Todo se volvió tan importante desde la soledad y el rechazo, todo fue todo. Era que simplemente las cosas eran tan imposibles para alcanzarlas o tan miserables para desearlas. Yo no tenía nada. Yo moría y caía al vació, con tanto odio y envidia en mi corazón. Yo me volvía tan cruel y frío. Deseos como la felicidad o bien ageno eran tan estúpidos e ilógicos para mi mente, los cuales me llevaron a la locura. El egocentrismo y la locura se volvieron el mayor control sobre mi y mi forma de ver la vida. Todo era tan distinto. Todo era tan doloroso e imposible, lo cual me hacía enloquecer por ello. El poder, riqueza, honor. Yo solo deseaba ello, y nunca me preocupe por mi propia salvación. Nunca me detuve a pensar que estaba muriendo, tan rápido y doloroso, yo estaba cayendo. Y solo desear una cosa, transformaba mi destino. No tenía un apoyo en el cual sujetarme y levantarme. Porque yo no podía caer. Mi mente y cuerpo no me lo permitían. Y yo tampoco me iba a dejarme caer. Cada vez estaba más cerca, y ya no importaba nada. Ni la familia, ni amigos, nada. Ellos eran simples seres que dificultaban mi camino ninja, y no los iba a dejar arruinar mi vida. Mi camino. Mi todo.
Pero entonces llego ella. Parecía ser sincera, esforzada y distante. Ella embozaba el sol y la calidez. Ella hacía a cualquier persona sonreír con tan solo su alma. Ella era una buena persona. Ella fue la que me despertó de esta eterna y horrible pesadilla. Ella tomo mi camino y lo ilumino. Ella hizo llover las lagrimas que tanto anhelaban caer. Ella tomo mi mano y me sujeto, y me levanto. Ella fue algo que desear, y algo no imposible. Debía admitir haberme acostumbrado a lo difícil, e incluso a tomarle agrado. Debía conseguir todo lo posible por ella. Y entonces lo note.
Ella era la salvación. Ella me resucitaría. Y todo por un poco de amor. Mi miseria interna por fin dejo de sentirse. Por fin deje de tener esa pesadilla eterna. Por fin desperté al mundo real.
Y lo admitía, la necesitaba. Pero mi capa de frialdad te alejaba más y más. Realmente no deseaba la soledad. Deseaba estar a tu lado, aunque no pudiera admitir amarte, puesto que no te conocía en una totalidad, era un sentimiento tan intenso y apasionado que me devoraba por dentro. Solo deseaba que tu fueras la indicada para estar junto a mi el resto de mi vida. Quería ser feliz junto a ti, no volver a sentir el dolor que tanto intente matar, sin resultado.
Para mi torpeza, tu fuiste la que se acerco a mi. Me hablabas tan amablemente y en poco tiempo te volviste mi amiga. Pensé que quizás no necesitaba más que alguien amigable como tu, pero entonces lo note: me había enamorado de ti.
Tu me encantabas y todo aquello, lo lograba admitir. Y para mi todo aquello ya era suficiente. Tenerte a mi lado, sea tanto como amiga o novia, me encantaba. Pero sucedió más. No se como pero en un momento nos estábamos besando. Para mi era tocar el cielo, por supuesto.
-Te amo.
Susurre en tu oído. Desde ese momento no nos separamos. Hasta aquel día. Aquel día en que mi alma fue arrancada de mi cuerpo. Te observe llorar, tanto a ti como a muchas personas. Pero solo me importabas tu. Quería consolarte y protegerte, pero simplemente no podía. Yo estaba muerto. Pero te ame, te amo y te amare. Y nada nos separara, porque luego nos encontramos, y volvimos a unirnos. Y esa vez fue para siempre.
