder a ellos. Tras eso apagó su cuerno y respiró más tranquila, aunque aún algo angustiada por lo sucedido, por lo que decidió dirigirse a la sala de lectura para tratar de aclararse un poco las ideas.
Nada más bajar las escaleras se quedó momentáneamente parada, girando lentamente la cabeza hasta ver una figura familiar justo delante de la chimenea. El anillo se encontraba ahí, tirado en el suelo, expectante y hasta de cierta forma intimidante por alguna razón que no alcanzó a comprender. Incluso le dio la sensación de que la devolvía la mirada, como si tuviera presencia propia, pero enseguida desechó esa idea por ser absurda en todos y cada uno de los sentidos. Era un simple anillo, nada más. Y, sin embargo, había hecho lo que había hecho sólo por tenerlo.
Algo indecisa la unicornio se acercó hasta el objeto hasta quedarse justo delante de él, mirándole fijamente sin ningún atisbo de nada grabado en su cara. Acto seguido lo cogió con su magia y lo observó atentamente, tratando de desentrañar algo de sus finas curvas y llegando a verse reflejada en su dorada superficie. Por un instante no hubo nada, llegando a ver una especie de resplandor rojizo en él, al tiempo que su cabeza se desviaba por otros derroteros.
A parte de Spike nadie más había visto el anillo, si mal no recordaba, aunque un extraño presentimiento rondaba por su cabeza como si fuera un mal augurio. Nadie más podía saber de la existencia del anillo, y aun así la daba la sensación de que algo se la escapaba. Hizo memoria, tratando de hacer a un lado sus atribulados pensamientos, hasta que finalmente recordó.
-Rarity…-susurró ella, sin apartar la vista del anillo.
Sí, esa misma mañana se cruzó con ella y llegó a verlo, incluso a cogerlo con su magia. Sin duda alguna ella recordaría el anillo y muy seguramente la preguntaría al respecto si lo volviera a ver. Y no era la única.
-Crescent Moon…
También estaba ese pegaso, el cual la había devuelto el anillo, por lo que eso aumentaba a dos la lista de ponis que lo habían visto. Definitivamente no la convenía que nadie se acordara de él, por lo que rápidamente decidió actuar. Se lo puso de nuevo y se hizo invisible, al tiempo que salía de la biblioteca teletransportándose y dirigiéndose rápidamente hacia la boutique de Rarity.
A su alrededor los colores se saturaban a una escala neutra de grises, al tiempo que las figuras de las casas más cercanas se difuminaban, como si se hubiera mojado un lienzo recién pintado. Sus pisadas resonaban como si estuviera andando en un lugar vacío y diáfano, por lo que lanzó otro hechizo de insonorización a sus cascos, arreglando rápidamente el problema. Apretó el paso para llegar cuanto antes a su destino.
Colarse en el interior de la boutique fue sumamente sencillo, puesto que conocía perfectamente el lugar, pudiendo teletransportarse directamente a la habitación de Rarity, donde su amiga se encontraba dormida. Llevaba puesto su antifaz para dormir, además de una mascarilla nocturna, dándola un aspecto un tanto tétrico. Twilight se acercó a ella, preparando su cuerno y acercándolo al de su amiga.
-Lo siento, Rarity, pero tienes que olvidar lo que has visto esta mañana-pensó la poni.
Tocó la punta de su cuerno con el suyo y se ayudó del mismo para canalizar su magia a través de la cabeza de su amiga, escudriñando sus recuerdos y encontrando el momento justo en el cual la unicornio blanca sostenía el anillo con su magia. Una vez localizado el recuerdo lo bloqueó de inmediato, cortando el contacto y apartándose de ella. Rarity por su parte tan solo se revolvió levemente en sueños y siguió dormitando, como si no hubiera pasado nada.
-Bien, uno menos-pensó Twilight, algo más aliviada.
Aunque por otro lado se encontraba Crescent Moon, del cual no tenía ni idea de donde vivía, por lo que en ese caso se dirigió esta vez al ayuntamiento para comprobar el registro, buscando su ficha de empadronamiento hasta encontrarla. Pudo entonces comprobar que era un pegaso de Cloudsdale, pero que ahora se encontraba viviendo en Ponyville desde hacía un tiempo, trabajando como instructor aéreo y residiendo en el lado oeste del pueblo, a las afueras. Una vez que lo tuvo localizado se dirigió allí y repitió el mismo procedimiento con él, bloqueándole sus recuerdos y borrando así toda evidencia que pudiera probar la existencia del anillo.
