Disclaimer| Shingeki no Kyojin 進撃の巨人 no me pertenece. Esta obra es realizada sin fines de lucro, únicamente recreativos. Por MagiAllie a la plataforma de FanFiction. Cualquier modificación o re-subida a un sitio diferente sin autorización será reportada en Support de Google. Todos los derechos reservados.

Advertencias | Esto es muy largo enserio, así que prepárense si van a leerlo en un ratito, les llevará varios días. Tiene 26,000 palabras.

Notas| Tenía un par de semanas que quería escribir algo así y quería que fuera sensacional. Aparte de eso esta es la primera vez que participo en un evento y creo que la última hasta nuevo aviso. Este Fic es para el evento del día del padre en el grupo de Dictadura Riren. Tengo la suerte de que cuento con tres hermosas personas que me ayudaron en la creación de este titán, Charly; Por betearme completito este bebé, Lia; Tú, que tan bien sabes de estos temas, organizaste toda la fiesta perfectamente, y Les, sin ti que me escuchas siempre… ¡no sé qué haría! Gracias a ustedes tres, es que esta gran, gigante, cosa ¡Existe!

Sinopsis | Una noche en un antro puede cambiar tu vida, puede escupirte en la cara y patearte el culo. Decirte que tienes buena suerte, disfrazada de mala suerte. Y te pone a la persona perfecta enfrente: alocada, joven, un muñeco. Para jugar a la familia feliz y convertirte en buen padre. Levi bombero x Eren adolescente/uso desconsiderado de drogas/ día del padre/ efemeprefeg.


The Reason

"Sólo quiero que sepas, que encontré una razón para mi

Para dejar de ser quien era

Una razón para empezar todo de nuevo

Y la razón

Eres tú"


A veces hago un análisis de todo lo que me ha pasado desde que lo vi por primera vez, a veces imagino de nuevo todas aquellas escenas en las que le vi fijamente. Termino por imaginarlo como un desmayo angustioso y despierto, con el corazón palpitante hecho un puño y los labios secos, llenos de ansiedad. Enumerando al mismo tiempo mis errores, contaminando la impureza de mis recuerdos con ocio y frustración que provienen de los pensamientos que tengo ahora de todo lo que ha sucedido y que me transportan al momento en que todo inicio.

Estaba recargado sobre la barra. Había tanta gente que apenas podía hacerse un lugar, y las personas chocaban contra su espalda, le tocaban los brazos y las piernas se enredaban, seguramente tenía los pies pisoteados por la cantidad desmesurada de almas en el lugar. Las luces azules pigmentando su piel y su rostro, en escalas de morados y verdes.

Estiraba las manos para obtener una colección de chupitos con vodka, que la bartender le dio con una sonrisa cómplice, después tomó a su amigo rubio de la cintura y se adentró con sus chupitos de colores adentro de la pista de baile.

Me pareció que iban de pareja, por la forma en la que los dos se restregaban en medio de la pista de baile, enredando sus brazos uno con el otro para moverse al ritmo de la música. Pero el rubio era demasiado afeminado para estar con otro igual.

Y ahí estaba…el instante exacto en el que me di cuenta que era una delicia. Cuando le vi la espalda. Traía encima un suéter de manga larga color negro con cuello en v, las manos un poco cubiertas por la longitud del suéter y que se levantaba en cada movimiento por encima de su abdomen, mostrando dos hermosos hoyuelos en su espalda baja. Deliciosos hoyuelos adornados con unas perforaciones, que parecían una incrustación de diamante. Su trasero estaba enfundado en unos jeans de colores claros, rasgados de las piernas hasta llegar a sus inútiles tenis.

Tomándose los chupitos se besaba con el rubio, y supe que andaban de pareja, pero no me convencía.

Cuando se giró vi que traía en el abdomen dos perforaciones más, que marcaban su cadera con las dos bolitas de diamante que resaltaban en cada extremo de los oblicuos. Un abdomen plano y terso. Si mi vista no me engañaba tenía en total cuatro piercings visibles en toda el área que su suéter mostraba.

Era una buena estrategia para mostrar la piel.

Inconscientemente llevé mis manos hasta mi cadera, recordando que en el mismo lugar donde él tenía los piercings del abdomen, yo tenía tatuadas dos pistolas. Tal vez era lo que en la antigua Grecia se consideraba una señal o el destino.

Hanji rompió con mi concentración, obligándome a apartarme del barandal para tomar asiento de nuevo en el lounge, con ella sentada justo a mi lado, aspirando el aire de un porro de marihuana que acababa de construir con sus dos expertas manos, traía encima un vestido de color naranja que marcaba su figura y unas zapatillas adornando sus pies. Era una de esas pocas veces en las que ella terminaba por lucir realmente femenina, cuando realmente no lo es.

Puso el porro en mi boca, mientras yo aún veía a mi pequeña distracción a través de los barandales que separaban el desvoladero de la pista de baile. Pero inhalé con tanta fuerza la marihuana que el humo cubrió mi campo de visión por completo.

Normalmente yo no compartía un cigarro con nadie, pero Hanji era la excepción, porque incluso podía fumar tres porros seguidos a su lado y los dos terminaríamos riendo como idiotas, ella se llevó el cigarro hasta su boca y aspiró hasta casi terminarlo, se lo arranqué para dar la última calada y comenzar a sentir el sabor de la marihuana.

El rubio le había dado la espalda al castaño — se estaban separando —, y ahora estaba enredando los brazos en un chico más alto de pelo cenizo, el castaño se quedó bailando solo en la pista de baile, entonces supe que no iban de pareja. Sólo porque unos segundos antes el rubio le había dejado un pedazo de LSD en la boca y se había dado la vuelta para besarse con el otro.

Ahora bailaba y lamía su boca con sensualidad mientras cerraba los ojos.

— Conseguí esto — dijo Erwin paseando su cuerpo por enfrente de mi campo de visión, su aparente calma incluso en los lugares más descontrolados me ponía nervioso. Pero, lo olvidé cuando vi la bolsita sobre la mesa.

Tomó su respectivo asiento a un lado de Hanji, y comenzó a desacomodarse la corbata que traía encima de su camisa de color gris.

Hanji tomó la bolsita con ojos deseosos y dejó su porro en la boca de Erwin sólo para comenzar a preparar la cocaína sobre la mesita que teníamos enfrente, me quedé quieto viendo el contenido y lo mucho que me provocaba el consumirlo.

Volví a ver enfrente y el castaño bailaba solo, al ritmo de la alocada música que le iba a la perfección, mostrando su abdomen de adonis y mordiéndose los labios como si se le hubiera pegado un chicle.

Él estaba solo. Y yo tenía cocaína.

Llevé mis manos al paquete y me lo metí a la bolsa, Erwin estaba concentrado en la marihuana y Hanji ya tenía preparadas cinco líneas. Me levante rápidamente y luego me incliné para sorber la cocaína con la nariz, una línea seguida. Provoqué un chillido de descontento de la castaña y me di la vuelta hasta llegar de nuevo al barandal.

Comparado con Hanji y Erwin mi ropa no era tan exótica, traía encima una chamarra de piel que me quedaba como un guante, pantalones de mezclilla negros y tenis. Había algo extra que me ayudaría a atraer la atención del castaño, mis guantes de motociclista que ahora guardaban mis temblorosas manos. Me los quite ambos y arrojé uno al centro de la pista.

Cayó sobre su cabeza.

Las luces parpadearon en su dirección, no me vio. Siguió bailando impasible, desinteresado por saber quién le había arrojado un guante de color negro.

— Tch…

Volví a arrojar el otro guante, mis manos ya temblaban, la cocaína hacia efecto, la marihuana dilataba mis pupilas y la música sonaba más lento de lo que seguramente estaba. El guante volvió a caerle en la cabeza, esta vez me vio, yo levanté el mentón para llamar su atención.

Se quedó libido por dos segundos, luego mandó un beso y siguió con sus movimientos en la pista de baile.

Mi raciocinio me decía que era mala idea brincar desde el primer piso hasta el segundo, que la única manera de lograrlo era bajando las escaleras, y pese a estar bajo los efectos de la cocaína, le hice caso. Caminé hasta las escaleras. Con un solo objetivo en mente.

Él.

Tanteé la bolsa de cocaína en el bolsillo de mi chamarra e hice una cuenta mental de cuantas drogas había ingerido hasta ahora. Dos. La música me tenía extasiado, no me gustaba realmente, pero era lenta y estridente, brincaba el piso y mis oídos rebotaban. Había psicosis en mis pupilas, suavidad y deseo mientras las personas sudorosas y los jóvenes — demasiado jóvenes —, se besaban. Yo los apartaba con las manos abriéndome paso.

Explotando la sensación de la droga que tocaba mis huellas dactilares y mi cabello que se agitaba con al aire acondicionado.

En el centro de la pista estaba él, estaba solo y estaba bailando, me daba la espalda, como quien no quiere la cosa o como quien está tan drogado que realmente no se acuerda que acaba de encenderme con un beso al aire, con los piercings de su estómago y también, porque no, de cómo se lamia el LSD de la boca con el rubio.

Eran amigos, sin duda.

Los amigos hacen eso, se pasan droga de la boca. Hanji acababa de ponerme un porro en la boca, además de que lo había dejado solo y ahora se besaba con un universitario, que yo no conocía. Convenciéndome de esto, dejé que mis dedos se mezclaran con la cocaína de mi bolsillo y luego lo llevé a mi boca, degustando el sabor y la sensación alucinógena de psicosis que me producía, mi lengua se adormeció un poco y mis labios temblaron.

Toqué uno de los hoyuelos de su espalda.

Eran tan perfectos que apenas podía considerar su belleza.

Se giró lentamente y yo baje mis dedos para dejar de tocarle y enfrentar la realidad del rostro del castaño, que no me decepcionaba. Tenía los ojos agua marina, verdes, de colores iluminados por los centelleos de las luces que bailaban arriba. Los labios azulados, las mejillas rosadas y las pestañas llenas de algo que parecía purpurina, pero estaba seguro que sólo eran perlas de sudor impregnadas en su hermosa piel.

Me sonrió.

— Son bonitos — comenté.

— Deberías verlos cuando me pongo en cuatro…

Sonreí a medias. « Tan rápido con las insinuaciones sexuales » Me encantaba. Tenía las pupilas tan dilatadas como yo las tenía, sus pestañas descansaban en sus ojos, sus labios me tentaban y mis manos aún temblaban. Era la ansiedad de tocarlo. Llevó su brazo hasta mi cuello.

— Se te cayó esto… — me pasó con la mano derecha los guantes de piel que se me habían "caído"

Los tomé con una sonrisa y los metí en mi bolsillo, la misma mano la llevé hasta su cintura acercándolo hasta donde yo estaba, sonrió con suficiencia y murmuró algo que no comprendí completamente. Llevó ambos brazos hasta mi cuello, entrelazándolos y pasándonos un poco la raya.

Lamió mi oreja.

— Tengo algo — explicó encogiéndose de hombros y mostrándome la lengua. Estaba completamente pintada de azul, me encendió imaginarla alrededor de mi falo.

Pero más allá de los indicios azules de chupitos, pegó su cintura bailando y me mostró una cantidad considerable de LSD que se acababa de meter a la boca. Tenía dos adentro, una rosa y una azul. Volvió a cerrar la boca y metió las manos en mi cabello negro y me jaló hasta su boca. Mordió mi labio.

Pegó la cintura un poco más, rozándome. Las luces nos dieron de nuevo y sentí su lengua sobre mis labios, ya estaba disfrutando de los hoyuelos de su espalda y sintiendo sus labios azules sobre mi boca, el LSD cruzando por su saliva hasta mi boca y un beso, rompiendo con el ambiente, nos besamos con desenfreno y sudor, con sabor a marihuana, cocaína y peleando por el LSD.

Levantó la pierna enrollándola en mi cintura, la acaricié un par de veces mientras me ganaba mi premio en LSD y lo saboreaba para luego pasármelo sin realmente sentir su sabor, realmente el sabor me importaba muy poco comparándolo con el sabor de sus labios. Sólo necesitaba sentir los efectos de las drogas.

— Tengo más… — sonrió contra mis labios y gimió cuando bajé mis manos hasta sus nalgas.

— Tengo algo mejor. — le propuse dándole la vuelta para colocarlo de espaldas y poner su trasero contra mi entrepierna, comenzó a frotarse con desesperación y metí la mano en la chaqueta.

Se lo puse frente a los ojos, como a un gato le pones un ratón de juguete, entre su éxtasis vislumbró el contenido y se apartó de un brinco, levantó la mano mientras yo se lo alejaba cada vez más. Me sonrió y extendió la mano exigiendo su premio.

Volví a girarlo, para ponerlo de nuevo contra mi entrepierna. Levantó las manos y acentuó sus caderas para tocarme el paquete, enredó las manos en mi cuello.

— Dame de eso… — suplicó sonriendo.

— Baila. — le ordené.

Besé su cuello y como si acabara de insertarle una moneda, el bailó, meneó sus caderas contra mi entrepierna y descendió lentamente abriendo las piernas, bajando y subiendo mientras yo pasaba mis manos de su cadera a sus piernas y luego las subía para tentar sus costillas, bailando como loco, pegando la cadera y rozándome con todo su trasero.

Metí mis dedos mojados de saliva en la cocaína y saqué tres llenos del polvo blanco, mientras bailaba los puse sobre su boca, sintiendo su suave lengua recorrer mi piel y lamer la cocaína, él estaba encantando, se giró alejando su trasero de mi entrepierna y lamió los dedos con descaro frente a mí. Mirándome fijamente a la cara, me quedé embelesado, viéndolo drogarse. Mientras con su otra mano tomaba una pizca de polvo que se iba a llevar a la nariz, una vez que hubiese terminado de lamer mis dedos.

Me mordió el labio.

— Déjame un poco. — gemí cuando lo vi inhalar la coca y hacer la cabeza hacia atrás.

— ¿Quieres un premio por darme el dulce? — sonrió con malicia y sus ojos estaban rojos, dilatados, su voz vibraba, arrastrando cada palabra. Sus labios temblaban, así como sus manos. Estaba en éxtasis. Pero se llevó la mano hasta la bolsa del pantalón y me mostró su tesoro.

— Sera lo último, lo prometo. — se la llevó a la boca.

Hice un recuento mental de cuanta droga había consumido: marihuana, cocaína, LSD. No estaba en mi límite, él había tomado alcohol, sus manos olían a cigarrillos de menta, cocaína…. LSD. Él llevaba una vida agitada.

Traía en la lengua una pieza que pasaba por un rompecabezas pequeño, tenía un color verdoso, y supe la forma de aquello que le había dado color azulado a su boca, se trataba de un pequeño pedazo de LSD, su tesoro.

— Si quieres puedo compartir un poco contigo. — echó la cabeza hacia atrás y siguió riéndose con los brazos en mi cuello, bailando con fiereza.

Tal vez se trataba de la última pieza de LSD.

Me quedé contemplándolo por largos segundos, explotando su belleza como granos de dulce que mis ojos no podían abarcar, como si las alucinaciones del LSD tuvieran envidia de cualquier cosa que redujese su propio esplendor. Sentía sus movimientos exóticos de baile de canciones que no reconocía un carajo mientras las demás personas que bailaban a nuestro lado chocaban con nosotros y nuestros cuerpos se juntaban como dos imanes. El mundo giraba en torno a nosotros con sus exquisitas formas, entre destellos galácticos y sonidos crujientes.

— Entonces dame.

Abrió la boca, como tentado a darme directamente de la boca, pero sacó el pedacito casi blanco al haber extraído la mayor parte de su color, y lo rompió a la mitad.

— Observa.

Se bajó el suéter de color negro, todo el cuello en V, lo dejó abajo mostrándome sus pezones perforados por dos preciosas barras de metal, luego tomó cada uno de los pedazos del LSD y los colocó en cada uno respectivamente, mantuvo sus manos en el cuello del suéter y me sonrió.

—Anda, a comer.

Lo atraje a mi cuerpo con rudeza, gruñendo al ver esas deliciosas piezas de droga sobre tan hermoso lugar, mi curiosidad ganó y terminé por llevar mi boca hasta sus tetillas perforadas y lamer los pedazos de LSD, uno por uno, mordiendo las barras de metal y succionando mientras lo obligaba a gemir entre mis brazos. Mientras enrollaba ambas piernas en mi cintura.

Me temblaban las manos y mi boca se sentía adormecida, comencé a tragarme los pedazos de LSD y dejar sus abusadas tetillas rojas y bañadas en un sabor a droga y cocaína. El suéter volvió a su sitio, pero mis labios terminaron por atacar también parte esencial de su conciencia, llevé mi lengua a su oreja y lamí el interior y el exterior, mientras me alejaba del centro de la pista de baile para llevármelo a los alrededores, donde las parejas se acorralaban contra las paredes y se besaban hasta sentirse suyos bajo las luces que suspiraban y se fundían, vertiendo sus colores eléctricos sobre los cuerpos que se sacudían al ritmo de la música ensordecedora.

Hasta que sus labios se desgataban, sus mentes se quedaban en blanco y sus cuerpos temblaban de calor fundidos en un abrazo y arremetidas sobre la misma ropa que quedaba manchada de líquidos viscosos y vodka.

Sus labios y su sabor magnético. Cada beso volaba a través de brillantes haces de rayos y sabores: diamantes de chocolate, astros de coco y jarabe de almendras, me ponían en un momento mágico y sucio en el que terminé por patear la puerta del baño del lugar. Lo estaba mirando mientras me besaba las clavículas y me tocaba la espalda. Sólo había dos baños y uno estaba ocupado, no supe cómo fue que terminamos adentro del otro cubículo.

Había un piso de agua con dos centímetros de profundidad, un mingitorio sucio, cubierto de orina y papeles por todas las paredes que desplegaban jeroglíficos de trascendencia cósmica. El sexo con ropa nos atraía como electricidad, por más que mis manos le tocaran no podía detenerme de fingir embestidas contra su pantalón roto. Se lo sacó de encima con movimientos hábiles y lo dejó sobre el piso mojado, deshaciéndose de lo inservible que iba a quedar.

Se subió a la taza del baño, que tenía tapa y que no se rompió y colocó su cuerpo de espaldas al mío, tenía su trasero frente a mí y mi erección palpitaba de forma irreal. Me maravillé al ver su cuerpo bañado en destellos de purpurina y laberintos de dibujos que culebreaban por su piel. No sabía si se trataba de las drogas o realmente su cuerpo brillaba, con la luz halógena del baño. Cerré bien la puerta.

Abrí su trasero, separando sus nalgas y observando lo impúdico de ese hermoso lugar que estaba por penetrar. Estaba tan perfecto, era rosa, limpio, como una entrada mágica que respiraba. Perfecto. Tuve ganas de llenarlo de vodka y bebérmelo todo, se abría elásticamente y me di cuenta que no era nada virgen y que no me sorprendía y que no me importaba. Su actitud salvaje y como habían terminado sus jeans en el suelo mojado, me lo demostraban.

Además, y remunerando no traía ropa interior. Este chico quería follar esta noche y yo quería dárselo.

Metí la lengua y lo lamí con muchísima fuerza, succionando esa parte y mordiendo los alrededores jugando con la lengua tanto que él comenzó a temblar por la sensibilidad de sus paredes anales. Llevó sus manos hasta mi cabeza y me jaló de los cabellos.

Me encantaba la forma en que si jalaba con mis dedos el lugar se mostraba abiertamente, no apretaba. Me encantaba.

Se dio la vuelta y me mostró su entrepierna excitada, había cierta forma en ella que me parecía hermosamente peculiar, estaba bañada de colores y sabía que era la droga, pero me la metí a la boca de todas maneras, la lamí cual piruleta y jugué con ella en mi boca. Jalando y succionando. Escuchando sus jadeos entrecortados mientras me obligaba a mamar, jalándome del cabello.

— Ahí, si, así. — suplicaba.

Después de que la saqué de mi boca y me estaba masturbando simultáneamente él se quedó de rodillas en la taza del baño. Me sonrió desde abajo, provocativamente y llevó sus labios hasta la punta de mi miembro, no dejé de masturbarme. Se lo comió entero, después lo sacó y jugó con la parte superior por un rato, luego metió la lengua en el agujerito que sacaba líquido pre seminal sin detenerse y se lo saboreó enteramente.

Escupió sobre él y me excite, estaba escupiéndome chispas de colores, mi miembro se bañaba en pinturas rosas y azules, las uñas de sus dedos estaban pintadas de un morado azulado que me recordaba mucho el color de su lengua.

