Fic AU basado en Axis Powers: Hetalia, propiedad de Himuraya Hidekaz

Austria x NyoAlemania...

Notas al final~


El camino incorrecto,

el amor perfecto.

En su propio coche, Roderich Edelstein de 22 años de edad, viajaba con rumbo a la cuidad de Dresde por una cuestión de negocios. Comúnmente cuando tenía que hacer viajes a lugares cercanos Viena, en los que usaba el coche, dependía de su tremendamente arisco amigo suizo y Gerente General Vash Zwingli, pero esta vez, el rubio se había negado rotundamente a ejecutar la petición educadamente suplicante del castaño de que lo llevara hacia allá. Al parecer el suizo había quedado con su hermana menor a salir a un día de campo con ella en un lugar apartado de la civilización. No le quedaba más opción que surcar el boscoso camino únicamente con la compañía de su amaba música clásica en su Mercedes Benz.

Era una zona de 90 Km/hr, sin embargo el muchacho no iba a más de 40, simplemente no era muy bueno conduciendo y mucho menos a la hora de viajar, para él era muy fácil perderse y más en lugares extraños para él. Cuando a eso, el joven se encontraba un poco distraído, viajar en ese coche le traía recuerdos, su divorcio aún le era reciente aunque en realidad habían pasado varios meses, poco faltaba para se cumpliera el año en que la dama procedente de Hungría había decidido tomar su propio camino a aparte. Ambos aún se gustaban, sin embargo la rutina y si, la falta de sexo terminaron acabando con su hermosa y duradera relación. Quedaron en volver a ser amigos, pero el castaño no dejaba de deprimirse al recordar alguno de los momentos en que vivieron juntos.

─Por Dios, no… ─Roderich, se quejó al sentir que una lagrima traviesa quería escapar de uno de sus violáceos ojos. Se orilló un poco a su izquierda y detuvo el coche unos segundos, serían solo los necesarios para secar su ojo, pero al hacerlo vio su argolla de matrimonio y un sentimiento de nostalgia invadió su corazón. Suspiro cerrando sus ojos e hizo algo que simplemente se había negado a hacer por tantos meses: se quitó la argolla con el nombre húngaro grabado en ella y la guardó en el cajoncito que estaba bajo el estéreo, donde solía dejar algunas monedas. Volvió a cerrar sus ojos con suavidad, suspiró muy hondamente y encendió de nuevo el vehículo. ─Bien, ya todo debería estar bien. ─ Pisó suavemente el acelerador y volvió al camino tras revisar el mapa que había comprado minutos antes de emprender su viaje.

Le parecía extraño, los nombres de las ciudades no coincidían con las mencionadas en el mapa, y pensando que el mapa estaba errado, lo lanzó a un lugar cual sea en la parte trasera de su Mercedes.

─Oh Gott, al parecer esta vez me han timado…─ Frunció muy levemente el ceño, al sentirse frustrado, negó con la cabeza murmurando el resto de la oración ─ pero ya verán esos indecentes, les haré que me devuelvan mi dinero y jamás volveré ahí. Pero que gente tan falta de decencia se encuentra uno a diario en este mundo…

Se veía acercándose a una marca que parecía muy extraña a los ojos del austriaco. Al parecer estaba cruzando hacia Alemania y no a la República Checa como se suponía que debía de ser el camino más corto hacia el estado alemán de Sajonia.

─¿Pero qué es esto? Debería estar entrando a… ahm… Checoslovaquia, no a Alemania…─La confusión se hacía cada vez más notoria en su rostro y sus ideas se le entremezclaban y hasta había confundido el nombre de la nación vecina por la que se suponía debía pasar. Comenzó a pensar cosas que no eran.─ Ahora solo falta que esos alemanes se hayan anexado a la otra nación. ¿Harán otra gran guerra? Esta gente no tiene remedio, y pensar que mis connacionales y yo les estimábamos mucho…

Sí que estaba indignado con lo que según él, había sucedido con el vecino país y se imaginaba que su propia nación lo sería en un futuro no muy cercano. Estaba también muy molesto con Su amigo suizo, se suponía que él tenía que mantenerle informado de situaciones importantes y esa, era una definitivamente muy importante; el mismo tenía negocios ahí, principalmente en Praga. ¿Qué había sucedido con sus inversiones en ese lugar? ¿Y los programas de educación y formación de músicos en la nación? ¿Acaso se había suspendido? Tendría muchos asuntos que tratar con Vash a su regreso en Viena.