Tras eso regresó a su casa y se lo quitó, volviendo a ser visible. Ahora que nadie más sabía de su existencia excepto ella podría hacerlo pasar como suyo, pensando en alguna excusa que pudiera valer. Recordó entonces el ajuar que llegó a heredar de su abuela tiempo atrás y bajó un momento al sótano, donde guardaba todas sus cosas aparte del resto de la colección de la biblioteca. Lo estuvo buscando hasta que finalmente lo encontró, siendo un pequeño cofre lleno básicamente de antiguas joyas y otros enseres que pertenecieron a su abuela.
-Perfecto-pensó entonces Twilight, mientras revolvía el contenido.
Buscando nada en concreto encontró una pequeña cadeneta dorada, la cual la dio una idea; la pasó por el anillo y tras eso se la puso al cuello, enganchándola usando la pequeña horquilla que tenía. Tras eso se miró en un espejo cercano y observó el anillo apoyado en su pecho. Lo cierto era que la quedaba estupendamente, incluso llegó a decir en voz alta.
-Ah ¿dices este anillo? Una vieja herencia de mi abuela, nada más…
Sonaba tan convincente como ella misma quería que sonara, por lo que sonrió satisfecha, al tiempo que pasaba su casco sobre la suave superficie de la joya, la cual parecía resplandecer con luz propia.
Una vez que estuvo todo atado y bien atado notó que el sueño comenzaba a vencerla, por lo que se dirigió a su habitación y se acostó de seguido en su cama, sin ni siquiera quitarse el anillo, el cual brilló a la luz de la luna que se colaba por la ventana.
Subía y subía, sin saber muy bien a dónde se dirigía, pero el viento que se colaba desde arriba la animaba a seguir, puesto que ahí abajo el aire estaba tan cargado que apenas se podía respirar. La unicornio siguió el camino de esa escalera de caracol interminable durante varios minutos que la parecieron horas hasta que finalmente divisó al final de las escaleras una luz que se colaba desde lo más alto. Apretó el paso hasta que finalmente llegó a una estrecha torre, la cual se encontraba iluminada por una única ventana solitaria, por la cual además de luz se colaban numerosos copos de nieve que caían en el suelo, los cuales cuajaban rápidamente debido al frío reinante. Desde donde estaba vio entonces un hueco en un techo de madera, levitándose a sí misma para alcanzarlo y consiguiendo llegar a la parte superior de la torre. Una trampilla cerrada decoraba el techo, por lo que Twilight no lo dudó y la abrió hacia arriba, llegando al punto más alto de la estructura de piedra. Lo que vio allí arriba la dejó helada, literal y figuradamente hablando.
A su alrededor se extendía una extensísima cadena montañosa de norte a sur, pero lo que más llamaba la atención era la tierra que la rodeaba, que no se parecía en nada a lo que ella había visto. No parecía ser Ecuestria ni por asomo, puesto que nada a su alrededor la sonaba.
Hacia el oeste se extendían interminables llanos, páramos y valles que no parecían acabar nunca, regados por numerosos ríos, riachuelos, hondonadas y bosques, logrando distinguir a lo lejos varios asentamientos dispersos los unos de los otros. Al fondo del todo parecía haber grandes colinas en las que parecían vivir criaturas pequeñísimas, sorprendiéndose a sí misma al ser capaz de ver algo así a tan larga distancia.
