Advertencias: Si no has terminado de leer hasta la novela 13, esto podría darte muuuuchos spoilers ya que la historia está ubicada después de dicho tomo. Así que si no te gustan, es mejor que no lo leas DX.
Si en tal caso puedes vivir con los spoilers, adelante.
Eres bienvenido a esta oscura historia~. 83
KUROBANE'S RHAPSODY
CAPÍTULO 01: DOLOR
REGIÓN DE KANTO
PREFECTURA DE SAITAMA
Debe ser un giro inesperado de los eventos para usted. ¿O me equivoco, Orihara-san? – Preguntó un hombre de cabello largo y castaño, vestido totalmente de gris oscuro y con un cigarro entre los labios. Su sonrisa dictaba que él estaba seguro que había dado un jaque mate digno de su posición en la banda como el segundo al mando. Habían estado buscando al sujeto que había estafado y llevado a la cárcel a su líder desde las sombras, perjudicando así su influencia en aquella zona de Saitama.
Mentiría si dijera que no~. Realmente no esperaba que mi nueva secretaria diera mi ubicación mientras observaba como caían ustedes en la trampa. ¡Es algo imprevisto! Como siempre, los humanos me sorprenden, aunque esta vez me dejó en un gran aprieto… - Dijo un hombre que parecía bastante joven a los ojos del que le apuntaba con un arma en esos instantes.
A sus veintiséis años, algunos podían decir que este hombre debería estar en la plenitud de su vida, pero para él mismo esto era como un completo chiste y era probable que se riera de la persona que se atreviera a decírselo.
¿Plenitud de su vida?
¿Juventud?
No.
Para Orihara Izaya esto ya no existía.
A pesar de que él aun podía pensar que quizás todavía tenía 21 años, la realidad era que él ya no se sentía de esa forma. Nada en él era igual que hace un tiempo atrás en donde tenía la libertad de regir su mundo con sus propios pies. No, Orihara Izaya ya no era la misma persona que en sus años anteriores. Ya no era el mismo individuo que corría por Ikebukuro huyendo de la bestia arrasadora llamada Heiwajima Shizuo.
No, este Orihara Izaya estaba atrapado en un pequeño espacio llamado la silla de ruedas.
Aunque no era como si él estuviera parapléjico, era solo que su cuerpo no se había recuperado totalmente de su enfrentamiento con la bestia meses atrás. Él no estaba seguro cuanto tiempo había pasado ya desde entonces, pero estaba consciente de que no le interesaba contar ese agónico lapso de su reciente estado.
Sus piernas dolían y le costaba moverlas.
Sus brazos aun sufrían cuando los levantaba para obtener ciertos objetos por él mismo.
Y su alma…
Bueno, su interior estaba en un estado que difícilmente podía sentirse satisfecho como otras veces en que estuvo solo en su vida. Nada de eso se comparaba a esto que estaba viviendo en carne propia ahora. Sus vínculos con todos sus conocidos habían sido cortados por él mismo.
Pero eso no era lo más triste.
Lo más deprimente de aquello es que siquiera le importaba un poco.
Él no quería volver a tocar esos vínculos nunca más. No deseaba volver a compartir su trato con ellos en lo que le restaba de vida, no lo veía necesario. Y estaba seguro que ellos tampoco. Al fin al cabo los había liberado a ellos de sus constantes visitas y también él mismo se había salvado del designio que tenía Ikebukuro sobre él. Ya no quedaría atrapado por la entidad que Tsukumoya siempre mencionaba en sus charlas en el chat, aquella existencia que lo obligaba a volver siempre a ver a sus humanos especiales que se amontonaban en ese sitio místico.
Porque si…
Ikebukuro era un lugar de poder.
