El apartamento estaba limpio y listo para ser abandonado por un tiempo. La ropa había sido empacada, las cuentas pagadas y la basura ya había sido dispuesta en los contenedores de reciclaje. La pequeña sala de estar se hallaba inundada por la luz matutina que entraba por la ventana.
Touta Matsuda estaba emocionado. Pocas veces se tenía la oportunidad de trabajar en un caso como el que tenía en sus manos… y las del resto del equipo de investigación, por supuesto. No es como si tratara de darse demasiada importancia. Hoy era el día de su mudanza al edificio que sería su hogar hasta que el caso fuera cerrado. Tendría una nueva habitación con todas las comodidades posibles y seguramente no habría mejor conexión a Internet en ninguna otra parte. Claro que esas no eran sus prioridades, ¿cierto? Demostraría al equipo que era un miembro importante, valioso, imprescindible. Quien sabe, en algún revés del destino él podría ser quien diera punto final al caso Kira.
A sabiendas de que hasta la más ligera de sus respiraciones estaba siendo cuidadosamente analizada por el líder de la investigación, decidió dar lo mejor de sí desde el primer momento posible. Dobló cuidadosamente sus prendas de vestir y las acomodó por colores. Dispuso de sus artículos de higiene personal en orden alfabético y los guardó apropiadamente dentro de la maleta. Quitó ese ridículo adorno de su teléfono celular y ensayó algunas expresiones adustas frente al espejo antes de salir de su departamento y cerrar la puerta con seguro. Sólo entonces se percató…
- Mis llaves…
¿Cómo pudo haber sido tan descuidado? Sin llaves, no volvería a entrar. Sin llaves, se quedaría sin automóvil por un rato. Incluso, si se daba a la tarea de buscar un cerrajero, perdería valioso tiempo que lo dejaría mal parado a la vista de todo el equipo. Se suponía que estaría en la nueva base de operaciones a las 10 en punto, por lo que tenía 27 minutos y 37, 36, 35… segundos para llegar. Ryuuzaki había citado a todos los investigadores a las 7 de la mañana, pero Matsuda había conseguido una prórroga: tendría que llevar a una (falsa) tía al aeropuerto ese mismo día ("¿esa es tu excusa?" había escuchado entre murmullos) y necesitaba tiempo adicional. Había pasado las dos noches anteriores buscando las mejores rutas y previniendo contingencias para ser puntual sin problemas. Y ahora… todo por la borda. Volvería a ser el incompetente del grupo. Tenía que pensar en algo rápido.
…
…
Viéndolo bien, dejar las llaves no era un problema tan serio. Podría llamar a la base y decir que el auto había quedado inservible. O que su tía se lo había llevado (¿en un avión comercial?). O que un gatito iba a caer de la ventana y salió apurado para salvarlo… No, eso era demasiado. Lo mejor era tomar un taxi y rezar a cualquier-divinidad-disponible para llegar a tiempo. Convencido por esa resolución, abrió su cartera y…
- ¿Dónde está mi dinero?
Sólo entonces recordó que había encargado una pizza durante la víspera, por lo que había gastado sus últimos 3000¥ en efectivo. El cajero automático estaba a diez calles de su hogar. No había forma de llegar sin ayuda de alguien del equipo. Marcó el speed dial 1 y esperó en la línea.
- ¡Aizawa, ayúdame! Necesito que vengas a recogerme a mi casa. Hubo un asalto y mi tía se llevó a los gatitos que robaron mis llaves y…
- Lamento importunarlo, señor Matsuda, pero ésta es la línea equivocada. Si requiere que alguien vaya a recogerlo luego de tan traumáticos eventos, enviaré a Watari ahora mismo.
- … ¡Ry-y-Ryuuzaki! Ehh… Lo sien...
- No hay necesidad de disculpas, señor Matsuda. Por favor, espere frente a su edificio y Watari lo recogerá en 20 minutos. ¿Está de acuerdo?
- … Sí, está bien - ¿cómo había sido tan descuidado de nuevo? No había duda que el día avanzaba como una procesión de infortunios. La luz en el pasillo comenzaba a aturdirlo. – Ryuuzaki, yo…
Ryuuzaki ya había colgado. No había remedio, después de todo, era alguien muy ocupado. Matsuda soltó un profundo suspiro y se recargó en la pared. Necesitaba serenarse ante las circunstancias. Cerró los ojos y se encontró con una blancura total, lechosa, que inundaba todo. ¿Desde cuándo se veía blanco al apretar los párpados? En lugar de calmarlo, la blancura lo llenó de angustia. Abrió los ojos y…
…
Nada.