Al este por el contrario el relieve era mucho más accidentado, con muchas más elevaciones en el terreno, aunque con algún que otro llano aquí y allá. Allí a donde mirara veía muros y muros de montañas que serpeaban por la tierra, salpicándola y dándola un aspecto mucho más duro e incluso desgastado. Sin embargo había un muro de montañas en concreto que destacaban por encima de las demás. Y es que este muro era particularmente negro, con escarpadas cimas que la hacían parecer una inmensa fortaleza más que un simple macizo montañoso. Negros y densos nubarrones se arremolinaban sobre esta negra fortaleza natural, dándola un aspecto particularmente atroz y aterrador. Sin embargo algo captó su atención, y eso fue un resplandor anaranjado que pareció surgir de las entrañas de esa oscura fortaleza. Fijó su vista entre las escarpadas cimas y, de golpe y porrazo, lo vio. Un inmenso ojo hecho de fuego, con una negra rendija de oscuridad a modo de iris, mirándola fijamente. Twilight notó un helador escalofrío recorriendo su espina, al tiempo que una voz de ultratumba sonaba en sus oídos como un eco lejano, llegando a distinguir algunas palabras.
-Te veo…
El anillo en su cuello flotó hacia delante, como si una fuerza invisible tirara de él, al tiempo que la cavernosa voz concretaba un poco más sus palabras.
-No puedes esconderte…
La unicornio se echó hacia atrás, pero la fuerza incidió un poco más sobre ella, obligándola a echar la cabeza hacia delante. El anillo parecía querer ir con la fuerza que la aprisionaba, haciendo todo lo posible por salir del cuello de Twilight, la cual estaba cada vez más y más asustada. La voz volvió a resonar, esta vez con más fuerza.
-No hay vida en el vacío, sólo muerte…
Para entonces la poni ya estaba lo suficientemente asustada, por lo que cerró los ojos esperando que toda esa cacofonía terminase, y en cuanto los abrió se vio tendida en su cama, respirando entrecortadamente, con la frente perlada de sudor y las sábanas de su cama enredadas entre sus patas. La luz del día se colaba a raudales por su ventana, al tiempo que afuera Ponyville comenzaba a despertarse.
-Una pesadilla…-pensó ella, quedándose algo más tranquila, pero aún algo azorada por todo lo que había experimentado en ella.
Se levantó de la cama con gesto algo turbado y miró a Spike, que aún seguía roncando como un bendito; miró hacia el reloj que había colgado de la pared contigua y vio que eran las ocho y media de la mañana.
-Venga, Spike, hay que despertarse-le llamó ella, mientras se dirigía hacia el baño.
-Jo, cinco minutos más…-musitó el dragoncito, revolviéndose en su cesta y volviendo a dormir.
Por su parte Twilight se dio un buen baño, ya que se sentía un tanto sucia, sobre todo después de una noche tan movidita; dejó el anillo en la cómoda del baño y se metió en la bañera, mientras se relajaba con el agua caliente. Inevitablemente pensó en el sueño tan extraño que había tenido, ya que normalmente los sueños que ella tenía siempre estaban relacionados con acontecimientos de su vida y cosas concernientes, pero nunca algo así. Y lo mejor o peor es que lo recordaba todo vívidamente. La nieve cayendo en lo alto de esa torre, el frío imperante, esa tierra desconocida y, por último, ese atroz ojo envuelto en fuego. El simple hecho de recordarlo la hizo revolverse en la bañera, inquieta, ya que realmente la había llegado a asustar. No sabía qué podría tratarse, pero algo la decía que no podía ser nada bueno.
Recordó entonces el extraño comportamiento que tuvo el anillo en el sueño y dirigió su mirada hacia el susodicho, el cual descansaba sobre la cómoda, con la cadeneta cayendo sobre él. ¿Qué podría ser realmente esa joya? A simple vista tan solo parecía eso, una simple joya y nada más, pero después de todo lo que había vivido ya no estaba tan segura. Algo había leído acerca de reliquias mágicas y joyas con propiedades especiales, pero nada de lo que ella recordaba se le parecía en lo más mínimo.
Dado que estando ahí en remojo no podría conseguir nada finalmente se levantó y se secó, terminando de asearse y dirigiéndose a la cocina para desayunar; asió la cadeneta con su magia y se volvió a colgar el anillo al cuello, luciéndolo ampliamente. Lo cierto era que como joya era un ejemplar magnifico, nunca antes había visto un anillo tan bonito como ese, y de cierta forma en su cuello lucía estupendamente.
Al pasar al lado de su cama vio que Spike seguía en su cesta, por lo que le llamó de nuevo.
-Spike, arriba, no te lo vuelvo a repetir.
-Ya voy, ya voy…-murmuró el aludido, tratando de desperezarse.