No lo creía al principio porque él no fanatizaba las cosas esotéricas como él solía llamarles en su momento. Estaba claro que Ikebukuro había decidido desligarse de él en ese fatídico día en donde había perdido con todas las de la ley con Heiwajima Shizuo. Desde ese instante en que salió en ese auto con Kine y Manami; Orihara Izaya fue arrancado de Ikebukuro para siempre. Lo bueno de eso era que no le molestaba a él en absoluto, como había dicho antes, él había perdido contra un monstruo por subestimar el lado humano que este poseía muy recónditamente en su interior.
Por eso la contienda estaba perdida desde un principio.
Adicionalmente, él jamás había estado a la par con él, porque Orihara Izaya era un simple humano.
Nada más que eso.
Un humano que solo podía estar destinado a grandes cosas solo si podía ir contra los humanos en su total legitimidad.
Resumiendo, Orihara Izaya estaba acabado. Aun así, él seguía deseando lo imposible, pero ya no como antes. Su impuro amor lo seguía manteniendo vivo por esta razón, pero él no sabía por cuanto tiempo sería esto. Su forma de ser y de llevar su vida lo mataría pronto. Él estaba seguro de ello.
Antes podía defenderse sin problemas él mismo, no obstante, ahora si su vida corría riesgo, difícilmente podría llegar a salvarse.
Y ese momento en que su vida tendía de un hilo estaba sucediendo ahora.
¡Orihara Izaya! ¡Te estoy hablando! – Gritó el segundo al mando de aquella banda con rabia al sentir que Izaya lo estaba ignorando.
Lo siento, solo estaba pensando. ¿Qué era lo que decías? – Preguntó Izaya disculpándose hipócritamente.
Al parecer no nos estás tomando en serio, Orihara-san. Queremos que hagas algo para sacar a nuestro jefe de la cárcel. Sé que plantaste esas falsas pruebas. ¡Lo sé, maldito mentiroso! – Dijo el hombre mayor con rabia quitando el seguro del arma.
No puedo hacer nada con eso. Como dije antes, yo no tuve nada que ver con eso. Su jefe tenía varios esqueletos en el armario que decidieron salir ahora. ¿Por qué no le reclamas a él? – Dijo Izaya con tranquilidad fingida, su mirada estaba puesta en el arma que podía ser detonada en cualquier momento.
¡No te hagas el idiota! Hey, tú… Trae eso. – Él pandillero pasó su vista a otro que estaba ahí.
A Izaya no le agradó mucho esto.
Sentía que algo no estaba bien.
Cuando el otro delincuente regresó, traía una caja con él…
Si no accedes, terminarás como ella… - Dijo el hombre riendo al ver la cara de estupefacción de Izaya al ver el interior de dicha caja.
La cabeza de su secretaria traidora estaba cercenada y acomodada entre confeti manchado de rojo. La cara de horror de ella le parecía que era la mejor expresión que había visto en ella en esos meses, aun así el ver aquella caja le hacía querer salir corriendo de ahí. No quería que su cabeza terminara en un lugar así.
También tenemos el dinero que ella planeaba robarte. Sí que ganas bastante aun estando en esa silla de ruedas. ¿Verdad? – Otro de los subordinados abrió una mochila que contenía bastantes fajos de dinero que probablemente habían sido sacados del banco por su secretaria.
Sí que ella lo había dejado en un gran aprieto.
No volvería a contratar a una secretaria que le recordara a Namie y su mal humor.
Al parecer esta si lo detestaba más que ella.
Se regañó nuevamente en su mente.
Tenía que deshacerse de sus vínculos.
Era necesario, si no seguiría cometiendo errores idiotas como estos.
Exageras, delincuente-san~. No hay mucho que yo pueda hacer en una silla de ruedas. Si lo que quieres es dinero, llévatelo. Es mejor que intentar sacar inútilmente a tu jefe de la cárcel. – Dijo Izaya a sabiendas que si él se llevaba su dinero, lo haría regresarlo de la forma más horrible. A Izaya no le importaba en si el dinero, era solo que ese hombre comenzaba a irritarlo.