Siguió mamando con fuerza hasta que lo sacó de la boca y se dio la vuelta.

Se quedó de rodillas sobre la taza del baño.

—Te dije que en cuatro se verían mejor. — no reparé en lo que dijo hasta que ya se había dado la vuelta. Me mostraba su trasero. Noté sus hermosos hoyuelos de venus y el precioso tatuaje que tenía un poco más arriba en la espalda.

No supe identificar la forma, pero parecía un lindo tatuaje de miles de colores, no había manera de que ubicara la forma, estaba demasiado drogado. Besé su trasero una vez más.

— Cógeme con un perro.

Suplicó abriendo sus glúteos y sonriendo. Mi miembro estaba empapado en su saliva que tenía purpurina de colores, lo jalé con fuerza viendo el hermoso culo que tenía enfrente, lo grande y terso que se formaba frente a mí y como el agujero se veía dispuesto y ensalivado para ser penetrado.

Como un perro y en esa posición, se la metí toda.

Gruñó.

— Ahí, que grande. — halagó. Aun cuando se notaba que no era virgen —. Anda cojee. Cógeme como quieras…

Tras estas palabras comencé a embestirlo con muchas fuerzas, pasando mis manos por su espalda y sujetando también sus glúteos preciosos, la forma en que nos movíamos me hacía marear, las embestidas como un perro, la forma en la que su lordosis me decía que lo siguiera follando en esta posición.

Como su lengua salía de su boca, su preciosa lengua azul.

Se deslizaba por arriba de sus labios y mostraba las pestañas mientras disfrutaba el ver como lo follaba. Era guapo, más guapo que nadie por ahora. Lo seguí penetrando sin detenerme, me encantaba la forma en que mi miembro salía, como se deslizaba hacia adentro y con cada roce él gemía.

Había colores por todos lados, mis manos estaban pintadas de verde y de morado, también de rosa, todos los colores que ahora pintaban cada hueso de su columna vertebral, el tatuaje de su espalda que se movía y danzaba por su espalda en ritmo de las penetraciones.

Mi cabeza daba vueltas, el placer me estaba enloqueciendo. No quería venirme afuera, pero tiré la cabeza hacia el techo y miré los mosaicos moverse y danzar como si no hubiera un mañana, formando pirámides y mirando como lo follaba.

— ¡Si, así! — gritó cuando aumente el ritmo de las embestidas, aumentó con los vaivenes de los copos de nieve que estaban cayendo del techo y mi orgasmo iba a salir proyectado en chorros de colores sobre su cavidad.

— Que hermoso que eres… anda quiero cogerte para siempre.

Los chorros no tardaron en aparecer, él llevó su mano hasta la entrada suya y mientras terminaba de correrme en el lugar metió sus dedos y sacó el semen que se encontraba adentro para degustarlo en su boca, sus labios se pintaron de rojo cereza.

Me terminé de correr. Lo adoré, lo amé y me excité muchísimo más cuando lo vi cambiar de posición, abrir las piernas y ponerlas de aretes en mis hombros. Coger, eso gritaban sus ojos.

Coger, coger, coger.

Apenas y sentía mis piernas y no estaba dispuesto a fumarme un cigarrillo de marihuana mientras lo veía ascender y descender sobre mi verga, ahora completamente desnudo, con su suerte negro quien sabe dónde, sus pantalones de mezclilla tirados en el piso y sus tenis — lo único que traía encima —, cubriendo sus pies,.

Aún gemíamos cuando se sentaba de nuevo y me sentía muy cerca del orgasmo cuando le miraba los hoyuelos de venus, cuando su columna vertebral se marcaba y cuando su cintura se acentuaba y podía ver como mi miembro penetraba su trasero, yo tenía una excelente vista de aquellas embestidas que el mismo se daba.

— ¿Eren? — llamó alguien entrando a la puerta, el sonido del exterior no me alteró, alguien había entrado buscando a otro alguien.

Ese alguien se acercó hasta nuestra puerta, pero estaba demasiado drogado como para detenerme, como para hablar o como para decirle al castaño que parara, aunque aun así no lo hizo y dejó que la puerta se abriera y nos vieran teniendo sexo como nunca antes, en un maldito baño público.

— ¡Eren! ¿Qué haces? — gritó el rubio y lo tomó de la mano —. ¡Ya párate! Te he buscado por todas partes… vámonos ¡ya! Jean está furioso… anda corre. Eww eso es tu pantalón. Sólo dame el suéter.

Se lo puso por encima y cubrió bien a su amigo mientras lo sacaba casi a arrastras del lugar, lo miré por unos segundos mientras intentaba cubrirse, su sonrisa bobalicona en la cara me daba a entender que no estaba para nada consciente de lo que hacía, aun así, se me quedó viendo y sonrió.

— Te debo un orgasmo.

Se dio la vuelta arrastrado por el otro chico drogado, pero mucho menos que él y se fueron del baño público, dejándome sentado sobre la taza del baño con una erección a medias, un orgasmo inconcluso, los ojos dilatados y las manos punzando llenas de luces de colores. Tomé mi erección y como pude, con la punta de mi pie, cerré la puerta del baño. No quería encender un cigarrillo.

Comencé a masturbarme para no dejar inconcluso ese orgasmo que me terminó debiendo y comencé a jadear hasta que casi me vine, luego vi sus pantalones tirados en el piso, estaban mojados y sucios, los tomé con la derecha y me los puse en el pecho mientras me seguía masturbando.

Después de venirme dos veces seguidas perdí el conocimiento, pero al menos estoy seguro de que me metí la verga en el pantalón de nuevo.

—0—0—0—

—Levicito…— su voz aguardientosa me despertó, abrí los ojos lentamente cuando la vi. Volví a cerrarlos inmediatamente —. Estas vivo, por un segundo creí que estabas muerto y que tenía un cadáver en custodia.

— ¿Qué día es hoy? — murmuré a medias limpiándome la saliva de la boca.

« Que asqueroso »

— Es lunes, dormiste más de 12 horas seguidas, no sé cómo estás con vida… ¿Qué te metiste? Estabas muerto, Levi. Te lo juro, jamás te había visto más muerto en mi vida, ni siquiera la vez de la pelea en el callejón, cuando estrellaron tu cabeza con el bote de basura. — Hanji seguía parloteando, me quite las cobijas de encima e intente levantarme, pero me maree. Tenía hambre y tenía sed.

Mi habitación era un asco, mi departamento apestaba, no sabía cómo algo así había pasado — no era muy lujoso, pero al menos estaba limpio —, Hanji incluso, estaba recogiendo la basura.

— ¿Cómo llegue a casa? — le pregunté bajando los pies lentamente.

— Te encontramos en el baño, tuve que arrastrarte por el piso espero no te moleste.

Se rió en voz alta y supe que había sido una verdadera y jodida broma, porque si no, no se reiría y todo esto no estaría pasando, si no que yo tendría mi mano en su nuca y estaría estrellando su cabeza contra el suelo mientras le enterraba mi pie en el trasero. Pero, para su suerte, al parecer fui cargado. Estaba muy drogado, no recordaba nada.

— ¿Levi que hago con… esto? — su tono de asco fue notorio, y me sorprendió. Ella era sucia no se sorprendía con nada y aun así parecía asqueada de estar tocando, 'eso'.

— ¿Qué es eso? — murmuré de golpe engullendo jugo de naranja directamente del envase y tirándolo a la bolsa de basura que colgaba del gabinete.

— Estabas abrazándolo como si la vida se te fuera cuando te encontramos en el baño. Estaba sucio como no te imaginas…

Lo vi bien, era el pantalón de mezclilla medio roto que había terminado en el piso del baño mientras follabamos, y yo lo había estado tocando toda la noche sin importarme nada. Me di asco y quise vomitar, pero me calmé. Al menos estaba ya en casa y podía tomar un buen baño.

— Tíralo. — le ordené.

Me di la vuelta para ver si había algo en el refrigerador que pudiera comer, pero Hanji se quedó quieta. No supe porque, me giré a verla de nuevo, estaba dándome la espalda. Y algo me pareció extrañamente sospechoso, le dije que lo tirara ¿no? Porque se había quedado como tonta en el medio del pasillo sin hacer nada.

— ¿Acaso tiene droga? — fue lo primero que se me ocurrió, después de todo al menos debía tener un par de metanfetaminas adentro —. Estaba en el piso… sólo tiral…

— Vaya, vaya que tenemos aquí. —sonrió tan ampliamente que me asuste —. ¿Acaso Levi Ackerman se revolcó con un mocoso toda la noche? Porque no me contaste.

— Estaba dormido… ¿Cómo lo supiste? — se giró lentamente mostrándome un artefacto de color café claro.

Agudicé mi vista para ver aquello que me mostraba mientras sonreía como una tonta y jadeaba de excitación por la información recientemente obtenida. Era de cuero, cuadrada... se trataba de una cartera. Ese idiota, había dejado su cartera en el pantalón y yo había tenido que rescatarla, ahora sabía quién era el propietario.

—Eren Jäger. — leyó la loca mientras me deslizaba a zancadas hasta ella —. ¡17 años! Es un bebé, "Escuela preparatoria Sina" ¡Y tiene dinero! Eso no está muy lejos de aquí, ahora comprendo esa noche había muchos jóvenes riquillos en ese lugar… no me sorprende. Ahora ya sabes quién es.

Le arrebate la cartera, ahí estaban sus credenciales, identificaciones, dinero. Incluso tarjetas de crédito, fotografías. Era una mina de oro para saber la ubicación de alguien, no tenía idea de cómo no había intentado recuperarla, en aquel lugar me conocían… si tan sólo hubiera preguntado se la habrían regresado de inmediato.

Miré la credencial una vez más, ahí estaba él. Con sus ojos de color agua marina y su cabello castaño. 17 años… bueno, la escuela no estaba muy lejos.

— ¿Qué harás? ¿Lo vas a buscar?

— Primero me voy a toma buen baño. — le expliqué guardando la cartera —. Meteré ese pantalón a la colada de la mañana y luego, te voy a sacar de mi casa.

Hanji se quedó quietecita y luego estalló en carcajadas, vaya que estaba sorprendida, ella misma llevó el pantalón de mezclilla junto con otros de su tipo hasta la lavadora y me ayudó a limpiar la cocina mientras yo me preparaba para entrar al baño y darme una buena restregada. Antes de cerrar la puerta del baño la escuche reírse sola. Como una loca.

— ¡Se ha prendado de su agujero!

Cuando me salí de bañar Hanji ya no estaba en la casa, y al menos estaba recogida y la colada estaba en el balcón de la casa, había ayudado bastante con el aseo y no me había preguntado por la cocaína restante. Supuse que ella también debió pasar una buena noche. No quería saber ni como, así que no dije nada y me vestí.

Para dar una buena impresión me puse una playera de color gris oscuro sin mangas y con el cuello amplio, unos jeans de color negro y unas botas negras. No estaba muy arreglado, sin embargo, se notaba que me acababa de bañar y que estaba completamente limpio, comí y me lavé los dientes.

Hubiera querido tener tiempo de quitarme los aretes de las orejas, es verdad que tenía una apariencia muy ruda pero no quería que los guardias del colegio Sina me detuvieran por sospechoso, aunque claro que lo era. Juguetee con la cartera por un rato más y luego me la metí en el pantalón, no tomé el pantalón porque estaba mojado todavía.

— ¿A qué hora salen los mocosos de la escuela? — me pregunté a mí mismo y salí de mi casa sin hacer nada más.

Bajé las escaleras del edificio que se caía medio a pedazos hasta llegar al estacionamiento donde se encontraba mi bebé, gracias a Dios la habían traído de vuelta junto con mi drogado cuerpo, y estaba perfecta. Yo no tenía mucho dinero, pero tenía una Harley negra. Y eso era más que suficiente para mí.

Como dijo Hanji la escuela no estaba demasiado lejos, pero estaba en otro barrio, el lado de los más adinerados de la ciudad y no era que hubiera un barrio pobre, pero la escuela era para adinerados. Y el mocoso iba en esta, así que le haría una pequeña visita. Ya a dos días de que nos hubiéramos encontrado, no había razón para no ir a buscarle. Aunque tampoco era muy mi estilo.

Mi reloj marcaba las dos de la tarde, esperaba que los adolescentes no tardaran mucho en salir, porque el sol me pegaba directamente en la espalda y por más que intentara parecer cool mientras estacionaba la moto al otro lado de la banqueta, que daba a la entrada principal del colegio, me estaba cansando.

Había muchos autos lujosos, pero nada que me tapara la vista lo suficiente como para no poder encontrarlo.

Treinta minutos después las puertas de la escuela se abrieron y note que mis hombros comenzaban a ponerse rojos.

El uniforme era una monada, una estupidez. Un saco rojo y un pantalón de color azul marino, una corbata en medio de la camisa blanca del mismo color y zapatos negros. Todos usaban la misma maldita mochila y salían platicando y murmurando cosas del colegio, me senté en la moto esperando verlo salir. Pero no esperando realmente enserio, porque lo vi de inmediato.

Más bien vi al rubio.

Estaban bajando las escaleras y riéndose como dos adolescentes tontos, para nada se parecían a los que había visto el sábado, drogándose y bailando como mocosos calientes. El rubio reparó en mí, porque abrió los ojos como platos y jaló la manga del castaño y le susurró algo en el oído. Ya me había levantado y le miraba fijamente. Eren me miró.

Sus ojos se abrieron y juro que murmuro algo como ''Mierda, es él'' y si, maldición era yo. ¿Acaso había demasiadas razones para sorprenderse? No lo creo, después de todo si el idiota era un poco listo ya sabía que había perdido su cartera y que era muy probable que yo la tuviera. Levante el mentón y lo llamé con miradas.

Volvió a murmurar algo saliendo del colegio, el rubio intento detenerlo, pero no se detuvo y cruzó la calle mirándome con fijeza. Llegó hasta donde yo me encontraba, no teníamos un circulo alrededor ni nada, pero la gente nos miraba un poco, al menos los que no tenían vida o nada más importante en que pensar. El rubio desapareció de mi vista.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó dulcemente confundido, alzando una ceja y cruzando los brazos.

Me llevé la mano hasta el cabello y lo pasé todo para atrás.

— ¿Así recibes a tu salvador? — me mordí el labio. Bajó la mirada y sonriendo se mordió los labios. Noté que se miraba los pies.

— ¿Mi salvador? Tú no me salvaste de nada…

— ¿Ah no? — levanté la mano y saqué la cartera de color café, mostrándosela frente a los ojos y paseándola por su mirada. Abrió los ojos verdes como platos y la tomó descruzando los brazos.

— ¿Cómo la…? La di por pérdida.

Me encogí de hombros a sabiendas que ya estaba luciéndome y que si le decía que estaba demasiado drogado como para saber siquiera que la cartera estaba tirada en el piso quedaría como un oportunista y en mi lenguaje eso no existía. Sólo existían las cosas a propósito y venir a verlo con esa información era algo completamente planeado.

— Así te enteraste donde estudio… — dedujo rápidamente y supe que al menos tenía dos dedos de frente —. Bueno, es obvio. Gracias por devolverla, pero no eres mi salvador. ¿Cómo te llamas?

—Está bien. — me subí a la moto y moví el manubrio arrancando lentamente —. Cuida tus cosas y ten cuidado con la bolsita de marihuana que te dejé ahí. Es un obsequio.

Al contrario de lo que espere, Eren no se molestó y ni me pidió que bajara la voz. Se metió la cartera al pantalón y se rio en voz alta. Me detuve para mirarlo reír con cordura por primera vez. Se me quedó viendo con una amplia sonrisa amable y negó con la cabeza, este no era tan tonto, realmente no lo era.

— ¿Qué? — le pregunté deteniendo la moto.

— ¿Acaso crees que yo creo que eres la clase de persona que regala droga? — me retó alzando una ceja y sonriendo.

Suspiré y apagué el motor de la moto. También le sonreí, no podía quedarme atrás en su hermoso jueguito.

—Yo ya te regalé droga antes.

Él negó con la cabeza.

— Eso no fue un regalo, yo te pague… — levantó la cara con suficiencia y se mordió el labio inferior.

Lo admito, me dolió, o al menos sentí un algo extraño en el pecho. No me acababa de decir que había follado conmigo por gusto propio, si no que me había mamado la verga en retribución por la cantidad enorme de droga que nos habíamos metido juntos. Se dio la vuelta dándome la espalda para ignorarme, levantó la mano en señal de despedida.

— En fin, nos vemos Mi salvador.

Y bueno, pues se largaba el muchachito, nada tonto y nada virgen. Además, jovencito y riquillo, con un buen culo y con muchas cosas que me gustaban. ¿Qué estaba pensando? Encendí la moto y rápidamente me puse frente a él evitándole dar el paso.

— ¿Qué pasa? — preguntó extrañado bajando las manos y frunciendo el ceño.

— Hola chicos, disculpa… joven motero, pero ya llego el chofer, Eren. — el rubio se acercó un poco tembloroso, Eren se le quedó mirando y asintió, luego me volvió a ver y se alejó de mi moto rodeándola.

Pero no lo deje y active reversa para cerrarle el paso. Me vio con frustración. La gente ya comenzaba a mirarnos. El rubio dio un respingo.

— ¿No entiendes español? Llegó mi chofer. Quita la moto.

—No lo hare. — le conteste con rudeza.

—Eren… — el rubio estaba nervioso, no había duda alguna.

— ¿Qué quieres? — me preguntó el castaño ladeando la cabeza —. Puedes ser amable y darme permiso, necesito ir a casa. Mi chofer está esperando. Apártate.

— Súbete. Yo te llevo a casa.

Eren abrió la boca con sorpresa, pero luego la compuso en una mueca y se rio por lo bajo. Me miró de arriba abajo.

— ¿Me vas a llevar… en eso? — dijo refiriéndose a la motocicleta —. Yo paso.

Tomó a su amigo del brazo y rodearon la moto esta vez por enfrente, ya no había forma en que les cerrara el paso mientras ambos caminaban hasta un automóvil negro de vidrios polarizados.

— ¡Hey! Déjame llevarte a casa. — como grité se detuvo. Al menos pude llamar su atención con rapidez giro el rostro —. Si me dejas llevarte te digo mi nombre.

Rodó los ojos como si le pareciera poca cosa. Pero me dio el tiempo suficiente para poder arrancar la moto llegar hasta donde se encontraba. El rubio se apartó de una zancada mientras que Eren jadeó al sentirme cerca, le tomé de la mano.

— Súbete, te daré un poco de descontrol entre semana.

No me soltó la mano y bajó la cara.

— No me drogo entre semana…

— ¿Quién hablo de drogas? — le sugerí en voz baja.

Eren debatió internamente. Me miró por unos largos y tendidos segundos, parecía que no dejaba de morderse el labio inferior porque en verdad que tenía un par de heridas adorables ahí y sus ojos revolotearon de mi rostro a la motocicleta. Luego se subió.

— ¡Eren! — lo llamó su amigo.

— Armin, dile al chofer que me voy, al rato regreso.

— Eren no. — suplicó el tal Armin —. Tu padre va a matarnos…

— Sólo dile eso. — pidió Eren—. Ya vámonos antes de que mi chofer te quiera golpear.

Asentí con cautela y como no solía usar casco de seguridad y no quería que se sintiera más que un poco frustrado aceleré con prudencia, además estaba en la zona escolar, pero sólo para demostrar un poco que él era mío y que yo me lo llevaba hice que la moto rugiera un poco y Eren chilló un poco cuando salimos del camino escolar.

—Levi. — le susurré —. Me llamo Levi.

Tenía las manos en mi playera gris y la cabeza sobre mi hombro, sólo escuché su débil risa y un 'si, si' muy bajito que no pude identificar completamente. Sí que era un ser extraño este chiquillo.

—0—0—0—

— ¿No dijiste que ibas a llevarme a casa? — murmuró extrañado cuando estacione la motocicleta en el estacionamiento del auto servicio de McDonald´s.

— ¿No tienes hambre? Voy a invitarte a comer, eso es todo…

— ¡Y además eres gentleman! — se rio en voz alta y se levantó de la moto junto a mí.

La verdad es que tenía bastante hambre y no quería aceptarlo, pero no sólo quería llevarlo a casa, de ser posible quisiera llevármelo a mi casa propia, es decir al departamento. Meterlo en la cama y darnos una buena revolcada, pero primero lo alimentaría. Es decir, atrae a la presa. Entramos al restaurante de comida basura y le pedí una cajita feliz a propósito. Pagué mientras él esperaba cerca de la puerta.