Una vez en la cocina estuvo preparando el desayuno hasta que finalmente Spike se unió, trayendo la prensa y el correo matutino.
-Correo-murmuró el dragón, pasándoselo.
-A ver… factura, factura, factura… oh, una citación de la princesa-murmuró Twilight, sorprendida y extrañada a partes iguales.
-¿De veras? Qué raro, normalmente me las suele mandar a mí…-murmuró Spike, igual de extrañado.
-Sí, lo sé, debía de estar ocupada… a ver.
Abrió la carta y la leyó en voz alta.
-Mi estimada alumna Twilight Sparkle, perdona por contactar así contigo, pero me temo que no he podido hacer uso del correo mágico a través de Spike ya que he estado liada últimamente y no he tenido tiempo… te lo dije.
-Ya, sí…
-… por lo que te mando esta carta para citarte el próximo jueves por la mañana para una nueva prueba evaluable de tus estudios, por lo que prepárate bien la tercera parte del temario. Te espero a las diez, un carruaje irá a buscarte una hora antes, firmado princesa Celestia. Vale, estupendo, lo llevo bien así que no debería haber problema.
-Nunca antes has tenido problemas para las pruebas evaluables…
-No realmente, pero evidentemente eso no me va a hacer bajar la guardia, debo repasarlo todo.
Spike quiso decir algo, pero en ese momento se llevó una garra a la cabeza al tiempo que se quejaba abiertamente. Twilight se dio cuenta enseguida y murmuró inquieta.
-¿Estás bien?
-Eh… sí, sí, pero desde que me he levantado me noto la cabeza algo adolorida, como si me hubiese dado un golpe, no sé…
La unicornio lavanda trató de no verse muy alarmada, sabiendo perfectamente por qué le daba esa sensación; aunque hubiese bloqueado los recuerdos el efecto del golpe seguía ahí, y eso no lo podía bloquear como tal al ser un efecto directo de la contusión en sí misma, siendo más un proceso físico que mental. Aun así prefirió cubrirse las espaldas sólo por si acaso, dirigiéndose a él comentando.
-No creo que sea nada, déjame verte.
Se acercó a él y le examinó la zona afectada, viendo que en efecto tenía un pequeño chichón debido al golpe de anoche.
-Sí, tienes un pequeño bulto ¿te diste algún golpe acaso?
-No lo sé, el caso es que no recuerdo nada parecido…
Twilight se mordió el labio, algo afectada, ya que ese chichón se lo había provocado ella, pero no podía decirle nada debido a lo sucedido, por lo que decidió dejarlo pasar rápidamente.
-Bueno, un golpe lo tiene cualquiera, ahora te doy algo para que se baje la hinchazón.
-Gracias por cuidar de mí, Twilight.
Ese comentario hizo que algo en su pecho saltara, doliendola especialmente, pero aun así trató de no verse alterada.
-Oh, no es nada, Spike, ya sabes que yo siempre te voy a cuidar…
El dragoncito sonrió y la abrazó de improviso, viendo entonces el anillo colgado en su cuello e inquiriendo al respecto.
-Anda ¿y ese anillo?
-Ah ¿esto? Es de la herencia de la abuela ¿recuerdas el ajuar que me cedió?
-Sí…
-El otro día lo estuve mirando para ver qué tenía y lo encontré ahí, me pareció bonito y decidí llevarlo conmigo.
-Oh, ya veo… recuerdo muy bien a la abuela…
-Sí, y yo…
Twilight Stars fue su abuela por parte de madre y de ella adquirió su nombre, ya que todas las yeguas de la línea sucesoria de su madre se habían llamado igual, y era costumbre en su familia que la descendencia femenina también llevase su mismo nombre. Murió hace ya varios años atrás, cuando ella tan solo tenía unos ocho años, dejándola en herencia una parte de su ajuar con sus joyas. Debido a que tan solo era una niña no pudo disponer de estas hasta que fue mayor de edad, siendo guardadas por sus padres, y justo cuando se mudó a Ponyville les pidió a estos que se lo mandaran, teniéndolo ya en su poder y disponiendo de él. Para ella fue toda una suerte y la excusa perfecta para justificar la existencia del anillo, aunque por otro lado la sabía mal mentir así sin más a Spike.