Estaba pensando en llevármelo de todas formas, pero gracias. Ahora vendrás con nosotros, Orihara-san. Pero te irás a pie. – Dijo el hombre bajando el arma hasta la entrepierna de Izaya.
Si no lo haces te dispararé en esa parte vital de todo hombre jajajajaja. Admítanlo, quieren verlo tratar de levantarse de esa silla. ¿O quizás arrastrándose como el gusano bastardo que es? – Todos comenzaron a reírse de Izaya. El informante reprimió su sentir ante ese trato, su orgullo estaba siendo herido o mejor dicho su gran cicatriz que demostraba que ya no era nada para Heiwajima Shizuo.
¡Levántate! ¡Jajajajajajajaja! ¡O tendrás que pensar en volver a estafar a otra persona para hacerte una operación de cambio de sexo! – El mayor se siguió riendo a carcajadas pegando el arma de forma peligrosa en ese lugar. Izaya sin poder llegar a pensar en otra forma para sobrevivir, apoyó sus manos en los apoyabrazos de su silla de rueda y levantó su cuerpo mitigando en gran medida su dolor en su expresión al hacerlo.
Orihara Izaya se había puesto de pie para sobrevivir una vez más.
De cualquier forma no se sentía bien, la humillación de ser obligado a hacerlo le molestaba en gran medida.
¡Jajajajaja! ¡Se puso de pie! ¡¿Lo vieron?! ¡Ahora camina, bastardo! – El sujeto jaló su brazo con fuerza para arrastrarlo con él para continuar con el ritual de humillación.
"Duele… Suéltame." – Izaya trató de resistirse al jalón, pero no tenía la fuerza suficiente para oponerse a ser llevado como un doliente muñeco hacia la puerta. Cada centímetro de su cuerpo se resentía por el dolor del trato brusco de aquel hombre. Su debilidad era tan grande que solo le lastimaba internamente el no poder defenderse como antes.
¡Te dije que te movieras! ¡Oigan, ayúdenme a-…!- El segundo al mando se dio cuenta que algo andaba mal cuando dos de sus hombres estaban tirados en el suelo, estaba seguro que Izaya no había podido hacerlo porque lo había tenido sujeto todo ese tiempo.
Eso le dejaba una pregunta en su cabeza.
¿Quién había sido la persona que los había noqueado?
Entonces se dieron cuenta que había alguien más en la habitación con ellos.
Un individuo con una capa azul oscuro que tapaba su rostro con una máscara Veneciana con el diseño de un bufón en colores turquesa estaba parado entre ellos. La careta representaba a un sonriente ser que perturbaba un poco si te le quedabas viendo por mucho tiempo. Además se podía notar que debajo de aquella máscara, en el lugar en donde debería estar los ojos no había nada más que oscuridad.
"No me digas que es él…" – Izaya antes había escuchado rumores de ese sujeto en sus redes de información.
¡¿Quién demonios eres?! ¡¿Sabes que aún falta mucho para Halloween?! ¡Mátenlo! – Gritó el líder encargado a sus subordinados.
El enmascarado ni se inmutó.
El bufón simplemente golpeó con su pierna a los tres hombres que se habían lanzado en su dirección.
Su objetivo no eran ellos y tampoco Izaya.
La meta por la que iba él estaba en la otra mano del hombre que intentaba llevarse a Izaya para torturarlo.
Va tras la mochila con dinero. – Dijo Izaya golpeando la muñeca de su captor con la poca fuerza que pudo reunir, logrando alejarse de él. El cabecilla se enfureció y detonó el arma en dirección del bufón quien solo le dio un fuerte golpe en el estómago. Debido al golpe, el líder detonó nuevamente el arma sin querer en dirección a Izaya al ser golpeado.
¡Ahh…! – Izaya se quejó al sentir como la piel de su brazo era desgarrada por el roce de una bala.
La sangre comenzó a correr por su brazo, sin embargo, él aún seguía vivo.