Estaba a la entrada de la ciudad de Stuttgart cuando un foco que él no conocía comenzó a parpadear en el tablero. Siempre le sucedían cosas similares cada que salía. Acercó su coche a la acera y ahogando sus pocas ganas de hablarle a un desconocido, se animó a preguntar a la primera persona que pasó cerca.

─Disculpa…─ Llamó esperando ser escuchado

─¡Está bien! La grandiosa María te disculpa─ Una chica albina de cabello muy largo y desordenado atendió a su llamado acercándose hacia el vehículo con una amplia sonrisa ─Dime extraño, ¿que necesitas de mi asombrosa persona?

─Tengo un problema con mi automóvil, ¿Conoces algún taller con buen mecánico aquí cerca?─ Trataba de ignorar la egolatría de la dama, si bien tenía un delgado, lindo y estilizado cuerpo, parecía ser un poco pesada y exagerada con el concepto de "autoestima", con respecto al que el joven de lentes tenía. No le desagradaba realmente.

─Was?─ Alzó las cejas contenta, había conseguido un cliente para el negocio de la familia. ─¡Pero claro que conozco uno, señorito!─ la chica metió la mano al interior del Mercedes y tras quitar el seguro, se sentó en el asiento de copiloto, cerró la puerta y se colocó el cinturón; todo con una confianza tal, que parecía que se conocían desde hacía años. ─¡Conduce, conduce! Mi inteligente personalidad te guía…

─J-ja…─ El mismo austriaco se sentía asombrado, no solo por los aires de grandeza, sino por la infinita confianza que la albina irradiaba con su sola aura. Aun sin saber qué hacer, decir o cómo reaccionar. Simplemente se limitó a seguir el camino que le indicaba, volteando hacia ella para mirar de reojo su siempre alegre rostro y preguntarse, si así eran todas las alemanas de esa región del país.

─Aquí es señorito, ¡entra por esa cochera!─ Señaló efusivamente hacia lo que parecía una cochera privada.

─Por favor no grites, si te oigo.─ Replicó el joven, harto de tanto ruido proveniente de la delgada y pero fuerte voz que no dejaba de resonar en el interior de su automóvil.

Entró y estacionó el automóvil adentro, en un lugar que pudiera no estorbar la pasada de las personas ni de otros coches. La albina bajó inmediatamente y cerró la puerta de un azotándola, acción que no fue bien vista por el chico de lentes.

─Por favor no hagas e…─ se calló al ver que a la chica no le importaban sus palabras en lo absoluto. Solo se dignó a esperar a que regresara con alguien que le atendiera.

La albina corrió hasta detenerse frente a una chica cabello corto y rubio. Algo que la hacía sobresalir era su aspecto rudo aunque, parecía estar jugando con un cachorro de pastor alemán.

El austriaco alzó una ceja al ver lo cariñosa que era la chica con el perrito y volteó a ver su carro, que tras el viaje, parecía pedir a gritos una buena limpieza. Se avergonzó por tenerlo en esas condiciones.

─Hallo.

─¿Eh?─ El austriaco volteó apresuradamente al ver que la mujer que hasta hace unos momentos jugaba con el cachorro, se encontraba frente a él. Se había equivocado, si bien su ropa estaba un poco sucia, era lo único rudo en ella, aunque era casi de su altura. Sus facciones eran muy finas y similares a las de la albina que lo había guiado; sus ojos que eran azules y serenos, parecían expresar una tremenda tranquilidad e inteligencia; para terminar unos pequeños aretes adornaban un pequeño punto en sus orejas. Notó que aunque su gesto era serio, ella le miraba amable. Quizá solo lo hacía por ser un cliente. Había conocido a otra peculiar chica en un solo día de estancia en Alemania.

─¿Hallo? ¿Tiene usted algún problema con su vehículo, herr…?─ inquirió la rubia ladeando un poco su cabeza. Tras estudiar la complexión, vestimenta y gesto de su cliente, la alemana concluyó que su cliente era de seguro un hijo de familia rica que había heredado una o varias empresas y que seguramente era su primera vez en un taller. No se equivocó en ningún detalle. Suspiró al darse cuenta de que estaría tratando con una persona sumamente exigente, ególatra y difícil de tratar; en cierta manera esta vez sí estaba errada. Extendió su mano para estrechar la de su cliente.

─Edelstein, Roderich Edelstein, fräulein…─ Respondió el austriaco con calma, al tiempo que le daba un beso en la mano de la rubia, cuidando de besar una parte no tan sucia.