Aun así decidió correr un tupido velo, le aplicó un ungüento para las contusiones y se puso a repasar el temario para ese jueves.
La vida en Ponyville era sencilla y muy tranquila, y eso se notaba desde el primer día que llegó al pueblo. Todos los ponis que allí vivían eran amables y muy cercanos los unos con los otros, incluso con los extranjeros, que eran tratados con respeto y muy buenas maneras, dando al lugar una muy buena impresión de cercanía y cordialidad. Era eso quizás lo que más le gustaba a Twilight, puesto que siempre se había sentido bienvenida en ese aspecto, y con sus amigas a su lado era incluso aún mejor.
Aparte de repasar para el jueves también aprovechó para consultar todo lo que tenían acerca de joyas mágicas y reliquias antiguas, buscando información sobre ese misterioso anillo que colgaba en su cuello. Encontró algunas referencias sobre colgantes, coronas y hasta brazaletes, pero nada sobre anillos mágicos que volvieran a uno invisible, potenciaran sus habilidades mágicas y permitieran entender otras lenguas. En ese sentido no había nada, y eso extrañó bastante a Twilight.
Por otro lado pensó en consultarlo con alguien más entendido, como lo era la princesa Celestia, pero al final prefirió dejarlo estar y hacer sus propias averiguaciones antes que molestar a la princesa.
El resto del día pasó más rápidamente, por la tarde quedó con sus amigas en casa de Rarity para hablar un rato mientras tomaban el té, allí todas se percataron enseguida del anillo, siendo Rarity la primera en verlo.
-¡Oh, querida, pero qué anillo más hermoso llevas colgado al cuello! ¿Dónde lo has conseguido?
-Es verdad, tú no eres muy de joyas, eso es más de Rarity-apuntó Rainbow.
-Es muy bonito…-murmuró Fluttershy a media voz.
-Parece de oro-comentó Applejack, mirándolo bien.
-¡Te queda muy bien, Twi!-remarcó Pinkie.
-Ah, fue de mi abuela, el otro día estuve mirando en el ajuar que recibí de ella, lo vi y decidí llevarlo conmigo-explicó Twilight rápidamente.
-Oh, ya veo, pues permíteme decirte que tu abuela tenía un gusto exquisito, querida.
-Es una bonita forma de recordarla, eso desde luego…
-No te pega llevar tanto oro, pero bueno, si es por eso tiene un pase.
-Yo también conservo algunas viejas pertenencias de tatarabuelos y tatarabuelas mías…
Sin embargo Rarity comentó de seguido.
-¿Me dejas verlo más de cerca?
De alguna forma Twilight se esperaba que se lo volvería a pedir, después de todo la había bloqueado sus más recientes recuerdos acerca del anillo, pero aun así la misma sensación de desconfianza volvió a brotar en ella, esta vez con algo más de fuerza que el otro día. Por un momento la unicornio lavanda no dijo nada, mirando al anillo con gesto protector, algo que no pasó inadvertido a las demás.
-¿Qué pasa, Twilight? Te lo ha pedido de buenas, no es como si te lo fuera a quitar o algo…-murmuró Rainbow, ceñuda.
-Oh, cielos, por supuesto que no, querida, tan solo me gustaría verlo más de cerca, eso es todo.
Por su parte Twilight la miró de arriba abajo, sin poder evitar pensar en una improbabilidad, como si de repente tuviera algún tipo de importancia. Sin embargo enseguida volvió a pensar por sí misma, respondiendo de seguido.
-Ah, sí, claro…
Desenganchó la horquilla con su magia y se lo pasó a Rarity, la cual lo asió con la suya propia y lo miró atentamente; por su parte Twilight no quitó la vista de encima al anillo, dándola la sensación de que la llamaba, como si reclamara su atención desesperadamente. Una sombra pareció extenderse por toda la habitación, al tiempo que un ligero y sibilino susurro resonaba en la lejanía. Nadie más pareció oírlo, pero ella sí que lo pudo escuchar alto y claro en su cabeza.
Ash nazg durbatulûk
Esas extrañas e incomprensibles palabras resonaron con fuerza, incluso Twilight llegó a esbozar una casi imperceptible mueca de disgusto, ya que su solo sonido era de por sí desagradable, muy arrastrado y gutural, como si una ominosa criatura las musitara desde los rincones más profundos del Tártaro.
