A pesar de todo te quiero...
Beyblade no me pertenece...
Bueno dejo otra historia, espero que sea de su agrado...
Espero recibir comentarios...
-oO0( ¿Papa? )0Oo-
Capítulo I. Reencuentro y Sorpresa
Era un viernes por la tarde, el anochecer llegaría en poco tiempo, el tono rojizo en el cielo lo anunciaba. El sonar del timbre hizo que nuestro personaje atendiera al llamado. Portaba aún el uniforme de la preparatoria: pantalón de vestir gris, camisa blanca y una corbata en tono vino. La corbata estaba siendo aflojada al bajar las escaleras, parecía que le molestaba un poco. Zapatos de vestir negros y bien lustrados hacían notar las pisadas de cansancio mientras el acercamiento a la puerta se efectuaba. Una mano de color pálido, casi blanco terminó por abrir la puerta. La expresión de los ojos carmín y el pase de la otra mano por el cabello bicolor azul denotaron la sorpresa…
– ¿Tyson? – pronunció el residente.
–Y no sólo Tyson – emergió una voz proveniente de un joven rubio.
– ¿Max? –
– Es verdad, vinimos todos – agregó un joven de larga y oscura cabellera.
– ¿Ray?... ¿Kenny?... ¿Hilari?... –
– Así es Kai – pronunció la joven castaña.
– Es increíble que ni siquiera una llamada nos hayas hecho – dijo Tyson con su tono de reclamo amigable.
– Es cierto, hace dos años que no hemos sabido nada de ti. – agregó Kenny con su laptop bajo el brazo.
–- Chicos… ¿Qué hacen aquí? – preguntó Kai sorprendido.
– Bueno, como no te dignabas a visitarnos y no nos llamabas decidimos venir nosotros… – respondió el campeón mundial.
– Ya sabes lo que dice el dicho Kai… Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. – dijo el chino con una sonrisa.
Con su todavía expresión de sorpresa abrió un poco más la puerta invitando a los recién llegados a pasar con un ligero movimiento de cabeza.
– Con permiso. – pasó Hilari con sus maletas.
Así uno a por uno desfiló con su equipaje. Una vez todos sentados a la sala y habiendo dejado las maletas a un lado, el anfitrión habló…
– Y díganme ¿Qué los trae por aquí? – dijo el bicolor en tono seco.
– ¿Qué tal un '¿Cómo estuvo el viaje?' o '¿cómo han estado?' o mejor aún 'me da gusto verlos'? – dijo Tyson fingiendo su tono de voz.
–… – una sonrisa. – Lo siento Tyson, pero no es mi estilo. – Respondió el ruso.
– Cierto no es tu estilo. – sonrió Max.
– Venimos a visitarte, ya que hace dos años que no recibimos noticias tuyas. Por un tiempo creímos que habías desaparecido de la faz de la tierra… – pronunció Hilari.
– ¿Hmm? –
– Sí, ni siquiera has enviado un correo electrónico. – agregó el chico de los lentes.
– He estado muy ocupado – con su singular tranquilidad.
– Eso no es excusa, Lee, a pesar de no haber tanta tecnología en la aldea, se las arregla para enviarme una carta de vez en cuando. – Ray cruzando los brazos.
Los miró a todos e hizo una sonrisa con características irónicas…
– Como ya dije, he estado muy ocupado. –
– Sigues siendo el mismo Kai, no has cambiado en nada. – Tyson.
– Veo que ustedes tampoco. Entiendo su punto al venir… Pero lo que no alcanzo a comprender es lo repentino, todavía es periodo escolar. – algo intrigado, pero con tono seco.
– Sí que estás perdido… Por si no te has percatado, el último torneo en el que podremos participar será este verano y venimos para convencerte de ir con nosotros como equipo una vez más. – respondió Tyson.
– El año pasado no hiciste tu aparición, ni siquiera con el equipo ruso, nos sorprendió mucho… Y siendo este el último torneo en que podremos participar decidimos reunirnos y participar una vez más, pero el equipo no está completo sin ti, ya sabes por los viejos tiempos… – agregó Ray.
– No lo sé… – con tono dubitativo.
– Vamos Kai, será nuestra última oportunidad de ser campeones por equipo otra vez, además será divertido… – Max con su característico entusiasmo.
– Además, me gustaría recabar datos nuevos sobre ti, no hemos sabido nada de alguna beybatalla tuya desde entonces, quiero ver que tan fuerte te has vuelto. – dijo el Jefe interesado.
– Yo… – una vez más dudando. – No lo sé… Tengo muchas cosas que hacer… –
– No seas aguafiestas Kai, todos han decidido participar por los viejos tiempos, no seas la excepción. Además será en vacaciones, no afectará para nada tus obligaciones escolares. – agregó la castaña.