…
La blancura no se había ido. Inundaba todo su campo visual, como si un lienzo lo hubiera cubierto todo sin lugar a texturas, contornos o siquiera variaciones en el color. Angustiado, volvió a tomar su teléfono y consiguió apretar algunos botones. Constató aliviado que había conseguido marcar a un número, pero la blancura lo agobiaba a tal punto que las lágrimas habían empezado a correr por sus mejillas. ¿Será que mis lágrimas también son blancas?
- Señor Matsuda. Watari estará en su puerta dentro de 18 minu…
- ¡Ryuuzaki, ayúdame! ¡Por favor, haz algo!
- ¿Qué sucede? – Si Matsuda llamaba con tal desesperación, sólo podía significar que algo realmente serio había ocurrido. No como olvidar las llaves en su propia casa, por supuesto.
- Es que... me he quedado ciego.
Watari regresó a la base con un detective en silla de ruedas que hacía lo posible por no llorar desconsoladamente. Sin importar si abría o cerraba los ojos, la blancura permanecía inmutable al llanto, a las manos que frotaban con fuerza los párpados y a las voces que susurraban a lo lejos sin comprender lo que pasaba. Por los ruidos distantes, Matsuda asumió que habían llegado a uno de los centros de trabajo. Recordaba haber visto en las fotografías que Ryuuzaki le mostró al equipo que en la sala principal había varios equipos de cómputo y pantallas que cubrían buena parte de la pared. Su oído se aguzó y percibió que alguien paseaba nerviosamente por la habitación. Esos pasos ansiosos seguramente eran de Aizawa. O del jefe. Mogi nunca había perdido la compostura, sin importar la gravedad de las circunstancias. Dado que Light estaba encadenado al mejor detective del mundo, y éste seguro se hallaba sentado en su inusual forma de acomodarse, no había muchas opciones. Parece que es verdad que los sentidos compensan la ausencia de uno de ellos.
– Matsuda, ¿qué hiciste esta vez? ¿Cuántas veces te he dicho que dejes de pedir pizzas en ese lugar? – por lo visto, los pasos nerviosos eran de Aizawa, quien ahora parecía dirigirse hacia el pobre detective – ¡Te lo dije! ¡Esas porquerías iban a matarte algún día!
– P-pero Aizawa, te aseguro que…
– Watari, el reporte de los hechos, por favor. – Por lo visto, L no andaba para trivialidades.
– En seguida, Ryuuzaki – El anciano acomodó a Matsuda, quien se había calmado un poco al tratar de concentrarse en el entorno. – Exactamente a las 10:19 de la mañana, el detective Matsuda fue hallado en la puerta de su departamento, en posición fetal. Más allá del evidente desgaste psicológico, no se encontró ninguna evidencia de daño físico. En absoluto. No se observaron anomalías significativas en el edificio ni en la calle. Debido a la posibilidad de que se tratase de algún patógeno en el ambiente, no se corrieron riesgos adicionales y volví con el detective bajo mi custodia.
– Excelente trabajo. Gracias Watari. Por favor, lleva a Matsuda a la enfermería y realiza una revisión completa. Es indispensable descartar cualquier posibilidad. Desde diabetes hasta retinoblastoma. Una vez que hayamos encontrado la causa, veremos cómo ajustar un tratamiento médico a sus posibilidades.
Matsuda casi lloraba de alegría. Por lo visto, no sería abandonado por el equipo. Si corría con suerte, incluso podría reincorporarse a la investigación pronto. Watari salió con el paciente y cerró la puerta tras pasar.
Para L, Matsuda ya no era de utilidad alguna. ¿Cómo podría serlo si ya no sería capaz de hacer el café? Probablemente su ceguera repentina se debía al estrés, o a algún padecimiento que Watari revelaría en pocas horas. Sin embargo, sabía que para mantener al equipo tranquilo era necesario demostrar preocupación por el incidente, en un gesto empático que en realidad no era relevante (pues la ceguera de Matsuda no era relevante para el caso). Un empleado contento es un empleado eficiente, ¿cierto?
L estaba tan absorto en sus pensamientos que sólo el tirón de cierta cadena le hizo regresar a la habitación.