¡¿Cómo te atreves, maldito?! – Los cinco pandilleros que restaban sacaron sus armas dispuestos a acabar con el intruso, cuando de pronto la puerta del departamento fue lanzada varios metros en el aire para finalmente estrellarse contra una pared.
Todos se quedaron pasmados ante esto sin entender qué era lo que ahora sucedía.
Primero un bufón que buscaba robar el dinero de Izaya… ¿Y ahora una puerta salía volando de la nada en el aire?
Pero ellos se habían equivocado al juzgar que la puerta había salido volando de la nada.
No.
La puerta había sido pateada como si se tratara de una simple pelota por un ser humano.
Tal vez no un ser humano en todo el sentido de la palabra.
Los ojos de Izaya se abrieron de par en par al ver quien era este humano que había pateado la puerta de su escondite.
Aunque aún no podemos seguir contando esta parte de la historia sin ver los antecedentes de este suceso en el departamento.
UNA HORA ANTES
SAITAMA
ESTACIÓN DE TRENES
Rokujo-san… En serio. Quisiera saber por qué he tenido que venir hasta aquí. – Dijo un Aoba con una leve sonrisa amistosa. Al ver esa expresión, Rokujo Chikage estaba al tanto de que el adolescente estaba irritado con justa razón, lo había traído desde Ikebukuro a esas horas de la noche y para colmo sin su comitiva. Aunque no es como si de verdad le preocupara importunar su maldita existencia.
No te quejes, niño. No tienes el derecho de hacerlo. Es algo que sabes que me debes. Te he dejado en paz estos meses, pero ya es hora de pagar tus malas acciones con Toramaru. – Dijo Rokujo con una sonrisa de felicidad para aumentar más la irritación del menor.
¿No me habrás traído aquí solo para darme una paliza, verdad? – Preguntó Aoba con algo de duda que no demostró exteriormente.
No, aunque no es una mala idea. El problema es que te necesito sano para lo que quiero que me ayudes. – Dijo Rokujo comenzando a caminar hacia las escaleras que iban hacia el exterior de la estación.
¿Sano…? ¿En qué se supone que te voy a ayudar viniendo hasta Saitama? – Preguntó Aoba sin comprender qué podía hacer él ahí. Ya suficientes cosas tenía que encargarse en Ikebukuro para ahora venir y perder el tiempo con el líder de los Toramaru.
¿Has escuchado sobre los atentados con bombas en las diferentes ciudades de Japón? – Empezó de repente el mayor.
¿Te refieres a las bombas que son detonadas en sitios al azar, no? Ha habido muchas víctimas por esos incidentes y se cree que son terroristas o algo así. – Contestó Aoba sin mucho interés, no era algo que tuviera que ver con él o su grupo.
Exactamente me refiero a esos incidentes. El mes pasado una de esas bombas fue detonada en un local al que suelo ir a veces con mis honeys. En esa ocasión no pude acompañarlas, por ello no estaba con ellas cuando sucedió… Pusieron una bomba en el recinto contiguo que hizo que se derrumbara el edificio sobre el local donde ellas estaban. Llevan todo este tiempo en el hospital. Por ello quiero buscar al responsable y darle una lección que nunca olvidará… - Dijo Rokujo apretando los puños con furia, ver a dos de sus novias llenas de vendajes y sufriendo le hacía hervir la sangre a niveles asesinos.
Ya veo… Pero no entiendo… ¿En qué puedo servirte? – Aoba entendía que Rokujo estuviera enojado por lo que había pasado con dos de sus novias, pero no comprendía en qué podía ayudar él cuando no tenía idea quién o quienes estaban detrás de esos incidentes.
Era como buscar una aguja en un pajar.
Escuché de Kida Masaomi que tu grupo tiene muchos pleitos con Dragon Zombie desde que su líder regresó desde donde sea que estaba, por eso le pedí a él que le preguntara a Ryuugamine Mikado tu número y por eso estás aquí. – Dijo Rokujo.