– Pero… –
– Nada de 'peros', formaremos una vez más los BladeBreackers y no se diga más. – dijo Tyson poniéndose de pie y con gran entusiasmo.
Una sonrisa por parte de Hiwatari se volvió a producir.
– No puedo negarles que me gustaría participar una vez más, a pesar de Tyson, – irónicamente – sin embargo sería mentirles si les digo que lo haré – agachó la mirada – Ahora tengo algunas responsabilidades que… –
Por el pasillo se escuchaban unas breves pisadas con prisa, más bien corrían, se dirigían a Kai…
– ¡Papi! – se escuchó cuando un pequeño de cabello rojizo y ojos del mismo tono saltaron a los brazos de bicolor.
Unos tres años aparentaba. Enseguida se escuchó una voz femenina proveniente del mismo pasillo a pasos lentos.
– Al fin lo encontré… – se detuvo frente a la sala.
Los cinco invitados se pusieron de pie en conjunto ante la aparición del pequeño y un paso más al frente al percatarse de la joven de cabello lavanda. Aparentaba la misma edad que el joven ruso, su cabello delgado y lavanda a penas tocaba sus hombros con las puntas, sus ojos grisáceos miraron a los recién llegados; mientras el pequeño, asustado por el tumulto, ocultaba su carita blanquecina en el pecho del bicolor Hiwatari.
Un silencio incómodo se apoderó del lugar… Todos miraban a los dos recién llegados a la sala. Los cinco visitantes se miraban unos a otros en busca de una explicación, enseguida el silencio fue roto por el propietario de la mansión…
– Y ¿dónde estaba? – preguntó a la pelilavanda.
– … – dudando en responder – … Es… Estaba en la sala de entrenamiento, junto a tu blade. – terminó diciendo.
La chica caminó hacia Kai para entregarle lo que sostenía en sus manos, un fénix rojo de felpa con sus alitas extendidas, pico semiabierto y garritas amarillentas, era relativamente pequeño en manos de la joven. Se lo entregó al pequeño que rápidamente lo aprehendió entre su pecho y del que ahora lo sostenía en brazos.
– No sabía que tenías invitados… – decía la chica mientras intentaba desprender al pelirrojo de los brazos del ruso. – Vamos deja a papá platicar con sus amigos. – decía.
Sin embargo el pequeño se aferraba al cuerpo de Kai, quien tampoco hizo mucho por quietárselo de encima.
– Déjalo – habló el bicolor en tono suave.
– Si es lo que quieres… – respondió soltando al pequeño y encogiéndose en hombros. – Si me necesitas estaré… –
– No te vayas... – interrumpió el bicolor. – Déjame presentarte a los chicos. – continuó con una sonrisa gentil.
La pelilavanda detuvo su giro y se posó frente al grupo, luego Kai los volteó a ver… Su sonrisa cambió por una expresión de interrogante frente a aquellas miradas atónitas, luego con un tono poco conocido por los presentes habló…
– Ella es Kazumi – dijo a los chicos. – … Y este pequeño… – decía mientras lo desprendía un poco para que pudieran apreciarlo –… Es el pequeño Ritsuka, mi hijo. – terminó orgulloso.
Tyson, Max, Ray, Kenny y Hilari levantaron el dedo índice señalando a los dos presentes con ojos desorbitados y llenos de incredulidad. Ninguno podía reaccionar ante aquella peculiar, incómoda y sorpresiva situación. Al notar el estado catatónico de los chicos continuó el ruso.
– Kazumi ellos son Hilari, Kenny, Max, Ray y el odioso Tyson – dijo burlándose al final, los había nombrado en el orden en el que estaban 'acomodados'.
– Mucho gusto chicos. – dijo haciendo una reverencia.
De pronto un mareo por parte del bicolor hizo reaccionar al fin a los chicos…
– ¿Qué te ocurre Kai? – Saltó Tyson a detenerlo…
Sin soltar al pequeño Ritsuka…
– Nada importante… Sólo un mareo. – en tono serio, se enderezó enseguida.
– Será mejor que subas a tomar una siesta. – sugirió Kazumi al bicolor.
– Tienes razón. – asentó el chico.
– Anda, dame a Ritsuka y te hablaré cuando esté lista la cena. – extendió los brazos la joven para tomar al pequeño.
– No te preocupes, no creo que quiera soltarme. – decía mientras con su mirada indicaba la fuerza que ejercían esas frágiles manitas.
– Es cierto – con una sonrisa. – Además estoy segura también querrá dormir ahora que ya tiene al pequeño Dranzer – mirando al ave de felpa.