— Espero que esa mini hamburguesa sea para ti — bufó abriendo la puerta para que saliéramos.

— Los niños pequeños deben comer comida pequeña.

Se sentó en el asiento de la moto.

— Mueve tu trasero. ¿Dónde piensas comer? — me preguntó.

Y caminamos a través del estacionamiento casi vacío del mall, hasta que llegamos a las afueras de Wal-Mart donde había unas pequeñas bancas, limpias y en la sombra

— Su majestad puede comer su cajita feliz aquí.

Eren miró el asiento y se sentó sin prestar nada de atención alrededor, cruzó la pierna y me sonrió, como si acaso esperara que yo me sintiera halagado por su poca resistencia y su grande cooperación. Rodé los ojos y le entregué la cajita feliz.

— Al menos me hubieras dado una corona.

— Esto es McDonald's no Burger King — abrí mi propia comida y los dos comenzamos a comer.

Aunque odiara admitirlo, estaba muy a gusto a su lado desde verlo en la escuela hasta ahora, tenía cierta resistencia y cierta inclinación por mí que me resultaba fascinante y me sentía muy halagado al verlo comer a mi lado, no solo drogándonos. Me gustaba el estúpido. Era guapo, además era lindo y accesible. Teníamos historia y cogía bien. No sé qué más estaba esperando.

— ¿Ya terminaste de analizarme? — me preguntó llevándose un nuguet de pollo a la boca —. Eres guapo, así que no me molesta que me mires. Además, tuvimos sexo, pero estábamos drogados.

— Aun así, me gusto. De otra forma no estaría aquí ahora mismo… y tú… ¿Qué cosa eres? Por las noches te drogas con todo lo que encuentras, y tienes sexo con desconocidos… sin protección. Por el día estudiante ejemplar y además tienes dinero.

Recordé inconscientemente todo lo que estaba debajo de ese uniforme de estudiante perfecto, los piercings en su cadera, el tatuaje de su espalda y sus tetillas perforadas, probablemente había más cosas de las que no me había percatado, pero por ahora… podía recordar aquellas.

¿Tenía algo brillante en el ombligo?

Eren se quedó callado, había ingerido todo su refresco de limón y ahora jugaba con los hielos en el envase.

— ¿Qué sucede? — pregunté un poco preocupado por su repentino silencio.

— No, es que si tienes razón. — me dijo —. Por las noches soy una fiesta, en las mañanas estudiante ejemplar. Supongo que puedes verlo de esa manera… bueno, más o menos.

— ¿Eso piensas? — le pregunté sin razón de saber para donde dirigía esta conversación —. No entiendo a qué te refieres.

Volvió a guardar silencio y a guardar toda la basura dentro de la cajita feliz, incluyendo la mía. Tuve la impresión de que ya quería irse y no me atreví a preguntarle nada más.

—Yo, no tengo sexo con desconocidos, bueno sí. Pero nunca sin protección.

Le dio la vuelta a la conversación, se levantó y dejó toda la basura en el bote de a un lado de la banquilla. Caminaba como estudiante, estaban escondidas aquellas piernas que yo había tocado bien la noche del sábado. La madrugada del domingo. Volvió a sentarse y me miró.

— No soy un desconocido… y estoy limpio si eso te preocupa.

Sonrió.

—Ya sé, eres Levi. El que conocí el domingo y me recogió de la escuela el lunes, no pasa nada, pareces confiable. Eres guapo, me gustas. Me gustaría conocerte, enserio. No sé porque te digo esto… tal vez sólo estoy nervioso porque lo hicimos sin cuidarnos. Yo, realmente suelo tener sexo y parece que tú también…

— ¿Por qué no te haces estudios? — le pregunté con casualidad para dejar el tema a un lado y poder retomar mis artimañas de ligue —. No tienes nada que temer.

— Puedes hacerte unos también, es decir, ya sabes por si las moscas. No es que yo tenga nada, pero sabes es una buena forma de establecer confianza entre los dos….

Se me quedó viendo fijamente, sus labios temblaban, tenía miedo de decirme que quería saber que no tenía ninguna ETS, no me moleste, era algo natural. Me haría los estudios para demostrarle que confiábamos el uno en el otro, eso podía abrirnos las puertas para una nueva salida, una nueva revolcada, o besarnos hasta desgastar nuestra piel. Cualquier cosa estaba bien.

— No te preocupes. — le asegure levantándome —. No tengo nada, lo juro. Ahora vamos, dije que te llevaría a casa…

— Bueno, vamos.

Nos levantamos y no dijimos nada hasta que nos montamos en la moto, quise romper el silencio diciéndole algo que pensaba, pero no pude soltar nada y arranqué. Entonces lo escuche hablar quedito.

— Gracias por no molestarte.

Como me iba a molestar si al menos el mocoso tenia razones en preocuparse de haberse acostado con un extraño, sin embargo, aquí lo tenía, aferrando sus manos a mi espalda y sintiendo como la moto avanzaba y me mostraba el camino para llegar hasta su casa, que no estaba ya muy lejos de donde nos encontrábamos.

Un par de calles más adentro en donde estaban las casas más ricas de toda la zona.

Tragué saliva, así que si era verdad que tenía bastante dinero.

— Puedes dejarme en la esquina — me pidió.

— ¿Por qué? ¿Tienes vergüenza de mí?

— Un poco. — se burló riendo —. No, en realidad es que mi padre podría hacer preguntas incómodas y no me da la gana responderle que hago con un motero a las cinco de la tarde. Además, seguro ya le llegaron los chismes de la escuela.

Paré la moto en la esquina de su casa, una mansión enorme con techos de teja rojiza y con pasto y arbustos. No era mi departamento sin duda. Eren se levantó de la moto y tomó su mochila, bailoteó un poco en el piso y luego me sonrió con soltura.

— Gracias por devolverme la cartera y por la comida.

— Tus modales cambian cerca de casa…

— Anótalo en tu lista de cosas mías — respondió levantando las cejas.

— Lo anotaré en mi lista de cosas que no me interesan — puntualicé —. Anda, ya corre a casa niño. Nos veremos luego.

— ¿Ah sí? — preguntó con socarronería —. ¿Quién lo asegura? O es que acaso estas invitándome a hacer algo. Tal vez estas invitándome a otro sábado de fiesta o algo parecido.

Me reí con incertidumbre de tomar enserio o no sus palabras. Dio una zancada hacia atrás.

— Bueno, yo te aseguro que si quieres salir de nuevo traeré un casco para tu cabecita de lobo. Te veo el viernes…

Encendí la motocicleta.

— ¿El viernes?

—Te veo en la escuela.

Arranqué la motocicleta para dejarlo mientras retrocedía con media sonrisa. Tenía ganas de venir a verlo el viernes y recogerlo de la escuela y ya no me daban tantas ganas de llevármelo de fiesta, pero era una tontería ponerme a pensar en eso, por ahora sólo tenía que ir a hacerme los análisis de ETS, no había problemas con respecto a esa parte.

—0—0—0—

Eren Jäger entró a su casa, más o menos sin hacer ruido, pero sin importarle mucho, a sabiendas de que no estaba completamente solo en la gran casa, pero que los que se encontraban realmente no eran personas por las cuales tuviera que preocuparse enteramente.

Dejó la mochila en el suelo a un lado de las escaleras y comenzó a subir los escalones. Ya no había necesidad de pasar a la cocina puesto que ya había comido bastante bien, aunque le costar admitir que una cajita feliz había logrado saciar su apetito.

— ¿Eren?

La voz lo sorprendió tanto que inconscientemente levantó las manos y se giró rápidamente.

— ¿Papá? ¿Qué haces en casa? ¿No deberías estar en el hospital? — le preguntó con nerviosismo.

— Me llamo el chofer — dijo el doctor cerrando la puerta —.Vine a casa en cuanto me entere, ¿Acaso hay alguien que te esté molestando?

— No papá, no en realidad. No sé de qué me hablas.

— Hablo de que te fuiste en motocicleta a no sé dónde a penas te saliste de la escuela, aun cuando el chofer estaba ahí. ¿Andas en malos pasos?

La situación era un poco graciosa, en realidad, Eren salía todo el tiempo a fiestas, regresaba ebrio y también se drogaba de sobremanera, se perforaba y se tatuaba. Aunque sacaba buenas calificaciones y sus escándalos no eran tan graves, apenas llegaba un desconocido y lo traía a su casa en moto perdían la cabeza pensando cosas malas. Que en realidad no estaban tan alejadas de la realidad, sin embargo, no había tantas razones para preocuparse.

Lo más gracioso de la situación era ver como su padre se preocupaba de sobremanera y en realidad no sabía absolutamente nada de su hijo y de su verdadera forma de ser o de sus métodos de entretenimiento o de su orientación sexual.

Este hombre, su padre, no sabía absolutamente nada de su familia y aun así siempre quería dar la imagen de la familia perfecta.

— Todo está bien papá.

El hombre de lentes subió unos escalones hasta llegar a la altura de su hijo.

— Eres mi único hijo, quiero que vayas por buen camino. — se notaba realmente preocupado, pero Eren no hizo caso y le dio la espalda.

— No hay nada de qué preocuparse.

Siguió subiendo las escaleras hasta dejar a su padre muy abajo, muy lejos de él y muy alejado de su vida personal. Sonrió cuando pasó por las puertas escuchando el escándalo, vaya familia perfecta. Sobre todo, por su madre, como era posible que se pueda fingir por tanto tiempo. Por tanto tiempo aparentando que su vida era maravillosa, que la vida del famoso científico y doctor Grisha Jäger no tenía defectos.

Pero la realidad no era esa y su familia tenía más defectos de los que se veía a simple vista y muy pronto tendría muchísimos más defectos que antes.

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— ¡Eren! — dijo el amigo del castaño tomándolo del brazo —. Pero, ¿has perdido la cabeza?

— ¿A qué te refieres Armin? —le preguntó Eren soltándose con suavidad de su agarre.

— ¿Estas saliendo con ese tipo drogadicto? — preguntó en voz baja —. El chofer está ahí y tu padre…

— Mi padre no va a decir nada — bufó Eren con fastidio —. Y el chofer puede irse al diablo, además no está drogado y no es un 'tipo', sólo conduce una Harley, es de marca, no hay problema.

—Si comienzas a saltarte las clases, lo será. — le advirtió el rubio con los brazos cruzados —. Además recuerda, que prometimos nunca drogarnos entre semana.

— No me estoy drogando, sólo salimos y esta vez me llevará directo a casa… ¿Verdad Levi?

— Como quieras. — le contesté rápidamente subiéndome a la moto y poniéndola a arrancar —. Traje tu casco, ahora pon tu trasero en la moto. Por favor.

Eren volvió a mirar a Armin y se levantó de hombros, siguió con su camino y abandonó a su amigo mientras se subía en mi motocicleta y le extendí el casco que le había conseguido, era un poco grande pero no tanto. Le quedaba bien. Y se veía bien, sujetado a mi espalda. Eren se veía bien junto a mí.

— ¿Listo? — le pregunté mientras se colocaba el casco.

— Completamente.

Arranqué, esta vez tenía intenciones de llevarlo a beber algo, de preferencia algo que no tuviera demasiado alcohol pero que pudiera contrarrestar con el calor de los mil demonios que quemaba como si no hubiera un mañana. No tenía tanto dinero, pero al menos podía darle un poco al castaño, sólo hasta que cayera redondo. Me estaba esforzando lo suficiente.

Terminamos en una fuente de sodas tomando una soda italiana de granate y tomándonos de las manos por encima de la mesa, como una estúpida pareja medio enamorada que estaba comenzando un ligue, pero yo ya era demasiado mayor como para estar con estas cosas, no sabía exactamente para donde iba. Pero quería al castaño, me gustaba.

— ¿Ya vamos a casa? — le pregunté cuando terminó de beber la soda, rodó los ojos, pero asintió aún con la pajilla en la boca.

— Entonces vamos.

Pagué y nos fuimos, de nuevo no nos encontrábamos nada lejos de su casa, así que el viaje sería corto, y yo aunque quería comérmelo a besos, no lo hice, porque simplemente no había demasiado acercamiento entre nosotros durante los días, porque no estábamos en una relación. Sólo estábamos saliendo, Dios sabe por qué.

« Porque quería sentir su agujero de nuevo, sin duda »

¿Cuándo podría llevarlo a la cama de nuevo? ¿Y por cuento tiempo esta vez?

—No estás saliendo con nadie ¿verdad? — le pregunté estacionando la moto frente a su casa esta vez, Eren no dijo nada sobre mi acercamiento a su propiedad.

— ¿Yo? No realmente. — se quitó el casco —. ¿Por qué la pregunta? ¿Quieres otra cita? Pensé que ya te habrías cansado para este entonces, tendré que fingir un poco más.

— Relájate mocoso, aún no pasa una semana desde que empecé a verte el culo.

Me tiró el casco a las manos sin malicia. Sonrió sacando la lengua.

— Hey, no te vayas aún… traje algo.

Se quedó quieto mientras yo rebuscaba en el bolsillo de la motocicleta hasta dar con el arrugado papel blanco con letras negras, se lo extendí y aunque parecía un poco confundido lo tomó y comenzó a leerlo con detenimiento. Estaba un poco sorprendido, después de todo si me había hecho los análisis, todo estaba perfecto. Lo extraño era que yo realmente no había tardado nada en hacerme los estudios.

— Lo ves, estoy limpio. ¿Los tuyos?

Eren se quedó callado y me devolvió la hoja con una media sonrisa un poco nerviosa, sin saber exactamente que decirme.

— Pensaba hacérmelos este sábado… — murmuró bajito.

— ¿Este sábado? Qué lástima, planeaba darte un poco de LSD, uno de color rojo… para que veas todo nítidamente rojo. — lo acerqué a mi cuerpo, él se dejó hacer mientras yo lo apresaba con mi brazo su cintura, me sonrió y tomó mi rostro.

— Tendrás que esperar.

Hice una mueca. Con sensualidad Eren lamió mi labio inferior y luego mordió un poco con suavidad mientras yo más lo juntaba hasta mi rostro. Tenía mis manos en sus caderas y ya lo sentía bastante cerca, estábamos a nada de besarnos.

Se rio bajito.

— ¿Vas a besarme frente a mi casa?

— Tú ibas a besarme frente a tu casa… — le recrimine —. Pero, si ya te vas, sólo dame uno.

Eren se quedó callado y medio se intentó alejar, pero lo atraje con artimañas hasta mi cuerpo de nuevo, ya había encendido el motor de la moto, así que sólo necesitaba un beso suyo para poder largarme de una vez. Negó con la cabeza, pero al mismo tiempo me besó con fiereza los labios, tan idéntico a como lo recordaba, pero sin las drogas encima.

— Entonces, nos vemos el próximo viernes.

— Claro… — se apartó de mí y me dejó con una cara de baboso mientras se alejaba aún con su uniforme del colegio.

¿Algún día volvería a verlo con la ropa de la otra vez? Me lo pregunté por un segundo y después termine por arrancar y apartarme de ese barrio.

—0—0—0—

Era la cuarta vez que veía a Eren desde que nos habíamos conocido en una fiesta de sábado por la noche. La primera vez habíamos tenido sexo desenfrenado en un baño asqueroso, estábamos muy drogados. La segunda vez comimos comida basura, la tercera le invite una bebida y me había besado enfrente de su casa. Pero esta vez…

Esta vez era muy diferente a las otras.

Desde que vi su cara me di cuenta que algo estaba distinto, rechazó el casco de la motocicleta y su amigo no había hecho el mayor intento por impedir que se subiera conmigo, ni siquiera había visto al chofer que normalmente lo venía a recoger saliendo de la escuela.

Sólo me saludo, se subió y me dijo que lo llevara a casa, creo reconocer cuando alguien tiene una sonrisa fingida, pero en el caso de Eren yo apenas y podía adivinar si esta era una actitud normal o había algo realmente mal. Así debía de sentirse la gente conmigo todo el tiempo, o al menos el 80% de las veces que estaba con alguien.

El camino fue más rápido de lo normal, llevé la motocicleta a una velocidad extra, para llegar antes a su hermoso domicilio y no sé porque, deshacerme lo más pronto de él y de su actitud extraña. Durante el trayecto no dijo ni una sola palabra, termine convenciéndome de que tal vez sólo estaba de mal humor.

Cuando estacioné la motocicleta enfrente de su casa Eren se bajó y se me quedó viendo.

— ¿Quieres pasar?

— No, realmente.

Bajó la mirada y metió las manos en los bolsillos de su pantalón. Sólo habían pasado siete días desde el último viernes que nos vimos, pero su actitud había cambiado desconsiderablemente en una semana. ¿Tal vez estaba molesto por vernos hasta ahora?

— No hay nadie importante.

— ¿Cómo? — pregunté con burla —. ¿No hay nadie cuidándote en casa?

— Aunque no lo creas, es viernes. Mi padre llega tarde del hospital… — sonrió con malicia —. Ya pásate. No te hagas del rogar, tengo que hablar contigo…

Me levanté de la motocicleta porque había pronunciado palabras impronunciables, 'tengo que hablar contigo', esas eran cosas peligrosas. Dejé la moto y lo seguí apenas unos pasos por detrás, estaba jugando con sus llaves, pero cuando llegamos al gran pórtico la puerta se abrió sin llaves, Eren entró como si nada y dejó la mochila tirada en el piso.

— Ven, subamos… ¿Quieres comer algo?

— ¿Me llevaras a tu habitación? — le pregunté ya subiendo las escaleras —. No traje nada para divertirnos…

Eren detuvo su paso a la mitad de las escaleras y me volvió a sonreír, no era la misma sonrisa de siempre, tenía algo escalofriante y macabro en ella.

— No te preocupes por eso.

No supe exactamente a qué se refería, y tampoco quise averiguarlo. En vez de eso me puse a ver los increíbles detalles de la casa, los cuadros familiares y todas las riquezas que su casa mantenía en buen estado, aun siendo así de ostentosa no había ningún sirviente ni mucho menos.

Llegamos al primer piso, todas las puertas estaban cerradas, pero había bastante ruido en la primera. Eren siguió caminando como si nada, pero yo no pude más que detenerme. Parecía que había alguien encerrado adentro, algo muy salvaje como un animal furioso y hambriento, pero la pared me impedía escuchar correctamente el ajetreo.

— ¿Qué sucede? — preguntó Eren deteniéndose unas zancadas enfrente de mí.

— No mencionaste que tuvieras un perro.

Eren alzó una ceja, luego sonrió, y se llevó la mano a la frente. Después no pudo controlar su risa por más tiempo, no dejó de carcajearse hasta que los ojos se le llenaron de lágrimas y tuvo que tocarse el estómago, fruncí el ceño, entre el escándalo de la habitación y la risa de Eren me sentía un poco estresado.

— Un perro… — se rio Eren—. Sí, supongo que puedes llamarlo así. ¿Quieres verlo?

Aun sin esperar mi consentimiento, Eren se deslizó hasta la puerta del escándalo y me pidió que me acercara con un movimiento de su mano, con la otra giró el pomo y entreabrió un poco la puerta, se quedó mirando adentro por unos segundos y luego me dejó mirar, apartándose.

Sin saber bien que esperar exactamente pegué mi ojo a la rendija de la puerta. Mi corazón se quedó helado, estaba claro que no era un animal, y tampoco ningún tipo de mascota. Sólo se trataba de una mujer, estaba completamente desnuda y tenía sexo con otros cuatro hombres al mismo tiempo, gemía y gritaba como loca. Había cámaras y básicamente se trataba de una orgia.

— Es mi madre… — comentó Eren en un suspiro cerrando la puerta —. Una puta. Como yo. Y todo es su culpa.

— ¿Tu padre sabe de esto? — le pregunté apartándome de la puerta por completo, Eren ya estaba caminando de nuevo, caminó un par de puertas más hasta que llegó a una que parecía ser la suya.

— Es ninfómana.

Esa fue su explicación y abrió la puerta, adentro no estaba precisamente la habitación de un adolescente riquillo con droga escondida que me imagine que Eren tendría, en realidad se trataba de una especie de salón con grandes estantes de libros y discos regados por algunas partes, más que un lugar desordenado parecía un lugar que había pasado por una pelea. Había un sofá cama y varias cosas más tiradas en el piso, encendió el candelabro, aunque las ventanas estaban abiertas.

— No quise entrometerme. — intenté retomar el tema de su madre —. ¿Eso está bien para ti?