– ¡Ryuuzaki, es la tercera vez que te pregunto! ¿Podrías poner atención a lo que decimos?
Oh, cierto. Demostrar empatía. Comunicación con el equipo. Vaya que sería complicado adaptarse a estar rodeado de tanta gente todo el tiempo.
– Lo siento, Yagami-kun. ¿Serían tan amables de repetir?
– Comentábamos – dijo Aizawa– que la situación de Matsuda es una desgracia considerando nuestro escaso personal. Debemos encontrar quién lo reemplace como agente de Misa Amane mientras se resuelve su… situación.
– Pero también tenemos que considerar si esto es producto de algo natural o de los poderes de Kira – agregó el jefe Yagami –. Si Kira es capaz de matar de otras maneras que no sean un ataque al corazón, debemos considerar si rastreó a Matsuda y lo ha dejado ciego antes de matarlo. No podemos descartar esa posibilidad.
– Eso es improbable, papá. Si Kira identificó a Matsuda como parte de la investigación, ¿por qué no ocuparlo para darle la identidad de los demás miembros del equipo y matarnos a todos, tal y como hizo con los agentes del FBI? Resultaría una oportunidad difícil de pasar por alto cuando uno de sus objetivos es acabar con L.
L se estiró un poco para alcanzar el pastel de fresas que estaba sobre la mesa. Incluso cuando Matsuda era una víctima, causaba problemas a los demás. Vaya desperdicio de tiempo.
– Es como dice Yagami-kun. Es poco probable que Kira haya descubierto a Matsuda. Sin embargo, lo mantendremos vigilado en su habitación una vez que hayamos obtenido los resultados de su chequeo médico. Hasta entonces, Mogi será el representante de Misa Amane. Dudo que se trate de un padecimiento contagioso, pero mientras no tengamos una causa definitiva de su ceguera, Matsuda estará en cuarentena. Cualquier comunicación con él tendrá que ser mediante el intercom que está dispuesto en las habitaciones. Por favor, no se distraigan de nuestro objetivo. Capturar a Kira es nuestra prioridad y aunque la situación de Matsuda es desafortunada, no debemos dejar que nos desvíe de nuestras actividades.
o-o-o
El resto de la jornada se llevó a cabo sin mayores incidentes, ni avances, ni pistas nuevas sobre el caso. L no tenía claro si el incidente Matsuda había sido la causa indirecta de tan pobres resultados, pero discutirlo con el grupo era contraproducente. Al final del día, cuando el equipo se disponía a retirarse, Watari envió un mensaje a la sala de investigaciones.
– Ryuuzaki, el canal NHN tiene información importante.
Aizawa se apresuró a sintonizar el canal y todos quedaron estupefactos ante lo que emitía el noticiero.
Estamos en la estación de Shibuya, donde decenas, ¡no! Cientos de personas han quedado ciegas repentinamente. Varias personas que esperaban el shinkansen quedaron aturdidas y cayeron en las vías del tren, lo que ocasionó una desgracia. El conteo de decesos todavía no es oficial, pero se estima en 36 muertes y 68 lesionados de gravedad. Aún se desconoce si se trató de un atentado contra nuestros ciudadanos, por lo que el gobierno ha declarado el estado de emergencia y se ha acordonado toda la zona. Seguiremos informando. Soy Takashi Ryuji, para NHN.
El equipo de investigación quedó paralizado.
– Ryuuzaki… esta ceguera… ¿qué vamos a hacer? – Light jaló levemente la cadena, a sabiendas de que L se abstraía en sus pensamientos con demasiada facilidad.
– Esto no es una coincidencia. Matsuda y la gente en Shibuya. Están relacionados. Debemos investigarlo – afirmó el jefe Yagami.
– Si esto es una epidemia… – Aizawa palideció – ¡nuestras familias! ¡Debemos ponerlas a salvo antes de que se expanda!
Los miembros del equipo comenzaron a murmurar sobre las medidas a seguir para mantener a sus seres queridos a salvo. Si la ceguera se extendió a cientos de personas en una tarde, tenían que evitar riesgos, ¿cierto? ¿Habría una cura? ¿Sería algo temporal o permanente? ¿Alguna condición mortal? ¿Obra de Kira? ¿Cómo se organizarían…?
