El camino que llevaba a las orillas del río estaba resbaladizo. Lo sabía porque al ir corriendo hacia allí, había caído varias veces.

Las piedras que conducía al lugar estaban húmedas gracias al leve chaparrón que había ocurrido hacia unos minutos.

Decidió que ver el atardecer, de un cielo sin nubes que había barrido un viento del este, sería lo mejor para apaciguar su nerviosismo y ansiedad.

Llego a la orilla con unos cuantos golpes en sus rodillas y manos. Se sentó allí, y mientras observaba como un sol más rojo que de costumbre moría en el horizonte, frotó sus manos en busca de mitigar el pequeño dolor de los golpes producto de la caída.

En el ambiente corría aun un viento del este barriendo las pocas nubes que quedaban y de a poco se tornaba en un viento del sur, lo que le daba entender que aquella noche haría un poco más de frío.

El cálido olor a la estación otoñal danzo tranquilamente sobre su nariz. Y el trataba de inhalar aquel aroma a naturaleza. Aquel aroma al río, a las hojas caídas, y a la humedad que había dejado la lluvia.

El sol moría cada vez más rápido. Allí en el horizonte solo se empezaba a distinguir una línea roja, anunciando el anochecer.

Le gustaba sentarse a orillas de aquel río. Era un oasis que se permitía disfrutar cuando la frustración lo llenaba por completo.

Se sentía irritado... El tiempo se acababa.

-Oi... ¿No piensas ir a la práctica nocturna?

-¿Cómo sabias que estaba aquí?

- Lo adivine.

-Ah...

-No respondiste.

Ya no quedaba nada del sol, ya se había ido completamente.

-Adelántate. No iré.

-Hinata... ¿qué ocurre?

El chico miro como el río hacia danzar los juncos en aquel anochecer.

-Tobio...- su nombre... Jamás le había llamado por su nombre...- tal vez no vaya a la práctica.

-¿ah? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que le diga a Sawa-senpai que iras mañana?

-No... No voy a ir.

-¿Mañana tampoco?

Hinata lucio una sonrisa triste.

- No voy a ir más, Tobio... Se acabó.

Hinata con su singular agilidad se levantó de un salto y limpiándose algún rastro de tierra de sus pantalones emprendió la marcha dejando atrás a Kageyama Tobio, quien había frustrado su plan de relajarse mirando la calma del rio

-Oi! Espera.

-¿Qué?

Kageyama sintió frío al ver la dureza con la cual los ojos de Hinata se posaban sobre los suyos. Parecía taciturno y perdido.

-¿Qué? Me dices ¿Qué? Acaso ¿no soy yo quien necesita una explicación? - pregunto irritado.

-Ahh... - Hinata rasco su cabeza, como quien busca las ideas para responder una pregunta difícil. - Hable esta mañana con el entrenador Ukai.

-¿yo?

- No voy a seguir en el equipo. Ya es hora de dejarlo.

Kageyama no quería ni podía creer aquellas palabras. Ese no era Hinata, el amante de vóley... Era un intruso.

-¿ah? ¿Estás de broma? ...-

Kageyama temblaba un poco bajo la luz de una luna llena que se había hecho presente en aquella noche.

-No... - Otra vez la mirada fría. - Mañana parto hacia Tokio. Mi padre fue trasladado allí. Así que toda mi familia debe ir con él.

-¡Idiota! ¿Cuándo pensabas decírmelo? -Kageyama lo tomo de la remera e intento golpearlo. Pero Hinata no se resistió. Ni siquiera se inmuto. Su mirada ni siquiera estaba centrada. Estaba ido.

- Lo siento, me olvide.- antes las frías y no convencionales palabras del más chico, Kageyama lo soltó bruscamente.

-Eres un idiota- Bramo en aquella noche.

-Lo sé... Siempre me lo dices. - Hinata sonrió levemente y Kageyama por primera vez vio la tristeza en sus ojos. - ¡Bien! De todas maneras, no quería seguir en Karasuno. - dijo tratando de elevar la voz- Le dejaré el puesto a Yamaguchi, él se lo merece. Y ha estado practicando mucho. Yo no merezco estar en el equipo, el entrenador Ukai debió haberme sacado esa vez que perdimos contra Seijo, tal vez...

-¡cállate!

Hinata asintió calmado ante la orden de Kageyama.

Se voltio tranquilo y emprendió una marcha suave.

No corría. No gritaba. No sonreía. Ese no era Hinata.

-¡No huyas! -

-Es tarde Tobio. Tú deberías estar en la práctica y yo armando las últimas maletas.

Puso sus manos en los bolsillos y empezó a aumentar la marcha de sus pasos.

Durante unos segundos camino lo más rápido posible.

No quería verle allí. No ahora.

Verlo allí le destrozaba la poca cordura que tenía.

Cuando sintió que se había alejado lo suficiente noto que grandes pasos se oían detrás suyo y de repente un Kageyama agitado lo detenía tomando sus hombros.

-Ve al entrenamiento, Tobio

-No.

-Ukai y los senpais se enojaran. Debes ir, las nacionales están por...

-¡Cállate! - grito esta vez más fuerte. - ¿Por qué no me dijiste? ¿Ah? ¿Qué te pasa por tu diminuta cabeza? ¿Cómo diablos no me vas a decir que te vas? ¿Acaso no tenemos una amistad? ¿Cómo es que dejas al equipo así? ¿Quién más que Ukai lo sabe? ¡Dime!

-Todos lo saben.

Kageyama apretó sus hombros con más fuerza al oír esa respuesta.

-¿Por qué no me dijiste? -¡Dímelo!

Hinata no respondió.

Tobio lo apretó con más fuerza.

-¡Dímelo! ¡Dímelo!

-¡PORQUE NO PODIA! ¡KAGEYAMA IDIOTA! NO PODIA DECIRLE A LA PERSONA DE LA QUE ME ENAMORE QUE ME VOY A IR A OTRA CUIDAD PARA SIEMPRE.

Kageyama soltó bruscamente el cuerpo frágil de Hinata.

Y este comenzó a llorar haciendo catarsis de todo aquello.

-¿Es... Es... Broma? - articulo

Hinata limpio sus lágrimas con su antebrazo.

-Idiota. Como si tuviera tiempo para bromear.

Volteo rápidamente y hecho a correr hacia su casa.

Esta vez Tobio no lo siguió. Se quedó allí bajo el resplandor de la luna en una noche de otoño.