— ¿Lo de mi madre? —se sentó en la cama —. Es una zorra, realmente no me importa. Mi padre no puede controlarla, pero, tampoco puede dejar que salga de aquí y se vuelva loca. Es una prisionera en la casa de muñecas de mi padre tal y como yo lo soy.

— No eres la clase de prisionero que sale a fiestas los sábados por la noche ¿verdad?

Ante esto, Eren sonrió. Me senté en la cama y se me quedó viendo mientras se quitaba el saco de la escuela, una parte de mi creyó que por fin nos acostaríamos de nuevo. Pero sólo se quedó quieto después de eso.

— ¿Quieres una explicación?

— ¿A qué cosa? — le pregunté sin dejar el contacto visual que habíamos establecido.

— Mi padre quiere dar a creer que su hogar es perfecto, pero desde siempre ha estado cagado. Cuando era joven sus padres lo obligaron a casarse para poder heredar la compañía…. Es el dueño de los hospitales y laboratorios de investigación 'New life' es por eso que tenemos tanto dinero.

— ¿Y se casó con tu madre? — le pregunté.

Él asintió.

— En ese entonces ella era la hija de una respetable familia, un contacto social de las farmacias y drugstore 'Saint James' ahora son 'New life' también, cuando se casaron ella empeoró su estado hasta volverse casi loca… por la importancia de mi padre jamás pudo ser tratada correctamente en un hospital decente. — explicó Eren quitándose los zapatos y sacando algunas cosas que estaban en el cajón de su buro —. Entonces mi padre estaba asqueado de ella al grado de no querer tocarla, nunca pudo tener un matrimonio normal con una puta… así que comenzó a tratarla en casa. Él mismo.

— ¿Te refieres a que…?

— Intentó controlar su ninfomanía él solo, son problemas mentales y él sabe de medicina. Aun ahora realmente yo… no sé exactamente lo que le hizo, pero logró calmarla lo suficiente como para poder engendrar un hijo en ella. Y lo hizo a base de medicamentos de experimentación que creó el mismo.

Eren estaba contándome una parte muy íntima de su vida, sin seguridad del saber porqué, tal vez yo también debería contarle algo a cambio. Tal vez debería contarle el por qué mi madre murió y que me dejó una herencia moderada que apenas me ayudaba a sobrevivir a mí solo. Cualquier cosa, pero los problemas de Eren sonaban muchísimo mayor. Terminó de sacar las hojas de su buro y me miró con la misma sonrisa retorcida de antes.

— ¿Estas enfermo? — le pregunté cuando me extendió los papeles —. ¿Tienes una ETS?

Eren se rio. Y se dejó caer en la cama, tomó un cigarrillo de mi chamarra y lo encendió con un encendedor que estaba en su cama. Se quedó acostado, no me decidí a mirar los papeles hasta escuchar lo que tenía que decir.

— Sí, estoy enfermo… pero no es una ETS. Es mucho peor.

— ¿Tienes cáncer? —le pregunté extrañamente preocupado —. ¿Algo incurable?

Eren dio caladas largas al cigarrillo y luego lo apagó contra la pared, sacó el humo de la boca y se removió hasta que sus ojos chocaron con los míos.

— Estoy embarazado.

Abrí los ojos como platos, los efectos de esas palabras me dejaron completamente pasmado. Ya las había escuchado al menos dos veces antes, pero, siempre eran falsas alarmas… siempre eran chicas con las que había ido enserio. No un rollo de una noche, no con un hombre… porque lo último que se me había pasado por la mente en aquel instante era protegerme. Me preocupaban las ETS, pero jamás, un….

— Que buena broma.

Eren suspiró y rodó los ojos.

— Pensé que dirías algo más sabio. — Eren se levantó y me sacudió los papeles frente a la cara —. ¿Sabes leer? Pues lee esto. Estoy embarazado. Tengo 14 días.

Tomé las hojas que me zarandeaba en frente y las leí con rapidez, se trataba de unos estudios para detectar ETS, los estudios que Eren se había hecho el día sábado, eran muestras de sangre y orina en las que marcaba la inexistencia de una enfermedad de transmisión sexual, había una larga lista de tachaduras a enfermedades, era muy parecida a la que yo me había hecho, pero más profesional. Sin embargo, después de la primera hoja había unas pequeñas letras en rojo que resaltaban más de lo normal.

— Positivo a gestación, hormona de HCG en crecimiento…. — leí sin entender que mierda estaba sucediendo —. Eren yo, de verdad no entiendo. ¡Eres hombre!

— ¡Fue lo que yo dije! — gritó volviendo a levantar los papeles —. Entonces cuando recibí esta mierda, me sacó de mis cabales, corrí hasta el consultorio del hospital más importante de mi padre y me hice otros estudios de ETS, a escondidas de mi padre lo mejor que pude. Todo salió negativo de nuevo, pero ahí estaba ¡Embarazo! Hable con el doctor y ¿Sabes que hicimos? ¡Más estudios!

— Pero, ¿Qué demonios, Eren? En lo último en lo que me preocupo cuando tengo relaciones con otro hombre es en un embarazo — dije levantándome de la cama —. Tiene que ser un maldito error.

— No es un error, me hicieron pruebas — explicó levantándose también —. Los medicamentos que utilizó mi padre para controlar la ninfomanía de mi madre, provocaron deformaciones en mí, hormonas femeninas… es una tontería. Pero es verdad. Es imposible, pero me está pasando a mí…

— No me jodas, Eren— dije golpeándome la frente —. ¿Qué clase de cosa? No, simplemente no puedo creerlo…

Eren volvió a tirarse en la cama y encendió otro cigarrillo. Se lo metió a la boca temblando.

—Ya sé que no me crees, pero es enserio… no he enfrentado a mi padre por obvias razones, pero sé que si le pregunto tendré las respuestas.

— ¡Pues pregúntale!

— ¡Me va a matar si se entera que estoy embarazado!

— ¡No estas embarazado! — le grite —. Eres un chico, los chicos no tienen bebés, esto es un problema mental… seguro es un embarazo psicológico. Tenemos que ir al doctor ya mismo, debes ir a un psiquiatra.

— ¡Anda! Llámame loco, has lo que quieras.

— No, no era mi intención — dije tomándole de la mano —. Pero, tú no estas embarazado…

— ¡Lo estoy! — gritó Eren—. Tampoco quería creerlo, me hice estudios, ultrasonidos, radiografías… soy un caso aislado, el producto de pruebas. Un conejillo de indias, el útero que todos los hombres tenemos y jamás se desarrolla en mí se desarrolló.

— Pero, tú ni siquiera eras virgen. — Eren se levantó y me echó el humo a la cara.

—No soy virgen, he sido una puta y he tenido sexo cientos de veces con chicos distintos. Pero jamás, sin protección ¿Comprendes eso? Fue tu maldito semen el que se insertó en mi útero de chico deforme… ahora me has preñado.

— ¿Eren? — Eren se sorprendió tanto que el cigarrillo cayó el piso, lo pise rápidamente para que no incendiara la habitación. La puerta se abrió y Eren tenía los ojos abiertos con mucho miedo—. ¿Qué significa esto? ¿Quién es él?

Era un hombre de cabello café y lentes, tenía un semblante severo, pero no parecía furioso, en realidad se veía muy serio. Pero Eren estaba completamente desconcertado, sabía que su padre había escuchado perfectamente bien toda la conversación. Que ahora su padre se había enterado de algo que yo aún no podía ni asimilar.

— Padre, es…

— ¿Quién es? — le preguntó a Eren refiriéndose a mí—. ¿Me puedes explicar que hace aquí y de qué demonios es de lo que estabas hablando?

No pude evitarlo, Eren estaba demasiado nervioso. Tuve que moverme y dar un paso, realmente Eren y yo aún no lográbamos comprender completamente que estaba pasando, pero este hombre era el culpable, había utilizado medicamentos que habían provocado que Eren pudiera resultar embarazado y aun así se atrevía a pedirle explicaciones.

— Más bien. Usted explíquenos, ¿Qué demonios pasa con el cuerpo de Eren? ¿Lo supo todo el tiempo, que él podía tener hijos? ¿Se atrevió a darle esas medicinas a su esposa aun cuando sabía que su hijo podía salir con esta clase de malformaciones?

Al escucharme hablar se quedó completamente callado, no asimilaba que fuera yo el que le estuviera gritando. Eren tenía los ojos llorosos y sus manos temblaban.

— Sabía perfectamente cuales eran los riesgos de los medicamentos en Eren, no eran más que hormonas para tratar la ninfomanía, había demasiadas hormonas en tu madre… las suficientes como para producir una niña. Pero no hubo tal niña, sólo estabas tú. Y sabía que tenías ciertas funciones femeninas inexplicables, pero no pensé que fueran problemas porque tú ¡Eras un hombre! Nunca ibas a tener un bebé, porque jamás ibas a estar con otro hombre, porque tú podías dar vida en mujeres.

— ¡Sabias que podía tener bebés y jamás me lo advertiste! — le gritó Eren, di un paso atrás al conocer la información necesitada, realmente Eren si podía tener bebés. Su cuerpo sufría la transición de muchísimas hormonas femeninas, había alterado su cuerpo y sus funciones y ahora estaba…. —. Tengo una sorpresa papá, soy gay. Tengo sexo con hombres y con este que ves aquí, voy a tener un hijo.

Me alejé como quien es picado con una lanza. Tener un hijo, no, ni de puta broma. No estaba hecho para tener hijos, apenas conocía a este sujeto y habíamos tenido un encuentro clandestino, era verdad que me gustaba, pero no podía tener un hijo suyo, no estaba hecho para ser padre. No quería, no podía.

— Debes abortar — le dijo su padre.

— ¿A-abortar? — susurró Eren—. ¿Abortar se puede?

— No lo sé, pero debemos intentarlo. Aún tienes un futuro por delante, no puedes tener un hijo. Nadie debe enterarse de esto, nos llevarías a la ruina. Si no quieres abortar, tendré que encerrarte aquí Eren. Hagamos las cosas por las buenas.

Las palabras de su padre me golpearon justo en la otra parte donde no quería ser golpeado. Estaba realmente hablando enserio, la madre de Eren era una prisionera lívida e injuriosa, Eren se convertiría en otro personaje así, aquí encerrado. O tal vez, podía abortar, matar al hijo que traía en su vientre.

— Está bien — murmuró Eren.

— ¿Lo harás? — le pregunte con indecisión.

— No voy a tener un bebé y tú no vas a ser padre.

Era una explicación simple, yo no podía ser padre. Eren tenía una vida por delante y lo de nosotros debió de haberse quedado en un revolcón de una noche de fiesta. Yo no podía ser padre, Eren tenía razón, además este bebé era el producto de las malformaciones de Eren, es probable que ni siquiera alcanzara un desarrollo propicio, es posible que este bebé no llegara nada.

— No puedo ser padre —solté mirándole, él me miro —. Si quieres tenerlo este es el adiós, pero si quieres abortar estaré a tu lado.

Eren bajó la mirada, su padre sólo carraspeó antes de que él volviera a levantar el rostro y lo mirara.

—Voy a abortar.

—Bien en ese caso, tendré que preparar todo. Lo harás el domingo, no iras a la escuela un par de días, pero no es importante, lo mejor será que te quedes a descansar…

— ¿Qué? — preguntó Eren asustado —. ¿Lo haremos… aquí?

— ¿Pensaste que iríamos al hospital? — dijo el hombre sacando el teléfono de su bata —. No puedo arriesgarme a que las personas se enteren de tu desliz, lo haremos aquí mismo. Yo me encargaré de todo. No tienes que preocuparte. Ahora tú, si nos disculpas creo que mi hijo y yo tenemos algunos asuntos que tratar.

No me tocó, pero me invitaba a salir sólo con la mirada, Eren se me quedó viendo y ya no pude decirle nada antes de darle la espalda e irme. Salí por la puerta, ya sabía dónde estaba la salida, el padre de Eren me acompañó hasta las escaleras y después estuve por mi cuenta. Miré arriba y Eren estaba mirándome recargado sobre el barandal de las escaleras. Me hubiera gustado decirle algo, pero no dije nada. Sólo me di la vuelta y me fui.

En cuanto di un paso afuera quise volver.

—0—0—0—

— ¡Levi! — me gritó la loca abriendo la puerta con las llaves que había sacado de Dios sabe dónde—. ¡Enanin! ¿Qué pasa?

Se dio cuenta de inmediato, apenas había cruzado la micro sala y ya estaba en la puerta de mi habitación, tenía más de 12 horas bajo del cobertor gris y tenía el torso desnudo, las ventanas abiertas dando un poco de aire, pero aun así debía dar mal aspecto. O cualquier cosa, porque Hanji era perceptiva, pero no tanto.

— ¡Es sábado! Pensé que haríamos algo divertido esta noche…

— Lárgate, cuatro ojos. — le pedí sin nada de amabilidad esperando que me diera la espalda y se drogara sola en la sala o llamara a Erwin. Pero que me dejara lejos de sus planes.

— ¿Estas deprimido? — preguntó recargándose en el tocador y sacando un cigarrillo —. ¿Qué diablos te pasó? ¿Líos de faldas?

— Solo déjame. — le supliqué dándole la espalda y girando hacia la ventana —. No tengo ganas de salir.

— ¡Oh vamos enano! ¡Sabes que puedes contarme lo que sea! Yo te aconsejaré. — escuche el sonido del golpe de su mano contra su ronco pecho.

— Eso me preocupa — murmuré con molestia.

Arrastró la silla de mi escritorio y la dejó a lado de mi cama, mientras se sentaba con las piernas cruzadas y hacia ademanes de psicóloga estúpida.

— Sólo sácalo.

Me quedé meditando por unos segundos que tan buena idea era girarme, mirar a Hanji a la cara y decirle todo lo que me acongojaba desde hace horas, porque realmente mi pecho tenía la necesidad de sacar esta clase de cosas. Me giré y ahí estaba, se le veía más seria que lo que se acostumbra a verla, me dio confianza.

Me quité las cobijas de encima y me puse de rodillas.

— Escucha, es una completa locura. ¿Recuerdas al estudiante de Sina? — le pregunté cerrando los ojos.

— ¿El castaño adolescente? Si, era lindo. ¿Estuviste saliendo con él, no?

— Bueno, pues resulta que es hijo del dueño de toda la empresa 'New Life' y de una ninfómana, cuando su madre lo tuvo estuvo bajo un fuerte tratamiento de medicamentos que contenían hormonas femeninas que lograron hacer que él desarrollara un útero y ahora esta embarazado de mí, porque tuvimos sexo sin protección, y abortará el domingo. Te dije que era una locura…

Tenía los ojos abiertos como un búho, muy extrañada y la boca medio abierta. Supe que quizá estaba a punto entrar en alguna especie de pánico extraño, pero más que nada se veía… completamente crédula.

— ¡He oído de eso antes! — me dijo chasqueando los dedos.

— ¿De qué hablas?

— ¡Hombre con útero! Enserio, todos los hombres tienen uno, pero nunca llega a desarrollarse porque el sexo del bebé se decida antes de que pueda desarrollarse, no tiene función alguna así que…. Es muy probable que, si tu novio utilizaba esas hormonas… ¡Ahora estas esperando un bebé!

— ¡Es una locura Hanji! — le tiré una almohada en la cara.

—Y ahora va a abortar y eso te pone morros — dijo sujetando la almohada y rascándose la mandíbula.

— No puedo ser padre. Soy una basura humana, no trabajo, no estudio y a duras penas puedo mantenerme a mí mismo, con el dinero que me dejó mi madre en la herencia. Eren tiene oportunidades, si deja las drogas a tiempo, él puede tener un mejor futuro.

— ¡Y te sientes egoísta si le dices que renuncie a ellas para tener al bebé! — dijo Hanji alejándose en la silla de rueditas.

— No lo hará. — le expliqué levantándome —. Su padre es un loco obsesionado con una familia perfecta y no dejara que tenga un hijo. Si es necesario lo obligara a abortar.

— Bueno, pero esa es una decisión de ambos — explicó Hanji abiertamente —. Y si él realmente no lo ha considerado deberías plantearlo, tener el bebé con tu apoyo y hacerte responsable, si aun así no quiere tener al bebé. Despídete. ¡Sólo imagina como será posible que logre levantarse todos los días por la mañana sabiendo que mató a su hijo! — se quedó callada y en el marco de la puerta se giró a verme —. ¿Y tú Levi? ¿No te arrepentirías?

A este punto Hanji ya me había convencido de algo importante, yo jamás lo apoye. Es verdad que él no quería tener un hijo, porque era una condenada locura y yo no podía ser padre, pero como podíamos saberlo en verdad si jamás lo consideramos. Yo era un hijo de puta, pero no podía simplemente matar algo que ya venía de mí, además era mi error… nuestro error, por no usar condón.

A veces las madres dicen 'Un embarazo es lo mejor que te puede pasar' porque lo comparan con las enfermedades de transmisión sexual. Y mientras me ponía unos pantalones limpios pensaba eso, realmente era una bendición que se tratara de un bebé y nada horrible… era como si Dios lo hubiera puesto en nuestro camino. Que cosa tan más rara.

¿Por qué de todos me involucre con este exactamente?

— ¿A dónde vas? — preguntó Hanji cuando ya me había vestido y caminaba hasta la puerta —. Acabo de preparar dos dosis de crack. ¿No quieres?

—Tengo que ver a Eren, voy a replantearle nuestras opciones — le expliqué tomando las llaves —. Y es demasiado temprano para la piedra.

Cerré la puerta de un portazo y bajé las escaleras casi corriendo, no podía creer que había necesitado de la ayuda de Hanji para tomar esta decisión, pero ahora me sentía más decidido que nunca antes. No me sentía más responsable porque no se podía, por que era notable mi irresponsabilidad teniendo a una loca consumiendo piedra de crack en mi departamento.

No importaba saltarme un par de altos con tal de llegar con Eren lo más pronto posible, de verdad necesitaba verlo. Estaba decidido a convencerlo, demostrarle que podía ser responsable por los dos. Dar la cara como un hombre de 25 años. Nos llevábamos casi diez años, pero lo lograría… casi me lo había planteado por completo, sólo necesitaba que Eren dijera que sí.

Cuando vi la casa, me pareció aún más imponente que las primeras veces, era una gran casa, una pequeña mansión, era verdad que su padre era un empresario, pero no tenía una casa de más de un par de millones de dólares, bueno tal vez un poco más. No podía echarme para atrás. Estacioné la moto y me bajé para correr hasta la puerta.

Nunca antes había tocado el timbre, así que me las arregle como pude y jalé la aldaba para pegarle a madera, con más insistencia de la necesaria.

—Abran, mierda…

— ¿Quién es? — dijo una voz femenina muy extraña, pero abrió la puerta y eso era lo único importante.

— ¿Dónde está Eren? — pregunté metiéndome en la casa sin pedir permiso, la mujer se apartó al verme.

Tenía el maquillaje corrido y se parecía muchísimo a Eren, supe que era su madre de inmediato, al menos estaba medio vestida, aunque estaba descalza y parecía borracha, pero realmente no lo estaba. Tal vez sólo dopada.

— ¿Mi hijo? — me preguntó como si desconociera su propio nombre, tal vez no me habría sorprendido mucho —. Esta en su cuarto, no ha salido en unos días…

Me fui corriendo a las escaleras, pero ella me siguió avanzando los escalones de dos en dos, sólo esperaba no tener que lidiar con un ataque de ninfomanía en este momento, porque estaba completamente dispuesto a inmovilizarla para que me dejara llegar con Eren lo más pronto posible.

— Supe que tendrá un bebé. — escupió cuando llegamos al pasillo —. Que lo abortará. Que valiente, yo habría deseado abortarlo a él…

No escuche más, porque ya comenzaba a molestarme y a apretar los puños. Abrí la puerta que suponía si era la habitación de Eren y ahí estaba él, estaba acostado en la cama con un cigarrillo en la mano, calando una buena cantidad de humo, dio un respingo cuando me vio entrar y cuando cerré la puerta en la cara de su madre.

— Levi… ¿Qué?

— Levántate. — le hablé con fuerza buscando una maleta debajo de su cama —. Empaca tus cosas.

— ¿A dónde iremos? — me preguntó levantándose y fumando más rápidamente, comencé a tomar toda la ropa que me encontraba en la habitación y la metí en la maleta que me había encontrado, Eren comenzó a seguirme como un perrito cuando dejé la maleta sobre la cama.