¿Mikado-senpai le dio mi número a Kida-senpai? ¿Es eso verdad? – Aoba preguntó incrédulo de que Mikado le hubiera dado el número a Kida así de fácil.
Tengo entendido que Kida le contó los detalles a cambio de darle tú número. – Confesó Rokujo.
La repuesta de Rokujo le daba a entender que Mikado le estaba dando una orden indirectamente que no podía ignorar por más que quisiera.
Podía ser por rutina o tal vez por verdadera amistad.
Kuronuma Aoba no estaba muy seguro de eso.
¿Acaso Mikado quería que redimiera sus fechorías contra Toramaru?
¿O tal vez se estaba vengando de él de esta forma?
Cualquiera razón que fuera verdad, él no podía solo irse.
Ya entiendo. Así que lo tengo que hacer o lo tengo que hacer. Bien… Pero sigo sin comprender en qué soy útil en esto. ¿Acaso Dragon Zombie está involucrado? – Suspiró Aoba con desgano.
La única pista que encontré fue que en esas semanas, varios miembros de esa banda se reunieron con los dueños del local que explotó. Es todo lo que pude conseguir registrando Saitama. Me he quedado sin recursos. – Dijo Rokujo.
Ah, esto será difícil, Rokujo-san~. Seguirle la pista a Dragon Zombie nos costará, pero tengo una idea de donde podemos comenzar. – Dijo Aoba buscando algo con la mirada mientras caminaba cerca de los callejones.
¿Qué buscas? – Preguntó Rokujo.
Busco un informante de aquí. ¿Ya probaste hacer eso? – Interrogó con burla Aoba disfrazando la expresión con alegría falsa.
Intenta no usar esas expresiones conmigo, a mí no me engañas, mocoso. Además después de escuchar el relato de Kida en ese tiempo, ya me parecen peligrosos. – Dijo Rokujo con molestia.
Me tratas como Kida-senpai. ¿Es que acaso no entiendes que intento ser amistoso? – Contestó Aoba obviando pensar lo segundo que había dicho Rokujo.
Eso ganas por tener una personalidad amistosa falsa. Es fácil darse cuenta. – Dijo Rokujo.
No todos se dan cuenta. – Aoba dijo sin expresión recordando la primera vez que se encontró con Mikado.
Él fue engañado totalmente por él.
Ah, creo que ese hombre es un informante. Vamos a preguntarle. Espero que tengas dinero. – Dijo Aoba dirigiéndose hacia el sujeto parado en la entrada de un callejón.
10 MINUTOS DESPUÉS
¡No puedes amenazarlo! ¡Solo tienes que pagar por la información, Rokujo-san! – Dijo Aoba agarrando el brazo de Rokujo, lo menos que deseaba era que un policía los viera en plena vía principal golpeando a alguien. Él debía mantener su bajo perfil y hacer que otros llevaran los cargos por él, no que él quedara implicado en un lio ajeno.
Enano… ¿De verdad pensabas que tenía dinero para esto? – Dijo Rokujo sin expresión.
Si lo golpeas podría vengarse de ti. – "Como cierta persona…" El joven pensó en ese individuo al que no quería invocar en sus pensamientos.
Ese informante podría ser como Orihara Izaya.
¡No me golpee! ¡Le diré lo que quieres saber! Solo trabajo medio tiempo en esto porque no tengo otra cosa… - Rogó el miserable informante.
Ah… Definitivamente no es como él. Como sea. ¿Tienes información de algún movimiento raro de Dragon Zombie en Saitama? – Interrogó Aoba echando a un lado a Rokujo que ya comenzaba a ser incontrolable. Su actitud era más volátil de lo que había imaginado en un principio. Rokujo solo hacía lo que le venía en gana.
Solo sé que tienen un cliente nuevo en esta ciudad. Es todo. Realmente no es bueno meterse con ellos. Ya han silenciado a varios informantes en otras ciudades. – Dijo el informante asustado. Incluso si él supiera algo más de Dragon Zombie, él no diría absolutamente nada porque eso significaría echarse la soga al cuello.
