¡YAHOI!
¡FELIZ 2015! Sí, en España ya estamos en año nuevo. Y, como veis, lo empiezo dejándoos este primer capítulo navideño xD. ¡Espero que os guste!
Disclaimer: InuYasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi.
La intención
—¡Oye, oye! ¿Qué has pedido este año para navidad?
—¡Unas botas de tacón súper fashion! ¿Y tú?
—¡Un vestido precioso que vi hace unos días en el 109!
—Ne ¿qué creéis que habrá pedido Matsumoto este año?
—Seguro que ha vuelto a escribirle la carta a Papá Noel. —Las risas maliciosas invadieron el aula, haciendo que cierto pelinegro cerrara su libro de golpe y mirara para el grupo de chicas con el ceño fruncido.
—Estúpidas—masculló mientras salía en dirección a la cafetería. Era el último día de clase antes de las vacaciones, por lo que los profesores les habían dado todas las horas libres, para que hicieran lo que quisieran. Se lo merecían tras los agotadores que habían sido los exámenes.
—¡Sōta!—Se giró, descubriendo a uno de sus mejores llegando a su lado.
—Kohaku ¿qué haces merodeando por los pasillos de segundo?
—Estaba buscando a Rin. Lleva unos días muy rara. —Sōta suspiró.
—¿También lo has notado?—Kohaku asintió rascándose la nuca.
—¿Crees que lo intentará otra vez este año?
—Fijo que sí.
—¿No deberíamos decírselo?—Sōta lo miró horrorizado.
—¡¿Te has vuelto loco?! ¡Cómo hagamos eso ya podemos despedirnos de todo lo que amamos!—Kohaku sintió un escalofrío ante las palabras de su amigo. Tenía más razón que un santo.
—En todo caso… ¿me ayudas a buscarla?
—Qué remedio. —Con un suspiro, los dos adolescentes reanudaron la marcha, buscando a su mejor amiga por todos los rincones del colegio. Sōta se cruzó un par de veces con Hitomi, la que había sido su novia hasta hacía escasamente unas semanas. Aún le dolía el rompimiento, pero no podía más con la situación. Hitomi había cambiado, ya no era la dulce niña que conociera en primaria.
Apartó esos pensamientos de sí para concentrarse en la búsqueda de Rin—. ¡Rin! ¡Eh, Rin! ¿Dónde estás?
—¡Vamos, Rin! ¡Sal ya! ¡Te prometo que no volveré a decir que las hadas no existen!—Sōta miró con los ojos abiertos para el castaño de ojos marrones—. ¿Qué? ¡No podía más con eso! ¡Es increíble que una adolescente de 14 años aún… —Un ruido los alertó al pasar junto a una de las aulas de música. En teoría hoy no había ensayos ni clases, así que solo cabía una posibilidad.
Abrieron la puerta, topándose con una menuda figura sentada en el suelo con las piernas cruzadas, mordisqueando el extremo de un lápiz, con hojas de papel arrugadas a su alrededor por el suelo.
—¡Rin!—La chica levantó la cabeza, confundida. Parpadeó un par de veces y luego sonrió al ver a sus dos amigos en el umbral de la puerta.
—¡Hola, chicos!—Ellos se acercaron, curiosos.
—¿Qué es todo esto?—Sōta se arrodilló a su lado, tomando una de las arrugadas hojas de papel del suelo. La alisó lo mejor que pudo y echó un vistazo. Kohaku hizo lo mismo con otro pedazo de papel. Rin sonrió, con regocijo.
—¡Este año pienso conseguirlo! El año pasado fallé porque no tuve en cuenta ni el peso de él ni la velocidad del viento, pero este año he modificado los parámetros en base a esos dos factores y… —Sōta y Kohaku dejaron caer la cabeza, derrotados.
—Oye, Rin ¿estás segura de- —Sōta le largó un codazo en las costillas al castaño. Kohaku lo fulminó con la mirada pero calló, sabiendo lo que su amigo quería decirle.
—¡Será infalible, Kohaku! ¡Ya lo verás! Oye, Sōta ¿crees que a tu hermana le importará mucho si usamos alguna de sus cintas de colores?
—Se pondrá hecha un basilisco. —Pensó el pelinegro. Kagome se pasaba el resto del año ahorrando para poder comprar lazos y cintas de colores con los que adornar tanto la casa como los regalos de navidad en dicha época del año. Lo hacía con tanto tesón e ilusión, que nadie se atrevía a decirle nada. El último que lo había hecho, su actual novio, había acabado con un ojo morado y medio sordo durante todas las vacaciones de hacía tres años. Desde esa, no volvió a cometer el error de menospreciar los bonitos regalos y adornos de Kagome Higurashi—. Seguro que si es a ti te dice que sin problema, Rin. —La muchacha sonrió, feliz.
—¡Genial! En ese caso ¿estáis listos?—Sōta y Kohaku suspiraron. De nada les serviría negarse. Ni tampoco se arriesgarían a contarle la verdad. No estaban locos ni eran unos suicidas. Por muy de moda que estuviera el suicidio grupal en Japón.
—Cla-claro que sí.
—Cu-cuando quieras. —Rin saltó sobre ellos, abrazándolos a ambos por el cuello.
—¡Este año no puedo fallar! Shippō ha dicho que nos ayudará también, e incluso contaremos con la ayuda de Jaken. —Se volvió, agachándose para recoger las arrugadas hojas de papel que había desperdigadas por el suelo—. ¡Espérame, Papá Noel! ¡Este año te atraparé!—Sōta y Kohaku se miraron con las cejas alzadas, ambos pensando lo mismo.
—Alguien tiene que decírselo.
Y es que, a sus 14 años, Rin Matsumoto todavía creía en la existencia Papá Noel.
Fin El plan
Bueno ¿qué tal la entrada en el nuevo año? Yo en mi casa, en cama, bien tapada porque hace un frío de cojones.
Si os ha gustado este peque-capítulo, por favor, hacédmelo saber en un review lleno llenito de regalos de los Reyes Magos (sí, soy reyemagista, Papá Noel tiene la entrada prohibida en mi casa. Aquí son los Reyes de toda la vida; a mí que no me jodan).
Pero como sé que en el resto del mundo es al contrario, pues he puesto a Papá Noel como el protagonista indiscutible de este fanfic. Y quién venga a decirme que es Santa Claus y no Papá Noel puede irse un rato a la mierda. Creo que se entiende bien y no hace falta ser imbéciles. Empecemos el año con buen pie.
¡Nos leemos!
Ja ne.
bruxi.