— Apaga eso — le dije tomando el cigarrillo de su boca y estrellándolo contra la alfombra.

— ¿Qué estás haciendo? — preguntó mientras echaba libros a la maleta, no sé porque lo hacía.

— Iremos a mi departamento…

—Yo no, no puedo irme Levi — me dijo sacando una de sus camisetas.

— Escucha — dije tomando su camiseta y metiéndola de nuevo, luego tome sus manos —. Sé que te dije que no podía ser padre, y no mentía. No estoy preparado, pero te aseguro que nos arrepentiremos muchísimo más si decides no tenerlo.

— Pero, Levi… — dijo Eren siseando —. No puedo irme, no podemos… tú no trabajas, yo estudio. Además, mi padre…

— ¡Lo sé! ¡Losé! Sé que esto es egoísta y que te estoy quitando la oportunidad de un futuro mejor, pero dime…. Sólo contéstame esto Eren, ¿Cuándo algo que te sugiere tu padre resulta ser la mejor opción?

Eren me soltó las manos, se quedó mirándome y luego miró el piso. Quise darle un beso, plantárselo en la cara y decirle que me haría cargo, pero tampoco era tan estúpido como para soltarle eso para convencerlo. Seguí empacando cuando abrieron la puerta. Para ese momento Eren ya estaba sacando sus cosas de debajo de la cama…

— ¿Otra vez tú aquí? Nos veríamos hasta mañana… ¿Eren? ¿Qué estás haciendo? — entró Grisha Jäger y atrás de él su madre fumando un poco de tabaco puro.

— Empaco, me voy.

— ¿Irte? ¡No puedes irte! Eres mi hijo, debes permanecer en casa… además, todo lo que planeamos Eren. — su padre se lanzó a su lado como un león a su presa, Eren movió el brazo.

—No me toques o te derrumbo tu ideal de casita perfecta. Le contaré a todo el mundo la verdad, desde que soy un consumidor de drogas, hasta que soy homosexual y también que estoy embarazado, que no eres buen padre y que tienes a una puta por esposa. No vuelvas a intentar tocarme.

— ¿A dónde iras? — le preguntó el hombre retirando el brazo con disgusto.

— Me voy con Levi.

Me miró.

— ¿Cómo piensas vivir con él? No trabaja y no hace nada, Eren no lo arruines, tienes un futuro por delante….

— ¿Ah sí? — gritó Eren— Mira papá, yo podre ser una persona muy mierda, pero no quiero despertarme todos los días pensando que hice exactamente lo que tú querías y convertirme en otro de tus muñecos que no hace nada. Quedarme encerrado aquí y volverme loco lentamente sólo porque decidiste jugar a la casita feliz, he pasado cada segundo desde que cumplí los trece intentando destruir la imagen de niño perfecto para ti y jamás te disté cuenta ¡Fiestas, alcohol, sexo, drogas! Te enteraste de mi embarazo por accidente, porque si no jamás te habrías enterado… y yo lo habría tenido a escondidas.

— Está bien, Eren — le dije intentando calmarlo —. Sigue empacando. Nos largamos de esta casa.

— ¿Y de que van a vivir?

— Ya me las arreglaré…

—Yo me haré cargo.

Ambos hablamos al mismo tiempo, nos miramos. Eren se quedó callado y volvió a empacar como lo estaba haciendo. Yo me moví hasta donde estaba su padre que se quedó helado, pero aun así se notaba furioso.

—Me haré responsable de Eren — le expliqué calmadamente.

— ¿Tú desde cuando crees que puedes hacerte cargo de mi hijo? No tienes nada. Y ahora piensas tener un hijo, es una completa locura, Eren físicamente no debía poder tenerlos, es una deformidad. Déjame curarte, Eren, si te vas perderás todo. Incluso tu seguro médico ¿Qué harás si esa cosa nace enferma?

— No me importa. Sólo quiero irme de aquí, siempre quise irme de aquí... Levi es mi boleto de salida y perdona, pero lo voy a tomar.

Eren cerró la maleta. Y se giró. La tomé y la puse sobre mi hombro, no había más explicaciones que dar, me iba a llevar a Eren de esta casa y nadie más que este hombre estaba interfiriendo, y tenía las de perder si se trataba de golpes, pero tal como dijo… no nos convenía que Eren quedara desatendido durante su embarazo, aunque por su cara, parecía que ya planeaba desheredarlo y todo el rollo del asunto.

— No lo hagas Eren, no te conviene…

— No le conviene tomar una decisión apresurada por usted, si Eren de verdad no quiere tenerlo, quiero que lo decida por su cuenta y aquí es sólo un prisionero.

— ¡Pero, le di todo! Él me ha traicionado, acostándose con basura como tú y drogándose… no puedo creerlo ¿Sabes el daño que tendrá ese engendro?

—Ya te dije que no me interesa, ahora apártate y déjame salir. No le hagas más caso Levi… — me tomó de la mano y ambos comenzamos a caminar, cuando pasamos a su lado Eren miró mal a su padre —. Él es el papá de mi hijo, pero no le hagas tantas preguntas. Las decisiones de mi vida las tomo yo.

—Eres igual de puta que yo. — se rio su madre.

—Igual vas a seguir aquí encerrada. Debajo de mi cama hay marihuana, no la toques drogadicta de mierda.

—Mira quien lo dice.

No miramos atrás cuando salimos con la maleta de Eren y nos despedimos de la casa sin siquiera fijarnos, noté la mirada pérdida de Eren. Sabía que ya no había un lugar para él en esa casa y que ahora dependía completamente de mí, que yo lo había sacado de ese infierno en el que nació. Que ahora era mi responsabilidad, que había perdido su seguro médico y todos sus privilegios.

Sólo me tenía a mí.

Se aferró a mi espalda y arrancamos para que pudiera llevarlo a mi departamento de una buena vez por todas.

Cuando llegamos al edificio gris, Eren ya estaba igual de callado que antes. No me sorprendía, pero era como hablar con una pared, lo que normalmente la gente pensaba cuando se trataba de mí.

—Y es el departamento número cuatro, está en el tercer piso… — abrí la puerta con las llaves y dejé la mochila en el piso mientras le mostraba el lugar —. Está completamente limpio, te lo aseguro.

Lo dejé ver el interior y él estaba hecho un mar de nervios, se tronaba los dedos a cada minuto y entró analizando todo el lugar. Era verdad que era un departamento pequeño y sin nada de color, nada comparado con su casa y las cosas a las que estaba acostumbrado, pero estaba limpio al menos.

— Esta es la sala y el comedor, por allá esta la cocineta y hay un balcón donde se tiende la ropa y esta la lavadora. Por aquí está el baño… en la cocina y esta es la habitación. La cama es individual, pero debe ser suficiente para ti. Yo dormiré en el sofá.

Eren analizó todo con detenimiento, la sala el comedor y la cocina se veían todas juntas, la habitación sólo estaba separada por la puerta. Eren tomó su maleta y la arrastró hasta la habitación.

— ¿Es tu novia? — preguntó Eren abriendo la puerta.

Hanji acababa de levantarse de la cama y estaba muy drogada. Pero sonreía con torpeza y levantó la mano para estrechar la de Eren.

— Ah no, sólo es la loca de Hanji.

— Muchísimo gusto señorito Jäger, perdone, pero estoy bajo efecto del crack y no sé qué decirle… salvo… ¡Felicidades! Espero que tenga un muchachito muy sano. Levi es un gruñón por las mañanas.

— Conmigo ha sido muy amable — comentó Eren dejando la maleta en la cama y dejando salir a la castaña —. No tengo quejas, todavía.

—Me alegro muchísimo por ti, pero él me pega todo el tiempo y bueno, ya no los molesto más, me voy a tirar en el sillón…

Dicho esto, se quedó acostada en el sillón más amplio y comenzó a divagar en voz baja y a quedarse dormida. Eren comenzó a desempacar todas sus cosas, me acerque con lentitud y lo vi hacer por un par de minutos aquella actividad, hasta que noté su desorganización y decidí hacerlo por mi propia cuenta.

— ¿Ella siempre está aquí? — me preguntó con amabilidad, pero se notaba que estaba frustrado.

— Generalmente no, pero los sábados salimos por la noche. Así que tampoco es muy raro que la veas por aquí…

— Ahhh, bueno. Tengo que mostrarte algo — dijo Eren levantándose de la cama y caminando hasta su maleta que había colocado encima de mi ropero —. Es esto.

— ¿Qué es eso? — le pregunté viendo el frasco.

— Son mis ahorros, tengo aproximadamente unos 8,000 dólares. No es nada, y un par de tarjetas. Necesito que vayas al banco y saques todo el dinero posible antes de que mi padre las cancele. — tomé las tarjetas —.Yo me quedare aquí, toma, te apuntare las claves…

— ¿No quieres acompañarme? — le pregunté alzando una ceja, Eren negó con rapidez.

—No creo que sea buena idea que salga por ahora, si mi padre me está buscando puede encontrarme, hay que mantener el perfil bajo…

— Pero, Eren… ¿Ya no vas a estudiar?

Eren se acostó en la cama. Se hizo bolita y luego sonrió sin dejar de mirarme en ningún momento.

— ¿Tú quién crees que pagaba la colegiatura? Aún me queda este mes, pero después me van a correr e incluso si mi padre no dejase de pagar me correrían si se enteran que estoy esperando un bebé, así son las reglas. No voy a terminar el instituto.

Guardé las tarjetas de crédito en mi pantalón y me pasee por la sala esperando a que él terminara de apuntarme las claves en un papel. Me quedé pensando y Eren tenía razón, había renunciado a sus estudios. Apenas era su primer mes de embarazo y ya había dejado la preparatoria, tenía que convencerlo de que la terminara, al menos podíamos intentarlo.

— Toma las claves — me dijo levantándose —. Creo que me voy a dormir.

No le dije nada, su desgaste emocional era notorio. No podía imaginarme lo que era salir de una casa donde supuestamente lo tiene todo, comenzar a vivir con un desconocido y prepararse mentalmente para un embarazo en un cuerpo en el que se supone que no tiene esos problemas. Lo sentía por él. Me salí del departamento con las tarjetas y me perdí en mis pensamientos.

Cuando llegué a los cajeros automáticos todas las tarjetas estaban canceladas menos una, donde pude extraer al menos unos 6,000 dólares. Lo cual tampoco era nada, menos si pensabas a largo plazo. Pero al menos era un poco más que nada.

Me quedé sentado en la banqueta con el dinero, era sábado por la noche, no me acostumbraba a volver a casa, mucho menos solo, pero ahora había alguien ahí que estaba esperando mi regreso. No me sentía tan cómodo volviendo a ese lugar, pero ahora tenía menos peso al saber que al menos lo había sacado de la casa de muñecas de su padre.

Conté el dinero con la mano.

Recordé la herencia de mi madre, la había estado gastando bastante. Ahora sólo debía quedar poco más de la mitad, no estaba preparado para esta responsabilidad.

Sin embargo, ahora la tenía y no me iba a deshacer de ella.

Me levanté y aunque no traía la moto, seguí caminando en dirección contraria a donde estaba mi departamento. Tanteando mi cartera en la bolsa de mi pantalón y esperando que ahí estuviera todo lo necesario…

—0—0—0—

Cuando llegue al departamento eran las cinco de la mañana.

Los rayos del sol apenas estaban haciendo su aparición por las ventanas, pero Eren ya estaba despierto y estaba mirándome fijamente desde el sillón más pequeño, con las piernas recogidas.

— ¡Donde estabas! —gritó levantándose como un resorte —. ¡Estaba asustado porque me trajiste aquí y luego no apareciste durante toda la noche!

Me acerqué con sueño y los ojos ya comenzaban a dejar de ver con claridad, Eren se levantó del sillón y dio una zancada furiosa hasta donde yo me encontraba, se notaba que había llorado bastante, que estaba preocupado. Como un instinto lo abrace rápidamente, él intentó alejarse.

— Tranquilo.

— ¿Estas borracho? ¿Drogado? — me preguntó intentando verme la cara, buscando algún indicio, además de que estaba oliéndome. Pero no había ninguna muestra de estas cosas.

—No tomé absolutamente nada.

— ¿Dónde estuviste?

— Salí a buscar trabajo.

Se quedó callado, lo estreche más contra mi cuerpo, acaricié su espalda, lo acerqué lo más posible hasta que quedamos completamente juntos, pegó sus manos a mi playera y aferró sus puños a esta, luego bajó la cabeza para recargarla contra mi hombro. Lo tomé con firmeza y retrocedí para que pudiéramos entrar a la habitación.

— Tranquilo, yo te cuidare — le susurré—. Yo me hare cargo de todo, no tienes que preocuparte por nada.

Lo dejé sobre la cama aun sin dejar de abrazarnos, estaba demasiado cansado y sólo comencé a quitarme las botas y la chamarra, mis párpados pesaban y Eren aún estaba aferrado a mí. No se separaba, me abrazaba y yo lo abrazaba.

—Yo me haré cargo de ti y me haré cargo de esto. No te preocupes por nada.

— Bueno… — susurró con dulzura y luego dejó que me recostara en la cama.

Me ayudó a cambiarme, y terminé por caer sobre la almohada, sintiendo su cálido cuerpo de adolescente tembloroso a un lado de la cama, ya no lloraba, pero había entrelazado sus piernas con las mías, traía short y una playera casual. También estaba cansado, no había dormido nada porque me estuvo esperando. Sé que no debí dejarlo tan solo, pero no había tenido opción…

Había decidido que no podía volver al departamento hasta haber encontrado por lo menos un trabajo decente.

Aun no sé cómo lo logré, saliendo sin papeles, sin dinero y sin ninguna referencia que fuese útil; había conseguido trabajo en uno de los lugares que menos imaginaba, pero donde siempre necesitaban gente y básicamente todos eran bien recibidos. La estación de bomberos. Me pidieron mis papeles, pero sólo pude darles algunas credenciales, mi prueba de ETS y otras cosas que resultaron útiles. No tenía un buen horario, pero necesitábamos un confort, guardar todo el dinero que teníamos y comenzar de cero.

Y Eren no podía trabajar.

Yo me haría cargo de él, yo le traería el dinero a la casa, pondría el pan en la mesa, lo protegería y lo cuidaría, aunque me costara trabajo cambiar mi vida. Yo construiría nuestros sueños a base de ensuciarme las manos con entrenamientos forzosos, con desveladas nocturnas, poniendo mi vida en riesgo a diario. Todo eso se lo daría.

Cuando abrí los ojos no había pasado mucho tiempo, me despertó el sonido de llaves y me di cuenta que era Hanji que se había quedado toda la noche y luego había salido silenciosamente por la puerta, pero nos había mirado a Eren y a mí, acostados juntos. Estaba seguro que se había dibujado una sonrisa idiota en su rostro.

Intentó no despertarnos, pero finalmente el sueño se me espantó y me giré para ver al bulto que tenía por compañero de cama.

Eren seguía profundamente dormido, aún con sus piernas entre las mías, buscando un poco de calor corporal, tenía las manos aferradas a mí.

Me quité los jeans con movimientos de cadera y quede en ropa interior, no quería despertarlo todavía, tenía un cansancio mental bastante grande. Vi el reloj en la pared y marcaba la una de la tarde, habíamos dormido seis horas. Con la mano derecha alcance mi paquete de cigarrillos medio vacío y encendí uno con la habilidad de sólo una mano.

El humo no despertó a Eren en las primeras bocanadas, pero no duró mucho así, porque rápidamente sentí una patada en la espinilla, aún estaba dormido. Luego respiró fuertemente y abrió los ojos.

— Pensé que era un sueño — dijo de pronto levantándose y dejándose caer de nuevo —. Dame un poco.

Le pasé el cigarrillo y nos quedamos acostados en la cama mientras terminábamos el tabaco sin decir ni una palabra., para la última calada me lo pasó y lo apagué en el cenicero que tenía a un lado, no dijimos palabra alguna, pero Eren jugueteaba con los dedos de mis manos.

— ¿Entonces conseguiste trabajo?

— Lunes a domingo — solté sin pensar —. Siete días a la semana, de 9 de la noche a cinco de la mañana.

Eren se giró para verme mejor, me sonrió contra la comisura de la boca. Sus ojos reflejaban un 'obrero' completamente, sonreí entre dormido, Eren me estaba besando la mejilla como si se tratara de un premio por haber conseguido un empleo, lo merecía. Realmente me lo merecía.

—Todo un jornalero — murmuró levantándose—. ¡Mereces un premio!

— ¿Tu trasero? Podría ser un buen premio. — me levante detrás de él —. No te emociones tanto, no soy tan buen asalariado, así que probablemente pida un doble turno. Pasaras un tiempo solo en casa, si decides quedarte…

— Bueno, no tengo a donde ir. — Eren llegó a la cocina y abrió el refrigerador, luego sacó todo lo que se le ocurrió —. Tendremos que desayunar con lo que hay aquí. No se cocinar, pero, sé que los huevos y el aceite van juntos.

— ¿Qué sabes hacer? — le pregunté arrastrando una silla y mirándolo hacer con su inexperiencia.

— Muchas cosas inútiles — dijo Eren—. Perforarme la lengua yo solo, tomar dos metanfetaminas en un vaso con vodka y no morir, se fumar por la oreja y también me sé todas las posiciones sexuales que te imagines ¡Se usar dildos sin preparación! Se preparar un churro de marihuana con una sola mano…

— ¿Alguna tarea del hogar? —pregunté sirviéndome jugo de naranja y agregándole un poco de vodka, la combinación perfecta —. Creo que no sabes nada interesante.

— Pues no realmente. No importa. — se encogió de hombros y cocinaba —.Toma tu desayuno. ¿Iras a pedir el doble turno?

Miré los huevos medio quemados y me los comí todos, Eren también comió un poco de lo demás y guardo las cosas en el refrigerador, se sentó frente a mí con las piernas arriba de la silla.

— Voy a llevar mis papeles a la estación de bomberos y pediré doble turno con descanso entre horas para estar aquí un rato al menos… como no sabes cocinar y no quiero que te gastes todo el dinero en pedir comida, llamaré a Hanji para que llegue como a las cinco, tal vez sea una drogadicta, pero tiene una vida mejor que la nuestra.

— ¿Ah sí? Anoche sólo estuvo tirada en el sillón sin hacer nada, ¿Qué hace ella realmente?

—Tengo dos amigos, Erwin es gerente de un Call Center y le va bien, pero es un pequeño desmadre. Jamás he querido trabajar con él porque sé que sería un desastre, y Hanji es empleada en un salón de belleza, es buena para eso de los peinados y esas mierdas, soy el único que no trabaja… bueno recibí una herencia joven, jamás necesite el trabajo, pero ahora estas aquí y tendré que asegurarme un futuro.

Eren se quedó callado y luego retiró los platos para después lavarlos, dándome la espalda. Parecía que esa clase de afirmaciones lo ponían nervioso, le hacían recordar realmente en lo que estábamos metidos y que no era poca cosa, ni mucho menos. Me levanté y fui hasta el fregador, abracé a Eren por detrás mientras lavaba los platos.

Le besé el cuello.

— ¿Estas nervioso?

— Sólo debo acostumbrarme a esto… — explicó Eren enjuagando los platos —. Aún me cuesta asimilar que todo esto realmente me está pasando, tengo pesadillas, porque tuve que tener… este problema hormonal. ¿Por qué precisamente ahora? Si tan solo nos hubiéramos cuidado, nada de esto habría pasado.

— Si algún día tenías una pareja estable y tuvieran relaciones sin cuidarse, esto habría pasado sin importar nada. — le explico besándole el cuello —. Sólo te tocó ahora, porque tenemos una suerte de puta pena.

Su piel se eriza cuando siente el contacto de mis manos en su cadera, deslizándome por adentro de la camiseta blanca, sintiendo los piercings dentro de su abdomen. Recorriendo el cuerpo que tenía tiempo intentando disfrutar de nuevo, tomando los piercings de la cadera y llegando hasta el piercing en el ombligo, atado con una cadena a los de la cadera, es tan sensual… subo más y están sus tetillas preciosas.

— ¿Te quitaste los aretes? — le preguntó sintiendo las tetillas vacías.

—Me las quite, pero más tarde me las pondré de nuevo… ¿Quieres ayudarme?

Me derretí como cera cuando vi a Eren contonearse con las manos medio mojadas y bajándose el short, mostrándome su linda ropa interior negra que dejaba poco a la imaginación y quitándose también la playera blanca, tenía que ser una aparición divina tener a este joven tan hermoso recorriendo mi departamento en cueros, con sus nalgas perfectas moviéndose a cada paso, y sus piernas preciosas…

Todo en él era perfecto.