Ash nazg gimbatul
La luz a su alrededor se apagó, dejando la habitación casi a oscuras, al tiempo que el ambiente se sentía muy oscuro y cerrado, más sin embargo ninguna de las demás parecieron inmutarse al respecto, como si no oyeran o percibieran lo que ocurría a su alrededor.
Ash nazg thrakatulûk
Para entonces la penumbra había envuelto casi por completo el lugar, siendo la única luz aún visible el anillo que Rarity sostenía con su magia, llegando a reflejarse en los ojos de Twilight, la cual lo miraba fijamente con expresión austera, pero por dentro comenzaba a temblar de miedo.
Agh burzumishi krimpatul
Inmediatamente después Rarity la tendió el anillo al tiempo que dijo.
-Es un anillo precioso, cuídalo bien, querida.
Eso hizo reaccionar a Twilight, la cual lo aceptó rápidamente.
-Ah, claro…
En cuanto lo tuvo de nuevo en su poder la sombra se disipó y todo volvió a la normalidad, como si nunca hubiese existido. La voz enmudeció y no la volvió a oír. El frío tacto del anillo regresó de nuevo a su cuello, tranquilizándola en gran medida. Nadie más pareció ser consciente de lo que había ocurrido salvo ella.
Esa misma noche apenas pudo concentrarse en otra cosa, el anillo ocupaba gran parte de sus pensamientos, y las palabras que oyó en su cabeza aún flotaban en el aire, provocándola muchas preguntas al respecto. Incluso Spike pudo notar la ausencia de la unicornio, haciéndoselo saber.
-Twilight ¿Qué te pasa? Te noto como distante…
-Ah, no, no es nada Spike, tan solo pensaba en mis cosas, eso es todo.
-¿Segura? Sabes que puedes contármelo si quieres…
-Sí, sí, lo sé, pero ya te digo, no es nada, tan solo es sobre la prueba de este jueves.
-Ah ¿es por eso? Vamos, no hay nada de lo que temer, hasta ahora las has aprobado todas sin ningún problema, no veo por qué no ibas a aprobar esta.
-Sí, claro que sí, tan solo estoy repasando mentalmente, eso es todo.
-Está bien…
Al poco rato el cansancio fue apoderándose de los dos hasta que finalmente ambos se fueron a la cama; por su parte Twilight se acostó sin ni siquiera quitarse el anillo, durmiéndose rápidamente y sumiéndose en una densa oscuridad.
Al principio no hubo nada. Luego las sombras comenzaron a arremolinarse, tomando forma, hasta que finalmente comenzaron a mostrar diferentes situaciones, todas ellas horribles. Vio una gran espiral de fuego inundándolo todo, al tiempo que varias imágenes iban pasando como en un caleidoscopio. Vio una gran ciudadela blanca construida a las faldas de una gran montaña, con un afilado risco sobresaliendo de la misma y coronada por un gran palacio blanco con un sinfín de torreones. En el centro del risco pudo ver un árbol muerto y seco, también blanco, pero envuelto en llamas, todo ello coronado por un cielo tan oscuro como la propia noche. Ella estaba ahí, justo delante del árbol, observando como todo era devorado por el fuego y las sombras. Entonces una altísima figura se levantó delante del árbol, interponiéndose ante ella y mirándola fijamente. Por su parte Twilight se quedó muy quieta, observando a la altísima sombra, la cual era incluso más alta que la princesa, ataviada por una gruesa y negra armadura y coronada por una especie de casco con tres altos y afilados pinchos. Su solo aspecto era atroz, inundando a Twilight de un profundo miedo y dejándola clavada en el sitio, incapaz de huir o moverse.
Por su parte la figura la devolvió la mirada y entonces comenzó a hablar, pero lo hizo en una lengua extraña que sonaba exactamente igual que aquella vez cuando estaba con sus amigas. La unicornio frunció el ceño, dándole a entender que no comprendía lo que decía, a lo que la figura guardó silencio. Tras unos segundos así finalmente volvió a hablar, esta vez en su misma lengua, lo cual la dejó un tanto perpleja.
