Mi nombre, es Albafica, Caballero Dorado de Piscis bajo las órdenes de la Diosa Athena.
Eso, es todo lo que soy. O al menos, todo lo que ésta vida me ha permitido ser…

Como todos nuestros miembros caballeros, huérfano, criado y adoptado por el santuario con la finalidad de ser convertido en un caballero. Rescatado de una de las muchas misiones donde mis padres no pudieron sobrevivir, o al menos esos me cuentan de cuando yo era bebé.

Fui adoptado por mi maestro, el anterior Caballero de Piscis: Lugonis, a quien debo mi crianza, mi vida, mi entrenamiento y casi toda mi cosmoenergía. Es el ser que dio sentido a mi vida, envenenando mi sangre.

Un don o una maldición en cada momento…

Bien me lo advirtió antes de aquel momento.

No podrás ser cercano con nadie. Tu propio cuerpo, es un arma mortal. Por eso, todo aquel que sea cercano a ti, estará bajo peligro, amigos, compañeros y aún más fuertemente, amor. Por ello al aceptar estos lazos de sangre, debes renunciar a todo ello

Mi objetivo de vida se había vuelto muy claro, vengar a mis padres, a mi familia, buscando hacer y mantener la justicia y la paz en el mundo, que nadie más tuviese que sufrir las pérdidas que yo mismo sufrir, por eso acepté. Más un viejo refrán dice: no es lo mismo llamar al Diablo que verlo llegar. Especialmente, cuando reconocemos, que somos incapaces de controlar nuestros propios sentimientos.

Existió un caballero que nunca tuvo miedo a mi presencia.
Quizás nunca tuvo miedo a nada…
Imprudente, aventurero, extremista, sin medida… todo lo contrario a mí, pero todo lo que probablemente yo admiraba o necesitaba…

Caballero de Cáncer, Manigoldo. – Dijo brindándome su mano.

Caballero de Piscis, Albafica. – Dije sin devolverle el apretón de mano.

No tengo miedo de tocarte.

Deberías… - Fue todo lo que dije buscando retirarme, pero él me detuvo por el brazo.

Los caballeros, arriesgamos a diario nuestras vidas. Y probablemente, la mejor razón para arriesgarse, es por una amistad, que valga la pena.

Descuida. – Dijo sonriendo en sus bromas como siempre solía hacer. – A veces pienso que el mundo solo se libraría de una basura si yo desapareciese JAJA pero mientras tanto acá tendrán que soportarme! –

Su actitud era completamente distinta a la del resto.
Sin miedo…

Sin e miedo que he de admitir, por un tiempo yo mismo le tuve a mi maestro Lugonnis, realmente Manigoldo no temía a la muerte, y mas significativo, no me temía a mí.

Afortunadamente nunca hizo caso de mis advertencias…
Nunca pude repelerlo ni asustarlo. Se identificó conmigo casi tanto como yo con él. Vivimos juntos misiones inolvidables como la de aquel caballero negro, y esa niña que se hacía llamar Joker… entre muchas otras…

Si… creo que… si alguna vez sentí amor por alguien en mi vida, fue por ese Caballero de Cáncer…

Quien decía ser nada agraciado, pero cuya valentía y risa sin medida, hacía todo lo que yo no me atreví nunca hacer…

Dicen, que cuando estás a punto de morir, ves toda tu vida pasar por tus ojos…

Yo no veo toda mi vida…

Yo te veo a ti, Manigoldo…

Por favor, protégete… al menos mi presencia, no será ya más una amenaza para ti…

Te extrañaré… y espero en alguna otra vida, podamos ser aún más que camaradas y de ser posible… atreverme a darte un abrazo, en esa vida…

FIN