Me atraía muchísimo. Y no estaba drogado.

Eren se tiró en mi cama con un papel de arroz y un poco de marihuana. Abrió las piernas cuando me vio entrar al cuarto y siguió preparándose el cigarrillo de marihuana. Era domingo. La estación estaría bastante tranquila, podía quedarme en casa y disfrutar de ese cuerpo bendito.

Terminó de preparar el cigarro cuando me extendió las dos barritas de metal en la mano. Y encendió la marihuana, mi cuarto comenzó a apestar.

— ¿Sólo las meto? — le pregunté mirando los pezones —. ¿No va a dolerte?

— ¿Por qué crees que estoy fumando? Necesito relajarme, duele un poco. — admitió y dio tres caladas a la marihuana. Me recosté en su pecho y llevé mi lengua hasta sus pezones —. Mételas cuando yo te diga.

Asentí acariciando su cintura con mis manos y deslizando bajo la ropa interior negra que lo cubría, luego llevé mi mano hasta su entrepierna, comencé a masturbarlo lentamente y luego a meter las barritas en sus tetillas. Eren se aferró a la cobija cuando comencé a atravesar su piel. No pude esperar y me bajé la ropa interior.

Eren no necesitaba preparación. Eren era poco estrecho.

Lleve mi erección hasta su entrada y tal como lo pensé, Eren la recibió sin problema alguno, la dejó entrar como si nada, aunque sentí que se retorció un poco cuando deje de meter la barrita y luego fui al otro pezón. Puso el cigarro en mi boca y comenzamos a fumar marihuana mientras le colocaba sus perforaciones y también lo embestía.

— Oh, Eren, mi pequeña zorra perfecta… — murmuré contra su oreja embistiéndolo sin parar mientras se masturbaba y terminábamos de fumar toda la marihuana que habíamos encontrado.

Al día siguiente mi concentración estaba por las nubes, conseguí un doble turno en la estación de bomberos, no sólo tomaría el nocturno si no medio tiempo en la tarde de 12 del día a 6 de la tarde. Ahora trabajaba tanto tiempo que no estaba en el departamento ni un solo segundo, más que seis horas que usaba para dormir y tres horas de descanso antes del turno nocturno.

Ese sería mi nuevo horario.

Durante la tarde tomaba los cursos de iniciación como bombero, por la noche estudiaba y me quedaba en la estación practicando todo, sobre todo, para que por las tardes al tener las practicas avanzara en mis conocimientos.

Tuvimos sexo el domingo durante toda la tarde hasta que tuve que ir al trabajo a las nueve de la noche, pero cuando regrese a las cinco de mañana Eren no estaba. Entre en pánico, no estaba en el departamento en cuanto entre… y por supuesto no tenía forma de comunicarme con él.

Sólo sabía que no estaba, todas sus cosas estaban ahí y la cama estaba desarreglada, pero Eren no estaba. El resto de la mañana no pude dormir, aunque sabía que entraba al otro trabajo apenas unas horas después, pero estaba demasiado nervioso ¿Si su padre se lo había llevado?

El pánico se volvió frustración y molestia, Eren no se había llevado el dinero… todo estaba exactamente como lo dejo, salvo que no estaba su presencia.

Me sentí sumamente impotente y recordé lo fácil que sería para él irse y dejarme.

No había nada que lo atara a mí más de lo que ya estábamos.

En esas estaba cuando Eren abrió la puerta cerca de las diez de la mañana.

— ¿¡Dónde estabas!? — le grité apenas abrió la puerta, pero no había necesidad de seguir gritando… Eren traía su uniforme escolar, y me miraba con los ojos abiertos y llorosos —. ¿Qué te paso?

— Me corrieron de la escuela… — explicó llorando y cerrando la puerta.

Me acerqué hasta donde él estaba para consolarlo, pero no dejó que lo tocara. Estaba molesto y eso lo hacía llorar, se tiró en el sillón quitándose toda la ropa hasta quedar en ropa interior, metió sus brazos entre sus rodillas y su rostro en sus piernas. Comenzó a llorar sin detenerse.

—Tranquilo Eren, te juro que todo va a ir bien. A ver, ¿Por qué te corrieron?

— Por todo… — dijo Eren—. Se han enterado de todo, no creo que se los haya dicho mi papá, seguro fue mi mamá. Les dijeron que me drogo, lo de las fiestas, lo de que vivo contigo y lo del bebé… ¡Han sacado todo a colación! Cuando llegue a la puerta no me dejaron ni entrar. Eso es discriminación, pero este puto mundo... no puede comprender la clase de vida que quiero llevar.

— Está bien, lo arreglaremos. No tienes que estudiar ahí, sé que es una buena escuela, te faltaba poco para terminarla. Podemos hacer exámenes abiertos ¿No te gustaría?

— ¡Por supuesto que no quiero! Mi esfuerzo se fue a la mierda, sólo porque la cague como un estúpido… y ahora estoy aquí. Ya perdí todo, ya no importa.

— ¡Hey! — le dije con rapidez —. No pienses así, ya tendrás cosas mejores. Mira, alguien ahí depende enteramente de ti y de tu forma de ser, si tú sigues con esta vida… si seguimos con esta vida, esto va a salir mal. Es una prueba, Eren.

— ¿Por qué eres tan positivo? Tienes muy mala leche, pero ahorita sólo te pones blando y quieres que me sienta bien, como una esposa enamorada que espera a que su marido regrese y que cuide a su hijo…

— No me pongo blando. — le explique —. Sólo es que no tengo la menor intención de que la cagues más Eren, o sea me quiero hacer responsable, porque fui un pendejo y tuvimos mala suerte y te embarace, ¿Quieres que te deje en la calle? Ya no digas nada. Ya me tengo que ir a trabajar, pero quédate aquí y no hagas tonterías.

Me mimito abriendo la boca y sólo le revolví el cabello antes de irme y dejarlo solo en el departamento. Tenía un celular con el que llame a Hanji cuando estaba en la planta baja del edificio.

— En quince minutos termina mi turno… ¿Qué quieres? — me había contestado a escondidas.

— Puedes venir a mi casa, a cuidar a Eren ¿Por favor? Esta solo, y lo corrieron de la escuela. No le está yendo bien, pero no quiero que se siente muy solo y no puedo faltar al trabajo…

— Pero…Levi seria hasta las cuatro de la tarde, no puedo faltar tampoco.

— Está bien, sólo ven a que no esté tan solo.

La línea se quedó en silencio por un largo rato mientras encendía la motocicleta y arrancaba, estaba punto de colgar cuando Hanji volvió a hablar.

— ¿Si lo quieres, no? Te preocupas por él, lo tienes en tu casa, te responsabilizaste… ¡Me sorprendes! Te faltaba tener un hijo para que pudieras sentar cabeza. Me tienes muy orgullosa Levi, lo haré… iré a cuidar a ese pequeño, prometo no drogarme.

— Te lo agradeceré — 'No hay problema', susurró en la línea — Y… Hanji, no lo quiero. Sólo quiero que este bien.

— ¡Jajaja! — se rio a gritos Hanji al otro lado de la línea —. No me jodas Levi, tus estupideces. Enserio. Deja de mentirte a ti mismo.

Quince días después llegue al departamento con mi primer sueldo.

Eren tenía un mes de embarazo con una semana. Se la pasaba en casa, estaba aburrido y solo mucho tiempo, pero teníamos un poco de dinero. Porque me daban salario de contribución y comisiones, aunque no me gustaba dejarlo solo. Ahora que ya no tenía escuela y que lo habíamos logrado convencer de hacer el examen único para acreditar la preparatoria se la pasaba aburrido sumado a eso seguía escondido para que su padre no lo encontrara.

En consideración con la época en la que yo había conocido a Eren él había cambiado considerablemente y no me fiaba mucho de su actitud. No había dejado de fumar, no me molestaba, yo no era nadie para exigirle que no fumara. Pero eso sí, había dejado cualquier droga que no fuera el alcohol y la marihuana.

Creo que iba… lento pero seguro.

Yo aún ingería cocaína. Me estaba costando mucho.

— Ya llegué— le dije a Eren abriendo la puerta del departamento.

Estaba frente a la televisión con un cuaderno en las piernas, estaba repasando para su examen y traía una de mis camisetas más grande encima. Era una vista que me gustaba. Verlo usar mi ropa y estar descansando sin presiones. Quería que no tuviera presiones.

— Hola… — me saludó—. Cocine algo extraño, pero está en la cocina.

— ¿Quieres salir a comer? — le dije de pronto.

Eren abrió los ojos y me miró.

— Tengo tres horas, podemos ir a comer algo antes de que vuelva al trabajo ¿No quieres? — le pregunté cerrando la puerta y lanzándole unos shorts y una chamarra.

— ¿Podemos salir a comer? ¿Por qué? — me preguntó poniéndose la ropa y dejando el cuaderno tirado —. ¿Podemos pasar a comprar cigarrillos?

— No podemos comprar cigarrillos — murmuré—. Además tengo algo que decirte, no te emociones mucho. Pero, mira esto.

Le mostré el sobre con dinero que acababan de pagarme mis jefes, entre los dos trabajos había juntado 6,000 dólares, no era mucho, pero era más que suficiente hasta la siguiente quincena.

— Escucha Eren— le hable sacando algo de mi chamarra —. Este es mi primer sueldo. He gastado un poco en algo…

— ¿Qué compraste? — me preguntó extendiendo las manos —. ¿Es para mí?

—Sí, más o menos — le dije y saqué la bolsa de plástico negro, se la puse en las manos. Eren la tomó como un cachorro contento y se tiró en el sillón de nuevo, esta vez poniéndose los tenis.

Abrió la bolsita y miró el contenido por detenidos segundos. Estiró la mano para tomarlo y subir las piernas al sillón, lo acarició y sé que le gustó, porque sonrió y su rostro se tiñó de rojo cereza y luego sus ojos se llenaron de lágrimas, no sabía porque lloraba. Me acerqué y me puse de rodillas a su lado.

— Es lo primero que he comprado para él bebé… — murmuré mientras Eren miraba los minúsculos calcetines de bebé, eran de color blanco con puntos rojos, unas cositas tan pequeñas que no había podido resistirme a comprarlos.

Eren los apretó en su mano y su garganta soltó un lloroso 'Gracias' se puso la mano en la boca y comenzó a llorar, jadeando e hiperventilando. Tomé su mano y la besé. Sus ojos estaban apretados y no dejaba de soltar lágrimas, su cara estaba roja, su mano apretaba el regalo. Le besé la mano otra vez y luego recargué mi rostro en sus piernas.

—Tengo miedo, ayúdame… — me susurró, suplicando que lo abrazara.

Llevé mi cuerpo hasta el suyo y lo aferré contra mi pecho, Eren seguía llorando, pero abrazaba los calcetines como si la vida se le fuera en ellos. Su rostro quedó contra mi pecho y sus pulmones sacaban aire a cada segundo, gemidos de angustia y lágrimas brotaban de todo su ser, era una débil y temblorosa hoja.

—Tranquilo. —volví a decirle —. No romperé mis promesas, te dije que te iba a cuidar y lo haré. Ahora podremos ir a un ultrasonido ¿No quieres? Para conocerlo, te daré seguro médico de mi trabajo… por favor olvida la amargura de todo. Quiero que seas feliz.

—No te marches. — me suplicó—. No me arrepiento de nada Levi, pero… aún no se si estoy enamorado de ti, o si sólo te tengo demasiado cariño esporádico.

—No te fuerces — le dije —. Yo tampoco sé que es lo que siento, pero quiero que tengas una buena vida, es mi responsabilidad.

— ¡Llévame al ultrasonido! — suplicó como un niño —. Se el papá, se el bueno de los dos… porque yo no puedo llevarlo todo.

— No vas a cargar con nada, Eren. — le besé la frente —. Mientras yo viva te voy a dar todo lo que pueda, créeme. Me ensuciaré las manos por ti, por el bebé y para que construyamos algo bien, sin miedo.

Eren asintió y me dejó que lo abrazara por cinco minutos más hasta que dejó de llorar y se mantuvo un poco más tranquilo. Después nos levantamos y lo llevé a comer a una plaza pequeña que estaba cerca de mi departamento. No le di comida chatarra a pesar de que lo pedía, pero comimos pizza vegetariana y a Eren le gusto bastante su sabor. Eren había estado contento con el regalo, lo guardó en una caja pequeña que estaba debajo de la cama, la limpiamos con un trapo y Eren compró papel de colores para forrarla.

— Será la caja de cosas nuevas — explicó comprando el papel —. ¡Podemos comprar algo más! Yo quiero escoger algo…

Lo llevé a Wal-Mart, Eren tenía miedo de entrar a la zona de ropa infantil. Pero lo convencí, la gente se nos quedó viendo por algunos instantes, hasta que Eren terminó por elegir lo primero que se le paso enfrente.

— ¿Enserio quieres eso? — le pregunte rodando los ojos —. Habiendo tantas cosas, ¿enserio Eren…?

— Tiene forma de hipopótamo, por supuesto que lo quiero — dijo Eren—. Además es lo primero que elegí para él. Y ya te tienes que ir a trabajar, déjame comprarlo…

Le extendí a Eren dos dólares mientras caminábamos a la caja de Wal-Mart, entonces Eren llegó hasta la señorita y compró la sonaja con forma de hipopótamo, que resultaba completamente inútil para un recién nacido, pero él la quería… y yo podía dársela.

Eren se bajó de la moto cargando una bolsa de Wal-Mart con un paquete de pañales para recién nacido, una sonaja de hipopótamo y una caja de pizza vegetariana. Se despidió de mí moviendo la mano sin atención.

— Te guardaré pizza — me dijo dándose la vuelta.

— Gracias. — susurré, aunque sabía que cuando llegara a las cinco de la mañana no iba a tener nada de ganas de pizza.

Lo vi de espaldas por un segundo, ya no usaba ropa provocativa ni uniforme escolar, ahora usaba la ropa que consideraba normal, una sudadera, un short, tenis. Cosas de mocoso, me daba la espalda y yo podía ver su bonita cabeza castaña. Desearía que Eren le heredara el cabello al bebé.

— Oye, espera — le llamé cuando sólo había dado dos pasos —. Ven un segundo.

— ¿Qué pasa?

Se acercó hasta donde yo estaba, volvió a subirse la bolsa de plástico en los antebrazos y yo le tomé de la mano para halarlo hasta donde yo estaba sentado en la moto, puse una mano en su espalda y la otra en su barbilla para poder bajarlo hasta mi altura. Me apropio de sus labios como si se tratase de los míos, estrello nuestras bocas y los acaricio con tranquilidad mientras algo en mi estómago se acumula de ansiedad, un cosquilleo que termina por derramarse por todo mi cuerpo, saco la lengua y acaricio sus labios. Me alejo y le miro a los ojos.

Me sonríe.

Enreda sus brazos ocupados en mi cuello y sigue con nuestro beso, nuestras lenguas comienzan a jugar con picardía y una sonrisa baila en los labios, mis manos se pierden en su espalda y lo aprisiono como un candado hasta que termina por levantar las piernas y se separa para reír, porque casi lo estoy cargando y si pudiera le daría vueltas.

—Ya vete a trabajar — me dijo con la calidez de su respiración contra mi boca.

—Te traeré el sustento día a día, te daría la vida Eren — le susurro, y le vuelvo a dar un beso casto en los labios. Luego lo suelto, para que se dé la vuelta y yo arranque con la moto para seguir con mis obligaciones.

—0—0—0—

—Ya escuchó señorita — le repetí a la recepcionista —.Necesito un ultrasonido para él.

— ¿Qué es este lugar? —susurró Eren en mi oído.

—Se llama seguro médico, Eren— le explique —. La señorita te va a dar una cita para dentro de un par de horas y nosotros podremos subir felizmente ¿Verdad… señora?

La mujer se quedó pétrea, intentaba escribir algo en la computadora, veía a Eren aferrado a mi brazo pues estaba muy espantado de estar en un lugar desconocido, en realidad Eren había batallado mucho para que por fin pudiéramos venir al médico, por primera vez, como ahora no lo recibían en ningún hospital que perteneciera a su padre, ni le vendían medicamentos o cualquier estudio, habíamos tenido que esperar a que la estación me otorgara un seguro médico y lo inscribí a él en vez de a mí.

— Está bien, creo que tengo una cita para ustedes en el… el consultorio de la doctora de casos especiales. Por favor esperen ahí.

Nos sentamos en la sala de espera, no nos tocamos. Eren seguía nervioso, miraba sus manos. Estaba usando de nuevo una gran sudadera de color verde, no sé porque hacia tantos esfuerzos por ocultar su estómago, él realmente no tenía ninguna forma extra, su vientre parecía el de alguien que acaba de comer. Tenía dos meses.

— ¿Estas nervioso? — le pregunte —. No debes estarlo, te trataran como a cualquier otro. Si no, ya verás cómo les rompo uno a uno los dientes.

—No es eso — admitió —. En realidad es por mi examen, lo presentare a fin de mes…

—Saldrás bien, terminaras la preparatoria muy pronto. La terminaras más pronto que los demás inútiles de tu escuela. ¿No te pone feliz eso?

— Eres demasiado optimista— susurró Eren—. Pero gracias a ti, no sufro de discriminación y me llevaran con la doctora de casos especiales.

— Señores, ya está esperándoles la doctora — murmuró la señorita del escritorio y ambos nos levantamos.

Había un pasillo largo con consultorios donde estaban varias marcas, yo conocía el nombre de la doctora, así que guie a Eren a través del pasillo hasta que chocamos con la puerta de la doctora 'Rall'. Abrimos la puerta y ya estaba la mujer sonriente esperándonos, tenía en sus manos un historial clínico que esperaba fuera el de Eren y hubiera obtenido de las entrevistas que me hicieron cuando le di el seguro médico.

—Buenas tardes, soy la doctora Petra. — nos dijo extendiendo la mano, la saludamos y nos sentamos —. ¿Por qué están aquí?

— Voy a tener un bebé — soltó Eren—. Logré embarazarme gracias al consumo desconsiderado de hormonas femeninas que utilizaron en mí cuando era un feto y desarrolle un útero. Es una completa estupidez, pero es verdad. Aquí están mis estudios.

Eren extendió los papeles que guardaba con tanto esmero, la doctora los cogió con ambas manos y los hojeó con rapidez. No hizo ninguna cara extrañada ni mucho menos. Sólo se limitó a leer.

— Bueno, al parecer son buenos estudios. 'New life' es una buena compañía medica —Eren rodó los ojos —. Entonces está bien que yo de seguimiento a tu embarazado, ¿eso te parece? ¿Cuánto tienes?

— Creo que dos meses con dos semanas — explicó Eren con atención — ¿Cuánto falta para que lo tenga?

— Bueno eso es difícil de decir, pero aproximadamente faltan siete meses — dijo la doctora y se levantó—.Sube a la camilla, te haremos una revisión. Necesito que contestes algunas preguntas…

Eren se levantó y me dejo solo en la silla, caminó hasta la amplia camilla y se recostó como la doctora se lo indicaba, le tomo los signos vitales y después descubrió su abdomen.

— Nunca había tratado un caso como el tuyo… — susurró más para sí misma que para los demás —. ¿Tú eres el papa?

— Eh, si —admití con torpeza —. ¿Algún problema?

— Ninguno. Eren dime, como te has sentido ¿El bebé se mueve? ¿Lo sientes? ¿Tienes algún síntoma? — preguntó de corrido.

— Pues, se mueve un poco… a veces siento que nada, o que se acomoda, pero es muy poco sensitivo. No he tenido nauseas ni vómitos, ni mareos ni nada de eso. No me siento cansado ni nada. Estoy bien.

— ¿Has comido sanamente?

— Levi no me da chatarra.

— ¿Has fumado o bebido?

—Dejé de fumar y de beber y… también deje de drogarme, eso en cuanto me entere, pero el tabaco lo deje hasta que cumplió el mes y medio.

La doctora miró a Eren, tenía cierta preocupación en la mirada.

— Bueno, si te drogabas y fumabas tendremos que hacer muchas pruebas. Haré algunas inyecciones y voy a extraer un poco de líquido, los resultados estarán en una semana. También te daré vitaminas y ácido fólico, haremos un ultrasonido.