– Entonces voy a descansar un rato. – volteó luego hacia los chicos – Kazumi les indicará dónde están las habitaciones que pueden utilizar. Nos vemos más tarde. – dio la espalda a todos y con el pelirrojo en brazos subió las escaleras y desapareció en dirección de su habitación.
– Disculpen a Kai, no ha dormido en dos días por buscar ese juguete… Vamos, les mostraré sus habitaciones, más tarde podrán platicar un poco más. – decía mientras les indicaba que la siguieran en busca del lugar donde pasarían la noche.
Con miradas fijas en Kazumi fueron avanzando y viendo el lugar asignado.
– Siento mucho que sólo haya dos habitaciones disponibles, pero no estábamos preparados para visitas… Sugiero que Hilari duerma en la más pequeña, para que ustedes cuatro compartan la más amplia, además cuenta con dos camas – decía dulcemente. – Mientras se instalan iré a terminar la cena, deben tener hambre. – con una sonrisa – Los veré más tarde. – dio la vuelta y se alejó de allí.
Ninguno pudo producir palabra para preguntar qué era lo que estaba ocurriendo. ¿Cuándo Kai había aprendido a sonreír? ¿Cuándo había aprendido esos modales tan amables? Y mejor aún ¿cuándo había tenido a ese niño? Luego de instalarse en total tranquilidad rodeada de intriga por parte de los chicos, comenzaron a hablar sentados todos en círculo en la habitación designada a Hilari…
– ¿Cómo es que pasó todo esto? – preguntó Tyson.
– ¿Cuándo pasó? – agregó Ray.
– ¡Sí que nos ha sorprendido Kai! – comentó Hilari – Lo hubiera esperado de cualquiera de ustedes pero… -
– ¡¿Kai? – completó Kenny.
– Ahora entiendo porqué dudaba tanto en darnos una respuesta – interrumpió Max el cuestionamiento de sus compañeros.
– ¡Es verdad!, debe ser difícil mantener una carrera en el BeyBlade mientras busca mantener su relación familiar – dijo Hilari.
– Esto es muy raro. – agregó Kenny pensativo.
– ¿A qué te refieres Jefe? – preguntó Ray.
– Piénsenlo, el niño, quiero decir, el hijo de Kai, aparente como tres o cuatro años… Lo que significa que… –
– ¡Aaah! – gritó Tyson – Por eso Kai nos evitaba tanto, ¡ocultaba su relación amorosa! – interrumpió por completo.
Antes de que pudieran continuar un toque en la puerta hizo voltear a todos, luego la perilla giró y la puerta abierta dejó al descubierto a la pelilavanda…
– Disculpen la interrupción, pero está lista la cena. – dijo con amabilidad.
Había pasado alrededor de una hora luego de aquella repentina aparición, la oscura noche se hacía presente. En silencio siguieron a Kazumi hacia el enorme comedor que, para impresión de los chicos, podría albergar a veinte personas como mínimo. La chica les indicó los lugares a ocupar, para finalmente decir…
– Esperen un momento, iré por Kai, mientras siéntense y acomódense. – una sonrisa finalizó el gesto, dio vuelta y subió en busca de Hiwatari.
Kazumi era muy amable y servicial, un contraste al que, hasta hace unas horas, creían un patán y amargado amigo. Mientras el pensamiento de los chicos viajaba un poco, en la habitación del bicolor se escuchaban dos respiraciones suaves y profundas, el toque en la puerta despertó al mayor.
– Ya está lista la cena y los chicos están esperando. – pronunció Kazumi mientras encendía la luz.
– Ya bajamos. – dijo el bicolor tallando un poco sus cansados ojos. – Sólo despierto a Ritsuka y te alcanzaremos. –
– Está bien, no tardes – con esa amabilidad característica en la fémina.
Cerró la habitación y bajó al comedor…
– Ya viene, no tardará mucho. – se sentó en el segundo asiento de la izquierda, dejando un lugar entre ella y el asiento principal.
Los chicos no emitían palabras, era muy incomoda la situación. La llegada del ruso junto con el pequeño pelirrojo terminó con los eternos minutos de silencio e incomodidad, aunque para ser francos, la incomodidad todavía era evidente. Ritsuka venía aún adormilado y sosteniendo el ave de felpa con la mano que tenía libre, mientra la otra era sostenida por la del bicolor, quien ya no portaba la corbata que hacía unas horas, le causaba incomodidad. Sentó a Ritsuka en el primer puesto de la izquierda, luego tomó el asiento principal. Kazumi comenzó a destapar cada uno de los platillos que había preparado…
– Vamos, no sean tímidos, hay suficiente para todos – dijo la pelilavanda.
– Muchas gracias Kazumi – se escuchó de los labios de la castaña. – Vamos chicos – dirigiéndose al resto del grupo.
