—Los necesito—dijo Pearl, desesperado.

—No sé. Últimamente hemos ido al centro comercial todos los días, y la dependienta nos dice que no quedan—le dijo Diamond, intentando que el rubio desistiera.

—Pero los quiero~

—Mira, nunca los has probado, no es como que seas adicto a ellos…

— ¡Necesito probarlos!

— ¡Eres peor que una embarazada con antojos!

—Quiero caramelos furia. Vamos de nuevo al centro comercial.

—Pearl…

— ¡No nos cuesta nada!

—Tiempo y energía.

—Vamos, Dia~

—De acuerdo.

—Ah, ustedes—dijo la chica que atendía, ya acostumbrada a la presencia de los dos chicos—Hemos vendido los últimos a aquél señor.

— ¿Lo ves? Te dije que no habría más caramelos…—comenzó a decir Diamond, pero luego se calló al ver a su mejor amigo fulminar con la mirada al último cliente—¿No pensarás…?

—Es de vida o muerte.

El hombre se alejó, refunfuñando, ya que el chico rubio lo había acosado demasiado para que le diera un caramelo.

— ¡Por fin! ¡Esperé este momento durante toda mi vida! —exclamó Pearl, feliz.

—Durante los últimos días—corrigió su amigo.

— ¡Qué sublime! ¡Iría a vivir a Johto sólo para poder gozar de uno de estos!

—Cómelo de una vez.

Pearl desenvolvió el caramelo. Cuando se lo fue a llevar a la boca, apareció Platina.

— ¡Hola chicos! —saludó la chica, abrazando levemente a Diamond. El de cabello negro le sonrió en respuesta.

Pearl, estupefacto y presa de los celos, dejó caer el caramelo. Éste rodó por el pasillo del centro comercial hasta perderse entre la gente.

— ¿Pearl? —preguntaron los otros dos.

El rubio tenía un aura asesina rodeándolo.

—Oh, el caramelo—murmuró Diamond, golpeándose la frente con la palma de la mano.

—No era mi intención sorprenderte con mi presencia. Lo siento—se disculpó ella.

Sí, a Pearl le sorprendió su presencia, pero no de esa forma.

O soltaba a Dia, o los iría a separar con sus propias manos.

—Eres un exagerado. La señorita sólo es una amiga—se quejó Diamond, mientras el rubio lloriqueaba por su caramelo.

—Lo sé, pero me hizo tirar mi caramelo. Me vengaré.

—Ella no tiene la culpa de que seas un maniático celoso. Y eres un poco tonto. Mira que tirar el caramelo que tanto molestaste por conseguir…

—Ahora jamás probaré un caramelo furia…

Diamond suspiró, mientras Pearl se mantenía en posición fetal.

— ¡Dia! No, ¡Diamond! —exclamó el rubio, entrando a la casa del nombrado.

— ¿Qué?

— ¡Lo he conseguido! ¡Tengo mi amado tesoro otra vez!

El dueño de la casa miró con sorpresa lo que el rubio sostenía. Era un caramelo furia.

— ¿Cómo lo conseguiste?

Sempai, envíame un Carmelo furia, sempai, por favooooooor~—le imploraba el rubio a Silver.

Tsk, no molestes.

Te daré el número de la señorita Berlitz~

¿Cuántos caramelos necesitabas?

—Tengo contactos—respondió Pearl—Ahora, el momento que estuve esperando toda mi vida…

—Cómelo de una vez, no querrás ponerte celoso de visitas inesperadas.

Pearl obedeció. Se llevó el caramelo a la boca. Masticó. Al principio, no tenía sabor alguno. Instantes después pudo descubrir el verdadero sabor de aquella golosina.

—Hijo—comenzó la madre de Diamond— ¿Porqué Pearl está en el jardín, bebiendo agua de la manguera, completamente rojo?

—Créeme mamá, una botella de agua no era suficiente.

— ¿Pero qué…?

—Caramelos Furia.

—Oh. Pobrecito.

Fin~

Con cada review, Diamond le da un beso a Pearl para que se cure del efecto post-caramelo (? Ok, no xD. Espero que les haya gustado :3