─Lu-luise Weillschmidt, mecánico en jefe a sus servicios… herr Edelstein.─ Estaba bastante sorprendida, en principio por el hecho de que el niño rico la haya tocado sin reparos, más aún de que le haya besado en la mano; y en segunda por el respeto y etiqueta que el hombre guardaba, siendo ella una mujer a quien algunos traban de intocable, todos los chicos que la habían pretendido siempre expresaban su deseo; ya que ella siempre tuvo muy poco interés en esos asuntos, siempre se deshacía de sus pretendientes, a veces con un simple "No", otras solo les ignoraba. Seguramente el joven no tenía intención alguna para con ella y esa era su manera normal de tratar a las mujeres. El hecho de que la viera como una chica aun usando la ropa de mecánico le gustaba, sin embargo deseaba no ser subestimada, decidió abortar cualquier principio de subestimación de parte del varón. ─¿Qué sucede con su Mercedes Benz SL 65… AMG… Black Series 2009, herr Edelstein?

Roderich se quedó pasmado al escuchar tantas letras, números, parámetros o lo que sea que la rubia haya mencionado, solo supo que se estaba refiriendo a su vehículo. Asintió tras parpadear tres veces. Ella sabía de autos, de eso no le quedaba duda. Por su parte, Luise, estaba contenta de que su táctica haya funcionado y esperaba que eso no cambiara la manera en que la tratara. Esperaba llevarse bien y no chocar con su cliente, una persona aparentemente muy importante.

─Bien, eh…─ El austriaco se dio la media vuelta y abrió la puerta de su Mercedes, para señalar el foquito que no dejaba de parpadear ─¿Lo ves? No deja de parpadear y no sé exactamente que signifique, solo sé que no es bueno.

Luise suspiró ahogando una risita al ver la ignorancia del hombre. Muchos niños ricos conocerían los parámetros completos del vehículo, pues muchos malgastaban mucho de su tiempo en correrlos y esforzarlos, en vez de aprender a repararlos y cuidarlos como realmente se debe. Muchos vehículos en su taller estaban ahí debido a los malos tratos para con el motor y el exterior por parte de sus consentidos dueños. Al menos Roderich trataba su auto con responsabilidad aunque no supiera nada de él.

─Solo necesita un cambio de aceite y probablemente necesite una afinación en los próximos días, herr Edelstein.─ Respondió con completa seguridad en lo que decía. Dándose la media vuelta, si dirigió a su oficina ─venga por favor.─ Lo llamó con calma mientras se dirigía a su oficina.

El austriaco la siguió con calma, notando los extravagantes carros que se encontraban en aquel taller, incluido unos que tenían escritos marcas de productos encima y uno en especial que el juraba haber visto una de esas extrañas veces que veía un noticiero en televisión. Sin darle más vueltas entró con ella a una limpia habitación, en la que se encontraba la albina de antes sentada con las piernas encima de una mesa y con una botella de cerveza en su mano. Parecía muy ocupada escribiendo con una sola mano en su teléfono celular como para voltear a ver que el austriaco entraba también y en silencio a la habitación.

─Schwester! ¿Qué te pareció el señorito que te traje hoy como cliente? ¿Verdad que está bien bueno? Aunque no tanto como el corredor semi-pro ese, Ludwig…─ Iba a beber de su botella de cerveza cuando vio al austriaco mirándola con una gran molestia y desaprobación. Miró inmediatamente a su hermana que parecía estar con un gesto muy similar al del "señorito". Si bien ella era la mayor, la que administraba el lugar era Luise, así que la jefa era Luise. La pobre María ya podía imaginar el regaño que vendría cuando el castaño se fuera. ─ Kesesese~─ rió nerviosa, suspiró y con su cerveza en mano huyó de la habitación haciendo un escándalo antes de ser reprendida frente al cliente.

Se quedaron callados, tanto Roderich como Luise bajaron sus miradas al suelo avergonzados de las palabras y de la manera en que la albina se había expresado, ni siquiera una disculpa les había dado. Un largo e incómodo silencio dominó el lugar hasta que uno de los mecánicos asistentes entró en la oficina. En cuanto abrió la puerta, ambos voltearon hacia él. El hombre se disculpó al tiempo que salía de la habitación, sintiéndose fulminado por las miradas de ambos germanos.

─Bien, pues… entonces será un cambio de aceite y una afinación…─ Luise tomó una forma de las que usaba para entregarle a sus clientes el comprobante preliminar, con el que podían reclamar el vehículo. Se dispuso a escribir pero simplemente escribía tonterías acerca de su tonta hermana; si bien no estaba molesta, estaba avergonzada con el hombre, no solo por ser un cliente, sino también porque era una persona de lo más educada y a su ver, una de las personas que más respeto merecen. ─…Ah sí, limpiaremos su automóvil también, eso de parte de mi hermana…

Agregó la limpieza a manera de disculpa, tenía pensado ponerla a limpiarlo luego de que ambas regresaran de comer. Después de todo Luise estaba a cargo, administraba tanto el dinero como el trabajo.