-¿Quién es la que ahora porta el anillo? No logro distinguir dónde estoy.
Twilight por su parte prefirió obrar con cautela, hablando inmediatamente después.
-Soy Twilight, Twilight Sparkle, estudiante y protegida de la princesa Celestia, gobernante del reino de Ecuestria. ¿Quién es usted y a qué ha venido?
Ante esa pregunta la figura pareció ofenderse, mascullando de seguido.
-¿¡No sabes quién soy, insignificante mortal?! Yo soy la oscuridad, yo soy el miedo, yo soy a quien todos temen y a quien sobrepasó al mismísimo Morgoth. Soy Sauron el Grande, el Señor Oscuro, señor de Barad-dûr y del reino oscuro de Mordor, donde se extienden las sombras.
Ante semejante presentación Twilight se quedó en blanco, no muy segura de qué responder al respecto; sin embargo Sauron continuó.
-Tú tienes algo que me pertenece… algo que necesito, por encima de todo…
Nada más decirlo el anillo en su cuello volvió a ser tirado por una fuerza invisible, logrando arrebatárselo y haciéndolo levitar hasta su mano, pero sin poder cogerlo, manteniéndolo flotando sobre ella.
-Este es el contenedor de gran parte de mi poder, mi esencia, pero el resto ha quedado atrás, en los confines de la Tierra Media. Ignoro cómo ha podido llegar hasta este mundo, pero es algo que no me va a detener. El anillo debe regresar a la Tierra Media. Y tú me vas a ayudar.
-¿Y si me niego?-soltó entonces Twilight.
Ante eso Sauron la miró fijamente, incluso llegó a darla la sensación de que tras esa ominosa mascara el hombre sonreía mordazmente.
-Pequeña criatura… ¿crees que puedes negarte así sin más?
La unicornio lavanda no dijo nada, algo intimidada por el porte de Sauron, el cual murmuró.
-No pareces tenerme miedo, o tal vez sí, pero no lo muestras. Te enseñaré a temerme. Y creo que ya sé por dónde empezar.
Al punto un humo negro envolvió a Sauron en su totalidad, y en cuanto éste se disipó se mostró con un aspecto completamente distinto; era un hombre de pelo largo, liso y moreno, de ojos oscuros e intimidantes, facciones rectas, rostro escrutador, nariz aguileña, finos labios y porte intimidante. Vestía con una armadura más ligera y compacta, haciéndole ver menos grande, pero haciéndole ganar un mayor porte y presencia. Observó atentamente a Twilight, la cual esta vez sí que se mostró más nerviosa que antes. Había algo en ese nuevo aspecto que la aterrorizaba pero la atraía a partes iguales.
-Este soy yo… pero en otro tiempo y en otro lugar, distantes y lejanos. Sea como sea mi poder no conoce fronteras, y me da igual si no estoy en Arda. Yo siempre consigo lo que quiero. Y, como ya te he dicho antes, tú me ayudarás.
-¿Por qué yo?-tartamudeó Twilight, asustada.
-Porque puedo sentir en ti un gran poder y un gran potencial. Pareces estar destinada a hacer grandes cosas, pero por lo que puedo notar ese poder sólo parece estar supeditado a la luz. Sin embargo no hay cabida para la luz de donde yo vengo. Soy la oscuridad y la sombra. Y el anillo es prueba de ello.
-Entonces, ese anillo…
-Así es, yo lo forjé. Es un instrumento de mando y de control, con él puedo controlar las mentes de todo aquel que tenga consigo los otros anillos de poder. Pero por ahora aquí sólo está el único, y con él, yo vivo. Da igual que esté lejos de Arda, gracias a él yo estoy aquí y ahora. Pero no por mucho tiempo. En la Tierra Media no soy más que una sombra, pero necesito el anillo para recuperar todo mi poder. Que esté aquí, en esta tierra, sólo es un contratiempo menor, tú me ayudarás a volver a Arda, y de paso consolidaré mi poder en esta nueva tierra.
-No.
Esa contestación descolocó un poco a Sauron, el cual esbozó una mirada molesta y masculló de seguido.
-Maldita poni insolente, pagarás cara tu osadía…
-En tal caso abandonaré ese anillo y así no podrás conquistar nada.