Él no quería morir por hablar de más.
mmm… Parece que dice la verdad. Busquemos en otro lado. – Dijo Aoba suspirando.
Esta sería una noche muy larga.
¡Hiiiiiiiiiii! – El informante salió corriendo hacia la salida del callejón, pero al llegar al final se chocó con un individuo enojado que solo lo tomó por la camiseta, este llevaba un mal humor desde hace varias horas atrás, cosa que hacía que cualquier cosa lo hiciera explotar por pequeña que fuera. El hombre vestido de barman simplemente lo alzó usando una sola mano y lo fulminó con la mirada.
¡¿Acaso intentas robarme?! ¡Te tienes mucha confianza, maldito! – Dijo una voz explosiva al asustado informante que al bajar su propia vista se dio cuenta que su mano estaba sujetando el bolsillo del pantalón del barman.
No… En serio… Yo no… - El informante trató de excusarse.
¿Heiwajima Shizuo? ¿Qué haces aquí…? – Interrogó Rokujo sorprendido de ver a Shizuo en esa ciudad.
¿Eh…? Tú eres ese sujeto… Estoy buscando a alguien. - Shizuo recordó al instante el hombre que había peleado con él en Ikebukuro.
Entonces los ojos de Shizuo se dirigieron hacia el chico que estaba detrás de Rokujo.
Ah, él es Kuronuma Aoba. – Rokujo lo presentó porque parecía que Shizuo había dejado atrás un poco su furia para su gran alivio.
No me agradas. – Dijo sin más Shizuo a un sorprendido Aoba como advertencia.
¿Eh…? Ya veo... – Aoba no agregó más a su respuesta ni tampoco intentó defenderse, lamentablemente para él las palabras de Kishitani Shinra en su primer encuentro se repitieron en su mente como una grabación.
"Eres como Orihara Izaya."
¿Acaso esta era la forma de Heiwajima Shizuo de decirle que era como Orihara Izaya?
¿Era coincidencia que la persona que más odiaba a Izaya le dijera algo así a él?
¿Era coincidencia que otra persona relacionada a Orihara Izaya respondiera a su presencia de una forma tan directa?
No.
Kuronuma Aoba sabía que no era una coincidencia para su desgracia.
Antes simplemente le hubiera molestado la comparación, pero ahora le aterraba en lo más profundo de su ser.
Jajaja… Entonces Shizuo… ¿A quién estás buscando? Por cierto, deberías soltar a ese informante, él no pensaba robarte, solo se chocó contigo cuando estaba huyendo de nosotros. – Explicó Rokujo tratando de alivianar el ambiente tenso que el mal humor de Shizuo había instalado. Tenían que estar las cosas muy malas para que Shizuo viniera a perseguir a alguien hasta la ciudad de Saitama.
¿De verdad? Ya entiendo, entonces siento haberte malinterpretado. – Se disculpó Shizuo sin soltar al hombre que ya estaba orándole a alguna entidad para que viniera y lo sacara de ese aprieto.
¿Y por qué no me sueltas…? – Preguntó el hombre en un hilo de voz.
Porque eres un informante. No me gustan los informantes, pero ahora me eres útil. Y si me intentas cobrar… ¡Te mataré! – Dijo Shizuo con fastidio.
¿Q-Qué quieres saber…? – El informante ya sentía que había estado más seguro con Rokujo antes.
¿Has visto a un sujeto con una máscara de bufón? – Preguntó Shizuo.
DE VUELTA AL PRESENTE
¡Tú…! ¡Te mataré maldito ladrón! ¡Matar! ¡Matar! – Shizuo articuló sus maldiciones repetidas veces al entrar al departamento y ver que en este se encontraba su objetivo.
¿Y ahora quién es este…? – Interrogó uno de los subordinados del líder caído al no entender lo que estaba pasando.
¿Cómo alguien podía patear una puerta con esa intensidad?