─¿Me podrías prestar una identificación para tomar tus datos completos?─ Esperaba que preguntara algo fuera de lugar, era un procedimiento necesario pero en realidad pedía con todas sus fuerzas que él se abstuviera de comentar algo de más.

─C-claro─ Respondió Roderich sin rodeos, quería quejarse de lo dicho por la albina, pero sabía que ella no tenía la culpa, simplemente esperaba que el trabajo se concluyera con rapidez para seguir con su camino hacia Dresde.

¿Viena, Austria?... hm… su dirección es… Casi todo lo que venía escrito ahí se había quedado grabado en la mente de Luise. Terminó de llenar la forma correctamente, la firmó, la selló y se la entregó al austriaco junto con un bolígrafo para que el firmara también.

Una vez firmó el también, se lo entregó sin poder evitar que sus manos se tocaran, provocando que las mejillas de ambos quedaran ruborizadas, incluso más que eso. Sus miradas se cruzaron en un nuevo silencio, que esta vez no era incómodo. El austriaco, acercó un poco más su mano, tomando los finos dedos de la germana, cuidando de no destruir la unión de miradas entre ellos.

En un suspiro, ella separó su mano y se volvió a sellar sobre la estilizada firma de Roderich, a decir verdad se le parecía a la de una mujer, pero sí que le gustaba el cuidado que había puesto el hombre al escribir su nombre en el papel, era como si el mismo hubiese querido que ella notara lo pulcro que era en detalles como ese. Por su parte, el austriaco simplemente había firmado como siempre lo hacía, pero no podía negar que la curiosidad con respecto a Luise comenzaba a crecer poco a poco. Empezaba a desear conocer más de ella.

Terminó el papeleo y al momento de estrechar la mano para cerrar el trato, Luise dudó. Roderich no supo que pensar al respecto. ¿Acaso había algo malo en su persona? ¿Estaba sucio? ¿O se había arrepentido de regalarle la limpieza de su Mercedes?

Sus miradas de volvieron a cruzar y esta vez, la rubia se animó a estrechar su mano, haciéndolo lo más rápidamente posible. Ambos se dispusieron a salir de la oficina.

─¿Cuánto tardará en reparar mi automóvil?─ Preguntó el austriaco volviéndose hacia la dama, tratando de evitar sus lindos ojos azules.

─Es un trabajo sencillo, pero un poco tardado, serán alrededor de cinco horas. Para las nueve de la noche estará completo el servicio y…─ Inevitablemente te fue interrumpida por María, la que se colgaba del cuerpo de su hermana menor.

─Schweeester~!─ La albina terminó abrazando a su hermana e inevitablemente también al castaño.─ Ya es tarde y mi asombrosa persona tiene hambre y sed. ─Se excusó en un puchero─ ¿Te parece si los tres nos vamos a un lugar bonito donde comer juntos y de paso beber un poco de cerveza?

Miró a ambos una y otra vez, haciendo que sus ojos parecieran más grandes, además de que formó en su boca una suave sonrisita que gritaba por ser vista.

Ni Roderich ni Luise se pudieron resistir a las miradas y jaloneos de la albina. La muy bribona había logrado escaparse por el momento del seguro y merecido regaño que la rubia pensaba darle. Dicho sea de paso, que parte de su plan era salir con el castaño y conseguir sacarle una cita a solas, aunque con obtener su número le bastaba para declarar una victoria.

─Yo manejo entonces…─ Sentenció Luise, asegurándose de llevarlos a un logar un tanto calmado. Al menos era lo que ella imaginaba que le gustaba a Roderich.

Dejó la orden de servicio con uno de los asistentes y se encaminó a su coche, donde los otros dos ya esperaban. El austriaco comenzaba a arrepentirse de aceptar la salida, pero se lo había prometido a ambas damas y no se retractaría por nada, hacerles eso era un acto de indecencia que ni el mismo se perdonaría.

De nueva cuenta sus miradas se cruzaron pero esta vez una tímida sonrisa se escapó de los labios de Luise. Roderich se sintió muy atraído esta vez.

"Espero que vaya bien…" Pensó el austriaco tras subir al auto.


Bien, si leíste esta historia y te gustó, agradecería si me dejas un review. Si no, pues también, tengo la costumbre de aceptar toda crítica que me pueda ayudar a mejorar.

Si me llegan mas ideas, reviews y si a la musa se hinchan(?) habrá mas capítulos... No lo se, quizá suba mas por el solo hecho de que adoro esta pareja tan ignorada xD