Sin embargo ante eso Sauron soltó una sonora carcajada que la provocó que un escalofrío la sacudiera de arriba abajo.
-¡Pequeña ilusa! ¡No puedes deshacerte así sin más del único!
-¡En ese caso lo destruiré!
Otra carcajada resonó por todo el lugar, a lo que Sauron respondió.
-¡Sigues siendo una ignorante! ¡No puedes destruir al único, ni siquiera yo puedo, aun a pesar de que yo lo forjé! Sólo hay una forma de destruirlo, pero está muy lejos de aquí.
Ante esa tesitura Twilight se quedó casi sin opciones, sin saber muy bien qué decir. Visto lo visto lo último que haría sería ayudar a alguien como Sauron, sin embargo algo la decía que no sería tan fácil oponerse a él así sin más.
-Antes muerta que ayudarte a conquistar mi hogar.
-¡Oh, pero lo harás! Sí, ya lo creo que lo harás… tal vez no ahora, pero en cuanto bajes la guardia yo estaré ahí para convencerte. Y en cuanto eso pase… me servirás a mí y a mi causa. Me ayudarás a volver a Arda, donde consolidaré mi poder en la Tierra Media. Nada me detendrá.
Antes de que pudiera darse cuenta, Twilight vio que se habían movido hasta el borde del risco; se dio la vuelta y vio una larga caída hasta los niveles inferiores de la ciudadela, viéndose los tejados blancos alzarse hacia arriba.
-No tienes escapatoria, Twilight Sparkle. Puede que ahora no tengas intención de ayudarme, pero al final lo harás, ya lo creo que lo harás. Después de todo eres la portadora del anillo, y todos los portadores han acabado sucumbiendo a mi poder. No tienes nada que hacer contra mí.
Para entonces Twilight no tenía ganas de seguir hablando con él, tan solo de despertar de esa horrible pesadilla. Por lo que, sin pensárselo mucho más, se dirigió a él.
-No pienso ayudarte. Ni ahora ni nunca. Antes muerta que servirte en bandeja de plata a Ecuestria.
-¿Ah, sí? ¿Y qué piensas hacer al respecto?-inquirió Sauron, divertido.
Fue entonces cuando Twilight supo que era el momento, dio un paso hacia atrás y se dejó caer hacia el vacío. No gritó, tan solo se dejó caer, mirando hacia abajo y viendo como los tejados se acercaban inexorablemente hacia ella. Antes de llegar hasta ellos cerró los ojos, esperando al impacto.
Vale ¿recordáis que hace ya un tiempo llegué a publicar un one-shot en el cual Twilight se encontraba con el anillo único? ¿no, no? bueno, el caso es que he llegado a ver el Hobbit en la tele recientemente y, de forma sistemática, me he inspirado bastante y de buenas a primeras este capítulo de aquí ha surgido. Ya sé que tengo más cosas abiertas, y soy consciente de que en sí esto es arriesgado, ya que añado más trabajo y más carga a la que de por sí ya tengo, pero oye, que queréis que os diga, como ya sabéis la inspiración es una zorra y ha decidido hacerme una visita. Ahora vayamos con la historia.
Cronológicamente hablando se sitúa a mediados de la segunda temporada y de cierta forma planeo reflejar algunos capítulos pero con la nueva variable que es el anillo, cambiándolos significativamente. Por la parte del Señor de los Anillos se sitúa más o menos entre la segunda y tercera edad del sol, tras la caída de Sauron y la pérdida del anillo a manos de Isildur en el río Anduin. Para los menos puestos en la saga de Tolkien, en el primer sueño que tiene Twilight aparece en lo alto de Celebdil, uno de los picos más altos de la Tierra Media perteneciente a las montañas Nubladas; es el techo de Moria y la torre por la que sube es la torre de Durin, En el segundo sueño aparece directamente en Minas Tirith en el reino de Gondor. La Tierra Media aparecerá muy de cuando en cuando, usando sueños y flashbacks, por lo que me centraré más en los efectos del mal de Sauron en Ecuestria. En cuanto al susodicho digamos que Twilight está jodida, pero no voy a desvelar más de la cuenta. Y eso es todo, comentad, dejad reviews y todo eso.
PD. Feliz año nuevo