– Por favor, mantengan la calma. No tenemos ningún indicio de que se trate de la obra de Kira, por lo que no es de nuestra competencia. Si están preocupados por sus familias, podemos trasladarlas a otro edificio de mi propiedad o enviarlos fuera del país para estar más seguros. No obstante, nadie ajeno a la investigación debe entrar a la base de investigaciones. Sería una distracción constante y podría filtrarse información…
¿Es que L hablaba en serio? Light no podía creerlo. Sabía que el detective era frío, distante, calculador en todas las circunstancias. Después de todo, había utilizado a un condenado a muerte para delatar la existencia de Kira. Había confinado a Misa Amane y a él durante más de 50 días en condiciones que él calificaría como inhumanas y había conseguido que su padre le apuntara con un arma. Definitivamente no era del tipo sentimental. Pero esperar que el equipo abandonara a sus familias a la incertidumbre de una contingencia de origen desconocido era demasiado, incluso para él.
– ¡Ryuuzaki! ¿Cómo puedes decir eso? ¿No puedes entender que nuestras familias son importantes para nosotros? ¿Es que acaso no tienes a nadie que te importe fuera de este edificio?
– Estoy consciente de los lazos afectivos que mantienen las personas, Yagami-kun. Por eso propongo mantenerlos a salvo en un lugar donde ni siquiera Kira podría llegar. Sin embargo, no voy a permitir que esto nos desvíe de la investigación. A menos, claro, que tu objetivo sea impedir que continúe con mis pesquisas y seguir fingiendo que no eres Kira…
¡Pum!
El puñetazo provocó que ambos jóvenes cayeran al suelo. L se incorporó rápidamente y dirigió una patada a su estómago. Volvieron al suelo gracias a la cadena que, al parecer, era olvidada por los genios cuando perdían los estribos.
– ¡Es suficiente! – el jefe Yagami no estaba para bromas – Ryuuzaki, si no vas a permitir que nuestras familias estén aquí pero los mantendrás a salvo, apoyaré la decisión. Dinos qué tenemos que hacer.
– Gracias por su comprensión, jefe. Le aseguro que estarán bien. Watari – L se dirigió al intercom – ¿puedes hacer los preparativos para que las familias de los detectives estén en el orfanato para mañana?
– Muy bien, Ryuuzaki. Los contactaré ahora mismo.
Light no comprendía bien. ¿Un orfanato? Seguro se trataba de algún código para referirse a una base secreta. Como si el Gran Detective L fuera a vivir en un orfanato. Sí, seguro. ¡Sólo faltaba que dijeran que L entrenaba a los niños de un orfanato para heredar su puesto! Lo más absurdo que podría habérsele ocurrido.
– Podrán telefonear a sus familiares una vez que estén en el aeropuerto. Mientras tanto, les pido que no salgan del edificio. Si esto es una epidemia o producto de las acciones de Kira, no podemos correr más riesgos. – Ryuuzaki se mordió el pulgar – Watari, envíame el reporte sobre la condición de Matsuda.
En los monitores se desplegó el expediente de Matsuda. Análisis clínicos, pruebas médicas y muchos datos aparecían en las pantallas. La sonrisa torpe de Matsuda decoraba el informe en una fotografía tomada al inicio de la investigación. Una sonrisa que seguramente sería extrañada por los miembros del equipo si el pobre detective no recuperaba la vista.
– No entiendo nada… – Aizawa releía la información, aturdido por el mar de datos. – Si entendí bien, Matsuda…
– Según los reportes médicos, Matsuda está perfectamente sano. No hay ni el más mínimo indicio de un daño físico o neurológico en su sistema.
Light sentía que su pecho se agitaba cada vez más conforme la pregunta tomaba fuerza dentro de su mente.
"Esto… ¿es obra… de Kira?"
~o~o~o~o~o~o~o~
N/A: este fue mi primer intento por escribir Fanfiction de Death Note. Desafortunadamente, en algún punto el sitio decidió que no merecía estar y se borraron los documentos que tenía subidos. Ceguera desapareció de mis publicaciones y no supe qué sucedió, al no haber ningún reporte, notificación o demás. Como sea, aquí está de vuelta.
Tal y como me sucedía un año atrás, no sé exactamente cómo terminaré con este fic. Karma absorbió buena parte de mis prioridades en cuanto a FF... y ahora un crossover extraño se está apoderando de mí. En cualquier caso, si han leído a José Saramago sabrán que muchas veces la ceguera está... aunque nos neguemos a verla.
Cambio y fuera.