Kai se percató de la excesiva pasividad del hiperactivo Tyson, por lo que decidió romper esa tensión.
– Estás demasiado quieto, Tyson – dijo viendo de reojo mientras servía el plato de su hijo.
– ¿Uhmm? – reaccionó un poco.
– Deberías alegrarte un poco por mí – agregó irónicamente.
– ¿Kai pidiendo alegría? – pensó Ray – Algo le han hecho. –
– Sí que te quitó el sueño ese Dranzer – dijo Kazumi a Kai.
– Sí, pero al fin podremos dormir todos en paz, ¿no es cierto Ritsuka? – cuestionó mientras acariciaba la cabeza del pelirrojo.
– ¿Quiénes son papi? – preguntó un poco asustado.
– Son los amigos de tu papá – le respondió Kazumi.
Acto seguido en chico volteó a ver al bicolor en espera de una respuesta.
– Sí, son mis amigos – respondió ante aquella miradita.
– ¡¿Qué? – gritó Max en su pensamiento – ¿desde cuándo nos dice 'amigos'? –
– Siento no haber hablado con ustedes antes, pero como se darán cuenta, he estado un poco ocupado, espero lo entiendan – continuó con un tono amable hacia sus invitados.
Un segundo ¿estaba disculpándose?, sí eso parecía…
– ¿Kai? – Tyson… se levantó y de un salto se paró a un lado y le tocó la frete - ¿Te sietes bien? –
En una rápida respuesta atinó quitar esa mano de su frente…
– No seas tonto – dijo un poco molesto.
– Lo siento Kai, pero en esta ocasión estoy muy sorprendido, tanto como Tyson y todos aquí – habló Ray.
– Te doy la razón – respondió más sereno.
– ¿Kai? – dijo Hilari en un tono inquieto.
– Siguen con esa cara de interrogante desde la sala… – cerró los ojos uno instantes, los abrió con más viveza además de acompañar la acción con una sonrisa – No terminé de presentar a Kazumi, ni tampoco a Ritsuka – todos lo voltearon a ver – Kazumi es mi amiga y la nana de Ritsuka… – una vez más las miradas se posaron en ella, luego el ruso continuó – Éste pequeño es Ritsuka y es mi hijo, está por cumplir cuatro años ¿no es así Ritsuka? –
– ¡Sí! – contesto animosamente el pequeño, durantes ese tiempo había terminado lo que Kai le había servido y para esos momentos se dedicaba a jugar con Dranzer, el ave de felpa.
En vez de aclarar las mentes de sus amigos, parecía haber hecho lo contrario.
– ¿Papi, porqué me miran raro? – preguntó un poco intimidado el pelirrojo.
– Es porque ya deberías estar durmiendo – respondió la pelilavanda.
– Pero no tengo sueño – replicó.
– Pues deberías tenerlo, no has dormido desde hace dos días, mejor te llevo a tu cuarto, sino en un rato más terminarás dormido sobre el plato – dijo la chica sonriente.
– Vamos, hazle caso a Kazumi, ya tendrás tiempo de jugar mañana – agregó el padre.
– Con una condición – propuso el pelirrojo.
– ¿Qué condición? – preguntó con sorpresa Kazumi.
– Que me lleven al parque mañana y que los amigos de mi papá jueguen conmigo – dijo sonrojado y mirando sus piecitos.
– Lo del parque es sencillo – contestó Kai – Ahora que lo de jugar con los chicos es su decisión. – dijo mirando hacia los aún más sorprendidos amigos.
– No hay problema – respondió Hilari luego de unos segundos – Mañana iremos al parque y jugaremos contigo – le brindó una sonrisa.
– ¡¿Enserio? – preguntó entusiasmado Ritsuka.
– ¡Claro! – agregó Max – Será divertido – le dijo al pequeño.
– Entonces ya me voy – se levantó y tomó la mano de Kai – Llévame a la cama – estirando sus brazos en espera del levantamiento.
Sin dudarlo lo tomó el bicolor en brazos…
– Ahora vuelvo… – el bicolor dirigiéndose a los demás. Se alejó con el pequeño Ritsuka en brazos.
Una vez que el ruso desapareció a la vista de los presentes…
– Tengan paciencia con Kai – habló la pelilavanda – No estoy muy segura de qué es lo que conocen de él, pero de lo que sí estoy consciente es de los cambios que ha experimentado y al ver sus expresiones, me doy cuenta de que es difícil de entender. – concluyó cuando escuchó los pasos del bicolor.
– Cayó rendido. – dijo sentándose a la mesa con una tranquilidad poco creíble para los demás. – Supongo que tienen muchas cosas que platicarme, así que los escucho – terminó el ruso.
