Resumen: Nate puede huir, pero de ser necesario la realidad cruzará el puente y lo seguirá hasta Brooklyn.

Claim: Nate.

Beta: Wirhaven, Nyaza, Sortilegios Weasley (así de insegura soy lol).

Matices

Que Nate tiene algún problema con Brooklyn es prácticamente un hecho, y uno que Chuck no puede comprender. Como si Manhattan no tuviese suficientes mujeres.

Pero hay muchas cosas que Chuck no comprende, como por ejemplo que él es Nate de un lado del puente y que del otro lado es Nate Archibald, hijo del drogadicto prófugo. Pero tampoco espera que lo haga, porque sabe, está seguro, que Chuck encontraría el modo de sacar provecho incluso de esa nueva reputación. Es por eso que Chuck gusta de ser Chuck Bass y que él prefiere ser nadie en absoluto, porque resulta mucho más práctico y lo previene a uno de posibles incidentes que pueden acabar muy mal, y si alguien no lo cree, siempre puede preguntarle a Dan Humphrey qué sucede cuando uno en lugar de un simple chico de Brooklyn es Nate Archibald y decide pasear por Yale.

De todas formas, entre ellos siempre hubo un acuerdo tácito de no hacer ciertas preguntas, y Chuck respeta el contrato al pie de la letra cuando lo ve besando a la niña Humphrey en la puerta del metro; aunque al recogerlo esa misma tarde, no olvida preguntar por qué rayos está tomando transporte público y, quizás, insinuar que él también debería apuntarse en el nuevo programa de niñeras para caridad.

Tampoco pregunta nada cuando tiene que rescatarlo de un Dan que intenta desfigurarle el rostro en esa fiesta ni cuando repara en su expresión de desconcierto. Otra cláusula de ese acuerdo silencioso es que, aún desde la ignorancia y omitiendo ciertos hechos —como el que alguno haya decidido privilegiar otras amistades—, iban a estar ahí en caso de urgencia; y esa era una situación especialmente urgente.

Y Nate de pronto entiende que todo es igual de un lado que del otro y que si se creo una reputación, esta vez, fue por merito propio —nada de andar culpando padres o sociedades enteras por ahí—. Entiende que Brooklyn no es Manhattan y que el "todos con todos" sólo se aplica y se acepta en esa extraña elite del lado Este que, aunque se empeñe en ignorarla, la lleva bien impresa en los genes. Y aunque Chuck no sea capaz de comprenderlo —porque para él la gente resulta sorprendentemente homogénea— ellos dos, cada uno en su respectiva escala de grises, finalmente no son tan diferentes; porque Jenny no es Serena y definitivamente Vanessa no es Blair, pero Nate siempre será Nate.