E-Es Heiwajima Shizuo… ¿No leíste esa revista en donde hablaban de él? – Otro de los subordinados recordó lo que había leído en la revista Tokyo Incidents. Aquel reportaje había sido escrito por el reportero Niekawa Shuji y hablaba sobre el hombre más fuerte de Ikebukuro, cuyo lema era el de "Odio la violencia".
¡Tenemos que irnos! ¡Me lo agradecerás después! – Este subordinado tomó a su actual jefe e hizo que los que aún estaban conscientes se llevaran a los que podían con ellos.
Debían salvarse del muñeco de combate de Ikebukuro.
Y ellos no fueron los únicos que pensaron en huir del lugar, aquel bufón saltó por la ventana por donde había entrado para desaparecer con la maleta que contenía el dinero de Izaya.
¡Vuelve, maldición! – Shizuo gritó pero al ver que el hombre no se veía por ninguna parte desde la ventana decidió que era imposible perseguirlo. Si hubiera sido Izaya, él hubiera podido seguirle el rastro, pero al no serlo, buscarlo podría representar la perdida de otras 6 horas en Saitama. Y ahora hablando de Orihara Izaya, Shizuo le parecía haber visto un abrigo familiar con el rabillo del ojo al entrar en el departamento, pero al estar el bufón distrayéndolo no se cercioró de lo que había visto.
Shizuo volteó lentamente encontrándose con una figura de pie que lo observaba aún pasmado.
Habían sido 30 segundos en donde todo esto se había desarrollado, pero para Orihara Izaya había sido algo eterno. Al su interior estar plagado de terror no pudo moverse ni un centímetro para escapar.
¡¿Tú estabas en esto…?! ¡Debí imaginarlo! ¡Izaya! – Shizuo caminó a paso rápido hacia un congelado Izaya que solo abrió más los ojos que antes con miedo.
Izaya rogaba que no se acercara.
Izaya rogaba que esto fuera solo una alucinación.
Izaya rogaba que esa mano que se dirigía hacia su cuello fuera solo el producto de su insomnio durante esos meses.
Pero no…
Todo era demasiado real.
Al igual que sus primeras palabras hacia Shizuo en meses.
¡N-NO TE ACERQUES A MI! ¡A-Aléjate! – Gritó Izaya asustado.
Él podía sentir como sus piernas de repente perdían fuerza, haciéndole perder el equilibrio por completo. Orihara Izaya cayó al suelo sin poder remediarlo. Sus piernas no reaccionaban por más que él quería que se movieran y lo sacaran de esa habitación en donde había llegado la persona que más temía ver en todo el mundo. Su cuerpo se sentía cansado y adolorido como para poder soportar los golpes que sabía que vendrían hacia él.
Pero mientras este era el sentir de Izaya, Shizuo estaba siendo víctima de la reacción del informante.
Pulga… - Shizuo no sabía qué más decir.
Esa había sido una reacción que él jamás había imaginado ver en Izaya.
¿Tal vez lo había confundido con otra persona?
Orihara Izaya jamás tendría miedo de él.
Heiwajima Shizuo estaba seguro de esto, sin embargo, lo único que veía en los ojos de Izaya era la misma emoción que notaba en todas las personas que se alejaban de él por la violencia que emanaba su persona.
Terror.
Miedo.
Pavor.
Pánico.
Tantas cosas que hacia que Heiwajima Shizuo deseara alejarse del mundo para no lastimar a nadie.
El solo era violencia después de todo.
Brutal y ciega violencia.
Todos terminaban de esta forma cuando cruzaban su camino con él.
No obstante, Shizuo nunca pensó que Izaya reaccionaría de esta forma con él.
El recolector de deudas no sabía cómo debía reaccionar a esto.
Bien, espero que les haya agradado el inicio de esta historia. En el siguiente podremos ver más de las razones que trajeron a Shizuo hasta Saitama.
Nos vemos~.
DEATH GOD RAVEN