Me sacaron de la habitación mientras inyectaban a Eren y le hacían todas las pruebas pertinentes para mandarle estudios, tardaron como veinte minutos cuando por fin me dejaron entrar de nuevo, ya habían preparado a Eren con una bata de color azul y estaba recostado sobre la misma camilla sólo que esta vez todos los aparatos estaban encendidos y la doctora estaba mirando el vientre de Eren.

—Voy a comenzar con el ultrasonido de acuerdo — asentimos y ella colocó el pedazo de plástico sobre el vientre nada abultado de Eren.

Lo miró todo, yo solo veía manchas negras y blancas.

—Es esto que está aquí, aún es pequeño… pero se desarrollara mejor muy pronto.

— ¿Sabe su sexo? — le preguntó Eren entusiasmado.

—Aún no, es demasiado pequeño para adivinar cualquier cosa. Pero es sólo uno y parece estar sano. Que milagro. Les imprimiré una fotografía para que puedan conservarla ¿está bien? Tiene un costo extra…

Eren me volteo a ver, preguntándome con los ojos si de verdad estaba dispuesto a pagar un poco más sólo por un montón de manchas que no alcance a identificar por completo, así que sólo asentí y la doctora pulsó una tecla, los sonidos de impresión me distrajeron.

— Eso sería todo por ahora, por favor ven dentro de dos semanas para darte los resultados de las pruebas y compra todo lo que te mande en la receta — explicó la doctora ayudando a Eren a levantarse y a vestirse —. No olvides dejar de hacer cosas malas y no debes preocuparte por el que dirán, tienes un caso aislado, pero lo trataré con prudencia.

— Gracias doctora.

— Suerte con el bebé— dijo la doctora y me entregó la fotografía en un sobre de color beige.

Eren y yo salimos del hospital tomados de las manos, aun sin saber cómo es que inconscientemente terminábamos demostrándonos cariño mutuamente en lugares públicos o sintiéndonos felices y melosos cada vez que hablábamos del bebé o sabíamos que estaba bien.

Como ya tenía más tiempo trabajando ahora mi horario de trabajo había cambiado y deje de trabajar los domingos, para pasar más tiempo con Eren. Así que ahora estaba en la estación de lunes a sábado. Ahora por las tardes entraba a las 9 y salía a las tres, tenía menos tiempo para dormir, pero Eren era el que me hacía levantarme cada mañana.

— ¿Vas a dormir? — me preguntó Eren cuando abrimos la puerta del departamento —. Yo me pondré a estudiar un poco….

—Está bien, sólo me voy a recostar un rato. Levántame a las 8:30 — asintió y me fui a la cama sin tener la menor idea de lo que pasaría cuando yo iba a dormir.

—0—0—0—

Tocaron la puerta, Eren estaba sobre el sillón beige y Levi estaba dormido. Se levantó rápidamente porque no quería que despertaran al pelinegro, pero cuando apenas había llegado a la puerta ya habían tocado nuevamente el timbre, Eren frunció el ceño. Sólo podía ser Hanji. Miró por la puerta y se encontró con una gran mata rubia que desconoció.

— ¿Si? — preguntó abriendo la puerta un poco.

Era un hombre de altura mayor a la suya y de cabello rubio y ojos azules, vestía un traje un poco formal, más formal que el de Levi, se quedó mirándole sorprendido. Pero luego habló.

— ¿Está Levi?

—Está durmiendo… — le explicó Eren—. ¿Qué necesita?

— ¿Nos van a dejar pasar o qué? — se oyó una voz femenina detrás del rubio. Eren frunció el ceño —. ¡Oye! Levi, abre la maldita puerta.

— ¡Oiga no grite! — le dijo Eren—. Ya le dije que está durmiendo… Si quieren vengan luego.

—No, disculpa — interrumpió el rubio —. No era nuestra intención molestarte, pero, podrías decirle a Levi que lo está buscando Erwin ¿Por favor?

Entonces Eren recordó que Levi tenía un amigo llamado Erwin, era un gerente, no había venido aquí nunca, pero había escuchado de él por Hanji, desde que se mudó aquí seguramente ellos no se habían frecuentado.

—Ah, usted es amigo de Levi… lo dejaré pasar en lo que lo despierto.

Eren abrió la puerta para dejar pasar a las dos personas, mientras retrocedía con cautela. La otra persona era una chica delgada y blanca de ojos verdes y pelo rojo, lo escudriñaba con la mirada.

— Perdona — dijo ella —. Pero, ¿Quién carajos eres tú?

— Isabel…. — la reprendió el rubio —. Él está con Levi, no debes ser grosera. Es su amigo.

— No soy su amigo — contestó Eren con cierta posesividad en la voz —. Yo vivo aquí.

El rubio y la pelirroja se miraron, había incredulidad en sus miradas. La pelirroja sonrió y se sentó en el sillón con mucha familiaridad, después el rubio se sentó a su lado.

— ¿Ah sí? Y desde cuando, que no estaba enterada de nada — cruzó las piernas —. Para que te lo sepas… yo antes vivía en este departamento.

— ¿Ah sí? — le contestó Eren en respuesta con el mismo tono —. Pues para que te lo sepas, llevo meses viviendo aquí y Levi jamás te mencionó.

— Eso es porque terminamos, ahora llámale mocoso. Necesito hablar con él con urgencia, ¿O qué? ¿Quieres que yo le hable? — Eren gruñó.

— Ya te dije que no grites, vas a despertarlo y Levi está muy cansado. Además, no eres nadie para venir a darme órdenes en mi propia casa, si me vuelves a gritar…

— ¡Oye Levi! ¿Quién es este idiota? — gritó la pelirroja, Eren giró la cara a la habitación y Levi se había removido.

— ¡Qué demonios te pasa! — le gritó Eren—. No soy un idiota así que mejor ya lárgate de mi casa….

— Ah ¿Me vas a correr? ¿A mí que soy la novia de Levi? ¡Vamos Levi deja de dormir y quítame a este estúpido de encima!

—Ya basta Isabel — pidió Erwin —. Has sido muy grosera, bueno tú…. Emmm ¿Eres el estudiante de Sina verdad? ¿Él del antro de la otra vez? La verdad no sabía que estabas viviendo con Levi, te pido disculpas. Pero, como ya te dijo… ella tiene que hablar con Levi, son asuntos de pareja. ¿Te importaría dejarlos solos?

— ¿De favor, no? — se levantó la pelirroja —. Dices que vives aquí, pero realmente yo viví más tiempo aquí, así que mejor déjanos solos a mi novio y a mí…

— ¡Mira ya fue suficiente! — le gritó Eren —. Levi está cansado y tú no lo vas a venir a despertar con tus gritos de loca, así que mejor vete de aquí, rapidito…

La pelirroja se puso enfrente de Eren con mucho odio en la mirada, no sabía quién era, pero ya lo odiaba, porque se comportaba como si fuera el bueno cuando en realidad ella había venido a ver a su pareja después de mucho tiempo. Su instinto fue empujarlo.

— ¡Anda sácame! — le gritó la pelirroja cuando Eren había caído al piso.

— ¡Mejor ya lárgate! — le gritó Eren levantándose y tomándola del brazo, luego la empujó hasta la puerta —. ¡Ahora mismo!

La pelirroja no dejó que el castaño volviera a tocarla y tan pronto como sus manos se lo permitieron le dio una bofetada. Él se quedó plantado en el salón cuando el rubio ya la había detenido, pero sus piernas aún estaban libres y planeaba patearlo muy fuertemente cuando vio a Levi adormilado en el marco de la puerta.

— ¿Qué carajos? ¿Isabel? — preguntó Levi, vio a Eren sobarse la mejilla con fuerza —. ¿Qué le hiciste?

Corrió hasta donde estaba Eren y lo tomó rápidamente apartándolo de ella.

— ¿Quién es él, Levi? ¿Por qué está en mi casa? —Eren se sentó en el sillón con Levi a su lado, le quitó la mano de la cara y vio la marca roja que le había dejado —. ¿Por qué lo estas tocando? ¡¿Quién eres?!

—Yo soy su pareja — le gritó Eren levantándose, incluso Levi se quedó callado ante dicha afirmación —. Estamos juntos desde hace meses y vamos a tener una familia.

— ¡Es un loco!— gritó Isabel cuando Erwin la soltó por la impresión —. ¡Levi metiste a un desequilibrado a nuestro departamento!

— ¡Ya cállate Isabel! — le dijo Levi tomando de nuevo a Eren para sentarlo —. No te atrevas a hablarle así a Eren, y no le pongas una sola mano encima. ¿Qué carajos quieres?

— ¿Cómo que, que quiero? — le preguntó la pelirroja —. Quiero que me expliques inmediatamente porque nunca me fuiste a buscar…

— ¡Ya te dije que ahora Levi es mi pareja, así que quiero que te vayas de mi casa inmediatamente! — le gritó Eren cuando Levi lo detenía—. No estoy loco y no me vengas a armar berrinches aquí, Levi está conmigo ahora.

— Levi en verdad lo lamento — dijo Erwin —. No tenía idea de que vivías con él, pero… ¿Por qué no me lo dijiste? No habría accedido a traerla.

—Está bien — musitó Levi—. Voy a hablar con ustedes dos claramente en este momento, pero deben calmarse y tú no debes intentar acercarte a Eren ¿Entendieron?

— ¿Qué paso Levi? — interrumpió Isabel llevándose las manos a los ojos con dramatismo—. Salimos por meses y luego tú…

—Y luego tú te fuiste. — la cortó Levi aún acariciando las manos de Eren entre las suyas —. No hay más.

— ¡Tú debiste ir tras de mí! Estaba confundida, quería pasar un tiempo a solas y yo pensé que me buscarías. — Isabel se mantenía insistente en sus reclamos, pero Levi no la miraba. Sólo miraba las manos de Eren.

— No digas tonterías — escupió Levi con molestia—. No tenía razones para seguirte ni mucho menos, solamente te dejé ir y asumí que lo nuestro había terminado. Ahora, ¿Qué estás haciendo aquí?

— Levi, déjame explicarte — intentó Erwin —. Isabel se fuer por un tiempo, pero ella quiere volver contigo. Aún te ama y cree que pueden tener una oportunidad, pero te juro que no sabíamos que estabas con alguien más. Yo pensé que podría apoyarla, pero ahora que sé que tienes una relación… estable, y pues no hay necesidad.

— ¡Erwin no me dejes sola en esto! Realmente te amo Levi, quiero estar contigo. No tienes por qué quedarte con un muchacho loco… yo puedo darte una familia y podemos trabajar juntos, ya no soy una niña.

— Oye Isabel — bufó Levi soltando las manos de Eren—. No vuelvas a llamarlo de esa manera, Eren no está loco. Lo que dijo es verdad, él y yo vamos a tener un bebé, lo estoy cuidando, lo mantengo, es parte de mi vida y no lo dejaré por ti ni por nadie.

Los dos invitados se quedaron callados, Eren levantó la vista para ver a la pelirroja, sus ojos destilaban cierta posesividad, pero también un poco de recelo y cansancio.

— No… — murmuró Isabel tapándose la boca —. Los dos se volvieron locos.

Levi se levantó.

—Ya basta. Eren es mi vida ahora, no dejaré que lo ofendas a él o a mí en nuestra propia casa. Ahora váyanse, Erwin… de verdad lamento no haberte dicho nada antes. Ya hablaremos de esto.

Aun cuando Isabel no podía reaccionar sobre lo que estaba pasando y sus ojos se habían llenado de lágrimas desenfrenadas, Erwin ya había asentido con impaciencia y había tomado a la pelirroja de los hombros para sacarla del departamento lo más pronto posible. Aunque opuso cierta resistencia, fue suficiente como para dejarla afuera antes de que comenzara a gritar como una desquiciada.

— Eren, enserio lo lamento — dijo Levi cerrando con llave —. No sabía que ella vendría, te lo juro que ya estaba al fondo del cajón.

—Levi, ¿Tú me amas? — le preguntó —. Hemos estado juntos por dos meses y medio, realmente no es mucho tiempo. El destino nos ha estado obligando a pasar por esta situación, aun cuando me siento efímeramente atraído a ti y sé que vamos a tener un bebé… ¿Realmente me amas? ¿Estás enamorado de mí? ¿Me he ganado tu cariño? ¿Quieres… estar conmigo por siempre?

Levi se quedó callado. Apagó las luces de la sala, caminó hasta donde estaba el castaño y se sentó en el sillón, ya no había luces que los bañaran en verdades, se veían a los ojos en la oscuridad. El castaño no buscaba el contacto del pelinegro. No buscaba nada.

— ¿Solo éramos un revolcón que salió mal, no?

— No es eso — explicó Levi—. Nuestra relación tiene una base frágil, improvisada y problemática. Pero así somos tú y yo ¿No? ¿Cómo esperas una relación? Si nosotros somos frágiles y prisioneros. Somos extraños y vivimos negando y escondiendo la verdad, ahora siento ganas de un… un amor sincero.

— Basta.

— No. Debo decírtelo o te iras… he luchado a cada instante desde que te conocí, desde que vi tu maldito suéter negro, era precioso, por cierto. Conseguí cualquier recurso para acercarme a tu resbaladizo cuerpo y por una fuerza irreal terminamos en el baño teniendo relaciones.

— ¡Esa fuerza se llama droga, Levi!

— No lo entiendes — gritó y se levantó—. Aun cuando te fuiste, yo me quede ahí y supe que me habías cautivado y que ibas a cambiar mi maldita vida. Que después de eso no volvería a ser el mismo que antes, los dioses me escucharon. Porque pusieron un hijo mío en ti y no sé cómo demonios paso, pero el destino actúa de esa forma ¡La vida es una perra! Y sabes, después de todo el tiempo en el que estuve sólo viviendo de drogas y la herencia que me dieron, conseguí un empleo, te traje a mi casa… te puse un altar. Eren.

—Ya entendí — dijo Eren levantándose —. Tú me sacaste de la casa de mi papá y me has metido a la tuya, de nuevo me ven como una muñeca. Tú solo quieres el hijo primero que engendre de ti.

— No, eso no es cierto, Eren.

—Poco me vas a querer una vez que lo tengas — dijo Eren levantándose y caminando hasta la habitación —. No te preocupes, que te lo voy a dar.

Cerró la puerta.

—0—0—0—

Las siguientes dos semanas, fueron una cosa difícil con Eren. De por si pasábamos poco tiempo juntos, ahora no me dirigía la palabra y comenzaba a comer con más insistencia que antes. Se la pasaba rondando el refrigerador, por lo cual yo tenía que literalmente mantenerlo abastecido. Pero siempre que intentaba decirle que fuéramos de compras se alejaba con el pretexto que debía estudiar, que cada vez faltaba menos para su examen.

No quise insistirle.

Y él estudiaba, pero realmente sabía que el problema radicaba en la pelea de la otra vez, el día en que Eren asumió que yo solamente lo quería por el hijo que íbamos a tener. Por eso y por nada más, por esa razón tan tonta yo me había cuestionado mis propios sentimientos.

¿De verdad Eren salía sobrando entre nosotros?

— Levi — me dijo una mañana despertándome de la cama —. Me estas aplastando y me duele el vientre.

Las palabras dolor y vientre me despertaron inmediatamente, me levanté y Eren estaba contra la pared, con una mano en su estómago.

— ¿Estas bien?

— Me estabas aplastando — dijo y se volvió a tapar, pero vi que movía las manos bajo la cobija.

— ¿Qué haces? — le pregunte quitando las cobijas y noté como luchaba contra su piercing del ombligo. En una batalla de aprisionamiento —. ¿Por qué lo haces?

— Está saliendo y tengo miedo que me vaya a reventar el estómago o se vaya encarnar en la piel, ayúdame a quitarlo.

Asentí y moví mis manos hasta su estómago, el cual se encontraba abultado, me gustaba este tamaño de vientre, en Eren se veía realmente provocativo, con mis dedos logre mover la pieza de su ombligo y la deje a un lado, revise el agujero cicatrizado y no se veía mal, era una pequeña marca, pero Eren la había cuidado correctamente.

— Pensé que podría quitármelo hasta el sexto mes o algo así — susurró Eren pasando las manos por su estómago —. Estoy engordando de más.

— Tal vez no deberías comer tanto…

— Estoy comiendo por dos, no me jodas, Levi.

Le tomé las manos para evitar que se girara y me dejara de nuevo con su espalda frente a mí, se detuvo con tranquilidad. Hice una mueca, ¿Le estaba haciendo daño? ¿Qué debía hacer? ¿Dejarlo ir? Yo no quería ser la causa de su infelicidad, es decir, amarlo… no era malo.

— Si te amo.

Besé su vientre.

— ¿Por qué otra razón caería en todos los malditos excesos del amor? ¿Por qué otra razón cuidaría de no lastimarte sin querer? ¿Por qué otra razón te cuido, te mimo y te adoro? ¿Por qué razón quiero curar tus heridas?

Eren medio sonrió.

— Serás un buen padre.

— Quiero ser un buen esposo.

Eren abrió los ojos como platos, se alejó rápidamente aun a cuesta de mi propio peso, saliendo de la cama. Me alejó y se alejó, corrió al baño, supe que tal vez me había pasado de la raya y que tan extraña afirmación lo sorprendería demasiado, me acobarde antes de ir a buscarlo al baño, pero era la única opción para retenerlo entre mis brazos.

— ¿Eren?

— Vete…

— No me iré, ¿Qué pasa?

Un sonido violento amenazó mi tranquilidad, sonó a que algo se había caído del estante del baño, tal vez Eren se había caído. Tal vez se había hecho daño, abrí la puerta. Eren estaba sobre el piso con la cara metida en el inodoro, estaba vomitando con violencia. Me arrodillé a su lado.

— ¡Vete! Es asqueroso — dijo, pero no paró de vomitar, aunque realmente no me parecía asqueroso y eso era decir bastante en mi caso.

—No me iré — susurré —. Vamos a limpiarte, lávate los dientes… si no, tendrás más ganas de vomitar ¿Quieres que falte?

—No, ni hablar. Mañana es mi examen, necesito estar bien, no puedo salir a la mitad sólo porque me dieron ganas de vomitar….

— Entonces, faltaré al trabajo mañana y te llevaré. — le dije levantándolo —. No te preocupes Eren, enserio puedo hacerlo. No afectara en nada, he estado cumpliendo a la perfección con el horario. Ahora ven acá te voy a ayudar a limpiarte.

Lo ayudé a levantarse lo más pronto posible y le di su cepillo de dientes, se los lavó meticulosamente dos veces y luego se enjuagó toda la cara y la boca. Ya no se veía mareado pero su cara tenia cierto tinte de palidez que me mantuvo alerta, lo encamine a la habitación sin tocarlo. Admirando el bóxer blanco de gatitos y la camiseta blanca que usaba todo el tiempo para dormir.

Se tumbó de forma extraña contra el colchón.

— ¿Ya estas mejor? — me senté a su lado.

— Perdona por despertarte, aún faltaba media hora para que te levantaras…

—No, estoy bien. Enserio — admití tímidamente y me tumbé a su lado —. Perdona, mejor… por haber soltado eso tan de repente. No era mi intención insinuar nada que no quieras, no se expresarme y mejor perdón.

Eren negó con lentitud y como era su condenada costumbre enredó sus piernas con las mías hasta que se quedó tirado con la cabeza en mi pecho, me sentí cálido, tenía por lo menos un par de semanas que Eren ni me tocaba, y aquel gesto me tomó por desprevenido, el instinto de protección hacia él me decía que lo abrazara y no lo soltara.

—Ya… perdona Levi, en verdad que fui un completo tonto por estas semanas. Me sentí lleno de celos y rabia y mi reacción era definitivamente alejarme, guardarme todos esos malditos problemas que vienen desde mi casa. Son las heridas de mi cuerpo hablando por mí. — sonrió—. A veces eres tan bueno que me asusto, simpatizas conmigo y eso es tan extraño. No me lastimas, me conoces bien… no sé, Levi. Me dijiste que me amas, a pesar de lo poco que llevamos. Creo que también te amo.

— ¿Ah sí? — le pregunté acariciando los hoyuelos de su espalda —. No soy tan adecuado, Eren. Pero tú me ves con buenos ojos… y es por eso que te juro que no te quiero sólo por ese intruso.

Eren se rio bajito y posó sus labios en mi mentón.

— Por eso, pero… mañana me vas a llevar al examen y me hiciste vibrar cuando dijiste que faltabas al trabajo sólo por eso. Haces cosas buenas, serás un buen padre, ya te dije.

Me quedé callado porque Eren no había vuelto a mencionar eso del esposo. Tenía que tratarse de una seria indirecta de ya no querer tocar ese tema. Por eso no dije nada y dejé que se subiera en mí y rozara su entrepierna con la mía, que se moviera con suavidad y que sus caderas se menearan contra mi creciente erección.

Tenía meses sin sexo.

Sus dos manos aprisionaban mi rostro y me besaba la cara con una sonrisa infantil en los labios, con sus pies tocaba mis piernas y seguía con ese movimiento de vaivén como si intentase que le penetrara sólo con besos, le mordí los labios y lo dejé contra el colchón con mucho cuidado, acaricié sus piernas y las enredé en mi cintura, estaba a nada de desnudarlo completamente.

Metí mis manos por debajo de su playera y acaricié su pequeño y abultado vientre hasta ascender a sus tetillas y finalmente me deshice de esa molesta prenda. Luego le bajé el bóxer de gatitos.

— Eres tan sexy… — murmuró besándome el cuello —. Y tan mío.

— Completamente tuyo. —gruñí besándole la oreja y dejándolo desnudo y a mi merced.

Era tan guapo como siempre me lo pareció, su piel era perfecta desde las uñas de sus pies hasta su último cabello en la nuca, sus ojos preciosos me iluminaban la cara cada que los veía — y rogué a los cielos por obtener un clon idéntico al suyo —, me sentí presa de una devoción inimaginable, por la que nunca había pasado. Hasta llevar mis manos a sus glúteos y tocarlos con mucha fuerza.

— Hazme el amor — susurró con necesidad apretando el cabello de mi nuca mientras yo le besaba las clavículas y descendía hasta sus tetillas y luego a su vientre, el cual besé suavemente para llegar a su entrepierna y alzar sus piernas dejándolo completamente expuesto.

Mire su entrepierna de joven y su orificio rosado y dispuesto a ser penetrado como siempre, lleve un dedo ahí y lo metí, no estaba seguro de lo que me encontraría, pero al parecer no había ningún bebé cerca y podía penetrarlo con fuerza, Eren se removió cuando sintió la cabeza de mi miembro sobre su entrada.

Subí sus piernas a mis hombros para usarlas como aretes y lo embestí con rapidez. La facilidad con la que Eren me recibía me asombraba, mi mente divago pensando en cuantas veces tuvo sexo, pero me detuve de inmediato cuando noté que eso me llegaba a molestar un poco más delo que había pensado que me molestaría.

— ¡Levi...!— gritó Eren colocando sus piernas a la altura de sus hombros y dejando que le penetrase hasta adentro con mucha fuerza —. Si… así, por favor.

Sus gemidos eran música para mis oídos, le tomé de las manos, realmente me gustaba. Era tan endemoniadamente guapo, arrebatador. Tan dulce y jodido, y podrido como yo y aun así aquí estábamos los dos, teniendo sexo a las siete de la mañana en la cama más individual del mundo, mientras yo le tomaba de las manos y le besaba sus labios con fanatismo violento.

— Di que me quieres… — le supliqué toqueteándole la cara —. Dime, Eren. ¿Me quieres?

— Sí y mucho. — torpemente sus palabras se resbalaban en la proximidad de mis labios —. Te quiero mucho, porque me sacaste de ese agujero de podredumbre y me trajiste aquí a donde de verdad me quieres y sabes todos mis pecados, me conoces demasiado… te amo Levi.

Me derretí sobre su cuerpo abrazando todo lo que estaba a mi paso, aprisionándolo contra mi cuerpo y penetrándolo como un perro en celo, Eren gemía con los ojos abiertos, aun sentía placer a pesar de su embarazo, me encantó y choqué con sus labios una vez más. Gracias a Dios había encontrado a este chico, ¿Cómo fue que tuve tan buena suerte?

Buena suerte disfrazada de mala suerte.

— No te vengas adentro — suplicó con rapidez cuando sintió cerca mi orgasmo.

— ¿Qué?

— No, no lo hagas, puedes… ensuciar al bebé. — no tenía sentido, pero no era nadie para ponerme a debatir lo que él quería o no, lo embestí con mucha fuerza tres veces más y me salí.

Coloqué mi miembro cerca del suyo a la salida, estaba manchado de blanco completamente y me di cuenta que Eren tenia entrenamiento en venirse sin tocarse, me excité y vi los chorros blancos de semen caer por todo su estómago abultado. Me sentí impúdico y sucio, porque ahí estaba nuestro bebé.

Lo dejé sucio y me acosté al otro lado de la cama. Eren se pegó a mi manchándome de semen y enredando sus piernas de nuevo.

— No vayas a trabajar… — suplicó —. Te extrañaré mucho si te vas.

— Tienes que estudiar — le expliqué —. No te preocupes, mañana saliendo de tu examen iremos de compras para cosas del bebé ¿De acuerdo? Compraremos más ropa y pañales, lo que tú quieras.

Eren dejó que me levantara y le pase la caja de kleenex para que se limpiara el estómago. Eren los tomó y me limpió también a mí. Lo dejé recostado sobre la cama, me giré a verlo y de rodillas a él lo cubrí con una cobija y le di un beso en la frente.

— Duerme todo lo que quieras para que mañana te vaya muy bien ¿De acuerdo?

Eren asintió y yo me fui a la ducha.

Después de eso me concentre mucho en pensar en Eren, en la clase de relación que llevábamos y la parte tan importante que formaría un hijo nuestro en nuestras vidas, me olvidé completamente de que me encontraba en la estación y de mis deberes, mi mente se había quedado recostada con Eren en la cama individual que compartíamos.

El día siguiente fue igual de agitado, como le dije a Eren falte a la estación para poder acompañarlo a hacer toda la cantidad de cosas pendientes que teníamos por hacer. Desde el examen hasta recoger los estudios del bebé. Después ir a comprar cosas para el inquilino nuevo y básicamente gastar mi salario en cosas que ambos necesitábamos. Pero, sobre todo, la cosa nueva que venía.

De camino al examen Eren se enfundó una preciosa cazadora mostaza que le quedaba como un guante y unos pantalones de mezclilla, me parecía que pocas veces se veía tan condenadamente arrebatador. Yo no estaba usando el uniforme, así que me puse una camiseta sencilla negra y unos vaqueros, nos fuimos hasta la sede del examen en la moto y nos tomamos de las manos durante todo el trayecto.

— Te va a ir muy bien — le dije besando su nariz —. Cuando nazca, podrás seguir con la carrera.

— Por ahora, sólo la preparatoria — murmuró con felicidad y se despidió para entrar al edificio donde le aplicarían el tedioso examen que lo acreditaría.

Me quedé sentado afuera del edificio consumiendo como un desgraciado una cantidad desorbitante de tabaco que seguramente me afectaría en el trabajo, pero era parte de mi organismo en una forma muy insana. Eren no tardo tanto como yo esperaba que tardaría, en realidad salió apenas una hora y media después de que el examen hubiese comenzado.

— ¡Chócalas! — dijo extendiendo ambas manos, yo las subí a la altura de su cara y las chocamos, después le tomé de las manos y lo jalé hasta abrazarlo — Me ira bien… estaba muy fácil.

—Ya verás que sí, sólo debes poner a pensar esa cabeza tuya. — le di un beso en la frente —. Vámonos o perderemos la cita en el hospital.

Para cuando llegamos al hospital Eren ya se había quitado la cazadora y mostraba su linda figura enfundada en un precioso suéter de color beige que le quedaba hermosamente, si algo era genial del castaño es que había traído la ropa más bonita que yo hubiese podido apreciar y sin embargo casi nunca lo veía usarla porque prefería la comodidad de la ropa de casa y las camisetas sueltas con las que su vientre no se notaba.

La doctora nos recibió con muchas atenciones.

— ¡Te veo más gordito, Eren! ¡Muy mimable! — exclamó dejando que Eren se sentara en la camilla —. ¿Has estado comiendo más, cierto?

— Es que a veces me da mucha hambre — le explicó Eren.

— ¿Comes saludablemente? — preguntó la doctora toqueteando el vientre de Eren.

— Levi no me da chatarra… — señaló Eren como si eso tuviera que contestar la pregunta.

— Asegúrate de no comer de más o tu vientre no será lo único que se agrande.

— A ti no te importa ¿verdad? — me preguntó mirándome.

— Haz lo que quieras. Puedes comer como te plazca.

La doctora hizo una mueca de desagrado y después de tomar los signos y las medidas de Eren encendió la máquina para mostrarnos al organismo viviente y de nuevo fue bastante complicado lograr ver tan solo un poco de forma, imprimió de nuevo la fotografía del huevo en el saco gigante de agua.

—Tengo excelentes noticias — dijo la doctora —. Me trajeron los resultados de los estudios y a simple vista él bebé está perfectamente, no hay ninguna enfermedad o deficiencia detectable. Así que no deben preocuparse, pero no sigan con sus malos hábitos porque podemos poner en riesgo su vida.

— ¡Lo ves, te dije Levi! Estaba bien…

— No dije nada — le contesté cruzando los brazos y viendo a la doctora.

Siguió hablando con Eren sobre las vitaminas que ahora ingería y sobre su buena alimentación, del bebé y le mostró todo en la fotografía, Eren asentía y decía que seguiría con las vitaminas y con el ácido fólico. Que no había que preocuparse.

— ¡En ese caso, todo está bien! Nos veremos en dos meses para ver al bebé ¿De acuerdo? — presionó la doctora con una sonrisa y despidiéndonos de la mano —. ¿Hoy fue tu examen, no?

— Si — contestó Eren—. Iremos a celebrar, porque lo he pasado y por fin saldré de la preparatoria.

— ¡En ese caso déjame darte un regalo!

Se fue hacia el escritorio y rebuscó entre sus cajones por un par de minutos hasta que desempolvó una bolsa de plástico y nos extendió otra bolsa repleta de piruletas, la clase de dulces que se le da a los niños pequeños que se han dejado inyectar correctamente. Eren las tomó con el ceño fruncido.

— Son paletas sin azúcar y saludables, si tienes hambre comete una. Así no subirás peso extra y esto… — nos entregó un pequeño marco de madera pintado de color violeta —. Para que enmarquen el ultrasonido.

Me emocioné. Quería enmarcarlo y colgarlo en la casa, definitivamente quería hacerlo.

Eren sonrió agradeció por todo y ambos partimos del consultorio. Fuimos a comer comida italiana en la que Eren casi se gasta todo el dinero y después pasamos a Wal-Mart, compramos tres paquetes de pañales, diez pañaleros, tres mamelucos y un six pack de mamilas. O cómo demonios se llame ese paquete.

Después subimos al departamento y terminamos teniendo sexo por toda la tarde, casi sin detenernos para nada. Sólo podía recordar a Eren montando mi miembro y gimiendo con felicidad mientras le besaba los hombros, la clase de sexo que me fascinaba. El sexo con Eren, el duro y delicioso sexo con Eren. Realmente sólo nos detuvimos hasta que terminamos agostados en la cama.

— ¿Con cuántos hombres has estado? — le solté de pronto.

— No me faltan dedos para contarlos — dijo en un susurro —. ¿A ti?

—A mi si me faltan dedos, hombres y mujeres —admití con cierta torpeza, Eren llevó la mano hasta mi rostro y me dio un beso apasionado en los labios.

—Ya eres mío, todo gracias a esto… — mostró el vientre abultado bajo las cobijas.

Sonreí. Tenía toda la razón, ya era suyo. Y sólo por ese objeto no identificado.

—0—0—0—

Sucedió cuando Eren tenía cuatro meses y dos días. Exactamente, era un miércoles. Levi había cambiado de turno, llegaba antes a casa, pero se volví a ir en las noches y tenía que dormir en la estación, Eren no se quejaba. Formaba parte de su evolución, así que no decía nada. Simplemente ahora que había acreditado la preparatoria se estaba acostumbrando a la vida de la cocina.

Tener que cocinarle a esa persona que lo mantenía, que lo cuidaba y todo, era su manera de agradecerle, y por eso se esforzaba por que fuera al menos algo más decente que los mismos huevos medio quemados todo el tiempo. No faltaba mucho para que Hanji llegara, porque, aunque ya llevaban cuatro meses viviendo juntos, aún tenia niñera. Y eso no le molestaba, le gustaba no estar solo.

Estaba mezclando cosas en la estufa, un poco de pasta y la salsa roja que Levi compró en el supermercado hace cuatro días. Para algo tenía que servir. Cuando llegó Hanji, como siempre tocado el timbre de forma desesperada. Eren se apresuró a juntar toda la basura que tenía en una bolsa plástica.

Volvió a tocar el timbre.

— ¡Ya voy! — gritó poniéndose una sudadera azul, porque tenía planeado tirar toda la basura antes de que la castaña tirara ma s—. Diablos Hanji no toques tan…

— Buenas tardes, ¿Usted es Eren? — preguntó un hombre vestido completamente de blanco.

Los ojos de Eren se abrieron muchísimo más de lo normal. Había un símbolo en su vida que reconocería incluso en sus más terribles pesadillas, se trataba del símbolo azul de un microscopio, que simbolizaba la compañía de su padre 'New Life'. Y ese símbolo estaba en la camisa de aquel hombre.

—No… — murmuró mintiendo —. No está.

— ¡Él es! —dijo la muchacha de cabello rojo —. Él es quien les digo, deben llevárselo porque… tiene problemas mentales y en realidad ha estado engañando a mi pareja, temo que le haga daño.

— ¡Oye no estoy loco! — gritó Eren, pero en ese micro instante los hombres lograron abrir la puerta entrando al departamento —. No entiendo porque dices eso…

— ¡Tiene un problema, no puedo vivir tranquilamente en mi departamento si ese hombre sigue viviendo aquí! Se lo suplico deben llevárselo.

Eren no pudo luchar más, no puedo evitar que lo tomaran de los brazos y la basura se quedara botada por la sala cuando intento soltarse, los hombres lo trataban con amabilidad y gentileza, pero no había ninguna razón para que se lo llevaran, Eren tenía que detenerlos.

— Sólo le haremos algunas pruebas — le dijo uno —. Usted no puede perturbar la vida de una señorita y es verdad que parte de esta casa está a su nombre, así que necesitamos asegurarnos que usted no es un riesgo.

— ¡No estoy loco! — gritó Eren mientras lo bajaban sometido por las escaleras —. ¡Ya basta, suéltenme!

— ¡Esta más loco que una cabra, en sus delirios cree que puede tener un bebé! — les gritó Isabel con lágrimas en los ojos.

Afuera en el estacionamiento había una ambulancia esperándole, no supo porque, pero en ese momento le entro un terrible miedo inconfundible por ese lugar, por cualquier cosa que quisieran hacerle. Estaba embarazado, no podía ponerse a patear traseros y nadie más lo escuchaba, esto era completamente injusto.

Pero en ese instante….

— ¡Qué diablos hacen! Suéltenlo inmediatamente — gritó Hanji con el teléfono celular en la mano — ¡Suéltenlo o llamo a la policía!

— ¡Hanji! — dijo Isabel arrastrándose hasta ella —. ¿Por qué te pones de su lado? Tú me conoces, conoces a Levi, sabes que él no puede estar tan equivocado… está mal de la cabeza, sólo alejándolos podremos recuperar su cordura.

— No me hables Isabel —gruñó Hanji —. Eren no está loco y esta es su casa, ahora mismo voy a llamar a Levi para que vea lo que estabas intentando hacer con su pareja.

— Hanji diles que me suelten… — pidió Eren aún sometido.

— ¡Eren! —suplicó Hanji —. Oigan suéltenlo, no necesita pruebas y esta muchacha no vive aquí ni Levi Ackerman es su pareja, todo es una mentira.

— ¡Él cree que esta embarazado! —gritó Isabel como si intentara demostrar la verdadera locura dentro del castaño —. ¡Por supuesto que está loco!

— Eren no está loco — dijo Levi estacionando la motocicleta. Acababa de volver de la estación, por suerte había salido una hora antes y así había podido presenciar los gritos, pero de inmediato decidió interferir —. Puedo probarlo, Eren y yo vamos a tener un hijo y yo soy el padre. Y nadie va a poner un solo dedo sobre mi pareja ni mi hijo, porque me he estado matando para darles una vida excelente.

Levi se bajó de la motocicleta y caminó hasta los hombres que sujetaban a Eren, con un solo brazo consiguió que lo soltaran y Eren se lanzó a él en un abrazo cariñoso y desconsolado. Levi sacó su cartera y les mostro a los médicos que habían intentado llevarse a Eren una foto del primer ultrasonido del bebé, no era la que estaba enmarcada, era la foto de una pequeña bolita en un mar negro, la foto que Eren le mostró cuando le dijo que estaba embarazado.

— Lo ve, tiene su nombre. — arriba de la imagen venia impreso el nombre de Eren—. No tenemos que darles explicaciones, pero Eren no está loco. Y no quiero que vuelvan a meterse con nosotros porque si no…

Después, el rumbo de la conversación cambio. Una explosión en el departamento en el que Eren y Levi vivían cambio drásticamente la perspectiva de todas las cosas. Eren abrió los ojos, recordando….había dejado abierta la llave del gas, la comida estaba en la estufa. Su casa se iba a quemar… y todo era su culpa.

— ¡Levi! — gritó Hanji, sorprendida de ver al hombre soltar a su pareja y lanzarse directamente a donde estaba el fuego del departamento.

Eren corrió tras el mientras que los doctores llamaban a los bomberos, los compañeros de Levi. Isabel se cubrió la boca, pero intento salir de la escena lo más pronto posible, intentando pasar desapercibida. Cuando Eren ya estaba arrastrándose escaleras arriba y Hanji lo detenía.

— ¡Levi! — gritaba Eren—. ¡Levi vuelve!

Pero, por supuesto. Levi ya estaba en el departamento.

—0—0—0—

Sólo tenía un objetivo en mente, lograr apagar el fuego, llegar a la fuga de gas y cerrarla. No traía encima mi equipo, pero no podía dejar que las llamas consumieran el único lugar que yo podía darle a Eren. Aún no podía escuchar sus gritos y como los vecinos comenzaban a salir, asustados.

Escuchaba la sirena a lo lejos.

El departamento era tan pequeño que el fuego estaba alcanzando todo a su paso, Eren seguía gritando.

No había forma de que yo lograra cerrar la llave de gas sin mi equipo. Corrí hasta la habitación y busqué algo que pudiera ayudarme, cualquier cosa. Encontré una de mis chamarras que servía bastante bien y me la puse encima, probablemente me quemaría las manos. Pero debía cerrar el origen del fuego.

Antes de llegar a donde se encontraba el fuego mire la habitación. Una cosa me llamó la atención, estaba apartada de las llamas y relucía como sólo el papel de regalo puede relucir. Era la caja grande que Eren había forrado y habíamos estado llenando con todo lo que comprábamos para él bebé. La tome, por instinto.

Corrí hasta la cocina y vi la llave de gas abierta. Quitándome la chamara y cubriendo mis manos con ella llegue hasta donde estaba y la cerré. Quemaba y mucho, pero no lo suficiente. Respiraba lo menos posible.

Los bomberos llegaron, Eren seguía gritando.

Corrí hasta la salida del departamento justo cuando alguno de mis compañeros que no alcance a distinguir por el uniforme, entró por la puerta y estaban dispuestos a salvar todo lo posible.

Bajé las escaleras corriendo con histeria, quería ver a Eren lo más pronto posible. El gas comenzaba a disiparse con rapidez, ahora había que apagar todo lo que se había incendiado, ver lo que se podía rescatar, que esperaba fuera mucho.

Miré a Eren a los ojos, estaba tendido en el piso de rodillas, con sus zapatos llenos de tierra por alguna razón y su cara bañada en lágrimas, cuando me vio, me sonrió, extendió sus brazos y lo levante del piso como un bebé.

— ¿Por qué te fuiste? — lloró subiéndose a mi cintura — ¿Sólo para salvar esa caja inútil?

—Shhh, shhh , esa caja inútil… son las cosas de mi hijo. No te atrevas a ofenderlas.

Eren sonrió y se rio contra mi cuello, lo acaricié con mucho fervor y dejé la caja en el piso.

Esa caja era el fruto de mi salario, las 24 horas del día trabajando sin descanso. No podía dejarlas tiradas, porque iba a convertirme en padre y quería ser uno excelente.

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N/A: Si llegaste hasta aca te felicito, bueno, subiré la siguiente y ultima parte muy pronto. Así que esperen la conti.

¡Gracias por todo el apoyo, saludos y feliz día del padre!